“Me aferré a vivir porque me gusta vivir”, expresó la señora María Isabel Cuéllar Pérez, una de las pocas personas que tuvo la oportunidad de tocar la campana al haber superado el cáncer de mama.
A sus 73 años de edad está más motivada que nunca y señala que Dios le dio una segunda oportunidad para vivir, pues aunque existe una pequeña probabilidad de que el cáncer de mama regrese si no lleva los cuidados médicos necesarios, doña Chabelita, como le llaman de cariño quienes la conocen, no se desanima y cada día disfruta de la vida.
A su lucha contra el cáncer de mama se suma otra batalla: la diabetes que, a su decir, poco a poco gana terreno para mermar su vista.
Este cuatro de febrero es conmemorado el Día Mundial contra el Cáncer, que tiene como fin concienciar a la población sobre ese padecimiento y movilizar a la sociedad para avanzar en su prevención y control.
Con motivo de ese día, doña Chabelita comparte con El Sol de Tlaxcala su experiencia de lo que significa vivir con una enfermedad que si no se detecta y atiende a tiempo, le arrebata la vida a los pacientes.
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“Estoy muy feliz y le digo a papá Dios: 'no me quiero morir, de verdad que no me quiero morir'”, expresa con lágrimas al recordar que pasó por dos cirugías para extirpar el cáncer de mama y que en muchos momentos pensó que no volvería a abrir los ojos.
Primero, cuenta que el ocho de diciembre de 2021 se hizo la mastografía en las instalaciones de la Unidad de Especialidades Médicas para la Detección y Diagnóstico del Cáncer (Uneme-Dedicam) en Apetatitlán, pero por diversas cuestiones no recogió los resultados sino hasta febrero de 2022, fecha en que le informaron que era urgente que se presentara.
Al saber eso me hice un estudio urgente, con un médico particular; después vine a la institución (Uneme) y de aquí me mandaron de urgencia a la Ciudad de México (al Instituto Nacional de Cancerología) donde me informaron que tenía cáncer en uno de mis senos, relata.
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Acompañada de su única hija, doña Chabelita cuenta que cuando supo que tenía cáncer de mama su mundo se vino abajo, y lo primero que llegó a su cabeza fue la muerte, que en cualquier momento iba a perder la vida.
“Me dolió mucho saberlo, pero gloria a Dios, gracias a Dios y a esta institución, aquí estoy dando mi testimonio”, señala.
Dice que el 18 de agosto de 2022 la operaron por primera vez para extirpar uno de los dos tumores cancerígenos en su mama y desde entonces está sometida a radioterapias y medicación para evitar que la enfermedad reaparezca.
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Explica que después de la operación forzosamente deberá estar cinco años en quimioterapia oral, y en algunas ocasiones también en radioterapias, y durante los próximos nueve años estará vigilada clínicamente para evitar recaídas y el regreso de la enfermedad.
“Tengo que estar continuamente yendo y viniendo a México y pues lo hago con todo el amor del mundo y con todo el gusto. Yo voy porque gracias a Dios, a esta institución y la de la CDMX estoy aquí, estoy muy agradecida con al Padre porque nos da la vida y yo estando con vida soy feliz”, expresa.
Sin embargo, relata que no todo es felicidad ya que desafortunadamente hay veces que “se le baja la pila”, pero sus ganas de vivir la levantan y la motivan, sobre todo cuando se da cuenta de que a su alrededor hay infinidad de gente, muchas mujeres enfermas igual o más que ella.
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“Seré honesta y sincera, hay veces que me deprimo mucho, que estoy agotada y cansada, pero me pongo a trabajar con gusto y eso me levanta el ánimo. Trabajando y viendo la vida, a mis hijos, a mis nietos y estoy muy agradecida”, expresa.
Al asegurar que vive una segunda oportunidad de vivir, porque aunque sigue enferma y el cáncer no se ha ido del todo, señala que se mantiene contenta y optimista, rodeada de su única hija y de sus nietos que complementan su felicidad.
Asevera que precisamente porque quiere vivir es constante para tomar su medicamento a la hora exacta, de no dejar pasar una sola consulta, ya sea en la Uneme en Tlaxcala o en el Incan en la Ciudad de México, aunque eso implique madrugar o desvelarse para hacer los trayectos.
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NO HIZO CASO A SEÑALES DE ALERTA
Al ser cuestionada sobre la llegada del cáncer, doña Chabelita asevera que nunca sintió dolores, pero recuerda que cuando era joven notó que el pezón de uno de sus senos se metía, pero nunca lo atendió porque le dijeron que era algo normal.
“Pero a la edad de 73 años me vine a dar cuenta que ya no era normal, el pezón ya no se salía incluso por más esfuerzo que yo hiciera para sacarlo”, expresa.
Menciona que fue entonces que se dio cuenta de que algo andaba mal, pero nunca pensó que fuera cáncer porque “nada me dolía”, y comparte que después de la operación sí siente dolores muy fuertes que con mucho trabajo puede resistir porque “no me quiero morir”.
Agrega que la enfermedad la hizo valorar no solo la vida, sino también todas las partes de su cuerpo, desde su cabello hasta sus uñas, porque el cáncer la mayoría de las veces ocasiona la amputación de extremidades o de partes del cuerpo, pero en su caso no pasó por ese proceso y no fue necesario que le quitaran el seno.
“Yo le digo a las personas que van empezando a luchar contra esta enfermedad que no se desanimen; al contrario, échenle ganas porque si ella se cae va a decaer su familia… debe estar de pie para cuidar de sus hijos, hermanos, esposo o papás, para verlos y para estar en compañía de ellos”, dice.
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TAMBIÉN TIENE DIABETES
Doña Chabelita actualmente se dedica al hogar, es ama de casa de tiempo completo y entre otras labores barre su patio, riega flores, lava ropa, cocina y hasta teje ropa y carpetas, pero todos los días no solo lucha contra el cáncer sino también contra otra enfermedad igual de letal: la diabetes.
Cuenta que desde hace algún tiempo también padece esa enfermedad que ha repercutido en el resto de su salud, y más recientemente le ha ocasionado problemas en su vista que le hacen pensar en la ceguera.
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Eso tampoco merma el ánimo de doña Chabelita, pues comparte que debido al tratamiento que recibe contra el cáncer de mama ha sido sometida a muchos estudios y ha recibido medicamentos que le permiten mantenerse sana.
- 73 años tiene María Isabel Cuéllar Pérez, quien lucha contra el cáncer de mama con optimismo.
"Si nos dejamos caer en la depresión nos vamos más rápido, pero si le echamos ganas vamos a salir adelante, pero si padre Dios dice hasta aquí, tenemos que obedecer”
María Isabel Cuéllar Pérez, paciente de cáncer de mama