/ martes 2 de noviembre de 2021

Especial Día de Muertos: Historias para recordar a los que se fueron en pandemia

En esta fecha tan especial para los mexicanos, presentamos historias sobre cómo seguimos adelante y guardamos ese sentimiento especial… por los que se fueron

Las grandes tragedias siempre son íntimas, aunque involucren a muchas personas. Con casi 300 mil muertos en dos años, la tristeza y el dolor por la pérdida que ha dejado tras de sí la pandemia de coronavirus nos tocan de manera particular, de uno en uno, hasta formar un sentimiento colectivo.

En esta fecha tan especial para los mexicanos, presentamos unas cuantas historias sobre cómo seguimos adelante y guardamos ese sentimiento especial… por los que se fueron.

ZACATECAS

Un médico, el primero

En fechas significativas como el Día de Muertos, lo que más se recuerda de las personas ausentes son los pequeños detalles. Renzo Ramírez era lector de libros sobre la Segunda Guerra Mundial, aficionado al modelismo de tanques a escala y coleccionaba figuras de acción de Juego de Tronos, The Walking Dead y de súper héroes.

También solía llevar los colores del América debajo de su bata de médico del Seguro Social, la cual usó por varios años, antes de ser el primer habitante de Zacatecas en enfermar y morir a causa del Covid-19.

Su esposa, Sandra Yazmín, lo recuerda como “la mejor persona que pude haber conocido (…) lo extraño muchísimo y daría cualquier cosa porque nuestra hija tuviera la oportunidad de crecer al lado del ser humano que era su padre”; por ello, este 2 de noviembre, habrá en su memoria gorditas de yesca con queso y unos tacos de tripas, su comida favorita.

El Sol de Zacatecas

El médico Renzo Ramírez siempre fue reconocido por sus pacientes por el trato digno y amable que les prodigaba. / Raúl García │ El Sol de Zacatecas

Texto y fotos: Raúl García | El Sol de Zacatecas

VERACRUZ

Todas esas pláticas inconclusas

Ante la prematura partida de su sobrino, hombre joven, alegre, sin vicios y que amaba bailar, la actriz y directora de teatro xalapeña, Ana Iris Nolasco Mijares, siente una profunda pena, pero también coraje por todas las personas que no se cuidan y que terminan causando el deceso de quienes sí lo hacen.

Considera que los mexicanos “somos muy amorosos, muy apapachadores, lo que la pandemia vino a terminar”, aunque si bien muchos guardan su distancia física, también hay gente irrespetuosa que se acerca de más, que no usa cubreboca, ni respeta las reglas de sanidad y por gente que no se cuida se van otras que no debían.

“Las personas que quieres, que añoras, siempre están contigo, siempre están vivos”, sin embargo, afirma, eso no le quita la tristeza por todas aquellas pláticas que quedaron inconclusas.

Ana Iris Nolasco Mijares, actriz y directora de teatro | Foto: David Bello | Diario de Xalapa

Celia Gayosso/ Diario De Xalapa Foto: David Bello/ Diario De Xalapa

Cumpleañero sin cubrebocas

Con 66 años cumplidos, Don Panchito era un escéptico de la existencia del coronavirus, por lo que se negaba a usar el cubrebocas, a menos de que lo obligarán para entrar en alguna tienda. Sorpresivamente uno de sus hermanos enfermó y murió de Covid-19; poco después otro de sus hermanos también se contagió y él decidió ir a cuidar a su familiar.

El 4 de octubre del 2020, festejó su cumpleaños rodeado de toda su familia y, sin pensar en ningún riesgo, hasta dio mordida al pastel y los invitados comieron del mismo. Pocos días después empezaron las complicaciones con la enfermedad.

En su casa en el puerto de Veracruz, su familia lo recuerda en todo momento. ”Mi papá era un tanto gruñón, pero siempre fue bueno, lo extrañamos mucho pero su esencia continúa aquí en la casa, él siempre salía a las 12 del día, a hacer lo que fuera a hacer y justo a esa hora se siente como alguien sale, se oyen ruidos en la puerta, otra cosa que hacía era que por las noches salía a la calle, no al patio ni a la banqueta, era a la calle donde se fumaba su cigarro y mientras estamos en la casa desde afuera se mete un olor a cigarro, es mi papá”, cuenta su hija Blanquita.

María de los Ángeles Sosa Prieto, esposa de Don Francisco Anzures Ruiz | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Ingrid Ruiz / Diario de Xalapa. Foto Raúl Solís / Diario de Xalapa

El recuerdo de sus enseñanzas

A poco más de un año de su partida, el médico urgenciólogo del hospital del IMSS de Orizaba y exalcalde de Río Blanco, Veracruz, Raúl Vera Aguilar sigue vivo en su familia, sus amigos y la comunidad.

En estos días difíciles para todos, sus hijos lo recuerdan a él y sus enseñanzas. “Aquellas mañanas de fin de semana en las que compartíamos caminatas por los cerros de Río Blanco y Nogales, a mi papá le era muy dado enseñarnos a través de cuentos o canciones. Una de sus preferidas era un poema de Rudyard Kipling, el cual, musicalizado de forma marcial, y que aprendió en sus días en la escuela Médico Militar, nos ayudaba a llegar hasta el final del camino”, detalla su hijo y recita:

Cuando vayan mal las cosas / como a veces suelen ir / cuando ofrezca tu camino / solo cuestas que subir / cuando tengas poco haber / y mucho que pagar / es preciso sonreír, / aun teniendo que llorar / cuando ya el dolor te agobie / y no puedas ya subir / descansar acaso debes, / pero nunca desistir.

Vive recuerdo del doctor Raúl Vera en su familia / Foto: Cortesía | Raúl Vera


Mayra Figueiras / El Sol de Orizaba Fotos Cortesía familia Vera

Les dejo una nueva tradición

En casa de la familia Mendoza Romero en Xalapa, se ha instaurado una nueva tradición, ahora, cada 3 de noviembre, se reúne toda la familia a comer caldo de camarón, el platillo que don Víctor Manuel Mendoza Chávez pidió unos días antes, pero que ya no se pudo comer; su plato estará en la mesa porque ese día seguirá aquí, de visita.

Sus hijos lo recuerdan como un hombre trabajador que nunca puso pretextos al trabajo que realizó durante más de 30 años en Telmex, “siempre decía que hacía lo que le gustaba y hasta le pagaban, eso fue lo que más nos enseñó, siempre trabajar en lo que nos gusta y salir adelante”, recuerda una de sus hijas.

“Para nosotros estos días son una fiesta, porque él viene, es como si regresara de trabajar, porque él a veces salía fuera y para ahorita es como si viniera de trabajar y es como una fiesta porque lo voy a recibir, lo espero con mucho gusto y con muchas ansias”, añora su viuda Irene.

Aceptar el fallecimiento de don Víctor ha sido difícil y doloroso, entre tanto, porque cuando ocurrió poco se conocía de cómo tratar el virus; todo fue muy rápido, no pudieron despedirse de él porque nunca perdieron la esperanza de verlo salir del hospital. Ahora queda el recuerdo del gran esposo, hombre y padre que siempre dio todo por su trabajo y su familia.

Con caldo de camarón recordarán a Don Vic la familia Mendoza Romero este Día de Muertos / Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

Ariadna García/ Diario de Xalapa Foto Jesús Escamiroza / Diario de Xalapa

TLAXCALA

Hay que morir hinchados pero no arrugados

Los tamales de anís y el mole eran la comida preferida de Armando Ramírez Moreno un apasionado de la música y reconocido como imitador de “Paquita la del Barrio”.

En sus ratos libres, practicaba al baloncesto y disfrutaba del box a través de la televisión. No fumaba, eso sí, dedicaba tiempo a sus tres nietos y muchas horas al canto, al estudio y a la actuación; tenía 57 años de edad.

“Hay que morir hinchados, pero no arrugados” decía con humor y no creía en esta enfermedad. La familia salía a trabajar en plena pandemia, la última presentación de “Paquita la del Barrio” fue el 11 de julio de 2020, al parecer fue durante una tocada que todos se infectaron.

Comenzó a sentir los síntomas del coronavirus en la tercera semana de julio, primero se infectó él y luego toda la familia, aunque la mayoría como asintomáticos. Él ingresó al Hospital de Nativitas, reconvertido para tratamiento de Covid-19 en Tlaxcala, empero, sus pulmones no resistieron y falleció de un infarto.

“Así vamos a recordar a mi hijo, le pondremos en su ofrenda, dulce de calabaza y tejocote, mole, café, hojaldras y frutas, no debe faltar su trago de tequila, mi hijo era dicharachero”, explica su madre, doña Lucrecia Moreno Zempoalteca.

Texto y fotos: Tomás Baños/ El Sol de Tlaxcala

TAMAULIPAS

Ya no estará en el baile

Cuando veías caminar a Walfre Trinidad Morales por las calles empedradas de Chontla, Veracruz, platicando con todo el que se encontraba, sabías que el año estaba a punto de concluir, y es que él volvía a casa para recibir el nuevo año con toda su familia en el baile municipal.

En 2020, con la llegada del Covid-19, todo cambió. En este pueblo del norte veracruzano no hubo baile, no hubo fiesta, Walfre ya no estaba, su vida fue una de las que este virus cobró.

“Él se contagió de Covid cuidando a su hija en el hospital, aun cuando sabía que era un riesgo estar ahí permaneció a su lado. Es un ser que dejó una huella de amor para quienes tuvimos la dicha de ser parte de su vida”, recordó Wendy Trinidad, su hija.

Tras esta pérdida, Isabel, su esposa, sus hijos y nietos tratan de recuperarse aferrándose a las charlas y las bromas de este hombre que se desempeñó como mecánico de la CFE.

“Siempre hacía reír con sus anécdotas. Sus compañeros de trabajo lo recuerdan con cariño y respeto, como ese amigo que siempre los escuchaba y aconsejaba”, apuntó.

Su partida a los 65 años, resultó intempestiva e injusta para todos aquello que se deleitaban con sus charlas y hasta comentarios de Facebook | Cortesía: Wendy Trinidad

Mariela Macay / El Sol de Tampico. Fotos: Cortesía Familia Trinidad

La muerte de su mamá lo cambió

Al principio de la pandemia de coronavirus en Tampico, el Doctor Mario Iván Benítez Solano no atendía a pacientes Covid, ni en el consultorio ni a domicilio, pero, después de la muerte de su mamá, esto cambió, “ahora los atiendo porque no quiero que les pase lo mismo que a mí, no quiero que vivan esa angustia, yo quiero que se recuperen y que como familia puedan seguir juntos”, relata

Su madre, Alma Leticia Solano Villanueva, falleció el 23 de julio del 2020, justo al inicio de esta epidemia, cuando los hospitales y servicios públicos estaban saturados.

“Como personal de la salud te sientes impotente al no haber podido hacer más ¿Por qué con tu mamá no pudiste? Hubo un coraje, una frustración muy fuerte”, recuerda.

Este año él mismo se convirtió en padre y, después de posponerlo por la crisis sanitaria, este mes se casó.

“Mi mamá para mí era un gran ejemplo y un modelo a seguir en cuanto al estudio y la salud. Mi hijo Elián hubiera sido su segundo yo; es muy lindo, muy risueño, alegre. En el instante que nació Elián le encontraron el parecido con mi mamá ¿Qué hubiera pasado si hubiera conocido a su primer nieto? “, expresa.

Infunden en su hijo el amor a su abuelita | José Luis Tapia

Mariela Macay / El Sol de Tampico. Fotos José Luis Tapia / El Sol de Tampico

SINALOA

La lideresa de las K-bronas

A los 20 años, Silvia era la líder y capitana dentro y fuera del campo de juego, no sólo tenía a su cargo la organización y el mando de su equipo, sino que también fue pionera del futbol llanero en la rama femenil, allá en su natal Tabelojeca, Los Mochis, Sinaloa.

Silvia era además la que buscaba patrocinadores para solventar gastos y comprar uniformes, nombró al equipo "K-bronas" y como también le gustaba dibujar y hacer lettering, creó el logo del club.

Fuerte y decidida, buscando sobrevivir, se mudó a la ciudad de Los Mochis por allá del 2015. Por las mañanas vendía tacos al vapor y por la tarde-noche trabajaba en una fábrica que elaboraba piezas eléctricas, ahí siguió jugando. A Silvia la internaron de urgencia el 12 de junio del 2020 en la clínica del Seguro Social, le detectaron un avanzado cáncer gástrico y, con apenas 30 años de edad, murió un mes después.

Por la contingencia sanitaria no fue posible cumplir su última voluntad: ser enterrada con la camiseta del América, pues su cuerpo se contaminó al estar en un área Covid. La caja la entregaron sellada y envuelta en una película de plástico.

La ilusión de la familia Montiel Acosta es que este año, su tumba ya pueda tener una lápida "bonita" y, por qué no, recordarla también con aquel caldo de panela preparado por su madre que tanto le gustaba.

Foto: Carla González | El Sol de Sinaloa

Texto y fotos: Carla González / El Sol de Mazatlán

PUEBLA

Una familia partida a la mitad

En un año, la familia Martínez de Puebla perdió a la mitad de sus integrantes, uno por un paro cardíaco y los otros dos por coronavirus. Y aunque hoy en día el panorama es desconsolador, esperan que este Día de Muertos mejore su ánimo, pues sus fallecidos eran personas que amaban la fiesta, la comida y la música.

En julio del 2020, uno de los hijos y el padre fallecieron con sólo cinco días de diferencia, lo que destrozó a la familia, ya que no hacia mucho tiempo que Francisco, el otro hijo, había fallecido por un paro cardiaco. Fue un año desconsolador y muy cansado, ya que tuvieron que vivir tres cremaciones, ya que no les permitieron hacer un funeral.

La madre y sus dos hijas extrañan a los hombre de la casa, ya que su padre y sus dos hermanos eran personas luchonas, alegres y rebeldes, con un carisma muy grande y muy amigueros. Sin ellos, la casa ya no es la misma que solía ser, pues los hermanos (Francisco y Leoncio) y el padre (Armando) amaban la música, las reuniones, llevarse con todos sus vecinos e invitarlos a comer.

“Esta enfermedad se llevó un parte de nuestras vidas y nuestra ofrenda es como una despedida para ellos, ya que en su momento, por todas las medidas sanitarias, no pudimos hacerles un funeral y será la forma de decirles que los queremos y que esperamos tengan un buen viaje”, explica la matriarca Imelda, junto a sus hijas Edna y Julissa.

Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Alba Espejel / El Sol de Puebla Fotos Julio César Martínez / El Sol de Puebla

JALISCO

Un mercadito para recordar

El Covid-19 se llevó a Chititín de un día para otro, falleció a finales de agosto en Guadalajara, sin tiempo para despedirse, y su familia se quedó sólo con los recuerdos.

Francisco López, vivía siempre preocupado por su esposa y cinco hijos. Tenia una vidriera como negocio familiar, que ahora trabajan algunos de sus hijos, a quienes los clientes conocen como Los Panchitos, quienes con un moño negro en la puerta lo recuerdan día a día.

Para honrarlo en este su primer Día de Muertos, más que un altar, montarán “un mercadito”, pues creen que él disfrutaba de todas las comidas y botanas, aunque tenía preferencia por el helado y harán una simulación para la ofrenda con plastilina, además de birria de chivo, el menudo que no faltaba los domingos para desayunar, tejuino, mezcal y por supuesto tequila, pues como un jalisciense por adopción, lo disfrutaba.

Chititín fue una persona dedicada a su familia, era un amor hasta exagerado, él siempre nos dedicaba todo, más a mí, iba a servicios a otros lugares y me llevaba, siempre era procurarme, siempre atento a las necesidades de su familia”, dijo Silvia, con quien en diciembre próximo cumpliría 35 años de casado y casi cuarenta años de conocerse.

Viridiana Saavedra / El Occidenta Fotos Antonio Miramontes / El Occidental

HIDALGO

El Covid lo volvió cariñoso

Cuando sus padres se separaron, Verónica se quedó a vivir con su mamá María del Rosario González Vargas, en Tizayuca, aunque las tres hijas mantuvieron comunicación con ambos progenitores.

Su padre, Víctor Manuel Reyes Martínez, residía en la ciudad de México donde trabajaba como taxista.

Su madre enfermó a principios de diciembre de 2020 de Covid-19 y ella se dedicó a cuidarla en casa, con la supervisión de una doctora, y afortunadamente logró superarlo, su padre no tuvo la misma suerte.

“Mi papá siempre fue un hombre muy fuerte. Casi no se enfermaba. Y de cierta forma él decía que no se sentía tan mal, que era algo pasajero. Y nosotras por confiadas, no hicimos más” explica.

“Cuando mi mamá salió de la gravedad, fui a verlo, pero mi papá ya estaba muy mal, estaba en cama, con oxígeno, y me lo llevé a mi casa”. Él ya estaba en la semana donde la enfermedad ya es muy agresiva, “pero mis hermanas y yo decidimos no internarlo porque él no quería y porque lo estaba atendiendo una doctora, amiga de mi cuñado, que también estuvo atendiendo a mi mamá. Pero ocho días después, el 17 de enero, murió”.

Aunque el Covid-19 se llevó a unas de las personas mas importante de su vida, Verónica reconoce que también le dio la más bonita convivencia que tuvo con su padre, que siempre fue un hombre frío, que no expresaba sus emociones.

“Era un hombre, hecho a la antigua escuela. Y yo creo que era así porque siempre tuvo miedo de mostrar fragilidad”. Sin embargo, la enfermedad lo cambió y “se volvió muy, pero muy cariñoso”.

Verónica Reyes, atesora las fotos que se tomó con su padre Víctor Manuel Reyes, en sus últimos días de vida, quien murió a causa del Covid-19. / Cortesía: Verónica Reyes


Rosalía Maldonado / El Sol de Hidalgo Cortesía: Verónica Reyes

GUANAJUATO

Un amante de los animales y los cacahuates en vinagre

María considera que la muerte de su hijo fue repentina; ella jamás imaginó que el Covid-19 lo consumiría tan rápido, sin embargo, se queda con los mejores momentos, vivencias y anécdotas que Luis le dejó.

“Mi hijo era un gran protector de los animales, siempre procuraba su bienestar y luchaba a favor de sus derechos.

En una ocasión su perrito se salió de la casa en Salamanca y se perdió, Luis pasó toda la noche buscándolo, no durmió hasta que dio con el paradero de su mascota, realmente amaba y se desvivía por los animales, no soportaba ningún tipo de maltrato hacia estos seres vivos que consideraba indefensos”, dice su madre.

A diferencia de otros años, este 2 de noviembre tiene un significado completamente distinto para María. Ahora recordará a su hijo con un altar de muertos con sus platillos favoritos como pozole, buñuelos, cacahuates en vinagre, enchiladas y tacos al pastor, además de sus accesorios preferidos: su gora y sus lentes obscuros.

“No acostumbraba a celebrar estas fechas, para mí pasaban desapercibidas, pero después de la muerte de mi hijo, lo único que espero es poder sentir que está conmigo una vez más”, explica María.

Siempre reza por él. Fotos: Juan Carlos Cisneros | El Sol de Salamanca

Sanjuana Medrano/ El Sol de Salamanca Fotos: Juan Carlos Cisneros/ El Sol de Salamanca

DURANGO

Un trío muy unido

Guillermo, Jaime y Rubén crecieron siempre unidos, no sólo por el hecho de ser hermanos de sangre, sino porque realmente disfrutaban de la compañía mutua, de ahí que no era extraño verlos desayunar en uno de los restaurantes favoritos de los duranguenses, el del Hotel Casablanca.

Ahora Jaime está sólo, sus dos hermanos dejaron el mundo de los vivos con apenas seis meses de diferencia uno del otro, arrastrados por la pandemia; para él, el proceso de duelo aún permanece y aunque su dolor nunca lo hizo público, pues jamás lloró frente a otras personas mientras se despedía de cada uno, cuando habla de sus hermanos, inevitablemente sus ojos se tornan rojizos, “los recuerdo todos los días, y los llevo aquí”, dice mientras se toca el pecho y su voz pierde un poco de fuerza.

Este será el segundo año en el que la foto de Rubén aparezca en el altar de muertos que coloca Jaime en su casa, pues “Tiro loco”, como le decían sus amigos, falleció el 16 de septiembre del 2020, “hasta patriótico salió”, aunque esta será la primera vez que coloque la imagen de Guillermo quien perdió la vida el pasado 27 de marzo.

Pese a que ha pasado poco más de un año que se fue uno, y seis meses del otro, aún recibe muestras de cariño de amigos, compañeros y gente que, dice, ni siquiera sabe quiénes son, pero se siente bien cuando lo toman del brazo, o le platican el cariño que sentían hacia ellos, eso para él es el mejor consuelo que puede recibir.

Foto: Cortesía | Familia Gallegos

Erika Uribe/ El Sol de Durango Foto: Cortesía/ Jaime Gallegos

Ciudad de México

Hay que llevarla a su pueblo

La ofrenda de la familia López Cabrera tiene un nuevo retrato este año. Esperanza Cabrera Nieto murió el año pasado por complicaciones respiratorias a causa de Covid-19.

Permaneció hospitalizada durante treinta días, en los cuales, sólo tenía contacto con sus familiares a través de una videollamada al día. La situación empeoró cuando la tuvieron que entubar. Desde ese momento, las esperanzas de salvarle la vida eran muy pocas.

El diagnóstico médico fue que a consecuencia de la diabetes que padecía desde hace 10 años, deterioró sus órganos, por lo que no resistieron ante el mortal virus.

La noticia de su fallecimiento fue notificada a sus familiares a través de una llamada telefónica por parte del personal médico del hospital donde estaba internada.

Fue cremada y sus cenizas aún permanecen en una urna de madera al pie de una imagen de la Virgen de Guadalupe y junto a los retratos de demás familiares fallecidos en un altar con flores y veladoras.

Este Día de muertos, su esposo, hijas y nietas la recuerdan con cariño, sin embargo, cada mes le dedican oraciones y alabanzas en su memoria.

“Vamos a esperar a que cumpla el año de haber fallecido para llevarla a su pueblo donde ya podrá descansar en paz”, dijo su esposo Samuel.

El altar tendrá un nuevo retrato. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

Adrián Vázquez / El Sol de México

CHIHUAHUA

Esperando la despedida

Por recomendación del doctor, Jazmín grabó, con voz calmada y serena, un pequeño audio en donde se despidió de su mamá enferma de Covid-19, en donde le dijo “mami ya cierra tus ojitos, ya descansa, ya no luches. En el cielo te están esperando tu esposo y tu hijo, tus papás, por mí no te preocupes, yo te prometo que voy a estar bien”; el audio se lo colocó un enfermero que la atendía a las 10 de la noche, y para las 11:30 le avisaron a Jazmín la muerte de su madre.

Durante 25 días, Ana la mamá de Jazmín, estuvo intubada en el hospital del IMSS en Parral, mismos que estuvieron llenos de angustia y desesperación al no poder verla.

Ana Velia Alemán, de 64 años, fue una mujer feliz con la vida y muy sociable; sin embargo, desde joven sufrió de varios males como el corazón, diabetes, hipertensión pulmonar que la obligaba a utilizar un respirador. Cuando se contagió de Covid, Jazmín la atendió durante tres días antes de internarla en el hospital.

El médico le dijo: “tu madre me sorprende, su condición es grave y lucha por vivir, sin embargo su salud está muy deteriorada. Quiero preguntarte algo, ¿a quién está esperando tu mamá?”

Jazmín dijo que no sabía, ya que se había despedido de sus seis hermanas, el doctor le recomendó que le grabara un audio para que escuchara su voz para despedirse, tal vez le ayude a descansar.

Así fue, tras escuchar la despedida de Jazmín, Ana descansó.

Ana Velia / El Sol de Parral Fotos: Javier Cruz/ El Sol De Parral

Sin beso de despedida

El 10 de octubre del 2020, día del cumpleaños Martín, fue cuando empezó la tragedia para la familia Torres. Ese día, su papá llegó del trabajo muy cansado y decidió encerrarse y no quiso salir ni participar en el festejo. Dos días después, Martín y su papá fueron a la ciudad de Chihuahua para hacerle la prueba Covid-19; el 14 les dijeron que era positivo y hasta tres días después, el 17 de octubre, porque no había espacio en los hospitales, lo internaron.

Desde ahí todo se desencadenó: el 25 de octubre internan a su madre que padecía de cáncer y al transcurso de tres días la intuban; a Martín lo internan el 30 de octubre y el día 01 de noviembre lo intuban. Para el 03 de noviembre la vida de la familia se derrumbó, las tres hijas tuvieron que enfrentar las terribles noticias, la muerte de su madre y su papá y su hermano enfermos de gravedad, y con el dolor de saber que los médicos les daban muy pocas esperanzas de que lograran sobrevivir. Afortunadamente no fue así y ambos sobrevivieron.

Sin embargo, la decisión de tener que incinerar el cuerpo de la madre, porque no era posible velarla debido a que la contingencia, orilló a que nadie pudiera acercarse a ella, tocarla y darle un beso de despedida.

Alejandra Pérez/ El Sol De Parral Fotos: Cortesía/ Familia Torres

CIUDAD JUÁREZ

Música además de veladoras

Con canciones de Ana Gabriel, Ramona González recordará a su cuñada Rafaela, quien perdiera la vida hace unos meses a causa del Covid-19. La causa de su muerte fue, dice, debido a que “sus pulmones se reventaron”, por lo que ingresó de emergencia al hospital en Ciudad Juárez, y ese mismo día les notificaron su muerte.

Rafaela siempre fue una mujer fuerte, hasta sus 75 años de edad que la enfermedad del Covid-19 le impidió continuar.

“No nos pudimos despedir ni siquiera de ella, todo fue de un momento a otro cuando se nos fue, pero sabemos que ella luchó hasta el último minuto para quedarse, porque era fuerte, muy fuerte”, expresa.

La familia también le rezará un rosario como parte del altar en su memoria, ya que esto permite levantar la cruz del difunto y así, pedir que llegue con bien a su eterno descanso.

Foto: Manuel Sáenz | El Heraldo de Juárez

Brenda Herrera / El Heraldo de Juárez Fotos: Manuel Sáenz / El Heraldo De Juárez

CHIAPAS

Cómo se lo explicó al niño

Ernesto Morales Lira, camarógrafo de un conocido canal de noticias en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, estuvo dos semanas internado en un centro médico por síntomas graves de Covid-19, luego fue trasladado a la Clínica de Atención Respiratoria Covid-19 “Poliforum”, en donde fue intubado el 31 de diciembre de 2020.

“Cuando se recupere le voy a preguntar cómo es el pabellón, cómo lo trataron, yo pensando en el trabajo, pero pues él nunca salió”, recuerda Claudia Lobatón, su compañera reportera.

La muerte de su amigo y camarada el primero de enero, la dejó impactada, “con la pandemia no puedes despedirte de ellos, me costó mucho aceptar su muerte. Fue tan rápido. Todo el ritual que tenemos no se pudo hacer. Me despedí de sus cenizas, que estaba en una cajita y su foto al lado”, recuerda.

Ahora le preocupa su pequeño hijo en edad de preescolar que le decía tío a Ernesto. “Mientras yo redactaba mis notas, Neto cuidaba a mi hijo, desde que era un bebé. Si ve su foto en el altar me va a preguntar, por qué esta su foto ahí, porque ya sabe que las fotos en el altar son de personas que ya murieron y aún no estoy preparada para tener esa conversación con él”, lamenta Claudia.

Claudia Lobatón y Ernesto Morales grandes amigos/ Foto: Cortesía

Karla García/ El Heraldo de Chiapas

Dulces y rezos por una heroína

Para la familia López García, Hilda Ramos Velázquez fue una heroína que desafortunadamente lo único que la pudo vencer fue la enfermedad del Covid-19.

"Mi abuelita murió a los 87, años, era mujer ejemplar, muy buena, cariñosa, ella podía con todo, sabía cocinar, coser, hacer tamales, hacer hojuelas, hacia de todo, me cuidó y crío hasta los 15 años, cuando mi madre hacía falta, ella era un ángel, siempre contenta y cuidándonos", señala su nieta Paola López.

La etapa de la enfermedad fue muy difícil, en todos los aspectos, ya que no le diagnosticaron coronavirus, sino que le recetaron para otra enfermedad; primero le dio tos, luego diarrea, después calentura, “cuando ya supimos lo que tenía se nos complicó, primero conseguir tanques de oxígeno, luego la rellenada, ella estuvo grave dos semanas, gastamos más de 30 mil pesos”, detalla otro de sus familiares.

Para este primer año de Día de Muertos y de los fieles difuntos, los dolientes prevén recordarla realizando un altar estilo chiapaneco en su casa de madera, con recortes de papel, veladoras, fotos, comida, tamales y, sobre todo, los dulces típicos que le gustaban a doña Hilda, así como un rezo.

Hilda Ramos Velázquez falleció en el 2020 debido al Covid-19/ Foto: Hugo Sánchez | El Heraldo de Chiapas

Hugo Sánchez/ El Heraldo de Chiapas

No pierdan tiempo, vacúnense

Doña María nunca imaginó lo que vendría para los suyos. Ella, su esposo y sus dos hijos de 32 y 28 años, viven al sur de Tuxtla Gutiérrez. Su esposo, Matías, fue el primero que se contagió de Covid-19, tras varios días de medicación en casa, decidieron llevarlo a la Clínica Covid del IMSS en la capital. Su hijo mayor, Javier, se encargaba de la medicación y de la sanitización de la casa; la evolución fue satisfactoria, bastaron 18 días para ponerlo en pie, sin embargo, Javier se contagió en el proceso de atender a su padre.

Él llegó caminando a la clínica, dejó indicaciones a los suyos de qué hacer, y cual serían las actividades a realizar tras salir de la unidad médica; habló con su esposa, le encargó a sus padres y a sus dos pequeños hijos. Ese mismo que él quedó internado, falleció un primo suyo por la misma enfermedad.

Javier era un luchador, pero perdió la batalla tras mes y medio. Ahora, todos lloran su partida. Algunos integrantes de ambas familias no creían en la enfermedad, algunos no se habían vacunado.

A doña María le duele que tuvo que creer que se trataba de su hijo, ya que nunca lo vio; siente que le falta todo, ha perdido todo, ha constatado la letalidad de la enfermedad, ha convocado a sus familiares a vacunarse, a no perder tiempo, lo mismo ha hecho con algunos vecinos, invita a proteger la vida y cuidar la salud, hacerlo por los hijos y nietos.

Actualmente el IMSS reporta una disminución por las muertes del Covid-19/ Foto: Cortesía

Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Un alegre sepelio para el Comandante Cobra

El Día de Muertos, siempre ha sido una tradición para la familia Calvo, y este año recordarán a su patriarca como él lo pidió antes de su partida: con música norteña, cerveza y comida para todos los que lleguen.

Carlos Manuel Calvo Martínez, combatió al crimen por más de 25 años en la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana (SSyPC) empezando desde policía raso, luego fue comandante de Sector en Tapachula, director de la Policía Estatal, Jefe del Estado Mayor, subsecretario de Seguridad Pública del Estado y alcalde de Jiquipilas, siendo este último cargo el que ya no concluyó, pues el Covid-19 le quitó la vida antes que terminara su mandato, convirtiéndolo en el primer alcalde de Chiapas que perdió la vida a causa del virus pandémico el 8 de septiembre del 2020.

Familiares y amigos lo llamaban el Comandante Cobra y así era como también se le conocía en las filas de la SSyPC, pero sin duda su carisma y el escuchar a la gente es lo que muchos extrañan de él, por lo que al saberse de su muerte pobladores y empleados del ayuntamiento le hicieran un homenaje. “Su sepelio fue muy alegre y este Día de Muertos que será el primer año que no contemos con él, lo vamos a recordar como a él gustaba” recordó su hijo.

Familiares y amigos le decían el “Comándate Cobra” y así era como también se le conocía en las filas de SSyPC/ Foto: Cortesía | Familia Calvo

Alejandro Gómez / Diario del Sur Foto: Cortesía Familia Calvo

AGUASCALIENTES

#ALB (A La Birria) con El Mike

No hay una sola persona que, al escuchar su nombre, no sonría. Y es que Miguel Díaz García, mejor conocido como El Mike, era un tipazo; de esos que ya quedan muy pocos.

Entre sus colegas de los medios de comunicación en Aguascalientes, era bien sabido que al pronunciar las palabras #ALB (A La Birria) con Mike, era vaticinio de un tiempo inolvidable, lleno de risas, camaradería y momentos que se transformarían en gratos recuerdos.

Sin duda alguna, se convirtió en un ejemplo auténtico de lo que verdaderamente trasciende a la vida y a la muerte, pues a casi nueve meses de su partida, las anécdotas, las bromas y las buenas acciones, siguen presentes entre sus compañeros reporteros, amigos y familia, a través del aroma inigualable de un plato de birria, bien servida y calientita.

La pasión de Mike era cuidar de su familia, su esposa Mailee, su hija Mishelle y su hijo Ángel Miguel, a quienes dio ejemplo de integridad y humanidad. Después de ese amor, estaba el que tenía por su moto, una Harley que solía montar y emprender largos viajes junto a sus compañeros del club del que formaba parte.

El 28 de enero del presente año, luego de varios días de luchar contra el virus Covid-19, “el buen Mike” dejó de estar presente en este mundo. Sin embargo, los que le sobreviven celebran su entusiasmo por la vida y su calidad humana. Mike fue un verdaderamente un hombre sencillo, pero íntegro, cabal y buen amigo.

Mariana Murillo / El Sol del Centro Fotos: Cortesía

Las grandes tragedias siempre son íntimas, aunque involucren a muchas personas. Con casi 300 mil muertos en dos años, la tristeza y el dolor por la pérdida que ha dejado tras de sí la pandemia de coronavirus nos tocan de manera particular, de uno en uno, hasta formar un sentimiento colectivo.

En esta fecha tan especial para los mexicanos, presentamos unas cuantas historias sobre cómo seguimos adelante y guardamos ese sentimiento especial… por los que se fueron.

ZACATECAS

Un médico, el primero

En fechas significativas como el Día de Muertos, lo que más se recuerda de las personas ausentes son los pequeños detalles. Renzo Ramírez era lector de libros sobre la Segunda Guerra Mundial, aficionado al modelismo de tanques a escala y coleccionaba figuras de acción de Juego de Tronos, The Walking Dead y de súper héroes.

También solía llevar los colores del América debajo de su bata de médico del Seguro Social, la cual usó por varios años, antes de ser el primer habitante de Zacatecas en enfermar y morir a causa del Covid-19.

Su esposa, Sandra Yazmín, lo recuerda como “la mejor persona que pude haber conocido (…) lo extraño muchísimo y daría cualquier cosa porque nuestra hija tuviera la oportunidad de crecer al lado del ser humano que era su padre”; por ello, este 2 de noviembre, habrá en su memoria gorditas de yesca con queso y unos tacos de tripas, su comida favorita.

El Sol de Zacatecas

El médico Renzo Ramírez siempre fue reconocido por sus pacientes por el trato digno y amable que les prodigaba. / Raúl García │ El Sol de Zacatecas

Texto y fotos: Raúl García | El Sol de Zacatecas

VERACRUZ

Todas esas pláticas inconclusas

Ante la prematura partida de su sobrino, hombre joven, alegre, sin vicios y que amaba bailar, la actriz y directora de teatro xalapeña, Ana Iris Nolasco Mijares, siente una profunda pena, pero también coraje por todas las personas que no se cuidan y que terminan causando el deceso de quienes sí lo hacen.

Considera que los mexicanos “somos muy amorosos, muy apapachadores, lo que la pandemia vino a terminar”, aunque si bien muchos guardan su distancia física, también hay gente irrespetuosa que se acerca de más, que no usa cubreboca, ni respeta las reglas de sanidad y por gente que no se cuida se van otras que no debían.

“Las personas que quieres, que añoras, siempre están contigo, siempre están vivos”, sin embargo, afirma, eso no le quita la tristeza por todas aquellas pláticas que quedaron inconclusas.

Ana Iris Nolasco Mijares, actriz y directora de teatro | Foto: David Bello | Diario de Xalapa

Celia Gayosso/ Diario De Xalapa Foto: David Bello/ Diario De Xalapa

Cumpleañero sin cubrebocas

Con 66 años cumplidos, Don Panchito era un escéptico de la existencia del coronavirus, por lo que se negaba a usar el cubrebocas, a menos de que lo obligarán para entrar en alguna tienda. Sorpresivamente uno de sus hermanos enfermó y murió de Covid-19; poco después otro de sus hermanos también se contagió y él decidió ir a cuidar a su familiar.

El 4 de octubre del 2020, festejó su cumpleaños rodeado de toda su familia y, sin pensar en ningún riesgo, hasta dio mordida al pastel y los invitados comieron del mismo. Pocos días después empezaron las complicaciones con la enfermedad.

En su casa en el puerto de Veracruz, su familia lo recuerda en todo momento. ”Mi papá era un tanto gruñón, pero siempre fue bueno, lo extrañamos mucho pero su esencia continúa aquí en la casa, él siempre salía a las 12 del día, a hacer lo que fuera a hacer y justo a esa hora se siente como alguien sale, se oyen ruidos en la puerta, otra cosa que hacía era que por las noches salía a la calle, no al patio ni a la banqueta, era a la calle donde se fumaba su cigarro y mientras estamos en la casa desde afuera se mete un olor a cigarro, es mi papá”, cuenta su hija Blanquita.

María de los Ángeles Sosa Prieto, esposa de Don Francisco Anzures Ruiz | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Ingrid Ruiz / Diario de Xalapa. Foto Raúl Solís / Diario de Xalapa

El recuerdo de sus enseñanzas

A poco más de un año de su partida, el médico urgenciólogo del hospital del IMSS de Orizaba y exalcalde de Río Blanco, Veracruz, Raúl Vera Aguilar sigue vivo en su familia, sus amigos y la comunidad.

En estos días difíciles para todos, sus hijos lo recuerdan a él y sus enseñanzas. “Aquellas mañanas de fin de semana en las que compartíamos caminatas por los cerros de Río Blanco y Nogales, a mi papá le era muy dado enseñarnos a través de cuentos o canciones. Una de sus preferidas era un poema de Rudyard Kipling, el cual, musicalizado de forma marcial, y que aprendió en sus días en la escuela Médico Militar, nos ayudaba a llegar hasta el final del camino”, detalla su hijo y recita:

Cuando vayan mal las cosas / como a veces suelen ir / cuando ofrezca tu camino / solo cuestas que subir / cuando tengas poco haber / y mucho que pagar / es preciso sonreír, / aun teniendo que llorar / cuando ya el dolor te agobie / y no puedas ya subir / descansar acaso debes, / pero nunca desistir.

Vive recuerdo del doctor Raúl Vera en su familia / Foto: Cortesía | Raúl Vera


Mayra Figueiras / El Sol de Orizaba Fotos Cortesía familia Vera

Les dejo una nueva tradición

En casa de la familia Mendoza Romero en Xalapa, se ha instaurado una nueva tradición, ahora, cada 3 de noviembre, se reúne toda la familia a comer caldo de camarón, el platillo que don Víctor Manuel Mendoza Chávez pidió unos días antes, pero que ya no se pudo comer; su plato estará en la mesa porque ese día seguirá aquí, de visita.

Sus hijos lo recuerdan como un hombre trabajador que nunca puso pretextos al trabajo que realizó durante más de 30 años en Telmex, “siempre decía que hacía lo que le gustaba y hasta le pagaban, eso fue lo que más nos enseñó, siempre trabajar en lo que nos gusta y salir adelante”, recuerda una de sus hijas.

“Para nosotros estos días son una fiesta, porque él viene, es como si regresara de trabajar, porque él a veces salía fuera y para ahorita es como si viniera de trabajar y es como una fiesta porque lo voy a recibir, lo espero con mucho gusto y con muchas ansias”, añora su viuda Irene.

Aceptar el fallecimiento de don Víctor ha sido difícil y doloroso, entre tanto, porque cuando ocurrió poco se conocía de cómo tratar el virus; todo fue muy rápido, no pudieron despedirse de él porque nunca perdieron la esperanza de verlo salir del hospital. Ahora queda el recuerdo del gran esposo, hombre y padre que siempre dio todo por su trabajo y su familia.

Con caldo de camarón recordarán a Don Vic la familia Mendoza Romero este Día de Muertos / Foto: Jesús Escamiroza | Diario de Xalapa

Ariadna García/ Diario de Xalapa Foto Jesús Escamiroza / Diario de Xalapa

TLAXCALA

Hay que morir hinchados pero no arrugados

Los tamales de anís y el mole eran la comida preferida de Armando Ramírez Moreno un apasionado de la música y reconocido como imitador de “Paquita la del Barrio”.

En sus ratos libres, practicaba al baloncesto y disfrutaba del box a través de la televisión. No fumaba, eso sí, dedicaba tiempo a sus tres nietos y muchas horas al canto, al estudio y a la actuación; tenía 57 años de edad.

“Hay que morir hinchados, pero no arrugados” decía con humor y no creía en esta enfermedad. La familia salía a trabajar en plena pandemia, la última presentación de “Paquita la del Barrio” fue el 11 de julio de 2020, al parecer fue durante una tocada que todos se infectaron.

Comenzó a sentir los síntomas del coronavirus en la tercera semana de julio, primero se infectó él y luego toda la familia, aunque la mayoría como asintomáticos. Él ingresó al Hospital de Nativitas, reconvertido para tratamiento de Covid-19 en Tlaxcala, empero, sus pulmones no resistieron y falleció de un infarto.

“Así vamos a recordar a mi hijo, le pondremos en su ofrenda, dulce de calabaza y tejocote, mole, café, hojaldras y frutas, no debe faltar su trago de tequila, mi hijo era dicharachero”, explica su madre, doña Lucrecia Moreno Zempoalteca.

Texto y fotos: Tomás Baños/ El Sol de Tlaxcala

TAMAULIPAS

Ya no estará en el baile

Cuando veías caminar a Walfre Trinidad Morales por las calles empedradas de Chontla, Veracruz, platicando con todo el que se encontraba, sabías que el año estaba a punto de concluir, y es que él volvía a casa para recibir el nuevo año con toda su familia en el baile municipal.

En 2020, con la llegada del Covid-19, todo cambió. En este pueblo del norte veracruzano no hubo baile, no hubo fiesta, Walfre ya no estaba, su vida fue una de las que este virus cobró.

“Él se contagió de Covid cuidando a su hija en el hospital, aun cuando sabía que era un riesgo estar ahí permaneció a su lado. Es un ser que dejó una huella de amor para quienes tuvimos la dicha de ser parte de su vida”, recordó Wendy Trinidad, su hija.

Tras esta pérdida, Isabel, su esposa, sus hijos y nietos tratan de recuperarse aferrándose a las charlas y las bromas de este hombre que se desempeñó como mecánico de la CFE.

“Siempre hacía reír con sus anécdotas. Sus compañeros de trabajo lo recuerdan con cariño y respeto, como ese amigo que siempre los escuchaba y aconsejaba”, apuntó.

Su partida a los 65 años, resultó intempestiva e injusta para todos aquello que se deleitaban con sus charlas y hasta comentarios de Facebook | Cortesía: Wendy Trinidad

Mariela Macay / El Sol de Tampico. Fotos: Cortesía Familia Trinidad

La muerte de su mamá lo cambió

Al principio de la pandemia de coronavirus en Tampico, el Doctor Mario Iván Benítez Solano no atendía a pacientes Covid, ni en el consultorio ni a domicilio, pero, después de la muerte de su mamá, esto cambió, “ahora los atiendo porque no quiero que les pase lo mismo que a mí, no quiero que vivan esa angustia, yo quiero que se recuperen y que como familia puedan seguir juntos”, relata

Su madre, Alma Leticia Solano Villanueva, falleció el 23 de julio del 2020, justo al inicio de esta epidemia, cuando los hospitales y servicios públicos estaban saturados.

“Como personal de la salud te sientes impotente al no haber podido hacer más ¿Por qué con tu mamá no pudiste? Hubo un coraje, una frustración muy fuerte”, recuerda.

Este año él mismo se convirtió en padre y, después de posponerlo por la crisis sanitaria, este mes se casó.

“Mi mamá para mí era un gran ejemplo y un modelo a seguir en cuanto al estudio y la salud. Mi hijo Elián hubiera sido su segundo yo; es muy lindo, muy risueño, alegre. En el instante que nació Elián le encontraron el parecido con mi mamá ¿Qué hubiera pasado si hubiera conocido a su primer nieto? “, expresa.

Infunden en su hijo el amor a su abuelita | José Luis Tapia

Mariela Macay / El Sol de Tampico. Fotos José Luis Tapia / El Sol de Tampico

SINALOA

La lideresa de las K-bronas

A los 20 años, Silvia era la líder y capitana dentro y fuera del campo de juego, no sólo tenía a su cargo la organización y el mando de su equipo, sino que también fue pionera del futbol llanero en la rama femenil, allá en su natal Tabelojeca, Los Mochis, Sinaloa.

Silvia era además la que buscaba patrocinadores para solventar gastos y comprar uniformes, nombró al equipo "K-bronas" y como también le gustaba dibujar y hacer lettering, creó el logo del club.

Fuerte y decidida, buscando sobrevivir, se mudó a la ciudad de Los Mochis por allá del 2015. Por las mañanas vendía tacos al vapor y por la tarde-noche trabajaba en una fábrica que elaboraba piezas eléctricas, ahí siguió jugando. A Silvia la internaron de urgencia el 12 de junio del 2020 en la clínica del Seguro Social, le detectaron un avanzado cáncer gástrico y, con apenas 30 años de edad, murió un mes después.

Por la contingencia sanitaria no fue posible cumplir su última voluntad: ser enterrada con la camiseta del América, pues su cuerpo se contaminó al estar en un área Covid. La caja la entregaron sellada y envuelta en una película de plástico.

La ilusión de la familia Montiel Acosta es que este año, su tumba ya pueda tener una lápida "bonita" y, por qué no, recordarla también con aquel caldo de panela preparado por su madre que tanto le gustaba.

Foto: Carla González | El Sol de Sinaloa

Texto y fotos: Carla González / El Sol de Mazatlán

PUEBLA

Una familia partida a la mitad

En un año, la familia Martínez de Puebla perdió a la mitad de sus integrantes, uno por un paro cardíaco y los otros dos por coronavirus. Y aunque hoy en día el panorama es desconsolador, esperan que este Día de Muertos mejore su ánimo, pues sus fallecidos eran personas que amaban la fiesta, la comida y la música.

En julio del 2020, uno de los hijos y el padre fallecieron con sólo cinco días de diferencia, lo que destrozó a la familia, ya que no hacia mucho tiempo que Francisco, el otro hijo, había fallecido por un paro cardiaco. Fue un año desconsolador y muy cansado, ya que tuvieron que vivir tres cremaciones, ya que no les permitieron hacer un funeral.

La madre y sus dos hijas extrañan a los hombre de la casa, ya que su padre y sus dos hermanos eran personas luchonas, alegres y rebeldes, con un carisma muy grande y muy amigueros. Sin ellos, la casa ya no es la misma que solía ser, pues los hermanos (Francisco y Leoncio) y el padre (Armando) amaban la música, las reuniones, llevarse con todos sus vecinos e invitarlos a comer.

“Esta enfermedad se llevó un parte de nuestras vidas y nuestra ofrenda es como una despedida para ellos, ya que en su momento, por todas las medidas sanitarias, no pudimos hacerles un funeral y será la forma de decirles que los queremos y que esperamos tengan un buen viaje”, explica la matriarca Imelda, junto a sus hijas Edna y Julissa.

Foto: Julio César Martínez | El Sol de Puebla

Alba Espejel / El Sol de Puebla Fotos Julio César Martínez / El Sol de Puebla

JALISCO

Un mercadito para recordar

El Covid-19 se llevó a Chititín de un día para otro, falleció a finales de agosto en Guadalajara, sin tiempo para despedirse, y su familia se quedó sólo con los recuerdos.

Francisco López, vivía siempre preocupado por su esposa y cinco hijos. Tenia una vidriera como negocio familiar, que ahora trabajan algunos de sus hijos, a quienes los clientes conocen como Los Panchitos, quienes con un moño negro en la puerta lo recuerdan día a día.

Para honrarlo en este su primer Día de Muertos, más que un altar, montarán “un mercadito”, pues creen que él disfrutaba de todas las comidas y botanas, aunque tenía preferencia por el helado y harán una simulación para la ofrenda con plastilina, además de birria de chivo, el menudo que no faltaba los domingos para desayunar, tejuino, mezcal y por supuesto tequila, pues como un jalisciense por adopción, lo disfrutaba.

Chititín fue una persona dedicada a su familia, era un amor hasta exagerado, él siempre nos dedicaba todo, más a mí, iba a servicios a otros lugares y me llevaba, siempre era procurarme, siempre atento a las necesidades de su familia”, dijo Silvia, con quien en diciembre próximo cumpliría 35 años de casado y casi cuarenta años de conocerse.

Viridiana Saavedra / El Occidenta Fotos Antonio Miramontes / El Occidental

HIDALGO

El Covid lo volvió cariñoso

Cuando sus padres se separaron, Verónica se quedó a vivir con su mamá María del Rosario González Vargas, en Tizayuca, aunque las tres hijas mantuvieron comunicación con ambos progenitores.

Su padre, Víctor Manuel Reyes Martínez, residía en la ciudad de México donde trabajaba como taxista.

Su madre enfermó a principios de diciembre de 2020 de Covid-19 y ella se dedicó a cuidarla en casa, con la supervisión de una doctora, y afortunadamente logró superarlo, su padre no tuvo la misma suerte.

“Mi papá siempre fue un hombre muy fuerte. Casi no se enfermaba. Y de cierta forma él decía que no se sentía tan mal, que era algo pasajero. Y nosotras por confiadas, no hicimos más” explica.

“Cuando mi mamá salió de la gravedad, fui a verlo, pero mi papá ya estaba muy mal, estaba en cama, con oxígeno, y me lo llevé a mi casa”. Él ya estaba en la semana donde la enfermedad ya es muy agresiva, “pero mis hermanas y yo decidimos no internarlo porque él no quería y porque lo estaba atendiendo una doctora, amiga de mi cuñado, que también estuvo atendiendo a mi mamá. Pero ocho días después, el 17 de enero, murió”.

Aunque el Covid-19 se llevó a unas de las personas mas importante de su vida, Verónica reconoce que también le dio la más bonita convivencia que tuvo con su padre, que siempre fue un hombre frío, que no expresaba sus emociones.

“Era un hombre, hecho a la antigua escuela. Y yo creo que era así porque siempre tuvo miedo de mostrar fragilidad”. Sin embargo, la enfermedad lo cambió y “se volvió muy, pero muy cariñoso”.

Verónica Reyes, atesora las fotos que se tomó con su padre Víctor Manuel Reyes, en sus últimos días de vida, quien murió a causa del Covid-19. / Cortesía: Verónica Reyes


Rosalía Maldonado / El Sol de Hidalgo Cortesía: Verónica Reyes

GUANAJUATO

Un amante de los animales y los cacahuates en vinagre

María considera que la muerte de su hijo fue repentina; ella jamás imaginó que el Covid-19 lo consumiría tan rápido, sin embargo, se queda con los mejores momentos, vivencias y anécdotas que Luis le dejó.

“Mi hijo era un gran protector de los animales, siempre procuraba su bienestar y luchaba a favor de sus derechos.

En una ocasión su perrito se salió de la casa en Salamanca y se perdió, Luis pasó toda la noche buscándolo, no durmió hasta que dio con el paradero de su mascota, realmente amaba y se desvivía por los animales, no soportaba ningún tipo de maltrato hacia estos seres vivos que consideraba indefensos”, dice su madre.

A diferencia de otros años, este 2 de noviembre tiene un significado completamente distinto para María. Ahora recordará a su hijo con un altar de muertos con sus platillos favoritos como pozole, buñuelos, cacahuates en vinagre, enchiladas y tacos al pastor, además de sus accesorios preferidos: su gora y sus lentes obscuros.

“No acostumbraba a celebrar estas fechas, para mí pasaban desapercibidas, pero después de la muerte de mi hijo, lo único que espero es poder sentir que está conmigo una vez más”, explica María.

Siempre reza por él. Fotos: Juan Carlos Cisneros | El Sol de Salamanca

Sanjuana Medrano/ El Sol de Salamanca Fotos: Juan Carlos Cisneros/ El Sol de Salamanca

DURANGO

Un trío muy unido

Guillermo, Jaime y Rubén crecieron siempre unidos, no sólo por el hecho de ser hermanos de sangre, sino porque realmente disfrutaban de la compañía mutua, de ahí que no era extraño verlos desayunar en uno de los restaurantes favoritos de los duranguenses, el del Hotel Casablanca.

Ahora Jaime está sólo, sus dos hermanos dejaron el mundo de los vivos con apenas seis meses de diferencia uno del otro, arrastrados por la pandemia; para él, el proceso de duelo aún permanece y aunque su dolor nunca lo hizo público, pues jamás lloró frente a otras personas mientras se despedía de cada uno, cuando habla de sus hermanos, inevitablemente sus ojos se tornan rojizos, “los recuerdo todos los días, y los llevo aquí”, dice mientras se toca el pecho y su voz pierde un poco de fuerza.

Este será el segundo año en el que la foto de Rubén aparezca en el altar de muertos que coloca Jaime en su casa, pues “Tiro loco”, como le decían sus amigos, falleció el 16 de septiembre del 2020, “hasta patriótico salió”, aunque esta será la primera vez que coloque la imagen de Guillermo quien perdió la vida el pasado 27 de marzo.

Pese a que ha pasado poco más de un año que se fue uno, y seis meses del otro, aún recibe muestras de cariño de amigos, compañeros y gente que, dice, ni siquiera sabe quiénes son, pero se siente bien cuando lo toman del brazo, o le platican el cariño que sentían hacia ellos, eso para él es el mejor consuelo que puede recibir.

Foto: Cortesía | Familia Gallegos

Erika Uribe/ El Sol de Durango Foto: Cortesía/ Jaime Gallegos

Ciudad de México

Hay que llevarla a su pueblo

La ofrenda de la familia López Cabrera tiene un nuevo retrato este año. Esperanza Cabrera Nieto murió el año pasado por complicaciones respiratorias a causa de Covid-19.

Permaneció hospitalizada durante treinta días, en los cuales, sólo tenía contacto con sus familiares a través de una videollamada al día. La situación empeoró cuando la tuvieron que entubar. Desde ese momento, las esperanzas de salvarle la vida eran muy pocas.

El diagnóstico médico fue que a consecuencia de la diabetes que padecía desde hace 10 años, deterioró sus órganos, por lo que no resistieron ante el mortal virus.

La noticia de su fallecimiento fue notificada a sus familiares a través de una llamada telefónica por parte del personal médico del hospital donde estaba internada.

Fue cremada y sus cenizas aún permanecen en una urna de madera al pie de una imagen de la Virgen de Guadalupe y junto a los retratos de demás familiares fallecidos en un altar con flores y veladoras.

Este Día de muertos, su esposo, hijas y nietas la recuerdan con cariño, sin embargo, cada mes le dedican oraciones y alabanzas en su memoria.

“Vamos a esperar a que cumpla el año de haber fallecido para llevarla a su pueblo donde ya podrá descansar en paz”, dijo su esposo Samuel.

El altar tendrá un nuevo retrato. Foto: Adrián Vázquez | El Sol de México

Adrián Vázquez / El Sol de México

CHIHUAHUA

Esperando la despedida

Por recomendación del doctor, Jazmín grabó, con voz calmada y serena, un pequeño audio en donde se despidió de su mamá enferma de Covid-19, en donde le dijo “mami ya cierra tus ojitos, ya descansa, ya no luches. En el cielo te están esperando tu esposo y tu hijo, tus papás, por mí no te preocupes, yo te prometo que voy a estar bien”; el audio se lo colocó un enfermero que la atendía a las 10 de la noche, y para las 11:30 le avisaron a Jazmín la muerte de su madre.

Durante 25 días, Ana la mamá de Jazmín, estuvo intubada en el hospital del IMSS en Parral, mismos que estuvieron llenos de angustia y desesperación al no poder verla.

Ana Velia Alemán, de 64 años, fue una mujer feliz con la vida y muy sociable; sin embargo, desde joven sufrió de varios males como el corazón, diabetes, hipertensión pulmonar que la obligaba a utilizar un respirador. Cuando se contagió de Covid, Jazmín la atendió durante tres días antes de internarla en el hospital.

El médico le dijo: “tu madre me sorprende, su condición es grave y lucha por vivir, sin embargo su salud está muy deteriorada. Quiero preguntarte algo, ¿a quién está esperando tu mamá?”

Jazmín dijo que no sabía, ya que se había despedido de sus seis hermanas, el doctor le recomendó que le grabara un audio para que escuchara su voz para despedirse, tal vez le ayude a descansar.

Así fue, tras escuchar la despedida de Jazmín, Ana descansó.

Ana Velia / El Sol de Parral Fotos: Javier Cruz/ El Sol De Parral

Sin beso de despedida

El 10 de octubre del 2020, día del cumpleaños Martín, fue cuando empezó la tragedia para la familia Torres. Ese día, su papá llegó del trabajo muy cansado y decidió encerrarse y no quiso salir ni participar en el festejo. Dos días después, Martín y su papá fueron a la ciudad de Chihuahua para hacerle la prueba Covid-19; el 14 les dijeron que era positivo y hasta tres días después, el 17 de octubre, porque no había espacio en los hospitales, lo internaron.

Desde ahí todo se desencadenó: el 25 de octubre internan a su madre que padecía de cáncer y al transcurso de tres días la intuban; a Martín lo internan el 30 de octubre y el día 01 de noviembre lo intuban. Para el 03 de noviembre la vida de la familia se derrumbó, las tres hijas tuvieron que enfrentar las terribles noticias, la muerte de su madre y su papá y su hermano enfermos de gravedad, y con el dolor de saber que los médicos les daban muy pocas esperanzas de que lograran sobrevivir. Afortunadamente no fue así y ambos sobrevivieron.

Sin embargo, la decisión de tener que incinerar el cuerpo de la madre, porque no era posible velarla debido a que la contingencia, orilló a que nadie pudiera acercarse a ella, tocarla y darle un beso de despedida.

Alejandra Pérez/ El Sol De Parral Fotos: Cortesía/ Familia Torres

CIUDAD JUÁREZ

Música además de veladoras

Con canciones de Ana Gabriel, Ramona González recordará a su cuñada Rafaela, quien perdiera la vida hace unos meses a causa del Covid-19. La causa de su muerte fue, dice, debido a que “sus pulmones se reventaron”, por lo que ingresó de emergencia al hospital en Ciudad Juárez, y ese mismo día les notificaron su muerte.

Rafaela siempre fue una mujer fuerte, hasta sus 75 años de edad que la enfermedad del Covid-19 le impidió continuar.

“No nos pudimos despedir ni siquiera de ella, todo fue de un momento a otro cuando se nos fue, pero sabemos que ella luchó hasta el último minuto para quedarse, porque era fuerte, muy fuerte”, expresa.

La familia también le rezará un rosario como parte del altar en su memoria, ya que esto permite levantar la cruz del difunto y así, pedir que llegue con bien a su eterno descanso.

Foto: Manuel Sáenz | El Heraldo de Juárez

Brenda Herrera / El Heraldo de Juárez Fotos: Manuel Sáenz / El Heraldo De Juárez

CHIAPAS

Cómo se lo explicó al niño

Ernesto Morales Lira, camarógrafo de un conocido canal de noticias en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, estuvo dos semanas internado en un centro médico por síntomas graves de Covid-19, luego fue trasladado a la Clínica de Atención Respiratoria Covid-19 “Poliforum”, en donde fue intubado el 31 de diciembre de 2020.

“Cuando se recupere le voy a preguntar cómo es el pabellón, cómo lo trataron, yo pensando en el trabajo, pero pues él nunca salió”, recuerda Claudia Lobatón, su compañera reportera.

La muerte de su amigo y camarada el primero de enero, la dejó impactada, “con la pandemia no puedes despedirte de ellos, me costó mucho aceptar su muerte. Fue tan rápido. Todo el ritual que tenemos no se pudo hacer. Me despedí de sus cenizas, que estaba en una cajita y su foto al lado”, recuerda.

Ahora le preocupa su pequeño hijo en edad de preescolar que le decía tío a Ernesto. “Mientras yo redactaba mis notas, Neto cuidaba a mi hijo, desde que era un bebé. Si ve su foto en el altar me va a preguntar, por qué esta su foto ahí, porque ya sabe que las fotos en el altar son de personas que ya murieron y aún no estoy preparada para tener esa conversación con él”, lamenta Claudia.

Claudia Lobatón y Ernesto Morales grandes amigos/ Foto: Cortesía

Karla García/ El Heraldo de Chiapas

Dulces y rezos por una heroína

Para la familia López García, Hilda Ramos Velázquez fue una heroína que desafortunadamente lo único que la pudo vencer fue la enfermedad del Covid-19.

"Mi abuelita murió a los 87, años, era mujer ejemplar, muy buena, cariñosa, ella podía con todo, sabía cocinar, coser, hacer tamales, hacer hojuelas, hacia de todo, me cuidó y crío hasta los 15 años, cuando mi madre hacía falta, ella era un ángel, siempre contenta y cuidándonos", señala su nieta Paola López.

La etapa de la enfermedad fue muy difícil, en todos los aspectos, ya que no le diagnosticaron coronavirus, sino que le recetaron para otra enfermedad; primero le dio tos, luego diarrea, después calentura, “cuando ya supimos lo que tenía se nos complicó, primero conseguir tanques de oxígeno, luego la rellenada, ella estuvo grave dos semanas, gastamos más de 30 mil pesos”, detalla otro de sus familiares.

Para este primer año de Día de Muertos y de los fieles difuntos, los dolientes prevén recordarla realizando un altar estilo chiapaneco en su casa de madera, con recortes de papel, veladoras, fotos, comida, tamales y, sobre todo, los dulces típicos que le gustaban a doña Hilda, así como un rezo.

Hilda Ramos Velázquez falleció en el 2020 debido al Covid-19/ Foto: Hugo Sánchez | El Heraldo de Chiapas

Hugo Sánchez/ El Heraldo de Chiapas

No pierdan tiempo, vacúnense

Doña María nunca imaginó lo que vendría para los suyos. Ella, su esposo y sus dos hijos de 32 y 28 años, viven al sur de Tuxtla Gutiérrez. Su esposo, Matías, fue el primero que se contagió de Covid-19, tras varios días de medicación en casa, decidieron llevarlo a la Clínica Covid del IMSS en la capital. Su hijo mayor, Javier, se encargaba de la medicación y de la sanitización de la casa; la evolución fue satisfactoria, bastaron 18 días para ponerlo en pie, sin embargo, Javier se contagió en el proceso de atender a su padre.

Él llegó caminando a la clínica, dejó indicaciones a los suyos de qué hacer, y cual serían las actividades a realizar tras salir de la unidad médica; habló con su esposa, le encargó a sus padres y a sus dos pequeños hijos. Ese mismo que él quedó internado, falleció un primo suyo por la misma enfermedad.

Javier era un luchador, pero perdió la batalla tras mes y medio. Ahora, todos lloran su partida. Algunos integrantes de ambas familias no creían en la enfermedad, algunos no se habían vacunado.

A doña María le duele que tuvo que creer que se trataba de su hijo, ya que nunca lo vio; siente que le falta todo, ha perdido todo, ha constatado la letalidad de la enfermedad, ha convocado a sus familiares a vacunarse, a no perder tiempo, lo mismo ha hecho con algunos vecinos, invita a proteger la vida y cuidar la salud, hacerlo por los hijos y nietos.

Actualmente el IMSS reporta una disminución por las muertes del Covid-19/ Foto: Cortesía

Isaí López / El Heraldo de Chiapas

Un alegre sepelio para el Comandante Cobra

El Día de Muertos, siempre ha sido una tradición para la familia Calvo, y este año recordarán a su patriarca como él lo pidió antes de su partida: con música norteña, cerveza y comida para todos los que lleguen.

Carlos Manuel Calvo Martínez, combatió al crimen por más de 25 años en la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana (SSyPC) empezando desde policía raso, luego fue comandante de Sector en Tapachula, director de la Policía Estatal, Jefe del Estado Mayor, subsecretario de Seguridad Pública del Estado y alcalde de Jiquipilas, siendo este último cargo el que ya no concluyó, pues el Covid-19 le quitó la vida antes que terminara su mandato, convirtiéndolo en el primer alcalde de Chiapas que perdió la vida a causa del virus pandémico el 8 de septiembre del 2020.

Familiares y amigos lo llamaban el Comandante Cobra y así era como también se le conocía en las filas de la SSyPC, pero sin duda su carisma y el escuchar a la gente es lo que muchos extrañan de él, por lo que al saberse de su muerte pobladores y empleados del ayuntamiento le hicieran un homenaje. “Su sepelio fue muy alegre y este Día de Muertos que será el primer año que no contemos con él, lo vamos a recordar como a él gustaba” recordó su hijo.

Familiares y amigos le decían el “Comándate Cobra” y así era como también se le conocía en las filas de SSyPC/ Foto: Cortesía | Familia Calvo

Alejandro Gómez / Diario del Sur Foto: Cortesía Familia Calvo

AGUASCALIENTES

#ALB (A La Birria) con El Mike

No hay una sola persona que, al escuchar su nombre, no sonría. Y es que Miguel Díaz García, mejor conocido como El Mike, era un tipazo; de esos que ya quedan muy pocos.

Entre sus colegas de los medios de comunicación en Aguascalientes, era bien sabido que al pronunciar las palabras #ALB (A La Birria) con Mike, era vaticinio de un tiempo inolvidable, lleno de risas, camaradería y momentos que se transformarían en gratos recuerdos.

Sin duda alguna, se convirtió en un ejemplo auténtico de lo que verdaderamente trasciende a la vida y a la muerte, pues a casi nueve meses de su partida, las anécdotas, las bromas y las buenas acciones, siguen presentes entre sus compañeros reporteros, amigos y familia, a través del aroma inigualable de un plato de birria, bien servida y calientita.

La pasión de Mike era cuidar de su familia, su esposa Mailee, su hija Mishelle y su hijo Ángel Miguel, a quienes dio ejemplo de integridad y humanidad. Después de ese amor, estaba el que tenía por su moto, una Harley que solía montar y emprender largos viajes junto a sus compañeros del club del que formaba parte.

El 28 de enero del presente año, luego de varios días de luchar contra el virus Covid-19, “el buen Mike” dejó de estar presente en este mundo. Sin embargo, los que le sobreviven celebran su entusiasmo por la vida y su calidad humana. Mike fue un verdaderamente un hombre sencillo, pero íntegro, cabal y buen amigo.

Mariana Murillo / El Sol del Centro Fotos: Cortesía

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