/ lunes 29 de mayo de 2017

Texto íntegro del discurso de Eduardo Lizalde, Premio “Carlos Fuentes

El presidente Enrique Peña Nieto entregó este día al escritorEduardo Lizalde el Premio Internacional “Carlos Fuentes, a lacreación literaria en el idioma español” 2016, con lo que serindió homenaje a la trascendencia y solidez de la obra del autorque ha contribuido a enriquecer el patrimonio cultural de la lenguaespañola.

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Palabras del Maestro Eduardo LizaldeChávez

“Muchísimas gracias a todos por estar aquí...

Y en primer lugar al señor presidente de la República que noshonra con su presencia y me entrega esta distinción de la que soyobjeto debido a la generosidad de ese jurado del premio quepresidió mi amigo y admirado escritor y poeta, Jaime Labastidanuestro director de la Academia, y desde luego agradezco laspalabras generosas de María Cristina García Cepeda, y del DoctorEnrique Graue, ambos presiden las dos instituciones que patrocinanel premio. Y por su puesto, agradezco la presencia de nuestra amigaquerida, Silvia Lemus, que es la presidenta del Patronato delPremio, igual que la presencia de mi esposa Hilda que me acompañaen esta ceremonia, y no puedo agradecer por sus nombres a todos…(aplausos)

… Y no puedo agradecer por su nombre a todas las numerosaspersonalidades, colegas y viejos amigos, muchos de ellos tan amigosde Fuentes como míos hace tantos años, y a muchos escritores ypersonas de las distintas generaciones literarias, culturales ypolíticas de México.

Se me pidió que fuera yo breve, pero dije desde el principioque era una tarea verdaderamente difícil: breves palabras paracelebrar la obra de una personalidad de la grandeza de CarlosFuentes, del autor de una obra de tal manera enorme y reconocida,pero leo para ustedes estas palabras:

Carlos Fuentes, fue desde su presencia juvenil en México,imprevisible y sorprendente, su primer libro de cuentos “Losdías enmascarados” que publicó en su colección el indiscutiblegrande maestro Juan José Arreola, es una obra magnifica, editadacuando Fuentes cumplía apenas 24 años y que ya se diferencia desus esplendorosos predecesores, Arreola mismo y Rulfo sobrequiénes Octavio paz llego a decir: “Son pocos de losautores de libros que se pueden considerar rigurosamenteperfectos”.

Foto: Daniel Galeana

Y desde esos años, 1953, 1954, se sabía que Carlos planeabauna novela, de la que publicó algunos textos, que le anticipabansobre la Ciudad de México y su gente, todos sus amigos sabíamosya (éramos Fuentes y yo de la misma edad) que planeaba darle untítulo inspirado en un epígrafe que Alfonso Reyes había inscritoen un viejo libro sobre América y el mundo mexicano. Viajero has llegado a la región más transparente delaire” y caminando por el pasillo del edificio de Justo Sierra 16,hacia el despacho del poeta García Terrés, que editaba la revistade la UNAM, en la que todos editábamos alguna cosa, Carlos mepreguntó ¿Cómo crees que debe titularse la novela? ¿“Laregión más transparente del aire” o sólo, “La región mástransparente”?... todos le decíamos ese es el título no tieneporqué ser más largo, y así lo título: “La regiónmás transparente”. Porque el famoso epígrafe deReyes tenía una intensión celebratoria y poética inspirada enlas innumeradas crónicas de la ciudad y del Valle de México quetodos los viajeros y residentes de los últimos siglos elogiabanpor su clima primaveral y su belleza, amparada por una aire que yano era tan transparente en esos años en que estaba por inaugurarsela nueva ciudad universitaria, en el sur de la urbe.

Y el título de Fuentes que no tenía intención poéticaalguna, sin intención evidentemente irónica era, entonces, elmás apropiado.

“La región”, redactada por Fuentes desde entonces y queterminó por publicar a los 28 años de edad, en 1958, fue esperadacon expectación por muchos lectores, vale la pena recordar algunascosas que sobre ella se escribieron al salir de las prensas.

Octavio Paz que todo lo leía con “sus ojos de águila”publicó en 1967 un comentario sobre esa edición y los siguientesnotables libros del autor: “Las buenasconciencias”, y “La muerte de ArtemioCruz”, celebrada como obra maestra.

Antes otro libro de cuentos de primer orden, “Cantarde ciegos” de 1964, decía Paz en corriente alterna(1967), después de este libro extraño “Los díasenmascarados”, Fuentes ha publicado 5 novelas una“nouvelle”, palabra imperfecta a untiempo, como lo exige el género.

La geometría es la antesala del horror y otra colección decuentos, su primera novela “La región más transparente”,parece una respuesta a los cuentos juveniles.

La transparencia se opone a la máscara, primera visión modernade la Ciudad de México. Este libro fue una doble revelación paralos mexicanos, es mostró el rostro de una ciudad, que, aunquesuya, no conocían, y les descubrió a un joven escritor que desdeentonces no se salía de asombrarlos, desconcertarlos eirritarlos.

El texto de paz es magnífico y penetrante y hay que volver aleerlo como aquél de 72 en el que afirmaba también el poeta mástarde: No es raro que Fuentes por la brillantezde sus dones, la resonancia a su obra y la índole de la preguntaque se hace y nos hace haya provocado la irritación la cólera yla maleficencia; escritor apasionado y exagerado, ser extremoso yextremista, habitado por muchas contradicciones, exaltado en elpaís del medio tono, irreverente en una tradición que haconvertido su historia trágica y maravillosa en un sermón laico,y ha hecho de sus héroes vivos una asamblea de pesadas estatuas deyeso y cemento. El ensayo es largo, el de Octavio Paz, porsu puesto, y no es raro en Paz cuya enorme estatura y obra alcanzancon justicia la importancia universal que hoy tiene el poeta.Después de él, solo Fuentes como prosista y narrador es entre losdel siglo XX el que alcanzó un reconocimiento de semejantesproporciones.

En el año de su publicación y muchos años despuéscontinuaron publicándose textos de opiniones críticas en México,Latinoamérica y el mundo sobre esa primera novela de Fuentes, yhay que decir que las páginas escritas sobre toda su obra envarias lenguas ocuparían un espacio impreso y un número depáginas mucho mayores que los varios miles de cuartillas de suobra, y que hacer aquí en este breve homenaje un comentario detodo lo publicado por este autor sería tarea imposible einnecesaria, siendo que las más ilustres plumas del mundo hanconsumado con creces esa labor.

Por lo demás, es recomendable la bellaedición de “La región más transparente” que laAcademia Española de la Lengua y la Asociación de Academias de laLengua Española lanzaron a las prensas para conmemorar el 50aniversario de “La región más transparente”,porque en la nota inicial de este libro se advierte que paraconsumar la ardua labor de preparación y fijación del textooriginal se contó con la colaboración de un calificado equipo delInstituto de Lexicografía de la Real Academia Española y que lopublicado en este ejemplar es en otras palabras, un texto nuevo,completamente revisado por el autor en el que se recuperan algunaslecturas anteriores a 1958, se recogen casi todas las nuevasredacciones que se hicieron para 1972, y se corrigen laserratas.

También se aclara en la nota que se tomaron en cuenta para estelibro conmemorativo las diferentes ediciones modernas de la novela,y en especial la preparada por el Fondo de Cultura Económica en elaño 2007, por María Pizarro Prada y Julio Ortega, por cierto, unode los más destacados e inteligentes estudiosos y críticos de laobra entera del escritor.

En la edición de las academias, aparte de los ensayos de losmexicanos Gonzalo Celorio, José Emilio Pacheco y Vicente Quirarte,se incluyen textos de Carmen Iglesias, de Sergio Ramírez, que porcierto recibió en su siguiente edición este premio con el que hoyse me distingue, entre otros.

A mí me ha interesado redescubrir notables escritos de otrosautores precisamente en el año de la primera edición de lanovela, y entre ellos, lo publicado por el sabio y críticoescritor y amigo guatemalteco, Luis Cardoza, que dijo en mayo alpublicarse la novela: Es una novela negra larevolución pero habría que preguntarnos si lo negro es o no, comovive en la novela, tiene razón Luis Cardoza con el que tantasveces hablamos de las mayores obras de nuestros novelistas de laRevolución Mexicana, testigos y actores de esa larga y trágicajornada del principio del siglo XX; son esas obras, se hanpreguntado muchos historiadores, no un elogio si no una críticadescarnada aparte de una apasionada crónica de los aspectos másoscuros del ese movimiento costoso y estremecedor. Y algomás, decía Luis Cardoza en esa primer lectura: ¿Quién ha tenidoel valor para escribir páginas tan dolorosas y tremendas, aquíestá en primer término una creación literaria, con fervor por losuyo, sin hipocresía, con furia parcial, como toda furia, que enel fondo, es lo contrario ante lo escéptico.

Foto: Daniel Galeana

Pero con todo y los cientos de reseñas que enMéxico y en otros países se publicaron sobre “La región mástransparente”, Fuentes estaba consciente de que su audaz primeranovela abría en su país las compuertas de una aire nuevo y unasensibilidad estética que se adelantaba a la era de una brillantesecuela de obras también innovadoras y magníficas como laRayuela, del ya fogueado Julio Cortázar, “100 años desoledad” de García Márquez, o la del muy joven y brillanteMario Vargas Llosa, con “La ciudad y los perros” quecircularían en el ambiente de la gran literatura Latinoamericanajunto a trabajos magistrales como “Paradiso", “Tres tristestigres” o “El Siglo de las luces”. Y no se contuvoFuentes gracias a la conmoción que su novela había producido enMéxico y en muchos otros países, para proceder a la extensa seriede libros a los que Octavio Paz se refiere en esa nota del 67, yentre los cuales se encontraban varias obras animadas por el mismotemple y la prosa perfecta que serían característica de todos lossiguientes ensayos y novelas del autor, que con su talentoimpresionante e imaginación desbordada llevó a las prensas, todasellas de factura impecable, novedosa y seductora.

Y como lo dije en una intervención improvisada, durante lapresentación de su libro, “El instinto de Inés”, a la queCarlos me pidió que lo acompañara en el año 2001, todos susconciudadanos sabíamos que su obra que ya había alcanzado lainmensa celebridad conocida continuaría produciendo hasta el finalde su vida como las aguas incesantes de las cataratas del Niágarao del Iguazú.

En esa época, decidió el escritor donarnos para la Bibliotecade México una colección de toda su obra publicada en lenguaespañola y más de un centenar de sus libros impresos y traducidosa más de una docena de lenguas en números países”. Pero noquisiera terminar este recuento y modesto homenaje a Carlos Fuentessin mencionar un libro monumental que representó para el autor unejercicio agotador que lo llevó a la redacción verdaderamentesinfónica y apasionada de ese monumento que constituye el millarde páginas del libro titulado, “TerraNostra”, publicado en México en 1973,por la editorial Joaquin Mortiz.

No podían faltar en esa bella edición las palabras de uncolega cercano y magnífico escritor como Juan Goytisolo, que en lapresentación del volumen decía: Paradigma decreación totalizante… "del saqueo cultural de todo el ámbito dela lengua española” 'Terranostra' no es solo la obra mayor deCarlos Fuentes, constituye también, sin lugar a dudas, uno de losgrandes monumentos de la novela escrita en nuestroidioma.

Foto: Daniel Galeana

Pero hay que agregar que en ese 1975 quedaban al autor más de40 años de vida en los que prosiguió la redacción imponente delos libros que se hallaba aún redactando en el momento de suinesperada y violenta desaparición, hace 4 años cuando losorprendió la muerte con la pluma en la mano y en condiciones deabsoluta lucidez y energía.

'Terranostra' es el libro fascinantes, no es ni una novela niun ensayo imponente, sino auténticamente un inmenso poema enprosa, de poderío verbal y belleza sin precedente en nuestraliteratura.

No quedó a salvo 'Terranostra' que muchos cándidos tacharon deexcesivo e ilegible, de parecer múltiples injusticias.

Y acaso tengo tiempo aquí para transcribir unas palabras delaño 2005 que son parte de un ensayo de uno de sus más jóvenespero nada complaciente crítico Christopher Domínguez Michael,quien en su diccionario crítico de la literatura mexicanadeclaraba: “Terranostra ha tenido una influencia enorme yescasamente reconocida en los narradores hispanoamericanosempeñados en continuar con la “crónica de Indias”.

“La dificultad de lectura que desalentaría, se vencompensados por la sonora belleza de su prosa”, agregaba.

Y podría decir hoy más sobre este escritor, pero termino conlas palabras de otro de sus calificados admiradores, desaparecidohace pocos años, José Emilio Pacheco, quien consideró en 2008que Fuentes ya no es nada más el gran novelista de su país sinoel de todo el mundo hispánico”.

Y volvieron los aplausos...

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El presidente Enrique Peña Nieto entregó este día al escritorEduardo Lizalde el Premio Internacional “Carlos Fuentes, a lacreación literaria en el idioma español” 2016, con lo que serindió homenaje a la trascendencia y solidez de la obra del autorque ha contribuido a enriquecer el patrimonio cultural de la lenguaespañola.

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Palabras del Maestro Eduardo LizaldeChávez

“Muchísimas gracias a todos por estar aquí...

Y en primer lugar al señor presidente de la República que noshonra con su presencia y me entrega esta distinción de la que soyobjeto debido a la generosidad de ese jurado del premio quepresidió mi amigo y admirado escritor y poeta, Jaime Labastidanuestro director de la Academia, y desde luego agradezco laspalabras generosas de María Cristina García Cepeda, y del DoctorEnrique Graue, ambos presiden las dos instituciones que patrocinanel premio. Y por su puesto, agradezco la presencia de nuestra amigaquerida, Silvia Lemus, que es la presidenta del Patronato delPremio, igual que la presencia de mi esposa Hilda que me acompañaen esta ceremonia, y no puedo agradecer por sus nombres a todos…(aplausos)

… Y no puedo agradecer por su nombre a todas las numerosaspersonalidades, colegas y viejos amigos, muchos de ellos tan amigosde Fuentes como míos hace tantos años, y a muchos escritores ypersonas de las distintas generaciones literarias, culturales ypolíticas de México.

Se me pidió que fuera yo breve, pero dije desde el principioque era una tarea verdaderamente difícil: breves palabras paracelebrar la obra de una personalidad de la grandeza de CarlosFuentes, del autor de una obra de tal manera enorme y reconocida,pero leo para ustedes estas palabras:

Carlos Fuentes, fue desde su presencia juvenil en México,imprevisible y sorprendente, su primer libro de cuentos “Losdías enmascarados” que publicó en su colección el indiscutiblegrande maestro Juan José Arreola, es una obra magnifica, editadacuando Fuentes cumplía apenas 24 años y que ya se diferencia desus esplendorosos predecesores, Arreola mismo y Rulfo sobrequiénes Octavio paz llego a decir: “Son pocos de losautores de libros que se pueden considerar rigurosamenteperfectos”.

Foto: Daniel Galeana

Y desde esos años, 1953, 1954, se sabía que Carlos planeabauna novela, de la que publicó algunos textos, que le anticipabansobre la Ciudad de México y su gente, todos sus amigos sabíamosya (éramos Fuentes y yo de la misma edad) que planeaba darle untítulo inspirado en un epígrafe que Alfonso Reyes había inscritoen un viejo libro sobre América y el mundo mexicano. Viajero has llegado a la región más transparente delaire” y caminando por el pasillo del edificio de Justo Sierra 16,hacia el despacho del poeta García Terrés, que editaba la revistade la UNAM, en la que todos editábamos alguna cosa, Carlos mepreguntó ¿Cómo crees que debe titularse la novela? ¿“Laregión más transparente del aire” o sólo, “La región mástransparente”?... todos le decíamos ese es el título no tieneporqué ser más largo, y así lo título: “La regiónmás transparente”. Porque el famoso epígrafe deReyes tenía una intensión celebratoria y poética inspirada enlas innumeradas crónicas de la ciudad y del Valle de México quetodos los viajeros y residentes de los últimos siglos elogiabanpor su clima primaveral y su belleza, amparada por una aire que yano era tan transparente en esos años en que estaba por inaugurarsela nueva ciudad universitaria, en el sur de la urbe.

Y el título de Fuentes que no tenía intención poéticaalguna, sin intención evidentemente irónica era, entonces, elmás apropiado.

“La región”, redactada por Fuentes desde entonces y queterminó por publicar a los 28 años de edad, en 1958, fue esperadacon expectación por muchos lectores, vale la pena recordar algunascosas que sobre ella se escribieron al salir de las prensas.

Octavio Paz que todo lo leía con “sus ojos de águila”publicó en 1967 un comentario sobre esa edición y los siguientesnotables libros del autor: “Las buenasconciencias”, y “La muerte de ArtemioCruz”, celebrada como obra maestra.

Antes otro libro de cuentos de primer orden, “Cantarde ciegos” de 1964, decía Paz en corriente alterna(1967), después de este libro extraño “Los díasenmascarados”, Fuentes ha publicado 5 novelas una“nouvelle”, palabra imperfecta a untiempo, como lo exige el género.

La geometría es la antesala del horror y otra colección decuentos, su primera novela “La región más transparente”,parece una respuesta a los cuentos juveniles.

La transparencia se opone a la máscara, primera visión modernade la Ciudad de México. Este libro fue una doble revelación paralos mexicanos, es mostró el rostro de una ciudad, que, aunquesuya, no conocían, y les descubrió a un joven escritor que desdeentonces no se salía de asombrarlos, desconcertarlos eirritarlos.

El texto de paz es magnífico y penetrante y hay que volver aleerlo como aquél de 72 en el que afirmaba también el poeta mástarde: No es raro que Fuentes por la brillantezde sus dones, la resonancia a su obra y la índole de la preguntaque se hace y nos hace haya provocado la irritación la cólera yla maleficencia; escritor apasionado y exagerado, ser extremoso yextremista, habitado por muchas contradicciones, exaltado en elpaís del medio tono, irreverente en una tradición que haconvertido su historia trágica y maravillosa en un sermón laico,y ha hecho de sus héroes vivos una asamblea de pesadas estatuas deyeso y cemento. El ensayo es largo, el de Octavio Paz, porsu puesto, y no es raro en Paz cuya enorme estatura y obra alcanzancon justicia la importancia universal que hoy tiene el poeta.Después de él, solo Fuentes como prosista y narrador es entre losdel siglo XX el que alcanzó un reconocimiento de semejantesproporciones.

En el año de su publicación y muchos años despuéscontinuaron publicándose textos de opiniones críticas en México,Latinoamérica y el mundo sobre esa primera novela de Fuentes, yhay que decir que las páginas escritas sobre toda su obra envarias lenguas ocuparían un espacio impreso y un número depáginas mucho mayores que los varios miles de cuartillas de suobra, y que hacer aquí en este breve homenaje un comentario detodo lo publicado por este autor sería tarea imposible einnecesaria, siendo que las más ilustres plumas del mundo hanconsumado con creces esa labor.

Por lo demás, es recomendable la bellaedición de “La región más transparente” que laAcademia Española de la Lengua y la Asociación de Academias de laLengua Española lanzaron a las prensas para conmemorar el 50aniversario de “La región más transparente”,porque en la nota inicial de este libro se advierte que paraconsumar la ardua labor de preparación y fijación del textooriginal se contó con la colaboración de un calificado equipo delInstituto de Lexicografía de la Real Academia Española y que lopublicado en este ejemplar es en otras palabras, un texto nuevo,completamente revisado por el autor en el que se recuperan algunaslecturas anteriores a 1958, se recogen casi todas las nuevasredacciones que se hicieron para 1972, y se corrigen laserratas.

También se aclara en la nota que se tomaron en cuenta para estelibro conmemorativo las diferentes ediciones modernas de la novela,y en especial la preparada por el Fondo de Cultura Económica en elaño 2007, por María Pizarro Prada y Julio Ortega, por cierto, unode los más destacados e inteligentes estudiosos y críticos de laobra entera del escritor.

En la edición de las academias, aparte de los ensayos de losmexicanos Gonzalo Celorio, José Emilio Pacheco y Vicente Quirarte,se incluyen textos de Carmen Iglesias, de Sergio Ramírez, que porcierto recibió en su siguiente edición este premio con el que hoyse me distingue, entre otros.

A mí me ha interesado redescubrir notables escritos de otrosautores precisamente en el año de la primera edición de lanovela, y entre ellos, lo publicado por el sabio y críticoescritor y amigo guatemalteco, Luis Cardoza, que dijo en mayo alpublicarse la novela: Es una novela negra larevolución pero habría que preguntarnos si lo negro es o no, comovive en la novela, tiene razón Luis Cardoza con el que tantasveces hablamos de las mayores obras de nuestros novelistas de laRevolución Mexicana, testigos y actores de esa larga y trágicajornada del principio del siglo XX; son esas obras, se hanpreguntado muchos historiadores, no un elogio si no una críticadescarnada aparte de una apasionada crónica de los aspectos másoscuros del ese movimiento costoso y estremecedor. Y algomás, decía Luis Cardoza en esa primer lectura: ¿Quién ha tenidoel valor para escribir páginas tan dolorosas y tremendas, aquíestá en primer término una creación literaria, con fervor por losuyo, sin hipocresía, con furia parcial, como toda furia, que enel fondo, es lo contrario ante lo escéptico.

Foto: Daniel Galeana

Pero con todo y los cientos de reseñas que enMéxico y en otros países se publicaron sobre “La región mástransparente”, Fuentes estaba consciente de que su audaz primeranovela abría en su país las compuertas de una aire nuevo y unasensibilidad estética que se adelantaba a la era de una brillantesecuela de obras también innovadoras y magníficas como laRayuela, del ya fogueado Julio Cortázar, “100 años desoledad” de García Márquez, o la del muy joven y brillanteMario Vargas Llosa, con “La ciudad y los perros” quecircularían en el ambiente de la gran literatura Latinoamericanajunto a trabajos magistrales como “Paradiso", “Tres tristestigres” o “El Siglo de las luces”. Y no se contuvoFuentes gracias a la conmoción que su novela había producido enMéxico y en muchos otros países, para proceder a la extensa seriede libros a los que Octavio Paz se refiere en esa nota del 67, yentre los cuales se encontraban varias obras animadas por el mismotemple y la prosa perfecta que serían característica de todos lossiguientes ensayos y novelas del autor, que con su talentoimpresionante e imaginación desbordada llevó a las prensas, todasellas de factura impecable, novedosa y seductora.

Y como lo dije en una intervención improvisada, durante lapresentación de su libro, “El instinto de Inés”, a la queCarlos me pidió que lo acompañara en el año 2001, todos susconciudadanos sabíamos que su obra que ya había alcanzado lainmensa celebridad conocida continuaría produciendo hasta el finalde su vida como las aguas incesantes de las cataratas del Niágarao del Iguazú.

En esa época, decidió el escritor donarnos para la Bibliotecade México una colección de toda su obra publicada en lenguaespañola y más de un centenar de sus libros impresos y traducidosa más de una docena de lenguas en números países”. Pero noquisiera terminar este recuento y modesto homenaje a Carlos Fuentessin mencionar un libro monumental que representó para el autor unejercicio agotador que lo llevó a la redacción verdaderamentesinfónica y apasionada de ese monumento que constituye el millarde páginas del libro titulado, “TerraNostra”, publicado en México en 1973,por la editorial Joaquin Mortiz.

No podían faltar en esa bella edición las palabras de uncolega cercano y magnífico escritor como Juan Goytisolo, que en lapresentación del volumen decía: Paradigma decreación totalizante… "del saqueo cultural de todo el ámbito dela lengua española” 'Terranostra' no es solo la obra mayor deCarlos Fuentes, constituye también, sin lugar a dudas, uno de losgrandes monumentos de la novela escrita en nuestroidioma.

Foto: Daniel Galeana

Pero hay que agregar que en ese 1975 quedaban al autor más de40 años de vida en los que prosiguió la redacción imponente delos libros que se hallaba aún redactando en el momento de suinesperada y violenta desaparición, hace 4 años cuando losorprendió la muerte con la pluma en la mano y en condiciones deabsoluta lucidez y energía.

'Terranostra' es el libro fascinantes, no es ni una novela niun ensayo imponente, sino auténticamente un inmenso poema enprosa, de poderío verbal y belleza sin precedente en nuestraliteratura.

No quedó a salvo 'Terranostra' que muchos cándidos tacharon deexcesivo e ilegible, de parecer múltiples injusticias.

Y acaso tengo tiempo aquí para transcribir unas palabras delaño 2005 que son parte de un ensayo de uno de sus más jóvenespero nada complaciente crítico Christopher Domínguez Michael,quien en su diccionario crítico de la literatura mexicanadeclaraba: “Terranostra ha tenido una influencia enorme yescasamente reconocida en los narradores hispanoamericanosempeñados en continuar con la “crónica de Indias”.

“La dificultad de lectura que desalentaría, se vencompensados por la sonora belleza de su prosa”, agregaba.

Y podría decir hoy más sobre este escritor, pero termino conlas palabras de otro de sus calificados admiradores, desaparecidohace pocos años, José Emilio Pacheco, quien consideró en 2008que Fuentes ya no es nada más el gran novelista de su país sinoel de todo el mundo hispánico”.

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