/ sábado 11 de mayo de 2024

Los avatares de nuestro tiempo / La formación de cuadros políticos a nivel local

No hay ninguna duda sobre los avances que la coalición gobernante alcanzó a nivel federal desde la elección de 2018 hasta ahora. La selección de los perfiles al frente de Secretarías de Estado, sobre todo aquellas que son cabezas de sector, ha sido acertada. También destaca la integración de equipos de trabajo en dependencias y entidades que han tenido que implementar proyectos estratégicos, programas públicos prioritarios o acciones relevantes, como puede ser el caso de la política salarial y los proyectos de infraestructura. Todos estos nombramientos tuvieron el acierto de sostener como primer criterio el de la honestidad.

Sin embargo, la coalición gobernante parece —como muchos otros movimientos transformadores en otras partes del mundo— enfrentar dificultades para la selección de perfiles igualmente competentes (en cuanto a capacidades de gestión y conocimientos para, por ejemplo, legislar) y simultáneamente competitivos electoralmente a nivel local. Este reto es, en perspectiva comparada, normal para un movimiento social o partido político que triunfó y ascendió al ejercicio de poder y gobierno en muy poco tiempo, como es el caso de la coalición política actual en el poder. Lo cierto es que, en el mundo hay referencias suficientes para indicar que el reto es compartido y, en el mediano plazo podrá superarse si se emprenden proyectos relacionados con una mejor formación de cuadros políticos a nivel local.

Un caso paradigmático de esta situación fue el partido político “Podemos” en España. Surgió —al igual que Morena en México— como un movimiento social, el de los indignados en 2011. Las consignas y la convocatoria a la acción colectiva de dicho movimiento fueron una crítica directa a la clase política, el gobierno y la cartelización de los partidos políticos (características compartidas con el caso mexicano). Además, los liderazgos principales o representativos eran perfectamente identificables. No obstante, el crecimiento de sus simpatizantes y votantes, incrementó sus responsabilidades y también su nivel de competitividad. Así, hasta su ascenso al gobierno —junto con el Partido Socialista Obrero Español en 2020— se vislumbro el problema de la suficiencia de cuadros y perfiles políticos que tuvieran coherencia discursiva, integridad y ética públicas, además de capacidades políticas y de gestión.

El caso en España demuestra que los partidos políticos y las coaliciones gobernantes evolucionan, en buena medida, por su capacidad para gestionar sus nuevas responsabilidades en cuanto asumen el ejercicio del poder. Por ello, el proceso de selección y formación de perfiles y cuadros políticos se convierte en algo fundamental y determinante para fijar una línea ascendente de éxito.

En México, tras el triunfo de 2018 y la previsible victorial del proyecto encabezado por la Dra. Claudia Sheinbaum, resulta indispensable preguntar qué mecanismos se requieren para que los triunfos y avances impulsados a nivel federal también tengan replicabilidad a nivel local, en los Estados y municipios. En la coalición se tiene proyecto, hay ideas y también ideales. Es necesario que, en el corto plazo se realice un esfuerzo adicional para lograr que los liderazgos locales sean mejor formados, más capaces, con mejores herramientas políticas y destrezas para el desarrollo de sus funciones.

Aunque el reto de contar con mejores cuadros políticos a nivel local está en la coalición política gobernante, la oposición partidista —la derecha— tiene conflictos mayores, relacionados con la imposibilidad de renovar a los liderazgos más visibles y suprimir las dinámicas caciquiles en las entidades federativas. Incluso en escenarios en los que el proyecto de la transformación ha enfrentado mayores dificultades para la selección de candidatos, se sigue diferenciando —en positivo— respecto de los partidos tradicionales. Lo que sí hay que evitar es postular a los improvisados, a los empoderados de las élites políticas locales y los grupos políticos poco avezados pero cercanos al gobernador o gobernadora en turno.

Tan pronto concluyan las elecciones será necesario realizar un gran diagnóstico sobre liderazgos y cuadros políticos locales, saber cómo hacerlos competitivos, competentes y además coherentes con el ideario de la cuarta transformación. Ese es un imperativo democrático.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz


Twitter: @EnriqueBermC




No hay ninguna duda sobre los avances que la coalición gobernante alcanzó a nivel federal desde la elección de 2018 hasta ahora. La selección de los perfiles al frente de Secretarías de Estado, sobre todo aquellas que son cabezas de sector, ha sido acertada. También destaca la integración de equipos de trabajo en dependencias y entidades que han tenido que implementar proyectos estratégicos, programas públicos prioritarios o acciones relevantes, como puede ser el caso de la política salarial y los proyectos de infraestructura. Todos estos nombramientos tuvieron el acierto de sostener como primer criterio el de la honestidad.

Sin embargo, la coalición gobernante parece —como muchos otros movimientos transformadores en otras partes del mundo— enfrentar dificultades para la selección de perfiles igualmente competentes (en cuanto a capacidades de gestión y conocimientos para, por ejemplo, legislar) y simultáneamente competitivos electoralmente a nivel local. Este reto es, en perspectiva comparada, normal para un movimiento social o partido político que triunfó y ascendió al ejercicio de poder y gobierno en muy poco tiempo, como es el caso de la coalición política actual en el poder. Lo cierto es que, en el mundo hay referencias suficientes para indicar que el reto es compartido y, en el mediano plazo podrá superarse si se emprenden proyectos relacionados con una mejor formación de cuadros políticos a nivel local.

Un caso paradigmático de esta situación fue el partido político “Podemos” en España. Surgió —al igual que Morena en México— como un movimiento social, el de los indignados en 2011. Las consignas y la convocatoria a la acción colectiva de dicho movimiento fueron una crítica directa a la clase política, el gobierno y la cartelización de los partidos políticos (características compartidas con el caso mexicano). Además, los liderazgos principales o representativos eran perfectamente identificables. No obstante, el crecimiento de sus simpatizantes y votantes, incrementó sus responsabilidades y también su nivel de competitividad. Así, hasta su ascenso al gobierno —junto con el Partido Socialista Obrero Español en 2020— se vislumbro el problema de la suficiencia de cuadros y perfiles políticos que tuvieran coherencia discursiva, integridad y ética públicas, además de capacidades políticas y de gestión.

El caso en España demuestra que los partidos políticos y las coaliciones gobernantes evolucionan, en buena medida, por su capacidad para gestionar sus nuevas responsabilidades en cuanto asumen el ejercicio del poder. Por ello, el proceso de selección y formación de perfiles y cuadros políticos se convierte en algo fundamental y determinante para fijar una línea ascendente de éxito.

En México, tras el triunfo de 2018 y la previsible victorial del proyecto encabezado por la Dra. Claudia Sheinbaum, resulta indispensable preguntar qué mecanismos se requieren para que los triunfos y avances impulsados a nivel federal también tengan replicabilidad a nivel local, en los Estados y municipios. En la coalición se tiene proyecto, hay ideas y también ideales. Es necesario que, en el corto plazo se realice un esfuerzo adicional para lograr que los liderazgos locales sean mejor formados, más capaces, con mejores herramientas políticas y destrezas para el desarrollo de sus funciones.

Aunque el reto de contar con mejores cuadros políticos a nivel local está en la coalición política gobernante, la oposición partidista —la derecha— tiene conflictos mayores, relacionados con la imposibilidad de renovar a los liderazgos más visibles y suprimir las dinámicas caciquiles en las entidades federativas. Incluso en escenarios en los que el proyecto de la transformación ha enfrentado mayores dificultades para la selección de candidatos, se sigue diferenciando —en positivo— respecto de los partidos tradicionales. Lo que sí hay que evitar es postular a los improvisados, a los empoderados de las élites políticas locales y los grupos políticos poco avezados pero cercanos al gobernador o gobernadora en turno.

Tan pronto concluyan las elecciones será necesario realizar un gran diagnóstico sobre liderazgos y cuadros políticos locales, saber cómo hacerlos competitivos, competentes y además coherentes con el ideario de la cuarta transformación. Ese es un imperativo democrático.


Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz


Twitter: @EnriqueBermC