/ viernes 20 de septiembre de 2019

¡Mi patria…!

Es mi cielo, es mi tierra, es mi mar, mis lagunas, mis ríos, mis selvas, mis montañas. Soy yo y son los demás. No puedo definirte, porque sería limitarte y tú eres mi todo. Te tengo siempre, porque estas en mí. Yo soy tú y tu eres yo, eres mi entraña, mi vida y mi muerte. Eres el sol que me alumbra la faz. Eres el suelo que piso, aunque a veces trepides. Eres alegría infinita y dolor que hiere, eres lo que crea y construye. Eres lo que mi vista alcanza y lo que no también eres, pero que existe.

La “fratría” para los muy antiguos. Abigarrado conjunto de familias en torno a ceremonias, dioses, costumbres y antepasados. Ensayo de aquellos lares que luego se tornaron en naciones. Originalmente, altar y oración, practica de siglos que dio paso a las actuales formas sociales. Mi patria es la suma suprema. Desde el Suchiate hacia el norte y del colorado hacia el sur, toda eres tú y con infinito fervor grito ¡Viva mi México lindo! Pueblo valeroso que dio vida a un indomable Villa guerrillero. Un aguerrido Zapata. Pueblo imaginativo, el de Siqueiros, Orozco, Toledo y cuantos más. Pueblo de dioses, Huitzilopochtli, Camaxtli, fervor guadalupano. Pueblo de pueblos y culturas, la tarasca y mixteca, la maya, la zapoteca, las misteriosas teotihuacana y tolteca. Pueblo de erguidas montañas y volcanes, el Citlaltépetl, la altiva Malintzi, el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl. Pueblo guerrero en su independencia. Contra los franceses y en la revolución, lastima del millón de muertos. Pueblo que acude a las urnas y ordena destinos, espera transformaciones, elucubra sueños y esperanzas. Esta es mi patria, cientos, miles, millones de familias ya no en torno a dioses y ceremonias, sino alrededor de ideales y anhelos.

¡Tú!, patria, eres la almohada en la que sueño, la cobija que entibia mis gélidas noches. Eres torrente que desciende de abruptos peñascos para apagar mi sed. Eres pan de flor de trigo que satisface mi hambre. Eres maíz “bolita” que nutre mi tlayuda, eres la alegría de mis tristezas y el amor de mis amores. Eres cuenca en que se recogen mis lágrimas. Eres resonancia donde vibran mis rezos y mis cantos. Eres la música que agita mi danza, la voz que me conduce, la luz que me ilumina. Eres selva y eres ola, eres briza y eres nota. Eres también de los demás y de todos, pero mi elegía de hoy es básicamente mi entonación de amor para ti.

Eso y más eres, porque eres el todo en donde no hay espacio para el nada. Eres la briza estelar que en las bastedades cósmicas se pierde. Eres mía y eres ajena. Te miro y no, porque no te abarco en mis limitaciones visuales. Te pronuncio y el concepto me parece irrisorio para todo lo que cabe en ti. Trato de entenderte, pero lo único que sé es que eres el más universal de los conceptos. Creo que nunca alcanzaría a recorrerte, a asomarme a tus riquezas naturales a tus formas de convivencia que tú has creado. Te quiero comprender, pero me pierdo extasiado en la gracia de tus formas, colores y expresiones. ¡Te quiero, sólo sé que te quiero!, porque me brota incontenible.

Los antivalores te ensombrecen. Pero ni hablar, también perfilan tus formas. Te quiero independiente, sin ataduras extrañas, ni compromisos que vendan y empeñen tus mares y costas, tus minas y desiertos, sin que yo y mis hijos seamos esclavos de los varones financieros internacionales. Sin que los “medios” quieran titiritear mi mente. Sin que regalemos tus entrañas petroleras o tu oro y plata engorden otras arcas. Te quiero en la justicia y en el bien común, sin que asesinen a los líderes sociales. Te quiero sin traga fuegos en las calles. Te quiero con tus millones de jóvenes estudiando en las universidades. Te quiero sin que tus pueblos indígenas vivan en la miseria. Te quiero sin la mierda de corrupción que hoy nos inunda en juzgados y fiscalías. Te quiero en la paz, que a todos engrandezca, sin violencia en las calles, sin que la sangre de nuestros hermanos fertilice nuestro suelo, sin las drogas que envenenan y destruyen, sin ladrones públicos y privados. Te quiero sin gobernantes ratas, sin munícipes ambiciosos, sin diputados convenencieros. ¡Te quiero porque quererte a ti, es quererme a mí, a mis mayores y a mis hijos, a mi familia y a mi gente, a mi comunidad, estado y nación! Te quiero México, porque junto con las palabras, “mamá” y “papá”, la de México es de las que primero aprendí cuando niño. Te quiero porque allende tus fronteras, oyendo tu cielito lindo, tu dios nunca muere, y la canción mixteca, el alma se me enchina y la nostalgia se me vuelve lágrima.

Eres mi génesis y mi fin, patria adorada. Tus entrañas atesoran a mis muertos, tu superficie a mis vivos. Así como fuiste mi cuna, serás mi tumba. Pero por hoy eres mi todo y así es como te quiero, no en gajos ni en disfraces, sino completa y autentica.

Es mi cielo, es mi tierra, es mi mar, mis lagunas, mis ríos, mis selvas, mis montañas. Soy yo y son los demás. No puedo definirte, porque sería limitarte y tú eres mi todo. Te tengo siempre, porque estas en mí. Yo soy tú y tu eres yo, eres mi entraña, mi vida y mi muerte. Eres el sol que me alumbra la faz. Eres el suelo que piso, aunque a veces trepides. Eres alegría infinita y dolor que hiere, eres lo que crea y construye. Eres lo que mi vista alcanza y lo que no también eres, pero que existe.

La “fratría” para los muy antiguos. Abigarrado conjunto de familias en torno a ceremonias, dioses, costumbres y antepasados. Ensayo de aquellos lares que luego se tornaron en naciones. Originalmente, altar y oración, practica de siglos que dio paso a las actuales formas sociales. Mi patria es la suma suprema. Desde el Suchiate hacia el norte y del colorado hacia el sur, toda eres tú y con infinito fervor grito ¡Viva mi México lindo! Pueblo valeroso que dio vida a un indomable Villa guerrillero. Un aguerrido Zapata. Pueblo imaginativo, el de Siqueiros, Orozco, Toledo y cuantos más. Pueblo de dioses, Huitzilopochtli, Camaxtli, fervor guadalupano. Pueblo de pueblos y culturas, la tarasca y mixteca, la maya, la zapoteca, las misteriosas teotihuacana y tolteca. Pueblo de erguidas montañas y volcanes, el Citlaltépetl, la altiva Malintzi, el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl. Pueblo guerrero en su independencia. Contra los franceses y en la revolución, lastima del millón de muertos. Pueblo que acude a las urnas y ordena destinos, espera transformaciones, elucubra sueños y esperanzas. Esta es mi patria, cientos, miles, millones de familias ya no en torno a dioses y ceremonias, sino alrededor de ideales y anhelos.

¡Tú!, patria, eres la almohada en la que sueño, la cobija que entibia mis gélidas noches. Eres torrente que desciende de abruptos peñascos para apagar mi sed. Eres pan de flor de trigo que satisface mi hambre. Eres maíz “bolita” que nutre mi tlayuda, eres la alegría de mis tristezas y el amor de mis amores. Eres cuenca en que se recogen mis lágrimas. Eres resonancia donde vibran mis rezos y mis cantos. Eres la música que agita mi danza, la voz que me conduce, la luz que me ilumina. Eres selva y eres ola, eres briza y eres nota. Eres también de los demás y de todos, pero mi elegía de hoy es básicamente mi entonación de amor para ti.

Eso y más eres, porque eres el todo en donde no hay espacio para el nada. Eres la briza estelar que en las bastedades cósmicas se pierde. Eres mía y eres ajena. Te miro y no, porque no te abarco en mis limitaciones visuales. Te pronuncio y el concepto me parece irrisorio para todo lo que cabe en ti. Trato de entenderte, pero lo único que sé es que eres el más universal de los conceptos. Creo que nunca alcanzaría a recorrerte, a asomarme a tus riquezas naturales a tus formas de convivencia que tú has creado. Te quiero comprender, pero me pierdo extasiado en la gracia de tus formas, colores y expresiones. ¡Te quiero, sólo sé que te quiero!, porque me brota incontenible.

Los antivalores te ensombrecen. Pero ni hablar, también perfilan tus formas. Te quiero independiente, sin ataduras extrañas, ni compromisos que vendan y empeñen tus mares y costas, tus minas y desiertos, sin que yo y mis hijos seamos esclavos de los varones financieros internacionales. Sin que los “medios” quieran titiritear mi mente. Sin que regalemos tus entrañas petroleras o tu oro y plata engorden otras arcas. Te quiero en la justicia y en el bien común, sin que asesinen a los líderes sociales. Te quiero sin traga fuegos en las calles. Te quiero con tus millones de jóvenes estudiando en las universidades. Te quiero sin que tus pueblos indígenas vivan en la miseria. Te quiero sin la mierda de corrupción que hoy nos inunda en juzgados y fiscalías. Te quiero en la paz, que a todos engrandezca, sin violencia en las calles, sin que la sangre de nuestros hermanos fertilice nuestro suelo, sin las drogas que envenenan y destruyen, sin ladrones públicos y privados. Te quiero sin gobernantes ratas, sin munícipes ambiciosos, sin diputados convenencieros. ¡Te quiero porque quererte a ti, es quererme a mí, a mis mayores y a mis hijos, a mi familia y a mi gente, a mi comunidad, estado y nación! Te quiero México, porque junto con las palabras, “mamá” y “papá”, la de México es de las que primero aprendí cuando niño. Te quiero porque allende tus fronteras, oyendo tu cielito lindo, tu dios nunca muere, y la canción mixteca, el alma se me enchina y la nostalgia se me vuelve lágrima.

Eres mi génesis y mi fin, patria adorada. Tus entrañas atesoran a mis muertos, tu superficie a mis vivos. Así como fuiste mi cuna, serás mi tumba. Pero por hoy eres mi todo y así es como te quiero, no en gajos ni en disfraces, sino completa y autentica.

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