/ jueves 25 de abril de 2024

Un cansancio de los derechos humanos

Recientemente hemos sido bombardeados por una serie de sucesos complejos, dolorosos, impotentes, que me hacen exclamar, ¿qué tanto más de los derechos humanos falta?, ¿qué tanto más es lo que debemos buscar para que realmente impacte?, entre las fallas identificar las áreas de oportunidad para mejorar, pero al final sólo llego a una pregunta, ¿hay un cansancio de los derechos humanos?

Entonces hago un repaso sobre los procesos históricos que dieron lugar al reconocimiento de los derechos humanos, inclusive trato de recordar las primeras estrategias para socializar, defender y hacer notar a los derechos humanos y justo ahí es donde llego a mi primera respuesta, el discurso ha sido el mismo, y no, espero darme a entender pero defiendo que es importante la congruencia de los discursos de los derechos humanos pero es más importante hacer valer que el discurso necesita adaptarse a la necesidades y realidades para que cada vez que se traten de transmitir, enseñar, pueda causar un impacto significativo.

Por otro lado, debemos reconocer que el discurso de los derechos humanos también obedece a los actores, a aquellos que intervienen en su exigencia y obligación, por un lado la persona, el humano como un actor indispensable para exigir los derechos humanos, sustentado en la propia inherencia humana y, por otro lado, el Estado con obligaciones específicas, ampliadas y progresivas para dotar de todas las herramientas para materializarlos, ambos sustentadas desde un vínculo de exigibilidad y respuesta.

Esta dualidad a la que me refiero es el principal indicador para observar si el discurso de los DDHH ha impactado, si tenemos sociedades armónicas respetuosas, congruentes, podemos decir con agrado que ha sido positivo la asimilación del discurso, pero, si encontramos servidores públicos que se aprovechan de la ley, sociedades desorganizadas y carente de cualquier respeto, entonces encontramos el motivo del por qué ha fallado la transmisión; es el servidor público que en su actuar viciado repercute en otros y en su solo discurso, contradictorio, incongruente fomenta futuras violaciones a los derechos humanos. Por tanto, cuando vemos noticias de hechos tristes, complejos, impotentes es un indicador específico que el discurso de los derechos humanos no ha sido posible.

Si bien el discurso de los derechos humanos ha permanecido y cumple su propósito, lo evidente es que hay un cansancio, cuando lo que se enseña y transmite no representa la realidad; por supuesto que los DDHH son aspiracionales, pero el discurso debe mostrar elementos de gane, de conquista de derechos para que siga vigente la enseñanza de los mismos, de continuar con un discurso de hace 5 o 10 años estamos destinado a potenciar el descontento social y la falta de aceptación de la dignidad de las personas.


*Consejero de la Comisión Estatal de Derechos Humanos


Recientemente hemos sido bombardeados por una serie de sucesos complejos, dolorosos, impotentes, que me hacen exclamar, ¿qué tanto más de los derechos humanos falta?, ¿qué tanto más es lo que debemos buscar para que realmente impacte?, entre las fallas identificar las áreas de oportunidad para mejorar, pero al final sólo llego a una pregunta, ¿hay un cansancio de los derechos humanos?

Entonces hago un repaso sobre los procesos históricos que dieron lugar al reconocimiento de los derechos humanos, inclusive trato de recordar las primeras estrategias para socializar, defender y hacer notar a los derechos humanos y justo ahí es donde llego a mi primera respuesta, el discurso ha sido el mismo, y no, espero darme a entender pero defiendo que es importante la congruencia de los discursos de los derechos humanos pero es más importante hacer valer que el discurso necesita adaptarse a la necesidades y realidades para que cada vez que se traten de transmitir, enseñar, pueda causar un impacto significativo.

Por otro lado, debemos reconocer que el discurso de los derechos humanos también obedece a los actores, a aquellos que intervienen en su exigencia y obligación, por un lado la persona, el humano como un actor indispensable para exigir los derechos humanos, sustentado en la propia inherencia humana y, por otro lado, el Estado con obligaciones específicas, ampliadas y progresivas para dotar de todas las herramientas para materializarlos, ambos sustentadas desde un vínculo de exigibilidad y respuesta.

Esta dualidad a la que me refiero es el principal indicador para observar si el discurso de los DDHH ha impactado, si tenemos sociedades armónicas respetuosas, congruentes, podemos decir con agrado que ha sido positivo la asimilación del discurso, pero, si encontramos servidores públicos que se aprovechan de la ley, sociedades desorganizadas y carente de cualquier respeto, entonces encontramos el motivo del por qué ha fallado la transmisión; es el servidor público que en su actuar viciado repercute en otros y en su solo discurso, contradictorio, incongruente fomenta futuras violaciones a los derechos humanos. Por tanto, cuando vemos noticias de hechos tristes, complejos, impotentes es un indicador específico que el discurso de los derechos humanos no ha sido posible.

Si bien el discurso de los derechos humanos ha permanecido y cumple su propósito, lo evidente es que hay un cansancio, cuando lo que se enseña y transmite no representa la realidad; por supuesto que los DDHH son aspiracionales, pero el discurso debe mostrar elementos de gane, de conquista de derechos para que siga vigente la enseñanza de los mismos, de continuar con un discurso de hace 5 o 10 años estamos destinado a potenciar el descontento social y la falta de aceptación de la dignidad de las personas.


*Consejero de la Comisión Estatal de Derechos Humanos