/ miércoles 24 de noviembre de 2021

Resiliencia | Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el día 25 de noviembre para visibilizar, reflexionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, la fecha fue elegida en honor a la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

A fin de sensibilizar sobre esta relevante lacra, este año la ONU promueve el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el lema “Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!”. Y es que para las Naciones Unidas, como cada año, el naranja es el color estrella de la campaña para representar un futuro más brillante y libre de violencia contra mujeres y niñas, dicha iniciativa, liderada por el Secretario General de las Naciones Unidas y la agencia ONU Mujeres desde 2008, tiene como fin prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo, pidiendo una acción global para aumentar la conciencia, impulsar la promoción y crear oportunidades para el debate sobre retos y soluciones.

Ante la cifra tan alarmante que establece el nuevo informe de ONU Mujeres, basado en datos de 13 países, UNA de cada TRES mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida, en tiempos como la pandemia y las recientes crisis humanitarias, conflictos y desastres climáticos, las cifras aumentan, dicho informe recoge que 2 de cada 3 mujeres padecieron alguna forma de violencia o conocían a alguna mujer que la sufría, por desgracia solo una de cada diez dijo que recurriría a la policía en busca de ayuda, lo grave con estas mujeres es que tienen más probabilidades de enfrentarse a situaciones de pobreza y escasez de alimentos.

La violencia de género puede y debe prevenirse, para detener esta violencia hay que comenzar por creer en las sobrevivientes, debemos adoptar enfoques integrales e inclusivos que permitan abordar las causas fundamentales, con la finalidad de transformar las normas sociales dañinas y empoderar a las mujeres y a las niñas con servicios esenciales en los sectores judicial, sanitario y social, con suficiente financiación para la lucha por los derechos de las mujeres y así poner fin a la violencia de género.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sobre ello apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

La violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye: violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio); violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético); trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual); mutilación genital y matrimonio infantil.

Para mayor clarificación, la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como: “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

Si bien existe en México un amplio marco normativo para proteger los derechos humanos de las mujeres, la falta de armonización de las leyes estatales de violencia contra las mujeres y de los códigos y procedimientos penales con la normatividad federal ha dado lugar a tratamientos diferenciados que constituyen un obstáculo para garantizar el derecho a vivir una vida libre de violencia.

A pesar de los esfuerzos de las políticas públicas para atender la violencia contra las mujeres, aún queda un largo camino por recorrer para garantizar a las víctimas el acceso a servicios integrales y multidisciplinarios para su atención y el acceso a la justicia.

Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas, por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización, sino les restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.

Aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas, las mujeres más mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas o mujeres y niñas que viven con discapacidad o con el VIH y aquellas en crisis humanitaria.

La violencia contra la mujer sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas, la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar que nadie se quede atrás, no podrá cumplirse sin primero poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el día 25 de noviembre para visibilizar, reflexionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, la fecha fue elegida en honor a la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

A fin de sensibilizar sobre esta relevante lacra, este año la ONU promueve el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el lema “Pinta el mundo de naranja: ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres YA!”. Y es que para las Naciones Unidas, como cada año, el naranja es el color estrella de la campaña para representar un futuro más brillante y libre de violencia contra mujeres y niñas, dicha iniciativa, liderada por el Secretario General de las Naciones Unidas y la agencia ONU Mujeres desde 2008, tiene como fin prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo, pidiendo una acción global para aumentar la conciencia, impulsar la promoción y crear oportunidades para el debate sobre retos y soluciones.

Ante la cifra tan alarmante que establece el nuevo informe de ONU Mujeres, basado en datos de 13 países, UNA de cada TRES mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida, en tiempos como la pandemia y las recientes crisis humanitarias, conflictos y desastres climáticos, las cifras aumentan, dicho informe recoge que 2 de cada 3 mujeres padecieron alguna forma de violencia o conocían a alguna mujer que la sufría, por desgracia solo una de cada diez dijo que recurriría a la policía en busca de ayuda, lo grave con estas mujeres es que tienen más probabilidades de enfrentarse a situaciones de pobreza y escasez de alimentos.

La violencia de género puede y debe prevenirse, para detener esta violencia hay que comenzar por creer en las sobrevivientes, debemos adoptar enfoques integrales e inclusivos que permitan abordar las causas fundamentales, con la finalidad de transformar las normas sociales dañinas y empoderar a las mujeres y a las niñas con servicios esenciales en los sectores judicial, sanitario y social, con suficiente financiación para la lucha por los derechos de las mujeres y así poner fin a la violencia de género.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sobre ello apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

La violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye: violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio); violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético); trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual); mutilación genital y matrimonio infantil.

Para mayor clarificación, la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como: “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

Si bien existe en México un amplio marco normativo para proteger los derechos humanos de las mujeres, la falta de armonización de las leyes estatales de violencia contra las mujeres y de los códigos y procedimientos penales con la normatividad federal ha dado lugar a tratamientos diferenciados que constituyen un obstáculo para garantizar el derecho a vivir una vida libre de violencia.

A pesar de los esfuerzos de las políticas públicas para atender la violencia contra las mujeres, aún queda un largo camino por recorrer para garantizar a las víctimas el acceso a servicios integrales y multidisciplinarios para su atención y el acceso a la justicia.

Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas, por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización, sino les restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.

Aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres y niñas son particularmente vulnerables, ejemplo de ellas son las niñas, las mujeres más mayores, las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales, transgénero o intersex, las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas o mujeres y niñas que viven con discapacidad o con el VIH y aquellas en crisis humanitaria.

La violencia contra la mujer sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas, la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar que nadie se quede atrás, no podrá cumplirse sin primero poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.