/ domingo 3 de diciembre de 2023

Secreto a voces | Xóchitl: traidora de la causa indiana

Los movimientos sociales, indígenas en Latinoamérica y el Caribe han modificado sus estrategias de lucha por el poder, agrupados con otros sectores de la población como los mestizos pobres, principalmente. De la resistencia silenciosa durante la colonia, su participación en las guerras de independencia; desplazados por las élites criollas, mestizas, militares y religiosas; de haber respaldado guerrillas junto a grupos campesinos; ahora, los indígenas han concentrado sus esfuerzos en el poder. El ejemplo más reciente el gobierno boliviano y las tomas de la ciudad de Lima, luego del golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Pedro Castillo o los movimientos indígenas en Ecuador.

Nadie le puede negar a Xóchitl, la aspirante presidencial por el PRIANRD el que en su discurso apele a sus antecedentes que, dice ella, la vinculan a los pueblos indígenas de México. Lo anterior, en un contexto local, en el que los pueblos indígenas fueron los primeros, en la década de los años noventa, en iniciar una revuelta por el reconocimiento de sus territorios, como ocurrió con el zapatismo en México, también en Ecuador y Perú. Lo anterior, con el poner fin a las políticas de empobrecimiento y aniquilación que el neoliberalismo impuso a segmentos que ocupan la parte baja de la escala social, ensañándose con los indígenas a los que menospreció como pobres y hambrientos.

La participación indígena en estos procesos revolucionarios en Latinoamérica ha sido desigual. Muy importante en naciones como la boliviana en donde son mayoría y conquistaron el poder con Evo Morales al frente; con menos relevancia en Venezuela, en donde a pesar del origen afro de Chávez tuvo poco peso el pensamiento indígena o afrolatino en sus políticas sin negar medidas importantes hacia el campo que en su momento aplicó. Se enfocó más hacia el socialismo. En Ecuador el matiz ciudadano de la revolución no se acopló con la comunidad indígena, un poco debido a que, en mi opinión, ciudadano y comunidad son como el agua y el aceite, aún más si lo que prevalece es el discurso hegemónico ciudadano.

Xóchitl, que se dice trotskista y de origen indígena, tomó el camino de representar a la vieja oligarquía mexicana que tiene actualmente un enorme poder sobre los partidos tradicionales como lo son el PRI, PAN y PRD. Como es sabido, en México, es el empresario Claudio X. González, hijo, quien es el poder que dirige las estrategias políticas y se las ha impuesto a los partidos políticos. “Vender” a Xóchitl como la izquierda de la 4T es una estrategia de lo más absurda, pero en ese camino se encuentran. Como se dice popularmente, es como querer enseñarles a las empresas que procesan conservas cómo deberían hacerlo. Al maestro Obrador, con más de 40 años en la lucha social, Xóchitl es una aprendiz.

La estrategia de Xóchitl, elaborada por el empresario oligarca Claudio X. González y su equipo es desarrollar una narrativa que la lleve a que el pueblo la identifique con los indígenas, los pobres, aquellos que vienen de abajo, sobresalen económicamente, los que hacen un esfuerzo por mudarse a los centros de población, estudiar y obtener un grado académico y más tarde escalar en la escala social y política. Bajo esa lógica, a la oligarquía mexicana le interesa ganar las elecciones, pero igualmente les importa parar la revolución que ha emprendido Obrador y él ha llamado de “las conciencias” y que tiene como protagonista al pueblo mexicano.

El problema para la oligarquía es que se les acabó el antiguo discurso que ahora Milei revive en Argentina. La receta de privatizar todo se acabó, en México, se demostró que es fatal para los pueblos la privatización y una excelente política para los ricos. No saben cómo responder ante el obradorismo porque no están enfrentando a un movimiento revolucionario tradicional que se plantea gobernar seis años tal como lo plantea la rutina de los sistemas democráticos o bipartidistas que se trató de imponer recientemente en México, gobernando seis años el PRI y otros seis el PAN. Lo que el obradorismo está poniendo en práctica es una estrategia de romper con la regla de la alternancia de las oligarquías para, bajo las reglas de la democracia, desarrollar un gobierno que tiene como sustento relevar al narcoestado por un Estado popular y profundamente identificado con las causas nobles, justas y populares.

Lo anterior, no se puede entender sin la figura de Obrador, quien no es otra cosa que una biografía política de la historia, la geografía y la vida social del mexicano. La actual revolución de las conciencias se inscribe en la lógica de otras revoluciones que antecedieron a la 4T, no siempre pacíficas de nuestra historia. En la actualidad, se eslabonan con lo que ha venido ocurriendo en Latinoamérica en la época reciente: en la era postrevolución cubana. Aunque no existe una estrategia de compartir estrategias, las políticas globalizadoras han creado un ambiente en esta parte del subcontinente en el que las poblaciones y nuevas generaciones de revolucionarios (Venezuela, Bolivia, Ecuador y México) han acoplado sus acciones en un mismo tiempo y sin necesariamente haberse puesto de acuerdo.

La derecha ha reaccionado, luego de la reunión que celebraron en México. Para ello han recurrido a máscaras perversas. El uso del huipil en la comunidad indígena, sobre todo en aquellas que lo producen como un objeto propio de su vestimenta, tiene que ver con el de representar su identidad. De la misma manera, los artesanos de algunas comunidades producen el huipil con fines económicos. En la mayoría de los casos de cooperativas de artesanos en donde el resultado final del proceso nada tiene que ver con la acumulación de capital. En su defecto, su exposición es utilizado como una herramienta de denuncia de la violencia en su contra (ver: Gerner, Vera. Construcción de significados identitarios a partir del arte: ¿cómo exponer huipiles a favor de quienes los usan? Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe, vol. 14, núm. 1, 2017).

El huipil en el caso de la candidata presidencial de la oligarquía, Xóchitl, es una máscara corporal. Su uso tiene que ver con colocarse una especie de antifaz corporal como parte de una estrategia perversa mayor: situarse a la izquierda o como más vinculada a los grupos sociales empobrecidos y castigados por el neoliberalismo. Una perversidad. Utilizar a los indígenas para hacer creer que es ella quien puede llevar a la 4T más allá de donde la ha colocado el obradorismo. Realmente se trata de una perversidad porque en última instancia lo que desean los grupos que la patrocinan es regresar a los empobrecidos a las antiguas cadenas que los mantuvieron sometidos durante décadas. El huipil que la identifica es, simbólicamente hablando, la piel del lobo de las antiguas narraciones europeas.

Xóchitl, ha repetido una y otra vez una antigua sentencia que ha traducido al leguaje mestizo dominante, pero impregnado de un lenguaje ofensivo, inferiorizante, amenazante y grosero, modificando su sentido original. Dice que en su gobierno no admitirá a personajes cercanos que sean corruptos, huevones o pendejos. Es la voz de las comunidades indígenas latinoamericanas, pero en un lenguaje pervertido de Xóchitl, de poder y dominio: “Ama Sua, Ama Llulla, Ama Que lla”, que se traduce como “No seas ladrón, No seas mentiroso, No seas flojo”. Lo expresado por la comunidad no tiene nada que ver con la perversidad como lo maneja Xóchitl, como poder. Ahí, esas palabras no se utilizan como el sentido agresor, intimidante, perverso, como ocurre en la cultura occidental, tipo Xóchitl.

El pueblo sabe que no se trata de una empresaria exitosa sino de una mujer que ha traicionado a su pueblo y ahora lo utiliza para querer engancharlo de nuevo a la vieja oligarquía que representan los partidos que la hicieron candidata. (Continuará).

Los movimientos sociales, indígenas en Latinoamérica y el Caribe han modificado sus estrategias de lucha por el poder, agrupados con otros sectores de la población como los mestizos pobres, principalmente. De la resistencia silenciosa durante la colonia, su participación en las guerras de independencia; desplazados por las élites criollas, mestizas, militares y religiosas; de haber respaldado guerrillas junto a grupos campesinos; ahora, los indígenas han concentrado sus esfuerzos en el poder. El ejemplo más reciente el gobierno boliviano y las tomas de la ciudad de Lima, luego del golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Pedro Castillo o los movimientos indígenas en Ecuador.

Nadie le puede negar a Xóchitl, la aspirante presidencial por el PRIANRD el que en su discurso apele a sus antecedentes que, dice ella, la vinculan a los pueblos indígenas de México. Lo anterior, en un contexto local, en el que los pueblos indígenas fueron los primeros, en la década de los años noventa, en iniciar una revuelta por el reconocimiento de sus territorios, como ocurrió con el zapatismo en México, también en Ecuador y Perú. Lo anterior, con el poner fin a las políticas de empobrecimiento y aniquilación que el neoliberalismo impuso a segmentos que ocupan la parte baja de la escala social, ensañándose con los indígenas a los que menospreció como pobres y hambrientos.

La participación indígena en estos procesos revolucionarios en Latinoamérica ha sido desigual. Muy importante en naciones como la boliviana en donde son mayoría y conquistaron el poder con Evo Morales al frente; con menos relevancia en Venezuela, en donde a pesar del origen afro de Chávez tuvo poco peso el pensamiento indígena o afrolatino en sus políticas sin negar medidas importantes hacia el campo que en su momento aplicó. Se enfocó más hacia el socialismo. En Ecuador el matiz ciudadano de la revolución no se acopló con la comunidad indígena, un poco debido a que, en mi opinión, ciudadano y comunidad son como el agua y el aceite, aún más si lo que prevalece es el discurso hegemónico ciudadano.

Xóchitl, que se dice trotskista y de origen indígena, tomó el camino de representar a la vieja oligarquía mexicana que tiene actualmente un enorme poder sobre los partidos tradicionales como lo son el PRI, PAN y PRD. Como es sabido, en México, es el empresario Claudio X. González, hijo, quien es el poder que dirige las estrategias políticas y se las ha impuesto a los partidos políticos. “Vender” a Xóchitl como la izquierda de la 4T es una estrategia de lo más absurda, pero en ese camino se encuentran. Como se dice popularmente, es como querer enseñarles a las empresas que procesan conservas cómo deberían hacerlo. Al maestro Obrador, con más de 40 años en la lucha social, Xóchitl es una aprendiz.

La estrategia de Xóchitl, elaborada por el empresario oligarca Claudio X. González y su equipo es desarrollar una narrativa que la lleve a que el pueblo la identifique con los indígenas, los pobres, aquellos que vienen de abajo, sobresalen económicamente, los que hacen un esfuerzo por mudarse a los centros de población, estudiar y obtener un grado académico y más tarde escalar en la escala social y política. Bajo esa lógica, a la oligarquía mexicana le interesa ganar las elecciones, pero igualmente les importa parar la revolución que ha emprendido Obrador y él ha llamado de “las conciencias” y que tiene como protagonista al pueblo mexicano.

El problema para la oligarquía es que se les acabó el antiguo discurso que ahora Milei revive en Argentina. La receta de privatizar todo se acabó, en México, se demostró que es fatal para los pueblos la privatización y una excelente política para los ricos. No saben cómo responder ante el obradorismo porque no están enfrentando a un movimiento revolucionario tradicional que se plantea gobernar seis años tal como lo plantea la rutina de los sistemas democráticos o bipartidistas que se trató de imponer recientemente en México, gobernando seis años el PRI y otros seis el PAN. Lo que el obradorismo está poniendo en práctica es una estrategia de romper con la regla de la alternancia de las oligarquías para, bajo las reglas de la democracia, desarrollar un gobierno que tiene como sustento relevar al narcoestado por un Estado popular y profundamente identificado con las causas nobles, justas y populares.

Lo anterior, no se puede entender sin la figura de Obrador, quien no es otra cosa que una biografía política de la historia, la geografía y la vida social del mexicano. La actual revolución de las conciencias se inscribe en la lógica de otras revoluciones que antecedieron a la 4T, no siempre pacíficas de nuestra historia. En la actualidad, se eslabonan con lo que ha venido ocurriendo en Latinoamérica en la época reciente: en la era postrevolución cubana. Aunque no existe una estrategia de compartir estrategias, las políticas globalizadoras han creado un ambiente en esta parte del subcontinente en el que las poblaciones y nuevas generaciones de revolucionarios (Venezuela, Bolivia, Ecuador y México) han acoplado sus acciones en un mismo tiempo y sin necesariamente haberse puesto de acuerdo.

La derecha ha reaccionado, luego de la reunión que celebraron en México. Para ello han recurrido a máscaras perversas. El uso del huipil en la comunidad indígena, sobre todo en aquellas que lo producen como un objeto propio de su vestimenta, tiene que ver con el de representar su identidad. De la misma manera, los artesanos de algunas comunidades producen el huipil con fines económicos. En la mayoría de los casos de cooperativas de artesanos en donde el resultado final del proceso nada tiene que ver con la acumulación de capital. En su defecto, su exposición es utilizado como una herramienta de denuncia de la violencia en su contra (ver: Gerner, Vera. Construcción de significados identitarios a partir del arte: ¿cómo exponer huipiles a favor de quienes los usan? Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe, vol. 14, núm. 1, 2017).

El huipil en el caso de la candidata presidencial de la oligarquía, Xóchitl, es una máscara corporal. Su uso tiene que ver con colocarse una especie de antifaz corporal como parte de una estrategia perversa mayor: situarse a la izquierda o como más vinculada a los grupos sociales empobrecidos y castigados por el neoliberalismo. Una perversidad. Utilizar a los indígenas para hacer creer que es ella quien puede llevar a la 4T más allá de donde la ha colocado el obradorismo. Realmente se trata de una perversidad porque en última instancia lo que desean los grupos que la patrocinan es regresar a los empobrecidos a las antiguas cadenas que los mantuvieron sometidos durante décadas. El huipil que la identifica es, simbólicamente hablando, la piel del lobo de las antiguas narraciones europeas.

Xóchitl, ha repetido una y otra vez una antigua sentencia que ha traducido al leguaje mestizo dominante, pero impregnado de un lenguaje ofensivo, inferiorizante, amenazante y grosero, modificando su sentido original. Dice que en su gobierno no admitirá a personajes cercanos que sean corruptos, huevones o pendejos. Es la voz de las comunidades indígenas latinoamericanas, pero en un lenguaje pervertido de Xóchitl, de poder y dominio: “Ama Sua, Ama Llulla, Ama Que lla”, que se traduce como “No seas ladrón, No seas mentiroso, No seas flojo”. Lo expresado por la comunidad no tiene nada que ver con la perversidad como lo maneja Xóchitl, como poder. Ahí, esas palabras no se utilizan como el sentido agresor, intimidante, perverso, como ocurre en la cultura occidental, tipo Xóchitl.

El pueblo sabe que no se trata de una empresaria exitosa sino de una mujer que ha traicionado a su pueblo y ahora lo utiliza para querer engancharlo de nuevo a la vieja oligarquía que representan los partidos que la hicieron candidata. (Continuará).