La arquitectura vernácula es uno de los tesoros del pueblo; este estilo de construcción se refiere al conjunto de técnicas y materiales identitarios en una región particular. En el caso de Tlaxcala, se han creado fuertes monumentos de lo tradicional a lo largo y ancho del territorio.
En Cimientos de la memoria, destaca el centro-sur de Tlaxcala por su amplio tendido de hornos de piedra y temazcales donde los materiales predominantes son la madera proveniente de la zona boscosa del Matlalcueyetl; el adobe hecho con tierra de los cerros adyacentes; y piedra obtenida de cauces o barrancas. Estos componentes naturales también son empleados para construir casas, bardas y corrales, los cuales están adaptados a los requerimientos del lugar.
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Temazcal
Este elemento indispensable de los hogares tradicionales es una media esfera con dos aberturas, una que sirve como acceso de la persona y otra donde se enciende leña para calentarlo. El texitle o chimenea desde prende el fuego no se comunica directamente con la estancia interior del temazcal, sino que el calor se distribuye a través de los materiales: la piedra y el adobe.
Varios municipios pertenecientes a la zona aún conservan y utilizan los cálidos baños de temazcal, entre ellos se encuentra Zacatelco, Santo Toribio Xicohtzinco, San Pablo del Monte, Mazatecochco, Papalotla, Tenancingo, Teolocholco, Totolac, Tlaxcala y Tetlanohcan.
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Hornos de pan
Fueron los romanos quienes desarrollaron los primeros hornos de piedra en la historia; sin embargo, cada cultura ha tenido que adaptar materiales, climas y tamaños a sus particulares necesidades. Su estructura tradicional es similar a la del temazcal sin una de las aberturas.
En el terreno de la arquitectura vernácula, San Juan Huactzinco es un municipio que destaca por sus numerosos hornos hechos de piedra y adobe para cocer pan. Hasta hace algunos años, su funcionamiento solo era posible con leña; pero actualmente el sustituto por antonomasia es el gas.
Patrimonio vernáculo construido
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La construcción a base de adobe, paja, madera, piedra, hojas, ixtle, carrizo, zacate o nopal era la única opción de las familias. Además, muchas veces eran los mismos dueños quienes elaboraban sus hogares en la medida de lo necesario.
A esas obras humanas adaptadas al medio ambiente son las consideradas patrimonio vernáculo contraído, pues sus características realmente representan un hábitat diseñado por y para las pequeñas sociedades.
Con el crecimiento poblacional en los últimos años, las unidades habitacionales han poblado el paisaje de nuestro estado y quien opta por lo vernáculo debe poseer un estatus económico alto para costear el traslado, maniobra y mantenimiento de los materiales.
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En ese sentido, el principal reto que debe superar el patrimonio vernáculo es la noción de actualidad mal entendida por las familias y diseñadores que generan rechazo hacia lo nativo alterando lo antiguo con estilos modernos.
Por otro lado, estudios como el de la Unidad de Culturas Populares de Tlaxcala se convierten en poderosas herramientas al momento de investigar sobre la la realidad social, cultural y ambiental de nuestros municipios, ricos en historia y conocimientos para compartir.
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