Daniel Evo pasó su infancia en Iztapalapa pues sus padres, originarios de Tlaxcala, migraron hacia la Ciudad de México donde el ahora artista se formó en diferentes vertientes como la pintura, escultura, el performance e incluso la danza butoh.
Luego de más de tres décadas, Daniel Evo regresa a Tepeyanco, la tierra natal de su padre, donde inspirado por la antigua casa familiar comenzó a crear arte a partir de lo que describe como una conexión espiritual con sus antepasados.
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“Tenía muchos sueños de esta casa, la veía inundada, abandonada y dije: necesito volver; cuando vine aquí en mayo del año pasado tuve una recepción muy bonita de la naturaleza, como un encuentro mágico, porque siento que están conectados con mis ancestros y con mi linaje porque en esos terrenos vivieron desde mis bisabuelos o quizá desde antes”, compartió el artista en una charla con El Sol de Tlaxcala.
La obra generada a su regreso a Tepeyanco es el videoperformance "Hechizo de ajuste: oro_agua_insulina_litio", en la que Daniel Evo reconecta con su tierra y con sus antepasados.
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“Las secuencias coreográficas para este video fueron grabadas usando los báculos o tutores integrados que construí para esta exposición, en un campo de cultivo que me heredó mi padre en Tepeyanco.
Él, mi abuelo y muchos de mis ancestros trabajaban la tierra, vivían del campo; casi todos los primos de mi edad migraron a Estados Unidos para trabajar en otras actividades. Hoy me encuentro de vuelta en este lugar, viviendo en una casa que también fue casa de mis abuelos, reconectando, comprendiendo y sanando mi vínculo con esta tierra y mis ancestros”.
La obra de Daniel Evo parte de su observación de las dinámicas del territorio y la interacción del ser humano con su entorno, es por ello que en su propuesta estética incluye metáforas sobre el espacio arquitectónico al igual que incorpora plantas para plasmar su visión sobre la domesticación del cuerpo humano.
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El performance, escultura y video han sido los lenguajes preferidos por el artista y que podemos ver en varias de sus obras como “Proyecto Mantis” y “Constructopía”; mientras que su exploración artística con plantas la encontramos en “Síndrome de Domesticación”.
“Podría denominar mi acercamiento a las plantas como una danza silenciosa, en donde estoy atento con todos mis sentidos mientras las posiciono, riego, limpio, trasplanto. Encontré una relación de similitud entre las actividades de plantar y esculpir”.
El artista ha presentado su obra en diversos espacios independientes de la Ciudad de México, ha presentado su trabajo de performance en Roma, Italia, y recientemente en Tlaxcala en la galería Templo Rojo.
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Al lado del artista Jhoel Zempoalteca, Daniel Evo presenta la exposición “Historia de un lugar que no existe (aún)”, en la que a través de la construcción de los tradicionales matachines, ambos creadores reflexionan sobre la historia y cultura tlaxcalteca.
“Tuve la oportunidad de reconectar con los matachines, que es esta expresión popular en algunos pueblos como Tepeyanco, que son unas botargas gigantes hechas con carrizo y papel maché para anunciar las fiestas patronales. Mi papá los hacía cuando yo era niño, de ahí viene mi interés por la escultura y el cuerpo”.
La exposición “Historia de un lugar que no existe (aún)” se encuentra abierta al público en la galería Templo Rojo, ubicada en el centro de la ciudad de Tlaxcala.
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El trabajo de Daniel Evo puede conocerse a detalle en su sitio web http://dnl3vo.com/