Cada año en Huamantla, la Virgen de La Caridad luce nuevos atuendos bordados artesanalmente. Durante su paseo por las calles designadas a la procesión, tampoco podría faltar en su imagen la reluciente cabellera. Socorro Torres Hernández es la artesana encargada de la importante labor de tejido y, en entrevista para El Sol de Tlaxcala, comparte el proceso que sigue desde hace más de tres décadas.
Tengo más de 30 años elaborando con muchísimo gusto a la Virgen sus pelucas (…) desde cortar el cabello, tejer, sacar todas las extensiones hasta hacer una gorrita que es la base; luego empezarlas a coser y darles forma de manera que quede una peluquita, comienza explicando doña Coco frente al bastidor que utiliza todos los días durante los meses previos a agosto.
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Ella explica que su padre fue ebanista y, en el pueblo mágico, realizaba también alfombras de aserrín pintado de colores. Mientras acompañaba a su padre, la pequeña se sentaba a contemplar la imagen de la Virgen al tiempo que se preguntaba de qué forma podría acercarse más a ella: “yo digo que la Virgen sí nos escucha. Yo decía «qué podré hacer por ella» y ahora aquí estoy hasta que Dios quiera.”
A medida que la artesana explica el origen de esa tradición personal, recalca que su compromiso con la Virgen es inapelable: de hecho yo no salgo a ningún lado, ni a la esquina porque digo «vaya a pasar algo y no entrego esta labor y sin la peluca de la Virgen qué van a hacer» (…) ya después del 12 ya estoy libre para salir.
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NIÑAS HUAMANTLECAS DONAN EL CABELLO
Para que el 12 de agosto a las diez de la mañana la imagen se encuentre preparada, doña Coco recibe meses atrás el cabello donado de niñas huamantlecas. Ellas, previamente, lo cuidan trenzándolo todas las noches con aceite de coco, pues se proponen durante todo el año entregar un cabello limpio y saludable.
Una vez que han cortado el cabello (de mínimo treinta centímetros de largo), pequeñas mechas son tejidas en un bastidor elaborado con dos barras de madera fijas perpendicularmente en una superficie plana y atravesadas por tres tiras de hilos cáñamo que, más tarde, será una cortina de cabello de seis metros lista para ser cocida a una capucha de tul.
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La pequeña peluca, de no más de veinte centímetros de diámetro, debe lavarse varias veces, teñirse para uniformar el color, peinarse con tenaza caliente y perfumarse antes de ser colocada.
Cabe destacar que esta actividad es voluntaria y, aunque doña Coco nunca ha cobrado por su trabajo, es para ella un orgullo saber que las tradiciones artesanales se mantienen vigentes: “como yo estoy siempre presente sé a dónde va a parar mi trabajo y es muy importante que las personas se den cuenta que el trabajo de aquí para la Virgen es de todos los que laboramos. Yo siento que la Virgen nos da su bendición y nosotros con gusto ofrecemos”, agrega.
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Finalmente, como en cualquier equipo, hay que recordar que las actividades de cada integrante son valiosas para el resultado, por eso doña Coco nombra a quienes, junto a ella, han permitido que se mantenga viva esta tradición. Cheli García, la señora Marce Torres, Anita Romano, la licenciada Kari Fernández, la profesora Olivia García y la licenciada Susy Juárez, hay más, pero ellas siempre están al pendiente y laborando (...) no soy yo la única, gracias a ellas todo esto es posible, reconoce.
“No guardes secretos porque los secretos en la tumba no florecen”, dice la artesana huamantleca para cerrar la entrevista, pues asegura que los secretos se deben compartir y, así como a ella le gustaría seguir aprendiendo, espera que los conocimientos sean siempre socializados y mejorados a través del tiempo en nombre del pueblo mágico.
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LA PELUCA
- Mide menos de veinte centímetros de diámetro y debe lavarse varias veces, teñirse para uniformar el color, peinarse con tenaza caliente y perfumarse antes de ser colocada.
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