La discapacidad no es el panteón de los sueños y mucho menos terreno fértil para la infelicidad, considera Antonio Flores Flores.
A dos años de sufrir un accidente que lo postró en una silla de ruedas para toda su vida, Toño ha aprendido que la vida “es un regalo” que se debe vivir a cada momento.
Amante del rock urbano y ska, Antonio Flores es uno de los 68 mil tlaxcaltecas (5.4 de la población total según cifras oficiales) que padecen algún tipo de discapacidad.
No solo eso, el originario de Chiautempan también fue uno de los más de 26 mil asistentes al memorable concierto gratuito que ofrecieron recientemente en el recinto ferial de Tlaxcala dos de sus bandas preferidas: Inspector y Haragán y Cía.
Los obstáculos que padeció Antonio y el encierro de casi un año en su habitación fueron superados con el apoyo de su esposa y sus dos jóvenes hijos que lo inyectaron de actitud positiva, terapias y mucho rock.
Por eso acudió a ese concierto en el que, sin siquiera pensarlo, logró uno de sus grandes sueños: cantar al lado de sus bandas preferidas.
Hoy Antonio se siente más vivo que nunca y asegura que quien piense que una persona con discapacidad es infeliz está muy equivocado, pues en la paradoja de la existencia hay gente con impedimentos físicos con calidad de vida, a veces mucho mejor que la de los no discapacitados.
AL PRINCIPIO FUE MUY DIFÍCIL
En entrevista con El Sol de Tlaxcala, Antonio Flores recordó que en 2016 se encontraba en su centro de trabajo, una fábrica de la comuna sarapera dedicada a la elaboración de textiles.
Ese día -contó- un señor que prácticamente le dobla la edad iba a la azotea a acomodar una pieza metálica, pero él se ofreció a ayudarlo porque sabía de la peligrosidad.
De pronto, piso por error el frágil domo de un baño y cayó de una altura de cinco metros, rompiéndose la medula espinal.
¿Cómo fue ese golpe para ti?
Fue muy duro, me cambió la vida por completo. Me dijeron que no volvería a caminar y que ni siquiera iba a poder estar sentado; sin embargo, he podido salir adelante y con unos cursos de manejo de silla de ruedas me puedo valer por mí mismo
De hecho, reveló que al principio vivió muchos obstáculos porque no le era posible acostarse, cambiarse, ponerse un zapato por sí solo o incluso ir al baño.
Esa situación le generó una gran decepción porque pensaba que ya no era el mismo de antes, al grado de vivir en un encierro por casi un año, exigiéndole a sus familiares que no quería que nadie lo molestara o visitara.
No obstante, una vez que logró asimilar el porqué de lo ocurrido, Antonio se dio cuenta que está vivo y eso es lo más importante de la existencia humana.
Yo creo y estoy convencido de que la actitud de uno como discapacitado puede cambiar o no nuestros sueños… hay que disfrutar la vida, sea de pie o en silla de ruedas, sin pies, sin vista o sin manos, si estamos vivos hay que disfrutarlo y disfrutar a nuestros seres queridos nada más
EL ROCK NO ME LEVANTA DE LA SILLA, PERO SÍ EL ÁNIMO
Antonio Flores, de 36 años de edad y vecino de Santa Cruz Guadalupe, nunca se ha dado por vencido y su gusto por el rock lo ha llevado a seguir disfrutando de este tipo de conciertos.
El rock es el género de música que me encanta, es para mí un estilo de vida, una filosofía más que nada… el rock and roll no me levante de la silla, pero sí el ánimo
, expresó al tiempo de secarse algunas lágrimas.
-¿Desde cuándo sigues al Haragán e Inspector?
Desde que tenía 10 o 12 años los he seguido y en otras ocasiones he tenido el gusto de estar en sus conciertos y bailar slam, pero esta vez fue especial porque yo pensé que nunca más lo podía volver a disfrutar y por eso estoy alegre
ME SIENTO MÁS VIVO QUE NUNCA
Al reflexionar sobre la discapacidad, Antonio refirió que mucha gente piensa que la vida se acaba después de un problema que pareciera no tener solución o un accidente, pero “eso no es verdad.
Tiene en la columna vertebral una barra estabilizadora con seis tornillos, operación que hace que pueda doblarse y trate de recobrar su vida como antes, aunque sin ir a trabajar ni poder caminar.
Actualmente Antonio está pensionado y una vez que logró salir anímicamente de su situación depresiva se dedica a apoyar a pacientes en su misma condición mediante terapias y pláticas.
No me había sentido tan vivo después de mi lesión como en ese concierto, a veces pensamos que la vida se acaba después de un accidente, pero no es verdad, seguimos vivos y por eso yo me emociono, porque sé que si yo hace un año estaba tirado en una cama prácticamente encerrado y luego estuve ante miles de personas y fui el centro de la atención, si yo lo pude lograr cualquier puede salir adelante
Estoy convencido de que la actitud de uno como discapacitado puede cambiar o no nuestros sueños… hay que disfrutar la vida, sea de pie o en silla de ruedas, sin pies, sin vista o sin manos, si estamos vivos hay que disfrutarlo y disfrutar a nuestros seres queridos nada más
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