/ miércoles 20 de noviembre de 2019

Antípodas | Quebrando a la CNDH

Al diablo con sus instituciones

Andrés Manuel López Obrador

Si bien es cierto que la democracia no es perfecta, es en realidad el menos malo de los sistemas políticos que podemos darnos. Uno de los elementos intrínsecos a la democracia es la construcción de instituciones sólidas que permitan primero el relevo del poder en condiciones de normalidad y paz, y segundo, que esas instituciones contribuyan a la generación de contrapesos al poder, siendo autónomas e independientes en su actuar, y marcando límites a los gobernantes, siendo garantes de los ciudadanos.

Ese es precisamente el papel que debe tener la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en el marco del entramado institucional de nuestro país. Su creación tuvo como eje la consolidación de un ente que, como organismo autónomo protegiera los derechos humanos de las personas, frente a los actos u omisiones de las autoridades del Estado y los servidores públicos. Su creación data de la reforma constitucional de 1992 al artículo 102 apartado B, que la convirtió en un organismo descentralizado del gobierno, con personalidad jurídica, y es hasta 1999 cuando la siguiente reforma le concedió su actual autonomía presupuestaria y de gestión, desvinculándola definitivamente del Poder Ejecutivo. Y es precisamente esta desvinculación de donde proviene su principal fuerza, parte de su credibilidad y su rol de contrapeso frente a los abusos del Estado.

En su primera etapa como organismo descentralizado, por esa institución han pasado personajes connotados como Jorge Carpizo McGregor, Jorge Madrazo Cuéllar o Mirielle Roccatti; ya en su etapa de plena autonomía, tres personajes han presidido la institución con un bagaje académico y ampliamente reconocidos por su experticia en la materia, como son José Luis Soberanes Fernández, Raúl Plascencia Villanueva y Luis Raúl González Pérez. La CNDH, está acreditada ante las Naciones Unidas con el estatus "A" por el Comité Internacional de Coordinación de las Instituciones Nacionales para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos, y a lo largo de los años ha construido cierto nivel de prestigio.

  • Morena actuó a la más vieja usanza del priismo, con marrullerías y mapacherías, aplicó el famoso adagio calderonista del “haiga sido como haiga sido”.

Sin embargo, hoy la Comisión vive tal vez uno de sus momentos más oscuros, tristes y de incertidumbre. El nombramiento de su nueva titular, Rosario Piedra Ibarra, quedó manchada de origen. Me explico, nadie cuestiona el compromiso de su madre doña Rosario Ibarra de Piedra como activista de los derechos humanos, la hoy ombudsperson también formó parte del comité de la organización Eureka, que lucha por la verdad en favor de víctimas de desaparición forzada; sin embargo, Piedra Ibarra es a todas luces una mujer con convicciones militantes, lo cual no tendría ninguna objeción, sino porque quien preside este organismo debe estar alejada de filias y fobias; además, estando afiliada al partido político gobernante, desempeñaba también cargos de dirección y conducción política, violentado con ellos los requisitos de elegibilidad; si a eso le añadimos que apenas en 2018 fue candidata de Morena a diputada federal y que en sus redes sociales expresa opiniones de fervor respecto del líder de su movimiento López Obrador, entonces lo que tenemos no es una titular independiente, sino una fan declarada del presidente de la república.

Aunado a lo anterior, el proceso para su designación en el Senado se enlodó por decir lo menos, Morena actuó a la más vieja usanza del priismo, con marrullerías y mapacherías, aplicó el famoso adagio calderonista del “haiga sido como haiga sido” e impuso a la nueva presidenta de la CNDH, que hoy es cuestionada por la oposición, por organismos de activistas de derechos humanos nacionales e internacionales, y desnudó de nueva cuenta lo que he denominado el talante antidemocrático de Morena en todo el país.

Las señales no son alentadoras, se sigue demostrando el desprecio que tiene López Obrador por las instituciones, hoy desde el poder aplica a la luz de todos sus preceptos de “al diablo con sus instituciones”, buscando dominarlas a placer. Controla ya la CNDH, lo había logrado antes con la Comisión Reguladora de Energía, y ha desvelado su intención de ir por el INE, el INAI y todo lo que se mueva como resquicios de equilibrio para su poder, que pretende sea omnímodo, autoritario como es en su personalidad. En el 2021, los ciudadanos deben, debemos hablar con fuerza, y enviar un mensaje de que no permitiremos el retroceso político en México, que nos regrese a un régimen de autoritarismo sin razón.


Al diablo con sus instituciones

Andrés Manuel López Obrador

Si bien es cierto que la democracia no es perfecta, es en realidad el menos malo de los sistemas políticos que podemos darnos. Uno de los elementos intrínsecos a la democracia es la construcción de instituciones sólidas que permitan primero el relevo del poder en condiciones de normalidad y paz, y segundo, que esas instituciones contribuyan a la generación de contrapesos al poder, siendo autónomas e independientes en su actuar, y marcando límites a los gobernantes, siendo garantes de los ciudadanos.

Ese es precisamente el papel que debe tener la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en el marco del entramado institucional de nuestro país. Su creación tuvo como eje la consolidación de un ente que, como organismo autónomo protegiera los derechos humanos de las personas, frente a los actos u omisiones de las autoridades del Estado y los servidores públicos. Su creación data de la reforma constitucional de 1992 al artículo 102 apartado B, que la convirtió en un organismo descentralizado del gobierno, con personalidad jurídica, y es hasta 1999 cuando la siguiente reforma le concedió su actual autonomía presupuestaria y de gestión, desvinculándola definitivamente del Poder Ejecutivo. Y es precisamente esta desvinculación de donde proviene su principal fuerza, parte de su credibilidad y su rol de contrapeso frente a los abusos del Estado.

En su primera etapa como organismo descentralizado, por esa institución han pasado personajes connotados como Jorge Carpizo McGregor, Jorge Madrazo Cuéllar o Mirielle Roccatti; ya en su etapa de plena autonomía, tres personajes han presidido la institución con un bagaje académico y ampliamente reconocidos por su experticia en la materia, como son José Luis Soberanes Fernández, Raúl Plascencia Villanueva y Luis Raúl González Pérez. La CNDH, está acreditada ante las Naciones Unidas con el estatus "A" por el Comité Internacional de Coordinación de las Instituciones Nacionales para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos, y a lo largo de los años ha construido cierto nivel de prestigio.

  • Morena actuó a la más vieja usanza del priismo, con marrullerías y mapacherías, aplicó el famoso adagio calderonista del “haiga sido como haiga sido”.

Sin embargo, hoy la Comisión vive tal vez uno de sus momentos más oscuros, tristes y de incertidumbre. El nombramiento de su nueva titular, Rosario Piedra Ibarra, quedó manchada de origen. Me explico, nadie cuestiona el compromiso de su madre doña Rosario Ibarra de Piedra como activista de los derechos humanos, la hoy ombudsperson también formó parte del comité de la organización Eureka, que lucha por la verdad en favor de víctimas de desaparición forzada; sin embargo, Piedra Ibarra es a todas luces una mujer con convicciones militantes, lo cual no tendría ninguna objeción, sino porque quien preside este organismo debe estar alejada de filias y fobias; además, estando afiliada al partido político gobernante, desempeñaba también cargos de dirección y conducción política, violentado con ellos los requisitos de elegibilidad; si a eso le añadimos que apenas en 2018 fue candidata de Morena a diputada federal y que en sus redes sociales expresa opiniones de fervor respecto del líder de su movimiento López Obrador, entonces lo que tenemos no es una titular independiente, sino una fan declarada del presidente de la república.

Aunado a lo anterior, el proceso para su designación en el Senado se enlodó por decir lo menos, Morena actuó a la más vieja usanza del priismo, con marrullerías y mapacherías, aplicó el famoso adagio calderonista del “haiga sido como haiga sido” e impuso a la nueva presidenta de la CNDH, que hoy es cuestionada por la oposición, por organismos de activistas de derechos humanos nacionales e internacionales, y desnudó de nueva cuenta lo que he denominado el talante antidemocrático de Morena en todo el país.

Las señales no son alentadoras, se sigue demostrando el desprecio que tiene López Obrador por las instituciones, hoy desde el poder aplica a la luz de todos sus preceptos de “al diablo con sus instituciones”, buscando dominarlas a placer. Controla ya la CNDH, lo había logrado antes con la Comisión Reguladora de Energía, y ha desvelado su intención de ir por el INE, el INAI y todo lo que se mueva como resquicios de equilibrio para su poder, que pretende sea omnímodo, autoritario como es en su personalidad. En el 2021, los ciudadanos deben, debemos hablar con fuerza, y enviar un mensaje de que no permitiremos el retroceso político en México, que nos regrese a un régimen de autoritarismo sin razón.


ÚLTIMASCOLUMNAS