/ sábado 27 de enero de 2024

“Azúcar y estrellas”, la exquisita película de Tulard

Este 26 de enero se celebró en México el Día Nacional del Chef, oportunidad para aplaudir a quienes nos deleitan con sus instintos culinarios que, con el paso del tiempo, se convierten en delirios. Pero también para recordar una de las obras más enternecedoras que ha dejado el cine biográfico en los últimos años: “Azúcar y estrellas”, del cineasta Sébastien Tulard.

La película que retrata la vida del afamado repostero y chef Yazid Ichemrahen, interpretado espléndidamente por Sébastien Tulard, está ubicada bajo el cobijo de la ciudad de las luces y el amor en los años 90.

Desde pequeño, Yazid tenía una sola pasión: la repostería. Yazid también tenía un problema: el rencor a su madre ausente. El resultado de la combinación: la historia más agridulce de todo Francia.

Criado entre una familia adoptiva y varios hogares de acogida para jóvenes “problema”, nada lo predestinó para esa carrera. Sin embargo, su determinación, talento e ingenio lo ayudaron a tejer una red de apoyo externa a su hogar y tener éxito en el elitista mundo de la repostería, así como a deshacerse del tortuoso pasado del que fue esclavo durante su adolescencia.

Para lograrlo, tuvo que hacerse de una reputación, conseguir un patrocinador y participar en un prestigioso concurso internacional. Durante el proceso, y quizá para demostrarnos que sobre los hombros solo se puede cargar con luz, Yazid instauró un hogar temporal bajo las estrellas de París.

En este sitio la película finalmente ingresa a las memorias del joven y nos revela lo que ocurre en la cabeza de un genio, pues a pesar de que su tema es la cocina, el desarrollo de la cinta no transcurre como un ordenado recetario, sino que se construye a partir de saltos en el tiempo.

Este vaivén de voces hace juego con el maravilloso trabajo de fotografía que hará babear a los espectadores en cada cuadro donde se muestran los exquisitos platillos del chef.

A partir de esas preciosas y coloridas imágenes, “Azúcar y estrellas” resulta poderosamente inspiradora para todos quienes alguna vez han perdido el rumbo de sus pasiones y de donde destacan citas que bien podrían imprimirse en un colosal libro de autoayuda. Y es que no hay mejor ejemplo para ilustrar que “el cielo no es el límite mientras haya huellas en la Luna”.


Este 26 de enero se celebró en México el Día Nacional del Chef, oportunidad para aplaudir a quienes nos deleitan con sus instintos culinarios que, con el paso del tiempo, se convierten en delirios. Pero también para recordar una de las obras más enternecedoras que ha dejado el cine biográfico en los últimos años: “Azúcar y estrellas”, del cineasta Sébastien Tulard.

La película que retrata la vida del afamado repostero y chef Yazid Ichemrahen, interpretado espléndidamente por Sébastien Tulard, está ubicada bajo el cobijo de la ciudad de las luces y el amor en los años 90.

Desde pequeño, Yazid tenía una sola pasión: la repostería. Yazid también tenía un problema: el rencor a su madre ausente. El resultado de la combinación: la historia más agridulce de todo Francia.

Criado entre una familia adoptiva y varios hogares de acogida para jóvenes “problema”, nada lo predestinó para esa carrera. Sin embargo, su determinación, talento e ingenio lo ayudaron a tejer una red de apoyo externa a su hogar y tener éxito en el elitista mundo de la repostería, así como a deshacerse del tortuoso pasado del que fue esclavo durante su adolescencia.

Para lograrlo, tuvo que hacerse de una reputación, conseguir un patrocinador y participar en un prestigioso concurso internacional. Durante el proceso, y quizá para demostrarnos que sobre los hombros solo se puede cargar con luz, Yazid instauró un hogar temporal bajo las estrellas de París.

En este sitio la película finalmente ingresa a las memorias del joven y nos revela lo que ocurre en la cabeza de un genio, pues a pesar de que su tema es la cocina, el desarrollo de la cinta no transcurre como un ordenado recetario, sino que se construye a partir de saltos en el tiempo.

Este vaivén de voces hace juego con el maravilloso trabajo de fotografía que hará babear a los espectadores en cada cuadro donde se muestran los exquisitos platillos del chef.

A partir de esas preciosas y coloridas imágenes, “Azúcar y estrellas” resulta poderosamente inspiradora para todos quienes alguna vez han perdido el rumbo de sus pasiones y de donde destacan citas que bien podrían imprimirse en un colosal libro de autoayuda. Y es que no hay mejor ejemplo para ilustrar que “el cielo no es el límite mientras haya huellas en la Luna”.