/ martes 18 de junio de 2019

El Gobierno de México, de rodillas

Un acuerdo migratorio para crear un muro humano

Es innegable que estamos en medio de una crisis de gobierno -interna y externa-, de pronóstico reservado; entre otros muchos factores, por las cuestiones migratorias y de inseguridad. Emigrar es salir de un estado o de un país para ir a otro, en el que se piensa que hay mejores condiciones de vida, de estudio o de trabajo, con la garantía del respeto y la salvaguarda de derechos humanos; en nuestro caso, México es un país de origen y tránsito de muchos migrantes que quieren llegar a la “tierra prometida”, es decir, a Estados Unidos. Cuando en el traslado existe temor fundado sobre la seguridad personal y/o de familia, se aplican instrumentos jurídicos para la adecuada protección a la migración forzada o desplazada que, con toda seguridad, buscará asilo en otro país; la simple solicitud internacional debería bastar para ingresar a otro territorio, en este caso Estados Unidos, y esperar ahí mismo la resolución de la situación migratoria. La realidad es otra. En los primeros meses de 2019, se incrementaron los flujos migratorios, sobre todo centroamericanos, en nuestro país: tenemos alrededor de 600 mil migrantes, e incluso hasta 800 mil según el Colegio de la Frontera Norte, número que rebasa la limitada capacidad de la autoridad mexicana para supervisar el tránsito ordenado, legal y seguro, como lo establece la Convención de Marruecos.

Reconozco la complejidad de la relación bilateral y la toma de decisiones entre ambas naciones, la situación es delicada; México debe garantizar el ingreso seguro de todas esas personas, tratarlas en condiciones de igualdad, de no discriminación, con absoluto respeto a sus derechos humanos; nuestra Constitución, en su artículo 11, señala que las limitaciones para entrar, salir o viajar por el país, serán establecidas en las leyes sobre emigración, inmigración y salubridad general de la República o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país; nuestra Ley de Migración, expedida en 2011, es instrumento jurídico de avanzada, garante de derechos humanos y de respeto a la dignidad humana de todo migrante. Estados Unidos, por su parte y para frenar el problema migratorio, ha condicionado la liberación del pago de aranceles sobre productos mexicanos, a cambio de que en nuestro país los migrantes esperen la resolución de las autoridades norteamericanas sobre su situación migratoria. Mezclar peras con manzanas, migración con relación comercial, me hace recordar las palabras de John Foster Dulles, secretario de Estado de Dwight Eisenhower en la década de los 50: “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”; así es como se llegó a un acuerdo migratorio en el que México conformará un muro humano en la frontera sur y será la sala de espera de los migrantes que soliciten asilo.

En la Comisión Permanente, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, fue a defender lo indefendible: una “estrategia” definida por el sometimiento ante la amenaza unilateral de medidas económicas; pobre defensa diplomática de un gobierno que cede a presiones externas; que dice ser un país que tiene puertas abiertas para los migrantes, pero lleva a 6 mil integrantes de la Guardia Nacional para cuidar la frontera sur ¿qué no la prioridad debiera ser la detención de delincuentes y no la contención de migrantes?. Parte de un acuerdo sobre tercer país seguro, aunque se niegue de manera oficial, es el compromiso de México para "recibir" a miles de migrantes más que esperarán la resolución de las autoridades migratorias de EU, aunque el presidente López Obrador afirme que para este fin cuenta con los recursos de un avión presidencial (que aún no se ha vendido y que por cierto, es una falacia, porque no puede venderse debido a que es parte de un crédito), por curiosidad, ¿con qué otros recursos se cuenta, si el Instituto Nacional de Migración (INM) también sufrió un recorte presupuestal significativo? ¿1,330 millones de pesos serán suficientes para cumplir su compromiso, cuando en el 2009, con el presidente Felipe Calderón, el INM tuvo 1,552 millones de pesos, y en 2018, con el presidente Enrique Peña, contó con 1,731 millones? ¿Cómo se financiarán y en dónde estarán los albergues? ¿Cómo van a garantizar la oportuna, funcional y efectiva atención de alimentos, techo, vestido, salud?

Desde cualquier óptica, el único triunfador es el presidente Donald Trump, quien busca su reelección presidencial para el 2020, que por fin logró que México levantara un muro humano -no en el norte, pero sí en el sur-, para cumplir con una plataforma electoral en contra de los migrantes, impulsada desde las entrañas de Palacio Nacional. Ya hasta se creó una Comisión Especial para cumplir el acuerdo con Estados Unidos, con representantes de la Guardia Civil, Secretaría del Trabajo, del Sistema Penitenciario, Relaciones Exteriores y la Secretaría de Bienestar. La pregunta es ¿dónde quedó la persona responsable de la Secretaría de Gobernación y, más aún, del Instituto Nacional de Migración? En este acuerdo se ha pasado por encima de la secretaria de Gobernación e incluso del comisionado del INM (quien por cierto ya presentó su renuncia) pues ¿quién, en su sano juicio y con un mínimo sentido de responsabilidad, podría seguir en un cargo en el que no es respetado, en donde no cuenta con los elementos necesarios para hacer su trabajo y en el que se reciben instrucciones en las mañaneras ocurrencias de su jefe?

Por su parte, tal como lo señaló el diputado Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, "Gobernación ha sido privada ilegalmente de sus funciones (en materia migratoria). De facto, esas atribuciones las ha absorbido la Secretaría de Relaciones Exteriores", pero lo lamentable fue la respuesta del presidente: "se despiertan celos y sentimientos". La invasión de facultades no es un asunto de emociones ¡qué pena tener la aceptación presidencial para incumplir con lo dispuesto en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal! ¡Qué mal que la misma secretaria de Gobernación, mujer con experiencia y prestigio, hoy se preste a ser ignorada y rebasada! La atención de problemas complejos, sin análisis serios y profundos, es recurrente en este gobierno, son ocurrencias, acompañadas de juicios que culpan a los que no acompañan; que señalan el pasado desde el rencor; que promueve la confrontación ya no solo entre la población, sino entre sus colaboradores y olvida la defensa digna de la República.

SEAMOS SERIOS

En un recuento de países gobernados por fuerzas políticas de izquierda, los gobiernos no despiden a miles de funcionarios, no militarizan la seguridad pública, no eliminan programas sociales (y menos los que apoyan a mujeres), no recortan gastos en salud y no criminalizan a migrantes, más bien defienden la soberanía nacional. Morena dice que es un partido de izquierda. Seamos serios.

Un acuerdo migratorio para crear un muro humano

Es innegable que estamos en medio de una crisis de gobierno -interna y externa-, de pronóstico reservado; entre otros muchos factores, por las cuestiones migratorias y de inseguridad. Emigrar es salir de un estado o de un país para ir a otro, en el que se piensa que hay mejores condiciones de vida, de estudio o de trabajo, con la garantía del respeto y la salvaguarda de derechos humanos; en nuestro caso, México es un país de origen y tránsito de muchos migrantes que quieren llegar a la “tierra prometida”, es decir, a Estados Unidos. Cuando en el traslado existe temor fundado sobre la seguridad personal y/o de familia, se aplican instrumentos jurídicos para la adecuada protección a la migración forzada o desplazada que, con toda seguridad, buscará asilo en otro país; la simple solicitud internacional debería bastar para ingresar a otro territorio, en este caso Estados Unidos, y esperar ahí mismo la resolución de la situación migratoria. La realidad es otra. En los primeros meses de 2019, se incrementaron los flujos migratorios, sobre todo centroamericanos, en nuestro país: tenemos alrededor de 600 mil migrantes, e incluso hasta 800 mil según el Colegio de la Frontera Norte, número que rebasa la limitada capacidad de la autoridad mexicana para supervisar el tránsito ordenado, legal y seguro, como lo establece la Convención de Marruecos.

Reconozco la complejidad de la relación bilateral y la toma de decisiones entre ambas naciones, la situación es delicada; México debe garantizar el ingreso seguro de todas esas personas, tratarlas en condiciones de igualdad, de no discriminación, con absoluto respeto a sus derechos humanos; nuestra Constitución, en su artículo 11, señala que las limitaciones para entrar, salir o viajar por el país, serán establecidas en las leyes sobre emigración, inmigración y salubridad general de la República o sobre extranjeros perniciosos residentes en el país; nuestra Ley de Migración, expedida en 2011, es instrumento jurídico de avanzada, garante de derechos humanos y de respeto a la dignidad humana de todo migrante. Estados Unidos, por su parte y para frenar el problema migratorio, ha condicionado la liberación del pago de aranceles sobre productos mexicanos, a cambio de que en nuestro país los migrantes esperen la resolución de las autoridades norteamericanas sobre su situación migratoria. Mezclar peras con manzanas, migración con relación comercial, me hace recordar las palabras de John Foster Dulles, secretario de Estado de Dwight Eisenhower en la década de los 50: “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”; así es como se llegó a un acuerdo migratorio en el que México conformará un muro humano en la frontera sur y será la sala de espera de los migrantes que soliciten asilo.

En la Comisión Permanente, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, fue a defender lo indefendible: una “estrategia” definida por el sometimiento ante la amenaza unilateral de medidas económicas; pobre defensa diplomática de un gobierno que cede a presiones externas; que dice ser un país que tiene puertas abiertas para los migrantes, pero lleva a 6 mil integrantes de la Guardia Nacional para cuidar la frontera sur ¿qué no la prioridad debiera ser la detención de delincuentes y no la contención de migrantes?. Parte de un acuerdo sobre tercer país seguro, aunque se niegue de manera oficial, es el compromiso de México para "recibir" a miles de migrantes más que esperarán la resolución de las autoridades migratorias de EU, aunque el presidente López Obrador afirme que para este fin cuenta con los recursos de un avión presidencial (que aún no se ha vendido y que por cierto, es una falacia, porque no puede venderse debido a que es parte de un crédito), por curiosidad, ¿con qué otros recursos se cuenta, si el Instituto Nacional de Migración (INM) también sufrió un recorte presupuestal significativo? ¿1,330 millones de pesos serán suficientes para cumplir su compromiso, cuando en el 2009, con el presidente Felipe Calderón, el INM tuvo 1,552 millones de pesos, y en 2018, con el presidente Enrique Peña, contó con 1,731 millones? ¿Cómo se financiarán y en dónde estarán los albergues? ¿Cómo van a garantizar la oportuna, funcional y efectiva atención de alimentos, techo, vestido, salud?

Desde cualquier óptica, el único triunfador es el presidente Donald Trump, quien busca su reelección presidencial para el 2020, que por fin logró que México levantara un muro humano -no en el norte, pero sí en el sur-, para cumplir con una plataforma electoral en contra de los migrantes, impulsada desde las entrañas de Palacio Nacional. Ya hasta se creó una Comisión Especial para cumplir el acuerdo con Estados Unidos, con representantes de la Guardia Civil, Secretaría del Trabajo, del Sistema Penitenciario, Relaciones Exteriores y la Secretaría de Bienestar. La pregunta es ¿dónde quedó la persona responsable de la Secretaría de Gobernación y, más aún, del Instituto Nacional de Migración? En este acuerdo se ha pasado por encima de la secretaria de Gobernación e incluso del comisionado del INM (quien por cierto ya presentó su renuncia) pues ¿quién, en su sano juicio y con un mínimo sentido de responsabilidad, podría seguir en un cargo en el que no es respetado, en donde no cuenta con los elementos necesarios para hacer su trabajo y en el que se reciben instrucciones en las mañaneras ocurrencias de su jefe?

Por su parte, tal como lo señaló el diputado Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, "Gobernación ha sido privada ilegalmente de sus funciones (en materia migratoria). De facto, esas atribuciones las ha absorbido la Secretaría de Relaciones Exteriores", pero lo lamentable fue la respuesta del presidente: "se despiertan celos y sentimientos". La invasión de facultades no es un asunto de emociones ¡qué pena tener la aceptación presidencial para incumplir con lo dispuesto en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal! ¡Qué mal que la misma secretaria de Gobernación, mujer con experiencia y prestigio, hoy se preste a ser ignorada y rebasada! La atención de problemas complejos, sin análisis serios y profundos, es recurrente en este gobierno, son ocurrencias, acompañadas de juicios que culpan a los que no acompañan; que señalan el pasado desde el rencor; que promueve la confrontación ya no solo entre la población, sino entre sus colaboradores y olvida la defensa digna de la República.

SEAMOS SERIOS

En un recuento de países gobernados por fuerzas políticas de izquierda, los gobiernos no despiden a miles de funcionarios, no militarizan la seguridad pública, no eliminan programas sociales (y menos los que apoyan a mujeres), no recortan gastos en salud y no criminalizan a migrantes, más bien defienden la soberanía nacional. Morena dice que es un partido de izquierda. Seamos serios.

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