/ sábado 23 de marzo de 2024

Retahíla para cinéfilos / “Duna II”, entre la épica y la ciencia ficción

Desde la primera parte, “Duna” creó un nuevo estándar para la epopeya al pulirse como un monumento narrativo que trasciende las expectativas de la ciencia ficción. Bajo la dirección de Denis Villeneuve, la nueva entrega de la saga sigue el mismo patrón para colocarse como la favorita de la cartelera pospremios. En suma, una victoria a la bolsa.


El corazón de la película sigue el viaje del héroe Paul Atrides, encarnado espléndidamente por Timothée Chalamet, quien finalmente se gana los corazones de los Fremen gracias a sus incomparables destrezas en el combate y su inherente habilidad mental.

Estos nómadas del desierto, envueltos en las ideas proféticas de Bene Gesserit, viven condicionados con la espera de la llegada de un salvador llamado Lisan al Gaib, que supuestamente los guiaría al paraíso y salvaría a su raza.

Cuando Paul monta con éxito un gusano de arena, un ritual al que todo adulto debe enfrentarse, y sigue los pasos de su madre al despertar su clarividencia, Paul consolida finalmente su dominio sobre los Fremen, pues parece que es el mesías que dicta la leyenda. Sin embargo, cuando comienza a desatarse la guerra contra el pueblo enemigo, nuestro protagonista deberá elegir entre el destino que le fue impuesto al nacer o abrazar su nuevo papel.

En el inter, un sinfín de secuencias épicas nos recuerdan que estamos ubicados en un universo donde las posibilidades de la vida y muerte son distintas a las que conocemos. Al tiempo que empatizamos como seres humanos con las tribus que marchan sobre las cálidas dunas (todo por la gracia del personaje de Zendaya), nos alejamos de la construcción mental en la que pensábamos que la ciencia ficción no podía cambiar más reglas.

Con un extraordinario reparto, así como un cuidadoso uso de los efectos especiales, esta película convierte cada cuadro en una aventura inolvidable que recorre todo tipo de escenarios míticos y visualmente encantadores.

Pese a lo anterior, no cabe duda que la cinta no es para todos. La repetición excesiva de silencios, las incontables historias secundarias que se desatan, la prominente paleta de colores desérticos que invade la pantalla y la complejidad de la trama la convierten en una experiencia cansada, por no decir agotadora.

“Dune II” no es perfecta por una razón: es más complicada de lo que debería ser para cualquier alma mortal. No es broma. La película dura 2 horas y 40 minutos que no se pueden procesar en una sola vista. Eso sí: al verla por segunda ocasión, ya la cosa cambia.

Desde la primera parte, “Duna” creó un nuevo estándar para la epopeya al pulirse como un monumento narrativo que trasciende las expectativas de la ciencia ficción. Bajo la dirección de Denis Villeneuve, la nueva entrega de la saga sigue el mismo patrón para colocarse como la favorita de la cartelera pospremios. En suma, una victoria a la bolsa.


El corazón de la película sigue el viaje del héroe Paul Atrides, encarnado espléndidamente por Timothée Chalamet, quien finalmente se gana los corazones de los Fremen gracias a sus incomparables destrezas en el combate y su inherente habilidad mental.

Estos nómadas del desierto, envueltos en las ideas proféticas de Bene Gesserit, viven condicionados con la espera de la llegada de un salvador llamado Lisan al Gaib, que supuestamente los guiaría al paraíso y salvaría a su raza.

Cuando Paul monta con éxito un gusano de arena, un ritual al que todo adulto debe enfrentarse, y sigue los pasos de su madre al despertar su clarividencia, Paul consolida finalmente su dominio sobre los Fremen, pues parece que es el mesías que dicta la leyenda. Sin embargo, cuando comienza a desatarse la guerra contra el pueblo enemigo, nuestro protagonista deberá elegir entre el destino que le fue impuesto al nacer o abrazar su nuevo papel.

En el inter, un sinfín de secuencias épicas nos recuerdan que estamos ubicados en un universo donde las posibilidades de la vida y muerte son distintas a las que conocemos. Al tiempo que empatizamos como seres humanos con las tribus que marchan sobre las cálidas dunas (todo por la gracia del personaje de Zendaya), nos alejamos de la construcción mental en la que pensábamos que la ciencia ficción no podía cambiar más reglas.

Con un extraordinario reparto, así como un cuidadoso uso de los efectos especiales, esta película convierte cada cuadro en una aventura inolvidable que recorre todo tipo de escenarios míticos y visualmente encantadores.

Pese a lo anterior, no cabe duda que la cinta no es para todos. La repetición excesiva de silencios, las incontables historias secundarias que se desatan, la prominente paleta de colores desérticos que invade la pantalla y la complejidad de la trama la convierten en una experiencia cansada, por no decir agotadora.

“Dune II” no es perfecta por una razón: es más complicada de lo que debería ser para cualquier alma mortal. No es broma. La película dura 2 horas y 40 minutos que no se pueden procesar en una sola vista. Eso sí: al verla por segunda ocasión, ya la cosa cambia.