/ sábado 20 de enero de 2024

Retahíla para cinéfilos | “El niño y la garza”, la consolidación de Studio Ghibli

Las películas de culto están, casi siempre, dirigidas a un nicho especializado de espectadores debido a la complejidad de sus tramas; por ese motivo, la denominación resulta aterradora para quienes no las acostumbran. Pero cuando una de esas cintas logra camuflarse entre comedias románticas y slasher de temporada en la cartelera mundial es cuando podemos hablar de la verdadera democratización del cine.

“El niño y la garza” es la nueva y más personal obra del célebre artista japonés Hayao Miyazaki, fundador de Studio Ghibli. Un filme de culto que se ha robado el aliento de los mismos espectadores que aplaudieron “Mean Girls” y “Aquaman 2”. Y no es que una sea mejor que la otra, es que finalmente el séptimo arte es para todos.

Situada en tiempos de la Guerra del Pacífico, la película animada sigue a Mahito, un privilegiado adolescente tokiota que, tras perder a su madre en un incendio, se muda con su papá a una nueva casa en el campo donde Natsuko, su nueva madre, lo recibe amorosamente para emprender una nueva vida.

Mientras su padre trabaja, Mahito intenta inútilmente superar su duelo cuando una extraña garza parlante lo obliga a ingresar en la torre prohibida de la propiedad. En este lugar no solo viven extraños personajes que atentan contra su vida, sino que también existen diferentes dimensiones donde cualquier error podría poner en riesgo a su familia.

Curiosamente, Mahito no es el único atraído por el mágico sitio. Natsuko también se pierde al interior de la construcción y será nuestro protagonista el único que pueda traerla de regreso.

A lo largo de esta surrealista aventura, el guion nos invita a hacernos varias preguntas respecto a la existencia y el sentido de la vida, así como el rol que cumplen el amor y la amistad en nuestro crecimiento. Mismas preguntas que Miyazaki se planeó antes del proyecto y con las que recupera la historia en la que está basada: “¿Cómo vives?”, novela de ficción escrita por Genzaburo Yoshino y publicada en el año 1937.

Visualmente no hay sorpresas. Studio Ghibli nos entrega una auténtica obra de arte con esta película al introducirnos a un colorido mundo de fantasía con maestría en sus numerosas técnicas de animación que la consagran como la joya del momento.

Si bien el hilo narrativo puede parecer confuso, la experiencia visual es la hazaña. A través de su extendido uso de texturas, gamas y movimientos, la narración se entiende como un desenfrenado sueño donde la colorimetría parece no tener límites.

“El niño y la garza” se convirtió, desde su concepción, en un clásico imperdible que hoy está en la pantalla grande, pero siempre quedará en la memoria.


Las películas de culto están, casi siempre, dirigidas a un nicho especializado de espectadores debido a la complejidad de sus tramas; por ese motivo, la denominación resulta aterradora para quienes no las acostumbran. Pero cuando una de esas cintas logra camuflarse entre comedias románticas y slasher de temporada en la cartelera mundial es cuando podemos hablar de la verdadera democratización del cine.

“El niño y la garza” es la nueva y más personal obra del célebre artista japonés Hayao Miyazaki, fundador de Studio Ghibli. Un filme de culto que se ha robado el aliento de los mismos espectadores que aplaudieron “Mean Girls” y “Aquaman 2”. Y no es que una sea mejor que la otra, es que finalmente el séptimo arte es para todos.

Situada en tiempos de la Guerra del Pacífico, la película animada sigue a Mahito, un privilegiado adolescente tokiota que, tras perder a su madre en un incendio, se muda con su papá a una nueva casa en el campo donde Natsuko, su nueva madre, lo recibe amorosamente para emprender una nueva vida.

Mientras su padre trabaja, Mahito intenta inútilmente superar su duelo cuando una extraña garza parlante lo obliga a ingresar en la torre prohibida de la propiedad. En este lugar no solo viven extraños personajes que atentan contra su vida, sino que también existen diferentes dimensiones donde cualquier error podría poner en riesgo a su familia.

Curiosamente, Mahito no es el único atraído por el mágico sitio. Natsuko también se pierde al interior de la construcción y será nuestro protagonista el único que pueda traerla de regreso.

A lo largo de esta surrealista aventura, el guion nos invita a hacernos varias preguntas respecto a la existencia y el sentido de la vida, así como el rol que cumplen el amor y la amistad en nuestro crecimiento. Mismas preguntas que Miyazaki se planeó antes del proyecto y con las que recupera la historia en la que está basada: “¿Cómo vives?”, novela de ficción escrita por Genzaburo Yoshino y publicada en el año 1937.

Visualmente no hay sorpresas. Studio Ghibli nos entrega una auténtica obra de arte con esta película al introducirnos a un colorido mundo de fantasía con maestría en sus numerosas técnicas de animación que la consagran como la joya del momento.

Si bien el hilo narrativo puede parecer confuso, la experiencia visual es la hazaña. A través de su extendido uso de texturas, gamas y movimientos, la narración se entiende como un desenfrenado sueño donde la colorimetría parece no tener límites.

“El niño y la garza” se convirtió, desde su concepción, en un clásico imperdible que hoy está en la pantalla grande, pero siempre quedará en la memoria.