/ viernes 19 de mayo de 2023

Retahíla para cinéfilos | Experimentos y terror en “Skinamarink”

Esta semana las salas de cine mexicanas recibieron una novedosa propuesta donde el terror no sale desde la pantalla, sino que se destila de la mente del espectador. Se trata de “Skinamarink”, la ópera prima del director canadiense Kyle Edward Ball.

A pesar de la evidente carencia de presupuesto, la cinta de una hora con cuarenta minutos se las arregló para contar una historia con una sola locación, cinco voces y algunos objetos del armario. Y es que la premisa es de lo más sencilla: los hermanos Kevin y Kaylee, de 4 y 6 años de edad respectivamente, despiertan en la noche y descubren que las puertas y ventanas de su casa desaparecen paulatinamente. Entonces comienza el susto. Sus padres propician que se los niños se hagan daño, vuelca de pronto la gravedad en las habitaciones y voces extrañas se apoderan de la casa.

Ante la escasez de diálogo, la narración sucede a partir de lo visual. Las luces que apenas alumbran ciertos rincones de la locación son las que mantienen la tensión emocional y el suspenso en cada cuadro. Como la mayor parte de la película se vive entre tinieblas y un pesado filtro noventero que alude a la antigüedad de la grabación estilo “Actividad paranormal”, es más fácil recurrir a los miedos personales y lugares comunes no presentados en este extraño despertar.

Para darle sentido al argumento debemos mencionar que Kyle Edward tiene un canal de YouTube (Bitesized Nightmares) donde comparte con sus suscriptores algunas grabaciones de formato amateur. De hecho, él mismo mencionó que el cortometraje de donde proviene “Skinamarink”, difundido en su sitio, fue inspirado en una pesadilla de pequeño donde perdía a sus padres y había un monstruo en la casa. “Muchas personas compartieron conmigo ese mismo sueño exacto”, reveló en la premiere.

En 2021 reunió, a través de crowdfunding, el presupuesto para rodar su película: 15 mil dólares y siete días de rodaje fueron suficientes para convertir una pesadilla en un auténtico éxito: hasta el momento, ha recaudado 2 millones de dólares.

Si bien con otras cintas hemos concluido que el cine experimental no es para todos, en esta ocasión ¡queda clarísimo! “Skinamarink” es uno de esos filmes de amor u odio -pero jamás indiferencia- y esa es su mejor virtud. ¿Aburrida? Un poco. ¿Provocativa? Demasiado. ¿Recomendable? Sin palabras. La única verdad te espera en la sala oscura.

Esta semana las salas de cine mexicanas recibieron una novedosa propuesta donde el terror no sale desde la pantalla, sino que se destila de la mente del espectador. Se trata de “Skinamarink”, la ópera prima del director canadiense Kyle Edward Ball.

A pesar de la evidente carencia de presupuesto, la cinta de una hora con cuarenta minutos se las arregló para contar una historia con una sola locación, cinco voces y algunos objetos del armario. Y es que la premisa es de lo más sencilla: los hermanos Kevin y Kaylee, de 4 y 6 años de edad respectivamente, despiertan en la noche y descubren que las puertas y ventanas de su casa desaparecen paulatinamente. Entonces comienza el susto. Sus padres propician que se los niños se hagan daño, vuelca de pronto la gravedad en las habitaciones y voces extrañas se apoderan de la casa.

Ante la escasez de diálogo, la narración sucede a partir de lo visual. Las luces que apenas alumbran ciertos rincones de la locación son las que mantienen la tensión emocional y el suspenso en cada cuadro. Como la mayor parte de la película se vive entre tinieblas y un pesado filtro noventero que alude a la antigüedad de la grabación estilo “Actividad paranormal”, es más fácil recurrir a los miedos personales y lugares comunes no presentados en este extraño despertar.

Para darle sentido al argumento debemos mencionar que Kyle Edward tiene un canal de YouTube (Bitesized Nightmares) donde comparte con sus suscriptores algunas grabaciones de formato amateur. De hecho, él mismo mencionó que el cortometraje de donde proviene “Skinamarink”, difundido en su sitio, fue inspirado en una pesadilla de pequeño donde perdía a sus padres y había un monstruo en la casa. “Muchas personas compartieron conmigo ese mismo sueño exacto”, reveló en la premiere.

En 2021 reunió, a través de crowdfunding, el presupuesto para rodar su película: 15 mil dólares y siete días de rodaje fueron suficientes para convertir una pesadilla en un auténtico éxito: hasta el momento, ha recaudado 2 millones de dólares.

Si bien con otras cintas hemos concluido que el cine experimental no es para todos, en esta ocasión ¡queda clarísimo! “Skinamarink” es uno de esos filmes de amor u odio -pero jamás indiferencia- y esa es su mejor virtud. ¿Aburrida? Un poco. ¿Provocativa? Demasiado. ¿Recomendable? Sin palabras. La única verdad te espera en la sala oscura.