/ sábado 13 de abril de 2024

Retahíla para cinéfilos / “Garra de hierro”, una catártica experiencia en el rin

Inspirada en hechos reales, “Garra de hierro” es una película ideal para aquellos que desean desarrollar nervios de acero, pues la historia que narra es tan trágica como estimulante.

El biopic sigue a Kevin Von Erich y sus inseparables hermanos, atletas de tradición familiar que buscan obtener el gran cinturón de oro de lucha libre para cumplir el sueño frustrado de su padre, al mismo tiempo que intentan abolir la mala suerte que históricamente ha perseguido a su linaje.

Prácticamente deshumanizada, la preparación física y mental de los luchadores plantea el exquisito planteamiento de la trama, pues claramente la meta fue retratar el panorama de competencia desenfrenada en el mundo deportivo de los años ochenta. No obstante, las relaciones interpersonales durante el desarrollo son las que la convierten en una obra tan conmovedora como subversiva.

A lo largo del filme, los cinco Von Erich entregan su vida al rin sin anteponerse a las consecuencias desgarradoras que este traerá a sus vidas. Lo anterior lo descubrimos desde los primeros minutos que corre la cinta, pues la imagen no se limita a golpes, sino que detalla los rasgos emocionales más débiles de cada uno de ellos.

Aunque la clásica búsqueda del poder, la fama y la fortuna del ser humano no está separada de la sinopsis, sí hay componentes que la vuelven única en su género. Los que el director Sean Durkin logró con la estética audiovisual de “Garra de hierro” supera cualquier intento por intimar en la vida de un rockstar.

La crítica que deja hacia el machismo de la época, la explotación laboral y las adicciones es clara, pero no tanto como la batalla que emprende el guion en contra de las enfermedades mentales.

En una postal impregnada de dolor, Kevin Von Erich es la voz que nos saca a flote con su actitud de cuestionarlo todo, con su mensaje de emancipación y la propuesta de renovar los votos familiares cuando sea necesario.

Si bien el reparto entero fue un acierto mayúsculo, la sorpresa fue la madurez de Zac Efron en la pantalla, quien sin duda nos entregó la mejor actuación de su vida al despedirse de la imagen adolescente que lo llevó a la fama. Hoy se inscribe en la lista de actores “serios” de su generación.

Llena de revelaciones estéticas, “Garra de hierro” es una excelente opción para ver el fin de semana, con los pañuelos necesarios y el pacto de ficción bien cimentado, pues será necesario para gozar cada minuto de esta obra maestra.


Inspirada en hechos reales, “Garra de hierro” es una película ideal para aquellos que desean desarrollar nervios de acero, pues la historia que narra es tan trágica como estimulante.

El biopic sigue a Kevin Von Erich y sus inseparables hermanos, atletas de tradición familiar que buscan obtener el gran cinturón de oro de lucha libre para cumplir el sueño frustrado de su padre, al mismo tiempo que intentan abolir la mala suerte que históricamente ha perseguido a su linaje.

Prácticamente deshumanizada, la preparación física y mental de los luchadores plantea el exquisito planteamiento de la trama, pues claramente la meta fue retratar el panorama de competencia desenfrenada en el mundo deportivo de los años ochenta. No obstante, las relaciones interpersonales durante el desarrollo son las que la convierten en una obra tan conmovedora como subversiva.

A lo largo del filme, los cinco Von Erich entregan su vida al rin sin anteponerse a las consecuencias desgarradoras que este traerá a sus vidas. Lo anterior lo descubrimos desde los primeros minutos que corre la cinta, pues la imagen no se limita a golpes, sino que detalla los rasgos emocionales más débiles de cada uno de ellos.

Aunque la clásica búsqueda del poder, la fama y la fortuna del ser humano no está separada de la sinopsis, sí hay componentes que la vuelven única en su género. Los que el director Sean Durkin logró con la estética audiovisual de “Garra de hierro” supera cualquier intento por intimar en la vida de un rockstar.

La crítica que deja hacia el machismo de la época, la explotación laboral y las adicciones es clara, pero no tanto como la batalla que emprende el guion en contra de las enfermedades mentales.

En una postal impregnada de dolor, Kevin Von Erich es la voz que nos saca a flote con su actitud de cuestionarlo todo, con su mensaje de emancipación y la propuesta de renovar los votos familiares cuando sea necesario.

Si bien el reparto entero fue un acierto mayúsculo, la sorpresa fue la madurez de Zac Efron en la pantalla, quien sin duda nos entregó la mejor actuación de su vida al despedirse de la imagen adolescente que lo llevó a la fama. Hoy se inscribe en la lista de actores “serios” de su generación.

Llena de revelaciones estéticas, “Garra de hierro” es una excelente opción para ver el fin de semana, con los pañuelos necesarios y el pacto de ficción bien cimentado, pues será necesario para gozar cada minuto de esta obra maestra.