/ sábado 13 de enero de 2024

Retahíla para cinéfilos | “La sociedad de la nieve”: un homenaje fílmico a la vida

Justo antes de morir, uno de los 45 pasajeros escribió entre las gélidas montañas de la cordillera de los Andes: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Esta frase, inspirada en un pasaje bíblico, sintetiza las enseñanzas que éste y el resto de jóvenes uruguayos obtuvieron luego de la trágica colisión de su avión.

Todo comenzó el 13 de octubre de 1972. El vuelo 571, que transportaba a un grupo de deportistas y sus acompañantes, se estrelló en Sudamérica. A los pocos días se suspendieron las labores de búsqueda y todos los ocupantes fueron dados por muertos. “La sociedad de la nieve” es la nueva película de Juan Antonio Bayona y la historia definitiva de los 29 supervivientes.

La cinta, narrada por uno de los personajes, inicia con una ruda premisa: “hay que regresar al pasado sabiendo que el pasado es lo que más cambia”, pues ante la fragilidad de la memoria ciertamente es difícil encontrar una voz que solo cuente la verdad, sin embargo, de entre los escombros mentales de los protagonistas, sí se rescata mucha de ella.

Luego de caer en uno de los ambientes más hostiles del planeta y aceptar su realidad, los protagonistas se ven orillados a luchar contra la naturaleza misma. Lo interesante, y hasta increíble para la actualidad en la que vivimos, es descubrir en ellos sus infranqueables ganas de vivir.

Muy al estilo “El hombre en busca de sentido” cada uno de ellos descubre y describe las razones de su lucha, las cuales se contagian cuando la comida se agota, cuando el frío arrecia, cuando los cuerpos de sus amigos se convierten en la única fuente de energía y cuando la línea entre ser “héroe” y “villano” desaparece entre la delgadez de su trazo.

Cabe rescatar que los hechos retratados en “La sociedad de la nieve” se conducen paso a paso hacia el cine de culto, con un cuidado extraordinario en la tríada de imagen, sonido y guion. Incluso cuando recurre a elementos dramáticos, el filme no abandona el rumbo y confirma que, como pieza cinematográfica, no deja de ser una variante de expresión personal donde los breves espacios artísticos solo son el aderezo para un excelente plato.

Pero ya en suma, el gran logro de Bayona fue crear una obra coral donde el conjunto de rostros no solo sirvió para cubrir espacios en la composición, sino para contar su versión de los hechos y atestiguar la fragilidad de la condición humana desde distintas aristas. Una obra completa, donde las lágrimas aparecen sin haber sido solicitadas y donde una sonrisa se escapa de tanto en tanto, siempre que se tenga un mínimo de conciencia estética.


Justo antes de morir, uno de los 45 pasajeros escribió entre las gélidas montañas de la cordillera de los Andes: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Esta frase, inspirada en un pasaje bíblico, sintetiza las enseñanzas que éste y el resto de jóvenes uruguayos obtuvieron luego de la trágica colisión de su avión.

Todo comenzó el 13 de octubre de 1972. El vuelo 571, que transportaba a un grupo de deportistas y sus acompañantes, se estrelló en Sudamérica. A los pocos días se suspendieron las labores de búsqueda y todos los ocupantes fueron dados por muertos. “La sociedad de la nieve” es la nueva película de Juan Antonio Bayona y la historia definitiva de los 29 supervivientes.

La cinta, narrada por uno de los personajes, inicia con una ruda premisa: “hay que regresar al pasado sabiendo que el pasado es lo que más cambia”, pues ante la fragilidad de la memoria ciertamente es difícil encontrar una voz que solo cuente la verdad, sin embargo, de entre los escombros mentales de los protagonistas, sí se rescata mucha de ella.

Luego de caer en uno de los ambientes más hostiles del planeta y aceptar su realidad, los protagonistas se ven orillados a luchar contra la naturaleza misma. Lo interesante, y hasta increíble para la actualidad en la que vivimos, es descubrir en ellos sus infranqueables ganas de vivir.

Muy al estilo “El hombre en busca de sentido” cada uno de ellos descubre y describe las razones de su lucha, las cuales se contagian cuando la comida se agota, cuando el frío arrecia, cuando los cuerpos de sus amigos se convierten en la única fuente de energía y cuando la línea entre ser “héroe” y “villano” desaparece entre la delgadez de su trazo.

Cabe rescatar que los hechos retratados en “La sociedad de la nieve” se conducen paso a paso hacia el cine de culto, con un cuidado extraordinario en la tríada de imagen, sonido y guion. Incluso cuando recurre a elementos dramáticos, el filme no abandona el rumbo y confirma que, como pieza cinematográfica, no deja de ser una variante de expresión personal donde los breves espacios artísticos solo son el aderezo para un excelente plato.

Pero ya en suma, el gran logro de Bayona fue crear una obra coral donde el conjunto de rostros no solo sirvió para cubrir espacios en la composición, sino para contar su versión de los hechos y atestiguar la fragilidad de la condición humana desde distintas aristas. Una obra completa, donde las lágrimas aparecen sin haber sido solicitadas y donde una sonrisa se escapa de tanto en tanto, siempre que se tenga un mínimo de conciencia estética.