/ sábado 10 de febrero de 2024

Retahíla para cinéfilos | “Vidas pasadas”, el amor hecho película

El in-yeon es un antiguo proverbio coreano que explica cómo cada interacción entre una y otra persona, incluso un extraño en la calle, nunca es un accidente, sino más bien el resultado elaborado de sus vidas pasadas que se entrelazan para favorecer que esa interacción momentánea suceda.

Esta misma sabiduría ancestral fue la que dio origen a “Vidas pasadas”, la nueva película de Celine Song que, desde el arte audiovisual y la creatividad narrativa, explora el más profundo sentimiento humano.

La cinta cuenta la historia de Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia profundamente unidos que se separan durante doce años cuando la familia de Nora emigra de Corea del Sur a Estados Unidos.

A través de redes sociales, los personajes se reencuentran en la juventud para experimentar a distancia un romance que no logra concretarse debido a la distancia que los embarga. Para evitar la pena de enamorarse de la persona “incorrecta”, Nora y Hae Sung evitan la comunicación durante otro largo periodo.

Reunidos finalmente en la vida adulta, esta pareja deberá cuestionar si son su definitivo in-yeon, sin embargo, la vida ha pasado y la disponibilidad ya no es la misma que cuando eran jóvenes.

Esta película, conmovedora hasta las lágrimas, se enmarca en una actualidad donde la globalización permite el encuentro de personas, pero también la separación irremediable de uno mismo. En ese sentido, se convierte en un perfecto análisis de la madurez, el amor adulto y la evolución del pensamiento social.

Por otro lado, en esta obra nominada a Mejor Película en los premios Oscar impera el silencio que permite al espectador conectar con los personajes, a pesar de las diferencias que existen entre ellos; mientras que la sutileza de la música logra el objetivo: acompañar y no forzar las emociones.

La imagen que, en sí misma es el corazón de la película, apuesta por los juegos de colores y los cortes largos que terminan por llegar a un final catártico e inolvidable para quienes disfrutan un buen drama, porque sí, ¡esta película apela al drama teatral! Incomparable con el género de comedia romántica y muy lejos de convertirse en una película rosa.

A manera de moraleja, “Vidas pasadas” nos enseña que los intereses que tuvimos en el pasado, así como los planes que no lograron concretarse en el presente, no le pertenecen a la persona que hoy somos, sino a la que alguna vez fuimos. Quizá en otra vida pueda funcionar, pero esta es la que nos toca vivir y negarse a ella es también negarse uno mismo.


El in-yeon es un antiguo proverbio coreano que explica cómo cada interacción entre una y otra persona, incluso un extraño en la calle, nunca es un accidente, sino más bien el resultado elaborado de sus vidas pasadas que se entrelazan para favorecer que esa interacción momentánea suceda.

Esta misma sabiduría ancestral fue la que dio origen a “Vidas pasadas”, la nueva película de Celine Song que, desde el arte audiovisual y la creatividad narrativa, explora el más profundo sentimiento humano.

La cinta cuenta la historia de Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia profundamente unidos que se separan durante doce años cuando la familia de Nora emigra de Corea del Sur a Estados Unidos.

A través de redes sociales, los personajes se reencuentran en la juventud para experimentar a distancia un romance que no logra concretarse debido a la distancia que los embarga. Para evitar la pena de enamorarse de la persona “incorrecta”, Nora y Hae Sung evitan la comunicación durante otro largo periodo.

Reunidos finalmente en la vida adulta, esta pareja deberá cuestionar si son su definitivo in-yeon, sin embargo, la vida ha pasado y la disponibilidad ya no es la misma que cuando eran jóvenes.

Esta película, conmovedora hasta las lágrimas, se enmarca en una actualidad donde la globalización permite el encuentro de personas, pero también la separación irremediable de uno mismo. En ese sentido, se convierte en un perfecto análisis de la madurez, el amor adulto y la evolución del pensamiento social.

Por otro lado, en esta obra nominada a Mejor Película en los premios Oscar impera el silencio que permite al espectador conectar con los personajes, a pesar de las diferencias que existen entre ellos; mientras que la sutileza de la música logra el objetivo: acompañar y no forzar las emociones.

La imagen que, en sí misma es el corazón de la película, apuesta por los juegos de colores y los cortes largos que terminan por llegar a un final catártico e inolvidable para quienes disfrutan un buen drama, porque sí, ¡esta película apela al drama teatral! Incomparable con el género de comedia romántica y muy lejos de convertirse en una película rosa.

A manera de moraleja, “Vidas pasadas” nos enseña que los intereses que tuvimos en el pasado, así como los planes que no lograron concretarse en el presente, no le pertenecen a la persona que hoy somos, sino a la que alguna vez fuimos. Quizá en otra vida pueda funcionar, pero esta es la que nos toca vivir y negarse a ella es también negarse uno mismo.