“Probablemente has oído de la era de la exploración. Se refiere comúnmente al tiempo en que Europa comenzó a viajar a través de los océanos para explorar nuevas tierras. Y todos sabemos lo que pasó después. No es necesario referirnos en extensión al fenómeno de genocidio y colonización que Europa impuso sobre regiones subalternas como América y África, y el continuado proceso de imposición cultural del viejo continente.
Lo que me interesa de esta era, hasta lo que se sabe por lo que demuestra la historia, es que es seguida inmediatamente por otra, que llamaremos la era de la explotación.
¿Fuiste al desierto? ¿Encontraste petróleo? Extraes el petróleo. ¿Una jornada en el mar? ¿Ballenas? Extraes las ballenas. Se entiende la dinámica: descubrimos algo, lo usamos y lo explotamos sin importarnos cuáles son las consecuencias y cuál es la importancia de la historia de ese elemento en ese contexto.
¿Qué tiene que ver esto con los deportes de montaña? Tratemos de aplicar la misma lógica de las eras a nuestro tema.
¿Hubo una era de la exploración? Sí, lo que se refiere a la década del ascenso de Edward Whymper al Matterhorn en 1865, o los ascensos al Yosemite en 1950 y 60. ¿Y luego de la exploración? Explotación. Y como lo dijimos, este periodo es explotar el recurso encontrado, cazarlo, robarlo, usar y abusar de la fuente.
Todo parece indicar que este noble propósito que llamamos montañismo ha estado o está en esta época. Hay nuevas rutas todo el tiempo, personas escalando montañas que nunca antes ojos humanos habían visto. Y sí, cualquier equipo de publicidad puede hacer una historia de cómo un grupo de personas han estado explorando su alma a través de la escalada.
El paradigma cambió desde que las personas aprendieron que del montañismo se podía sacar una tajada de dinero. Y uno se pregunta ¿cuál es el recurso que está siendo explotado? No son las rocas o los riscos, es algo nuevo y diferente, que quizás nunca habríamos considerado como un recurso. ¿Qué tal si el recurso natural que más debiéramos proteger es el de la “terra incognita”? No realmente los territorios desconocidos, sino la sensación de ello. Esta no es una idea nueva. Reinhold Messner empezó a hablar de ello y escribió: “la siguiente generación no nos recordará porque escalamos una cima de 8000 metros, sino por cómo dejamos esos lugares salvajes”.
Como comunidad nos hemos obsesionado con consumir y vender el montañismo en cualquier forma que se pueda imaginar. Productos de escalada, estilo de vida, historias de montaña, o incluso los mismos montañistas que adoptan un estilo de fama y exceso. El clima imperante es vender-vender-vender, y sin hacer mucho para proteger la experiencia que se trata de comercializar: una experiencia de paz y soledad explorando los ambientes más extremos de la tierra.
Mi sugerencia es que enfoquemos nuestras mentes en la tarea de acabar con la era de la explotación y acercarnos a la era de la conservación. Considerar esa idea como el camino a una nueva etapa del montañismo.
Y para aquellos que consideran chistoso hablar de proteger los recursos de la montaña en términos de cientos de años, consideren lo que está pasando con el cambio climático, es evidencia directa de que tenemos un impacto enorme en el ambiente en cantidades cortas de tiempo. Piénsalo como una aventura del pensamiento, como una nueva era de la exploración.” Chris Kalman
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