/ viernes 29 de marzo de 2024

Católicos deben entender los siete momentos que vivió Jesús antes de morir: Diócesis

Como ya es tradición, desde la Catedral de Tlaxcala el Obispo Julio César Salcedo Aquino encabezó la celebración de Las Siete Palabras

"Las siete palabras de Jesús son siete momentos de una gran escuela de oración que, además, son gritos del corazón de Jesús, pero que también son los gritos de los fieles", expresó el obispo Julio César Salcedo Aquino.

Durante la celebración de Las Siete Palabras, en el atrio de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, Salcedo Aquino hizo un llamado a contemplar esas últimas siete frases que Jesús dijo antes de morir crucificado; a reflexionarlas para poder adaptar su contenido en la vida diaria.

En con celebración con otros sacerdotes, el Obispo habló de la primer palabra: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".

Explicó que con ello Jesús pide a su Padre perdonar a los fieles que muchas veces no saben lo que hacen, a veces por ignorancia.

"Estamos llamados a pedir perdón sobre las personas que nos hacen sufrir; a veces experimentamos dificultades para perdonar a una persona concreta, pero tenemos la lección de Jesús", dijo.

Por eso, añadió, en situaciones adversas como las que vivió Jesús, llamó a no sentir resentimiento y odio en el corazón para perdonar a todas las personas que en algún momento los han ofendido.

La segunda palabra "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso", explicó, se trata de una invitación de Jesús a elegir el camino correcto, pues ante dos posibilidades que siempre presenta la vida los católicos no deben endurecer su corazón como el ladrón malo, sino más bien llenarlo de ternura y arrepentimiento como el ladrón bueno.

"Esa palabra despierta la esperanza porque no importa lo alejados que estemos de Dios, la misericordia siempre es más grande que nuestros pecados o que todo lo que hayamos hecho en contra de los demás. Siempre es posible comenzar de nuevo, abrir un nuevo capítulo a nuestras vidas", afirmó.

Al hablar de la tercera palabra que dice "Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre", el obispo destacó las dos presencias amorosas que Jesús tuvo a los pies de la cruz.

Detalló que representa la relevancia de la Iglesia en la vida de las personas y a la inversa, pues cada fiel podrá sentir a la Iglesia como su madre y que la madre de Dios sentirá a cada uno de sus discípulos de Jesús, los católicos, como sus hijos.

Mencionó que de esa cruz de Jesús nació la Iglesia, la madre de Dios, María, que es una comunidad, real concreta y una nueva familia.

Salcedo Aquino pronunció la cuarta palabra: "Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?" para indicar que es una muestra de que Dios se pone del lado del que sufre, porque Jesús ha sufrido junto con ellos como todo ser humano.

"Cada vez que cualquiera de nosotros pase por la noche de la desolación podremos intentar orar junto a Jesús", dijo el Obispo al explicar que la oración permitirá ver en todos los abandonos, abismos y noches de desolación que Jesús siempre estará con sus fieles, porque él también vivió lo que viven los seres humanos.

"Tengo sed", la quinta palabra de Jesús, abundó que habla de las necesidades que tienen todos los seres humanos.

Explicó que la sed de agua es apenas un indicador de una sed profunda de dinero, de consumo, de compras, de pasarla bien y de gozar, por lo que a las personas les cuesta distinguir entre la sed material y la sed espiritual, puesto que no saben discernir los deseos que vienen desde lo más profundo de su ser y que no se sacian.

"Siempre tenemos sed de vida, sed de amor, sed de Dios y necesidad de amor, de recibirlo y de darlo, porque si no hay amor nuestra vida no tiene sentido, entramos en el reino de la muerte. La fe de Jesús revela la sed de todos los sedientos del mundo, incluso de quienes no saben cómo denominarla", expresó.

"Todo está cumplido" fue la sexta palabra que, pidió, debe llamar a la reflexión de reaccionar con amor ante la violencia o actos de enemigos porque el amor apaga todas las pasiones destructivas.

"Pero hay un detalle que no debe pasar desapercibido y es la hora en la que Jesús murió entregando el espíritu, que coincide con la hora en la que, no lejos de ahí, en el templo de Jerusalén, estaban siendo sacrificados los corderos de la Pascua", abundó.

Con ello, refirió, Dios no pide acabar la obra, sino que pide hacer todo lo que está en las manos de cada persona para que después él pueda completar las vidas humanas con lo que haga falta y las colmará con la plenitud de su amor.

Finalmente, con la séptima y última palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", comentó que hace referencia a que las personas deben ponerse en las manos de Dios porque él no dejará caer a nadie en el vacío.

"Nadie se puede dar la vida a sí mismo, pero si puede darle a los demás una vez que la ha recibido. Con la donación de la vida uno existe, pero dando la vida es como se vive en plenitud", indicó.

Añadió que nadie sabe cómo, cuándo o dónde va a morir, porque es un enigma, y a pesar de la inquietud y miedo que ocasiona eso solicitó a los católicos seguir el consejo de Jesús para atravesar ese instante con una esperanza, con la mirada puesta en un amor que los recibe y que tiene el rostro de padre.

"Las siete palabras de Jesús son siete momentos de una gran escuela de oración que, además, son gritos del corazón de Jesús, pero que también son los gritos de los fieles", expresó el obispo Julio César Salcedo Aquino.

Durante la celebración de Las Siete Palabras, en el atrio de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, Salcedo Aquino hizo un llamado a contemplar esas últimas siete frases que Jesús dijo antes de morir crucificado; a reflexionarlas para poder adaptar su contenido en la vida diaria.

En con celebración con otros sacerdotes, el Obispo habló de la primer palabra: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".

Explicó que con ello Jesús pide a su Padre perdonar a los fieles que muchas veces no saben lo que hacen, a veces por ignorancia.

"Estamos llamados a pedir perdón sobre las personas que nos hacen sufrir; a veces experimentamos dificultades para perdonar a una persona concreta, pero tenemos la lección de Jesús", dijo.

Por eso, añadió, en situaciones adversas como las que vivió Jesús, llamó a no sentir resentimiento y odio en el corazón para perdonar a todas las personas que en algún momento los han ofendido.

La segunda palabra "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso", explicó, se trata de una invitación de Jesús a elegir el camino correcto, pues ante dos posibilidades que siempre presenta la vida los católicos no deben endurecer su corazón como el ladrón malo, sino más bien llenarlo de ternura y arrepentimiento como el ladrón bueno.

"Esa palabra despierta la esperanza porque no importa lo alejados que estemos de Dios, la misericordia siempre es más grande que nuestros pecados o que todo lo que hayamos hecho en contra de los demás. Siempre es posible comenzar de nuevo, abrir un nuevo capítulo a nuestras vidas", afirmó.

Al hablar de la tercera palabra que dice "Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre", el obispo destacó las dos presencias amorosas que Jesús tuvo a los pies de la cruz.

Detalló que representa la relevancia de la Iglesia en la vida de las personas y a la inversa, pues cada fiel podrá sentir a la Iglesia como su madre y que la madre de Dios sentirá a cada uno de sus discípulos de Jesús, los católicos, como sus hijos.

Mencionó que de esa cruz de Jesús nació la Iglesia, la madre de Dios, María, que es una comunidad, real concreta y una nueva familia.

Salcedo Aquino pronunció la cuarta palabra: "Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?" para indicar que es una muestra de que Dios se pone del lado del que sufre, porque Jesús ha sufrido junto con ellos como todo ser humano.

"Cada vez que cualquiera de nosotros pase por la noche de la desolación podremos intentar orar junto a Jesús", dijo el Obispo al explicar que la oración permitirá ver en todos los abandonos, abismos y noches de desolación que Jesús siempre estará con sus fieles, porque él también vivió lo que viven los seres humanos.

"Tengo sed", la quinta palabra de Jesús, abundó que habla de las necesidades que tienen todos los seres humanos.

Explicó que la sed de agua es apenas un indicador de una sed profunda de dinero, de consumo, de compras, de pasarla bien y de gozar, por lo que a las personas les cuesta distinguir entre la sed material y la sed espiritual, puesto que no saben discernir los deseos que vienen desde lo más profundo de su ser y que no se sacian.

"Siempre tenemos sed de vida, sed de amor, sed de Dios y necesidad de amor, de recibirlo y de darlo, porque si no hay amor nuestra vida no tiene sentido, entramos en el reino de la muerte. La fe de Jesús revela la sed de todos los sedientos del mundo, incluso de quienes no saben cómo denominarla", expresó.

"Todo está cumplido" fue la sexta palabra que, pidió, debe llamar a la reflexión de reaccionar con amor ante la violencia o actos de enemigos porque el amor apaga todas las pasiones destructivas.

"Pero hay un detalle que no debe pasar desapercibido y es la hora en la que Jesús murió entregando el espíritu, que coincide con la hora en la que, no lejos de ahí, en el templo de Jerusalén, estaban siendo sacrificados los corderos de la Pascua", abundó.

Con ello, refirió, Dios no pide acabar la obra, sino que pide hacer todo lo que está en las manos de cada persona para que después él pueda completar las vidas humanas con lo que haga falta y las colmará con la plenitud de su amor.

Finalmente, con la séptima y última palabra: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", comentó que hace referencia a que las personas deben ponerse en las manos de Dios porque él no dejará caer a nadie en el vacío.

"Nadie se puede dar la vida a sí mismo, pero si puede darle a los demás una vez que la ha recibido. Con la donación de la vida uno existe, pero dando la vida es como se vive en plenitud", indicó.

Añadió que nadie sabe cómo, cuándo o dónde va a morir, porque es un enigma, y a pesar de la inquietud y miedo que ocasiona eso solicitó a los católicos seguir el consejo de Jesús para atravesar ese instante con una esperanza, con la mirada puesta en un amor que los recibe y que tiene el rostro de padre.

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