/ viernes 6 de julio de 2018

[CRÓNICA] Año y medio después…se sacude Mena al marianismo

Y es que nunca en la historia política moderna de Tlaxcala un gobernador había convocado a su gabinete para reprocharles la falta de compromiso con el gobierno y deslealtad con el ciudadano

Marco Antonio Mena Rodríguez puso ayer fin a la losa del marianismo que, por un año y seis meses, cargó como titular del Ejecutivo estatal.

Sacudió, pues, cualquier relación política que le endilgaban y, en muchos de los casos, hasta de sumisión con el exmandatario Mariano González Zarur.

A la convocatoria en el Centro de Convenciones para comentar la forma en que su gobierno actuará frente a la próxima administración de Andrés Manuel López Obrador, a quien nunca mencionó por su nombre, fue más claro que el agua: “Vamos a dejar atrás, en definitiva, actitudes patrimonialistas, aspiraciones dinásticas o de apellidos o linajes como criterio”.

Y, sin más, las miradas morbosas de los asistentes bien trajeados y perfumados y damas de largo, se centraron hacia un desaliñado Mariano González Aguirre, recién derrotado en el primer Distrito electoral federal y que se presentó al evento como recién levantado de la cama.

Ayer Mena sorprendió a propios y extraños.

Y es que nunca en la historia política moderna de Tlaxcala un gobernador había convocado a su gabinete en pleno, directores y mandos medios, a una reunión abierta con medios de comunicación, para reprocharles la falta de compromiso con el gobierno y deslealtad con el ciudadano.

Mena no solo exhibió traiciones en el pasado proceso electoral, sino que acusó que varios de los funcionarios de su administración sin dar resultados –a quienes no puso nombres y apellidos- obran y se expresan mal de su forma de ejercer el poder sin “saber que se denigran a sí mismo”.

Y, lo que parecía imposible de ser presenciado en público, pasó: los despidió por anticipado: “Si no quieren estar en el gobierno ni con el gobierno no los vamos a tener a fuerza”, soltó.

Así, Mena resumió por qué el Partido Revolucionario Institucional, instituto que lo llevó al poder hace dos años, perdió avasalladoramente las elecciones del pasado uno de julio.

En el peor de los escenarios, ningún Ejecutivo contemporáneo había perdido, para su partido, todas las Senadurías, diputaciones federales y locales. Y ayer, ahí, sentados, estaban varios de los derrotados, Mariano González, Anabel Alvarado Varela, Sandra Corona y Blanca Águila, fueron los más visibles.

Serio, muy serio, Mena nunca aceptó que el “efecto” Andrés Manuel López Obrador había sido el culpable de la derrota priista en Tlaxcala y en el país.

Eso sí, halló otras causales: el agotamiento de muchas estructuras, actitudes y formas de hacer política, la falta de compromiso en el desempeño de la función pública, el desgano y ausencia de resultados, indiferencia, apatía y deslealtad.

A la vista de todos, Marco Mena mostró que se hartó de vivir a la sombra del marianismo y advirtió, sin ambigüedades, que a la hora de ejercer el poder, ya no aceptará –de sus funcionarios y líderes de su partido- respuestas a medias tintas. “O es sí o es no”, estableció ante decenas de funcionarios quienes, con el regaño a cuestas, todavía aplaudieron algunas partes del discurso de Mena.

De los primeros en abandonar el Centro de Convenciones fue Tulio Hernández Gómez

“Ya no hablo de política”, precisó a varios de los reporteros que pretendían entrevistarlo.

Pero, al fin, genio y figura hasta la sepultura, no se quedó callado.

Todavía no llegaba a la puerta de salida cuando otro comunicador le comentó…

-Tulio, ¿cuántos crees que se vayan a la chingada?

-“Yo creo que nadie se va a ir a la chingada…. ya muchos están caminando”, expresó entre risas.

Mena Rodríguez, por su lado, tampoco quiso dar entrevistas pues, con “el discurso es suficiente”, atajaron sus principales operadores de medios.

Eso sí, en breve charla informal con cuatro comunicadores ratificó lo dicho porque “es necesario refrescar los cuadros de funcionarios y reorganizar al gobierno en forma práctica”.

-Gobernador… Y como no queriendo deja caer la hoja que lleva en la bolsa de su camisa, conocemos la lista de los que se van. No hay problema, solo decimos: ¡ah, la encontramos en el piso… ahí estaba! –comentó quien esto escribe.

La carcajada de Mena no se hizo esperar.

No dijo más. Acompañado de Sandra, su esposa, dio la vuelta y encaminó a la salida del evento entre selfies y abrazos




Marco Antonio Mena Rodríguez puso ayer fin a la losa del marianismo que, por un año y seis meses, cargó como titular del Ejecutivo estatal.

Sacudió, pues, cualquier relación política que le endilgaban y, en muchos de los casos, hasta de sumisión con el exmandatario Mariano González Zarur.

A la convocatoria en el Centro de Convenciones para comentar la forma en que su gobierno actuará frente a la próxima administración de Andrés Manuel López Obrador, a quien nunca mencionó por su nombre, fue más claro que el agua: “Vamos a dejar atrás, en definitiva, actitudes patrimonialistas, aspiraciones dinásticas o de apellidos o linajes como criterio”.

Y, sin más, las miradas morbosas de los asistentes bien trajeados y perfumados y damas de largo, se centraron hacia un desaliñado Mariano González Aguirre, recién derrotado en el primer Distrito electoral federal y que se presentó al evento como recién levantado de la cama.

Ayer Mena sorprendió a propios y extraños.

Y es que nunca en la historia política moderna de Tlaxcala un gobernador había convocado a su gabinete en pleno, directores y mandos medios, a una reunión abierta con medios de comunicación, para reprocharles la falta de compromiso con el gobierno y deslealtad con el ciudadano.

Mena no solo exhibió traiciones en el pasado proceso electoral, sino que acusó que varios de los funcionarios de su administración sin dar resultados –a quienes no puso nombres y apellidos- obran y se expresan mal de su forma de ejercer el poder sin “saber que se denigran a sí mismo”.

Y, lo que parecía imposible de ser presenciado en público, pasó: los despidió por anticipado: “Si no quieren estar en el gobierno ni con el gobierno no los vamos a tener a fuerza”, soltó.

Así, Mena resumió por qué el Partido Revolucionario Institucional, instituto que lo llevó al poder hace dos años, perdió avasalladoramente las elecciones del pasado uno de julio.

En el peor de los escenarios, ningún Ejecutivo contemporáneo había perdido, para su partido, todas las Senadurías, diputaciones federales y locales. Y ayer, ahí, sentados, estaban varios de los derrotados, Mariano González, Anabel Alvarado Varela, Sandra Corona y Blanca Águila, fueron los más visibles.

Serio, muy serio, Mena nunca aceptó que el “efecto” Andrés Manuel López Obrador había sido el culpable de la derrota priista en Tlaxcala y en el país.

Eso sí, halló otras causales: el agotamiento de muchas estructuras, actitudes y formas de hacer política, la falta de compromiso en el desempeño de la función pública, el desgano y ausencia de resultados, indiferencia, apatía y deslealtad.

A la vista de todos, Marco Mena mostró que se hartó de vivir a la sombra del marianismo y advirtió, sin ambigüedades, que a la hora de ejercer el poder, ya no aceptará –de sus funcionarios y líderes de su partido- respuestas a medias tintas. “O es sí o es no”, estableció ante decenas de funcionarios quienes, con el regaño a cuestas, todavía aplaudieron algunas partes del discurso de Mena.

De los primeros en abandonar el Centro de Convenciones fue Tulio Hernández Gómez

“Ya no hablo de política”, precisó a varios de los reporteros que pretendían entrevistarlo.

Pero, al fin, genio y figura hasta la sepultura, no se quedó callado.

Todavía no llegaba a la puerta de salida cuando otro comunicador le comentó…

-Tulio, ¿cuántos crees que se vayan a la chingada?

-“Yo creo que nadie se va a ir a la chingada…. ya muchos están caminando”, expresó entre risas.

Mena Rodríguez, por su lado, tampoco quiso dar entrevistas pues, con “el discurso es suficiente”, atajaron sus principales operadores de medios.

Eso sí, en breve charla informal con cuatro comunicadores ratificó lo dicho porque “es necesario refrescar los cuadros de funcionarios y reorganizar al gobierno en forma práctica”.

-Gobernador… Y como no queriendo deja caer la hoja que lleva en la bolsa de su camisa, conocemos la lista de los que se van. No hay problema, solo decimos: ¡ah, la encontramos en el piso… ahí estaba! –comentó quien esto escribe.

La carcajada de Mena no se hizo esperar.

No dijo más. Acompañado de Sandra, su esposa, dio la vuelta y encaminó a la salida del evento entre selfies y abrazos




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