Las puntadas de amor que mujeres de edad en plenitud dan al vestido de la Virgen de la Caridad, patrona de los huamantlecos, previo a la festividad de "La Noche que Nadie Duerme", cumplen seis décadas.
Esta vez los bordados en canutillos de oro cambiaron -a propuesta de las familias donantes Durán Silva y Macías- por hilo de plata, los relieves resaltan en el blanco metálico.
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En el antiguo museo, las expertas manos de las mujeres son testigos de esta tradición religiosa; las mujeres más jóvenes siguen sus pasos.
Al respecto, Elvira Hernández, coordinadora de las bordadoras del vestido, mostró a El Sol de Tlaxcala que se tiene un avance del 60 % en ambas prendas sagradas.
En el Museo Casa Carito -situado en Ignacio Allende del municipio de Huamantla- sesenta mujeres trabajan de lunes a domingo en la confección del vestido.
Las bordadoras llegan hasta el Museo para participar con unas puntadas sobre la fina tela del raso del manto.
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En horarios matutinos, trabajan mujeres de mayor edad, por las tardes acuden las adolescentes, eso sí, llenas de fe y concentradas para no causar daño a la fina tela del raso con el que se elabora el manto azul.
“Iniciamos a finales de abril, casi cuatro meses de trabajo con la aportación de todos, hombres, mujeres y niños, los que donaron la plata, la tela y las que bordan”, subrayó.
Sobre el bastidor trabajan el relieve de flores en plata en el manto; las medidas de esta prenda ni el color se modifican, un azul celeste de 2.80 metros de largo.
Sobre el manto se observa un monumental rosario briscado en relieves y curvaturas; el brillo del blanco metálico de la plata, resalta sobre la tela de seda.
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A su vez, María de los Ángeles Díaz Díaz, bordadora, comentó que “lo hago por agradecimiento a la Virgen y mi sentir es de satisfacción y alegría por dejar unas puntadas en el manto que porta, cuando bordo siento una paz interna muy grande”.
EL VESTIDO
El vestido de la Virgen de la Caridad mide 70 centímetros, sobre él, los bordados con un conjunto de flores y signos, al centro representan a la Iglesia, hay doce flores de frente abiertas, maravillas que representan a los apóstoles, explicó Elvira Hernández.
Comentó que otras cinco flores son bordadas juntas en la parte superior de la prenda, por lo que representan las llagas gloriosas de nuestro Señor Jesucristo y otras dos que aparecen a los lados y significan las dos naturalezas de Cristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
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Asimismo, explicó que el vestido engalana seis hojas de maple que representan los seis sacramentos y al centro JHS es Cristo y la Eucaristía.
Asimismo, detalló que está en el frente del vestido porque Cristo es cabeza de la Iglesia, los roleos y las flores representan la actividad pastoral de la Iglesia que permanece en movimiento.
“Todo nace de Cristo que es pastor de la iglesia y Jesús aparece al centro en el vientre virginal de la Santísima Madre; el manto es signo de el cobijo de la Madre al Hijo, al mismo tiempo es la plegaria del pueblo de Dios, por eso está plasmados un rosario y un ramo de flores.
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Adicionalmente aparece la leyenda descrita en latín Salve Regina y una estrella con ocho picos porque María es la estrella de la mañana y estrella de la nueva evangelización. En el manto briscado del encaje de seda está diseñado un monumental rosario
-¿Qué representa seguir la tradición de su tía Carolina Hernández Castillo?
-Para mi hermana Laura y una servidora desde el año 2015, damos seguimiento a un legado que nos dejó mi tía Carito, pero siempre apoyadas del grupo de bordadoras y los donadores que cada año se turnan.
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María de los Ángeles Díaz, bordadora
Es en agradecimiento a la Virgen de la Caridad, siento una paz interna”
Elvira Hernández, bordadora
El manto es signo de el cobijo de la Madre al Hijo, al mismo tiempo es la plegaria del pueblo de Dios”