El amor que la senadora tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel le tiene a la tierra, y su compromiso con el campo viene de sus orígenes, al crecer en un estado donde el agricultura era una de las actividades principales, aseveró al ser nombrada Embajadora de la Buena Voluntad del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) para temas de Desarrollo Sostenible y Equidad Social.

Durante la ceremonia de distinción, la también exgobernadora de Tlaxcala contó cómo de sus vivencias infantiles y adolescentes en el municipio de Huamantla y otros sitios de la entidad nació su compromiso con los campesinos y con las mujeres del campo.

Conocí a las mujeres otomíes y las empecé a admirar... fue así que me involucré con alfabetizar a campesinos adultos, y surgió la definición que marcó el rumbo de mi existencia, señaló.

Agregó que en ese momento y tras la convivencia con los agricultores se convenció de que ella iba a estar del lado de los campesinos y siempre del lado de la agricultura.

Quien actualmente es presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la República, recordó que su relación con la agricultura empezó cuando de niña acompañaba a su papá a "pishcar' las mazorcas de maíz que se producían en la parcela familiar, pues al crecer en una comunidad prehispánica, aprendió mucho de la agricultura campesina y algunas faenas, sobre todo de recolección y cosecha.

Mis primos y yo asistíamos a la escuela, así es que nuestra colaboración a las tareas del campo era más circunstancial, los fines de semana o fuera de los horarios escolares, con el propósito de que aprendiéramos, mencionó.

Explicó que en ese momento no sabía con exactitud que la palabra Tlaxcala viene del toponímico “tlaxcalle” y que significa “tierra del pan de maíz”, y que tampoco sabía que a unos 50 kilómetros de distancia del lugar donde vivía estaba Cacaxtla, un sitio con pinturas de influencia maya en las que se plasmó la más conmovedora representación iconográfica de la vinculación del hombre con el maíz, en el que de la milpa brotan, en lugar de mazorcas, caritas de seres humanos.

Paredes Rangel aseveró que ese reconocimiento constituye un gran honor por la labor que ha hecho al campo, pero destacó que todavía hay una ardua tarea para impulsar el desarrollo de la agricultura en el continente y para garantizar que existan los volúmenes de alimentos, en las condiciones sanitarias y de inocuidad, que requiere la humanidad para su existencia y su desenvolvimiento pleno.

Falta mucho por hacer para que esos alimentos sean accesibles para todos y que ninguna persona padezca hambre, expresó.

Añadió que la vocación por la agricultura de cualquier persona tiene que ver con una definición filosófica como la producción de alimentos, y que su distribución supone una actitud de crear y dar, de alimentar, de alimentarse y de alimentar a todos.

Comentó que existen todavía enormes desafíos para la agricultura, la pesca y la ganadería, y que en los tiempos que actualmente viven implican también restaurar la biodiversidad para que no se siga deteriorando el planeta, pues de eso depende la persistencia de la especie humana.

Pondré mi empeño, voluntad y experiencia en satisfacer las expectativas del IICA al otorgarme este nombramiento, pues creo en la importancia de los organismos multilaterales, en la cooperación regional y en el valor de la diplomacia, ofreció.

En el evento a distancia, la senadora Beatriz Paredes Rangel recibió el título de Manuel Otero, director general de ese organismo internacional especializado, quién destacó que se trata de un reconocimiento a la trayectoria de quien es una verdadera luchadora del agro, qué ha realizado un trabajo humanista y comprometido con las causas de la agricultura sostenible.

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