La vida de una religiosa significa configurarse con Cristo, una vida consagrada que las lleva a seguir a Jesucristo viviendo los tres votos que hicieron: pobreza, castidad y obediencia.
Además, las hermanas, las madres como son nombradas, son religiosas que viven radicalmente su seguimiento a Cristo, que significa estar muy cercanas a Él.
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En su caso, compartió, su área de trabajo ha sido la formación de las futuras religiosas, formadora de hermanas, de novicias, de junioras, y actualmente es la encargada general de la formación inicial y permanente en el ICAS.
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Sin embargo, su preparación académica le ha permitido ir más allá y, de forma paralela, es docente en el Seminario de Tlaxcala, en donde dos días de la semana da clases de filosofía.
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NO HAY FRUSTRACIÓN POR NO TENER DESCENDENCIA
La hermana Teresita, como la llaman, aseveró que no existe frustración o un sentimiento similar al no poder concebir un hijo o hija, pues fue una respuesta libre a Dios, una decisión que tomaron y que asumieron en su proceso de formación y acompañamiento.
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Estamos conscientes de que somos llamados a tener un estado de vida mediante la vivencia de los consejos evangélicos que se refiere al voto de obediencia, castidad y pobreza, por eso la vida espiritual y fraterna son puntos esenciales y de referencia para que desarrollemos nuestra propia existencia en el sentido afectivo, relacional y emocional, expresó.
Agregó que en el caso de las religiosas no dan a luz a un hijo o hija en forma física, pero dan a luz a muchas personas que viven sin conocimientos de Dios.
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