/ sábado 20 de mayo de 2023

Los avatares de nuestro tiempo | Democracia interna de los partidos políticos

El politólogo alemán Roberto Michels dedicó buena parte de su obra al análisis de las élites políticas. Una de sus conclusiones principales en el libro “Los partidos políticos: un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna” es que los partidos políticos tienden a convertirse en oligarquías. Esto significa que las decisiones de la vida interna y los procesos de designación de candidatos (por mencionar un par de procesos decisorios en los partidos) son tomadas a partir del acuerdo de unos cuantos actores políticos o de un número mínimo de grupos que aglutinan todo el poder.

Si la conclusión de Michels es cierta, entonces las democracias están sujetas al riesgo permanente de que el “demos” (el pueblo) tenga poca incidencia en las decisiones de los partidos y, en consecuencia, poca posibilidad de acceder a los cargos públicos. Además, si los partidos políticos acuerdan solamente entre élites, entonces el sistema de partidos influye directamente en el detrimento de la democracia.

Lo problemático del asunto de las oligarquías partidistas es que modifican también la interacción entre partidos. Si un partido, en tanto toma decisiones de manera discrecional, se desenvuelve en un sistema de partido único o hegemónico, entonces la vida política es nula o limitada a la interacción al interior del partido. Si, el partido está inserto en un sistema multipartidista, entonces existe la posibilidad de que otros partidos (que sostienen esquemas de mayor participación e interacción con ciudadanía externa a los militantes) influyan en la necesidad de apertura y la limitación de la influencia de las élites partidistas.

Al respecto, el caso de México en el siglo XX fue representativo para el estudio de los sistemas de partidos. En ese período de tiempo, el PRI (como partido dominante o hegemónico) presentaba algunos rasgos de oligarquía en la toma decisiones internas (a pesar de la incorporación de diferentes sectores). Sin embargo, el proceso de democratización imbuyó al partido en un proceso de transformación dada la interacción con otros institutos políticos como el PAN o el PRD. Este último precisamente escindido del PRI a partir de la consideración de que el partido se dirigía por una oligarquía poco interrelacionada con otros bloques del partido y la consideración de las transformaciones sociales en el país.

Contemporáneamente, el partido Morena se enfrenta precisamente al reto de revitalizar una vida interna democrática. Sin embargo, hay un dilema entre respetar la dirección y decisión del presidente de la República y el acuerdo con los principales líderes (aunque eso signifique reafirmar la conclusión de Michels sobre oligarquía) o abrir los procesos de toma de decisiones (como la selección de candidatos) a la participación de militantes y la sociedad en general. Si el dilema se resuelve en favor de la primera opción y el principal elector para decidir al candidato presidencial de Morena resulta ser el presidente de la República (con el acuerdo con las élites partidistas), la regla general de los partidos políticos como oligarquías se confirma.

En función de que México sostiene un sistema pluralista de partidos, la oposición tiene un rol relevante en la democratización de las decisiones políticas. Hay poco o casi nulo entusiasmo ante esta posibilidad, sobre todo porque la oposición partidista es nimia, una caricatura. Empero, si la oposición observa esta posibilidad y entonces decide abrir el proceso de selección de la candidatura presidencial a la opinión y participación de las personas, podrá diferenciarse claramente de comportamiento oligárquico. Es complicado, sobre todo porque la oposición partidista ha acordado –casi todas las decisiones– como la propia conformación de coaliciones electorales, en el secreto y el consenso entre las élites.

La discusión es relevante porque las decisiones en los partidos tienen repercusiones al nivel de las dinámicas políticas en el país. Es decir, si los partidos son abiertamente antidemocráticos u oligárquicos, la democracia mexicana se desvirtúa. Ahí está la importancia de la democracia interna en los partidos políticos.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

En función de que México sostiene un sistema pluralista de partidos, la oposición tiene un rol relevante en la democratización de las decisiones políticas.

El politólogo alemán Roberto Michels dedicó buena parte de su obra al análisis de las élites políticas. Una de sus conclusiones principales en el libro “Los partidos políticos: un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna” es que los partidos políticos tienden a convertirse en oligarquías. Esto significa que las decisiones de la vida interna y los procesos de designación de candidatos (por mencionar un par de procesos decisorios en los partidos) son tomadas a partir del acuerdo de unos cuantos actores políticos o de un número mínimo de grupos que aglutinan todo el poder.

Si la conclusión de Michels es cierta, entonces las democracias están sujetas al riesgo permanente de que el “demos” (el pueblo) tenga poca incidencia en las decisiones de los partidos y, en consecuencia, poca posibilidad de acceder a los cargos públicos. Además, si los partidos políticos acuerdan solamente entre élites, entonces el sistema de partidos influye directamente en el detrimento de la democracia.

Lo problemático del asunto de las oligarquías partidistas es que modifican también la interacción entre partidos. Si un partido, en tanto toma decisiones de manera discrecional, se desenvuelve en un sistema de partido único o hegemónico, entonces la vida política es nula o limitada a la interacción al interior del partido. Si, el partido está inserto en un sistema multipartidista, entonces existe la posibilidad de que otros partidos (que sostienen esquemas de mayor participación e interacción con ciudadanía externa a los militantes) influyan en la necesidad de apertura y la limitación de la influencia de las élites partidistas.

Al respecto, el caso de México en el siglo XX fue representativo para el estudio de los sistemas de partidos. En ese período de tiempo, el PRI (como partido dominante o hegemónico) presentaba algunos rasgos de oligarquía en la toma decisiones internas (a pesar de la incorporación de diferentes sectores). Sin embargo, el proceso de democratización imbuyó al partido en un proceso de transformación dada la interacción con otros institutos políticos como el PAN o el PRD. Este último precisamente escindido del PRI a partir de la consideración de que el partido se dirigía por una oligarquía poco interrelacionada con otros bloques del partido y la consideración de las transformaciones sociales en el país.

Contemporáneamente, el partido Morena se enfrenta precisamente al reto de revitalizar una vida interna democrática. Sin embargo, hay un dilema entre respetar la dirección y decisión del presidente de la República y el acuerdo con los principales líderes (aunque eso signifique reafirmar la conclusión de Michels sobre oligarquía) o abrir los procesos de toma de decisiones (como la selección de candidatos) a la participación de militantes y la sociedad en general. Si el dilema se resuelve en favor de la primera opción y el principal elector para decidir al candidato presidencial de Morena resulta ser el presidente de la República (con el acuerdo con las élites partidistas), la regla general de los partidos políticos como oligarquías se confirma.

En función de que México sostiene un sistema pluralista de partidos, la oposición tiene un rol relevante en la democratización de las decisiones políticas. Hay poco o casi nulo entusiasmo ante esta posibilidad, sobre todo porque la oposición partidista es nimia, una caricatura. Empero, si la oposición observa esta posibilidad y entonces decide abrir el proceso de selección de la candidatura presidencial a la opinión y participación de las personas, podrá diferenciarse claramente de comportamiento oligárquico. Es complicado, sobre todo porque la oposición partidista ha acordado –casi todas las decisiones– como la propia conformación de coaliciones electorales, en el secreto y el consenso entre las élites.

La discusión es relevante porque las decisiones en los partidos tienen repercusiones al nivel de las dinámicas políticas en el país. Es decir, si los partidos son abiertamente antidemocráticos u oligárquicos, la democracia mexicana se desvirtúa. Ahí está la importancia de la democracia interna en los partidos políticos.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

En función de que México sostiene un sistema pluralista de partidos, la oposición tiene un rol relevante en la democratización de las decisiones políticas.