/ martes 1 de junio de 2021

Pasión electoral

O se cree apasionadamente en el partido o no se es priista

el Régimen

Es más común de lo que parece, pero las campañas políticas suelen mostrar las miserias de nuestra cultura política. En ellas, no solo nos alejamos de las razones, si no que entramos en un campo gravitatorio que nos atrae irresistiblemente hacia las pasiones; muy a pesar de tener frente a nuestros ojos las inconsistencias entre lo que se dice en el discurso y lo que se hace en la realidad; de alguna suerte, nos entregamos a la necedad de creer.

De cierta forma, la naturaleza de las campañas es la polarización para que no quepan escenarios tibios o neutros, éstos, estorban siempre en un proceso electoral; y es así como las campañas políticas se convierten en mecanismos que reactivan a la sociedad estimulándola hacia la temporada de caza, hogueras, guillotinas y profetas, donde nada importa más, que salir a votar a favor de alguna de las opciones políticas que se nos presentan.

Muchas serían las reflexiones que podemos sacar de lo que ha ocurrido durante este proceso electoral, donde las fuerzas políticas han mostrado las más de las miserias de su entramado interno, de su ausencia, y de su deslinde de una sociedad cada vez más fragmentada.

Es así como entramos a la recta final de uno de los procesos electorales intermedios más polémicos y violentos donde el desgaste del partido en el poder ha permitido que sus propios aliados ganen territorio a costa de mermar el propio. En tanto que los “adversarios” se posicionan agazapados a contragolpe; unidos bajo la premisa alentada de que todo “opresor” debe ser odiado y rechazado por injusto, por abrupto. De alguna manera, apuestan a avispar el miedo latente al poderoso, pero sin perder sus privilegios o marcar un cambio de rumbo en su forma de hacer política.

Y sin embargo, estamos a diez, nueve, ocho, siete… días de celebrar el más grande proceso electoral que haya ocurrido en México. Hablamos de una elección donde se elegirán 15 gubernaturas, 300 diputaciones federales de mayoría relativa, 200 diputaciones federales de representación proporcional; en las cámaras de diputados locales se elegirán 1,063 diputaciones. Además de 1,923 alcaldías en 30 entidades.

En todo proceso electoral, hay quienes ven en la elección la pugna de siempre entre dos temas transversales: Los de derecha (conservadores), que se inclinan por magnificar la libertad sobre todas las cosas. Y los de izquierda (liberales), que magnifican la igualdad por encima de cualquier otro derecho.

Pero también hay quien puede ver en los procesos electorales un ciclo de renovación, donde el propio sistema político desecha o reafirma, tristemente, las mismas opciones políticas de siempre, pero con aires de novedad, filtrándolas bajo el velo de las campañas electorales; en tanto que los horrores y las pérdidas que nos dejan la corrupción, la pandemia, el crimen organizado, los feminicidios, la ineptitud y la impunidad continúan. Tal vez lo verdaderamente importante de las elecciones intermedias es que no debería de dejarse ver que una cosa son las intenciones y otras más los resultados. De ahí que se reafirme o se castigue con el voto.

Y es que, en un mundo donde la polarización nos arrebata de la vista todo aquello que importa y que no es electoral bien vale recordar que las únicas armas que se tienen, las más poderosas, son las ideas: “Ni tenemos otras, ni las hay mejores” (Gómez Morín)

Por ello, recuerde este próximo 6 de junio; se vote o no, las democracias están diseñadas para que un grupo de políticos logre la legitimidad de decidir sobre todos los demás, incluyéndolo a usted querido lector, y esta legitimidad se gana con un simple voto de más o un voto de menos.

Entre necedades

“Otra victoria como ésta y estaré vencido” Pirro

Algo hay de cierto cuando se afirma que las campañas electorales exitosas pueden dividirse en tres grandes momentos: El primero se ubica en el acierto o el error para elegir a los candidatos de cada partido político. El segundo momento puede ubicarse en el error que cometen los competidores por arrogancia, desprecio, falta de empatía, ineptitud o necedad. El tercer momento, es el mal manejo de crisis que deriva del segundo, alimentado por el autismo y su soberbia. El caso Salgado Macedonio es un ejemplo claro de estas tres etapas. Pues hay una preferencia electoral clara para Morena entre un antes y un después de este caso. Al tiempo…

*Analista Político.

Colaborador de Integridad Ciudadana A.C.

@Integridad_AC @VJ1204

O se cree apasionadamente en el partido o no se es priista

el Régimen

Es más común de lo que parece, pero las campañas políticas suelen mostrar las miserias de nuestra cultura política. En ellas, no solo nos alejamos de las razones, si no que entramos en un campo gravitatorio que nos atrae irresistiblemente hacia las pasiones; muy a pesar de tener frente a nuestros ojos las inconsistencias entre lo que se dice en el discurso y lo que se hace en la realidad; de alguna suerte, nos entregamos a la necedad de creer.

De cierta forma, la naturaleza de las campañas es la polarización para que no quepan escenarios tibios o neutros, éstos, estorban siempre en un proceso electoral; y es así como las campañas políticas se convierten en mecanismos que reactivan a la sociedad estimulándola hacia la temporada de caza, hogueras, guillotinas y profetas, donde nada importa más, que salir a votar a favor de alguna de las opciones políticas que se nos presentan.

Muchas serían las reflexiones que podemos sacar de lo que ha ocurrido durante este proceso electoral, donde las fuerzas políticas han mostrado las más de las miserias de su entramado interno, de su ausencia, y de su deslinde de una sociedad cada vez más fragmentada.

Es así como entramos a la recta final de uno de los procesos electorales intermedios más polémicos y violentos donde el desgaste del partido en el poder ha permitido que sus propios aliados ganen territorio a costa de mermar el propio. En tanto que los “adversarios” se posicionan agazapados a contragolpe; unidos bajo la premisa alentada de que todo “opresor” debe ser odiado y rechazado por injusto, por abrupto. De alguna manera, apuestan a avispar el miedo latente al poderoso, pero sin perder sus privilegios o marcar un cambio de rumbo en su forma de hacer política.

Y sin embargo, estamos a diez, nueve, ocho, siete… días de celebrar el más grande proceso electoral que haya ocurrido en México. Hablamos de una elección donde se elegirán 15 gubernaturas, 300 diputaciones federales de mayoría relativa, 200 diputaciones federales de representación proporcional; en las cámaras de diputados locales se elegirán 1,063 diputaciones. Además de 1,923 alcaldías en 30 entidades.

En todo proceso electoral, hay quienes ven en la elección la pugna de siempre entre dos temas transversales: Los de derecha (conservadores), que se inclinan por magnificar la libertad sobre todas las cosas. Y los de izquierda (liberales), que magnifican la igualdad por encima de cualquier otro derecho.

Pero también hay quien puede ver en los procesos electorales un ciclo de renovación, donde el propio sistema político desecha o reafirma, tristemente, las mismas opciones políticas de siempre, pero con aires de novedad, filtrándolas bajo el velo de las campañas electorales; en tanto que los horrores y las pérdidas que nos dejan la corrupción, la pandemia, el crimen organizado, los feminicidios, la ineptitud y la impunidad continúan. Tal vez lo verdaderamente importante de las elecciones intermedias es que no debería de dejarse ver que una cosa son las intenciones y otras más los resultados. De ahí que se reafirme o se castigue con el voto.

Y es que, en un mundo donde la polarización nos arrebata de la vista todo aquello que importa y que no es electoral bien vale recordar que las únicas armas que se tienen, las más poderosas, son las ideas: “Ni tenemos otras, ni las hay mejores” (Gómez Morín)

Por ello, recuerde este próximo 6 de junio; se vote o no, las democracias están diseñadas para que un grupo de políticos logre la legitimidad de decidir sobre todos los demás, incluyéndolo a usted querido lector, y esta legitimidad se gana con un simple voto de más o un voto de menos.

Entre necedades

“Otra victoria como ésta y estaré vencido” Pirro

Algo hay de cierto cuando se afirma que las campañas electorales exitosas pueden dividirse en tres grandes momentos: El primero se ubica en el acierto o el error para elegir a los candidatos de cada partido político. El segundo momento puede ubicarse en el error que cometen los competidores por arrogancia, desprecio, falta de empatía, ineptitud o necedad. El tercer momento, es el mal manejo de crisis que deriva del segundo, alimentado por el autismo y su soberbia. El caso Salgado Macedonio es un ejemplo claro de estas tres etapas. Pues hay una preferencia electoral clara para Morena entre un antes y un después de este caso. Al tiempo…

*Analista Político.

Colaborador de Integridad Ciudadana A.C.

@Integridad_AC @VJ1204