/ miércoles 3 de noviembre de 2021

Resiliencia | La cop26

La reunión número 26 de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, es un órgano supremo compuesto por líderes mundiales que toma decisiones para enfrentar esta problemática, se realiza anualmente y esta vez tiene lugar desde el 31 de octubre al 12 de noviembre en Glasgow, Reino Unido, un año más tarde de lo que había sido planeado, debido a la pandemia de Covid-19, están invitados los 197 países firmantes de dicha Convención así como expertos en el tema y organizaciones de la sociedad civil que buscan incidir en las negociaciones y lograr que los compromisos que se asuman correspondan a la urgencia de esta crisis, este evento representa una oportunidad única para acordar medidas más ambiciosas y radicales para enfrentar la crisis climática que tiene en riesgo a la naturaleza y a las personas.

La situación actual de emergencia causada por el alarmante ritmo en el que se ha ido calentando el planeta en las últimas décadas denominada crisis climática, es un fenómeno que, según ha comprobado la ciencia, se debe principalmente a actividades humanas, el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, la agricultura, la ganadería, y muchas otras actividades humanas emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano que llegan a la atmósfera y retienen el calor en la Tierra, causando un aumento anormal y peligroso de la temperatura mundial al que se le ha dado el nombre de calentamiento global.

Hoy, el mundo es 1,1°C, más caliente que en tiempos preindustriales y según el más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la máxima autoridad en el tema, el planeta es más caliente de lo que ha sido en los últimos 125 mil años, adicionalmente, la ciencia advierte que nos estamos acercando vertiginosamente a los límites de temperatura establecidos en el Acuerdo de París, el compromiso más emblemático que los países han asumido para enfrentar esta crisis y según el tratado, el mundo debe mantenerse por debajo de los 2°C de calentamiento y en lo posible de los 1,5°C ya que la ciencia ha identificado estos rangos como los menos riesgosos para la vida en la Tierra.

Lo grave de todo esto es que entre más caliente esté el planeta, más cambiará el clima y especialmente más frecuentes e intensos serán los eventos climáticos extremos como los incendios forestales, los ciclones tropicales, las inundaciones y las sequías, además, el cambio climático ha desencadenado procesos naturales inéditos como el deshielo del ártico y el aumento del nivel del mar, según el IPCC, en la última década el hielo oceánico del Ártico alcanzó su nivel más bajo, por lo menos desde 1850 y en el último siglo el nivel del mar ha aumentado 20 centímetros y lo sigue haciendo a una velocidad cada vez mayor, en consecuencia, muchas poblaciones costeras están en riesgo de que el agua las cubra e incluso algunas ya están viendo cómo esto ocurre.

Este fenómeno también está acelerando la desaparición de ecosistemas y especies que, a su vez, están amenazados por la deforestación, contaminación, la producción insostenible de alimentos, entre otros factores, dicha degradación natural tiene graves consecuencias en el equilibrio del planeta y en la vida de las personas, pues los ecosistemas nos garantizan desde el alimento y el agua hasta el oxígeno que respiramos.

Por eso, se estima que el cambio climático producirá grandes migraciones y causará inseguridad alimentaria en muchas poblaciones, Naciones Unidas (ONU) por ejemplo, calcula que para 2050 habrá entre 50 y 200 millones de personas desplazadas por este fenómeno, si no tomamos acción ya, no podremos limitar el aumento de la temperatura global y las consecuencias serán devastadoras, a lo que se suma la pérdida de biodiversidad la cual está también en un momento crítico, por ello, según la ciencia, la próxima década será determinante para el futuro de la naturaleza, las personas y de las decisiones que los líderes mundiales tomen, lo que dependerá si podremos conservar el planeta.

De acuerdo al último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el aumento de la temperatura afectará gravemente la salud, la vida, la alimentación, el acceso al agua, la seguridad energética y el desarrollo socioeconómico de las poblaciones de América Latina y el Caribe, además, la región experimenta una alarmante tasa de pérdida de biodiversidad, mucho mayor a la media global, su alta vulnerabilidad no solo es causada por las condiciones climáticas extremas que genera el calentamiento global a ello se suma la desigualdad y la pobreza de la región que disminuyen su capacidad de enfrentar, resistir y recuperarse de los impactos de este fenómeno.

La crisis climática sigue siendo una de las prioridades de la agenda global, incluso cuando el mundo aún está luchando por salir a flote de la crisis ocasionada por la pandemia Covid-19, la World Wildlife Fund (WWF) es la organización internacional independiente dedicada a la conservación de la naturaleza y el medio ambiente, cuenta con más de 5 millones de socios y una red global activa, con liderazgo local en más de 100 países, quien identificó cinco claves o puntos críticos que deben lograrse en esta reunión 2021:

1. Descarbonización urgente y rápida, no más excusas: los gobiernos, las ciudades, las empresas, el mundo académico, la sociedad civil y los inversores, entre otros, deben, como prioridad urgente, llevar los sistemas económicos a una base sostenible, alejándose de nuestra dependencia de los combustibles fósiles;

2. Acción mediante soluciones basadas en la naturaleza: iniciativas que protegen, restauran y gestionan de forma sostenible ecosistemas terrestres y oceánicos como bosques, turberas, humedales, sabanas, arrecifes de coral y manglares;

3. Apoyo para que las personas y la naturaleza se adapten a los efectos del cambio climático: los gobiernos deben intensificar acciones para ayudar urgentemente a las personas más vulnerables del mundo y a muchos ecosistemas vitales a adaptarse a un mundo que se calienta cada vez más rápido, revitalizar ríos, restaurar humedales degradados o reubicar las actividades humanas en llanuras aluviales en lugar de construir presas y diques, o cambiar de combustibles fósiles a energías renovables;

4. Financiamiento para el futuro: los flujos financieros del sector privado deben estar alineados con los objetivos climáticos internacionales, eliminando los subsidios dañinos para la naturaleza y las personas, destinando más fondos para apoyar las prioridades locales y financiar asociaciones innovadoras y;

5. Un giro hacia la implementación: para mantener la meta de limitar el calentamiento global a los 1,5°C, deben incluir compromisos de cero emisiones netas técnicamente sólidos y factibles, con un enfoque principal en la reducción de emisiones.

La reunión número 26 de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, es un órgano supremo compuesto por líderes mundiales que toma decisiones para enfrentar esta problemática, se realiza anualmente y esta vez tiene lugar desde el 31 de octubre al 12 de noviembre en Glasgow, Reino Unido, un año más tarde de lo que había sido planeado, debido a la pandemia de Covid-19, están invitados los 197 países firmantes de dicha Convención así como expertos en el tema y organizaciones de la sociedad civil que buscan incidir en las negociaciones y lograr que los compromisos que se asuman correspondan a la urgencia de esta crisis, este evento representa una oportunidad única para acordar medidas más ambiciosas y radicales para enfrentar la crisis climática que tiene en riesgo a la naturaleza y a las personas.

La situación actual de emergencia causada por el alarmante ritmo en el que se ha ido calentando el planeta en las últimas décadas denominada crisis climática, es un fenómeno que, según ha comprobado la ciencia, se debe principalmente a actividades humanas, el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, la agricultura, la ganadería, y muchas otras actividades humanas emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano que llegan a la atmósfera y retienen el calor en la Tierra, causando un aumento anormal y peligroso de la temperatura mundial al que se le ha dado el nombre de calentamiento global.

Hoy, el mundo es 1,1°C, más caliente que en tiempos preindustriales y según el más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la máxima autoridad en el tema, el planeta es más caliente de lo que ha sido en los últimos 125 mil años, adicionalmente, la ciencia advierte que nos estamos acercando vertiginosamente a los límites de temperatura establecidos en el Acuerdo de París, el compromiso más emblemático que los países han asumido para enfrentar esta crisis y según el tratado, el mundo debe mantenerse por debajo de los 2°C de calentamiento y en lo posible de los 1,5°C ya que la ciencia ha identificado estos rangos como los menos riesgosos para la vida en la Tierra.

Lo grave de todo esto es que entre más caliente esté el planeta, más cambiará el clima y especialmente más frecuentes e intensos serán los eventos climáticos extremos como los incendios forestales, los ciclones tropicales, las inundaciones y las sequías, además, el cambio climático ha desencadenado procesos naturales inéditos como el deshielo del ártico y el aumento del nivel del mar, según el IPCC, en la última década el hielo oceánico del Ártico alcanzó su nivel más bajo, por lo menos desde 1850 y en el último siglo el nivel del mar ha aumentado 20 centímetros y lo sigue haciendo a una velocidad cada vez mayor, en consecuencia, muchas poblaciones costeras están en riesgo de que el agua las cubra e incluso algunas ya están viendo cómo esto ocurre.

Este fenómeno también está acelerando la desaparición de ecosistemas y especies que, a su vez, están amenazados por la deforestación, contaminación, la producción insostenible de alimentos, entre otros factores, dicha degradación natural tiene graves consecuencias en el equilibrio del planeta y en la vida de las personas, pues los ecosistemas nos garantizan desde el alimento y el agua hasta el oxígeno que respiramos.

Por eso, se estima que el cambio climático producirá grandes migraciones y causará inseguridad alimentaria en muchas poblaciones, Naciones Unidas (ONU) por ejemplo, calcula que para 2050 habrá entre 50 y 200 millones de personas desplazadas por este fenómeno, si no tomamos acción ya, no podremos limitar el aumento de la temperatura global y las consecuencias serán devastadoras, a lo que se suma la pérdida de biodiversidad la cual está también en un momento crítico, por ello, según la ciencia, la próxima década será determinante para el futuro de la naturaleza, las personas y de las decisiones que los líderes mundiales tomen, lo que dependerá si podremos conservar el planeta.

De acuerdo al último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el aumento de la temperatura afectará gravemente la salud, la vida, la alimentación, el acceso al agua, la seguridad energética y el desarrollo socioeconómico de las poblaciones de América Latina y el Caribe, además, la región experimenta una alarmante tasa de pérdida de biodiversidad, mucho mayor a la media global, su alta vulnerabilidad no solo es causada por las condiciones climáticas extremas que genera el calentamiento global a ello se suma la desigualdad y la pobreza de la región que disminuyen su capacidad de enfrentar, resistir y recuperarse de los impactos de este fenómeno.

La crisis climática sigue siendo una de las prioridades de la agenda global, incluso cuando el mundo aún está luchando por salir a flote de la crisis ocasionada por la pandemia Covid-19, la World Wildlife Fund (WWF) es la organización internacional independiente dedicada a la conservación de la naturaleza y el medio ambiente, cuenta con más de 5 millones de socios y una red global activa, con liderazgo local en más de 100 países, quien identificó cinco claves o puntos críticos que deben lograrse en esta reunión 2021:

1. Descarbonización urgente y rápida, no más excusas: los gobiernos, las ciudades, las empresas, el mundo académico, la sociedad civil y los inversores, entre otros, deben, como prioridad urgente, llevar los sistemas económicos a una base sostenible, alejándose de nuestra dependencia de los combustibles fósiles;

2. Acción mediante soluciones basadas en la naturaleza: iniciativas que protegen, restauran y gestionan de forma sostenible ecosistemas terrestres y oceánicos como bosques, turberas, humedales, sabanas, arrecifes de coral y manglares;

3. Apoyo para que las personas y la naturaleza se adapten a los efectos del cambio climático: los gobiernos deben intensificar acciones para ayudar urgentemente a las personas más vulnerables del mundo y a muchos ecosistemas vitales a adaptarse a un mundo que se calienta cada vez más rápido, revitalizar ríos, restaurar humedales degradados o reubicar las actividades humanas en llanuras aluviales en lugar de construir presas y diques, o cambiar de combustibles fósiles a energías renovables;

4. Financiamiento para el futuro: los flujos financieros del sector privado deben estar alineados con los objetivos climáticos internacionales, eliminando los subsidios dañinos para la naturaleza y las personas, destinando más fondos para apoyar las prioridades locales y financiar asociaciones innovadoras y;

5. Un giro hacia la implementación: para mantener la meta de limitar el calentamiento global a los 1,5°C, deben incluir compromisos de cero emisiones netas técnicamente sólidos y factibles, con un enfoque principal en la reducción de emisiones.