/ viernes 1 de noviembre de 2019

Ofrendas identifican a México

Las ofrendas son uno de los elementos culturales con mayor arraigo

“La ofrenda de Día de Muertos es una de las tradiciones que más identifica a la cultura mexicana alrededor del mundo, porque representa nuestro fuerte deseo de no olvidar quiénes somos y de dónde venimos” afirmó Amparo Rincón Pérez, jefa de la Coordinación de Arte Popular y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Dirección de Culturas Populares, quien platicó con El Sol de Tlaxcala sobre las características de las ofrendas en diversas regiones del país.

Rincón Pérez enfatizó que las ofrendas son uno de los elementos culturales con mayor arraigo, ya que están presentes en todas las regiones del país con sus respectivas variantes. Esta tradición, por sus características simbólicas y relevancia cultural, fue nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el 2007, señaló.

La especialista en culturas populares explicó que la ofrenda contiene elementos de la cosmogonía indígena, como el papel picado y el incienso, que representa el aire; las velas, que representan el fuego; las cruces de ceniza que representan la tierra, así como el agua.

Estos altares dedicados a la memoria de los difuntos tienen características muy peculiares de acuerdo a cada región del país.

Al respecto, Amparo Rincón explicó que en Cuanajo, Michoacán, las ofrendas se colocan en caballitos de madera adornados con flores, que se llevan a la vivienda del difunto; en Huaquechula, Puebla se elaboran enormes altares de piso a techo que llevan tres niveles, en cada uno se coloca un espejo que permite a los difuntos no quedarse atrapado en alguno de los estadios simbólicos.

En la región de Los Altos de Chiapas, los panteones se encuentran en los cerros a donde los familiares llegan con alimentos para compartir con sus muertos.

En los pueblos mayas de Campeche y Quintana Roo tienen por costumbre sacar los huesos de sus familiares a quienes se les invita simbólicamente la comida que se lleva; y en Tlaxcala, los otomíes acostumbran a colocar los instrumentos de trabajo del difunto, así como una silla donde su alma se sienta para convivir.

En los pueblos mesoamericanos de la época prehispánica, las ofrendas no solo se dedicaban a la memoria de los difuntos, también se asociaban al ciclo agrícola y era una forma de agradecer a la tierra el haber brindado alimento.

Esta es una fiesta totalmente mexicana, donde sobre todo compartimos la idea de recordar a nuestros ancestros, pues fueron ellos quienes nos legaron la tradición histórica

Amparo Rincón Pérez / Jefa de la Coordinación de Arte Popular

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“La ofrenda de Día de Muertos es una de las tradiciones que más identifica a la cultura mexicana alrededor del mundo, porque representa nuestro fuerte deseo de no olvidar quiénes somos y de dónde venimos” afirmó Amparo Rincón Pérez, jefa de la Coordinación de Arte Popular y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Dirección de Culturas Populares, quien platicó con El Sol de Tlaxcala sobre las características de las ofrendas en diversas regiones del país.

Rincón Pérez enfatizó que las ofrendas son uno de los elementos culturales con mayor arraigo, ya que están presentes en todas las regiones del país con sus respectivas variantes. Esta tradición, por sus características simbólicas y relevancia cultural, fue nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el 2007, señaló.

La especialista en culturas populares explicó que la ofrenda contiene elementos de la cosmogonía indígena, como el papel picado y el incienso, que representa el aire; las velas, que representan el fuego; las cruces de ceniza que representan la tierra, así como el agua.

Estos altares dedicados a la memoria de los difuntos tienen características muy peculiares de acuerdo a cada región del país.

Al respecto, Amparo Rincón explicó que en Cuanajo, Michoacán, las ofrendas se colocan en caballitos de madera adornados con flores, que se llevan a la vivienda del difunto; en Huaquechula, Puebla se elaboran enormes altares de piso a techo que llevan tres niveles, en cada uno se coloca un espejo que permite a los difuntos no quedarse atrapado en alguno de los estadios simbólicos.

En la región de Los Altos de Chiapas, los panteones se encuentran en los cerros a donde los familiares llegan con alimentos para compartir con sus muertos.

En los pueblos mayas de Campeche y Quintana Roo tienen por costumbre sacar los huesos de sus familiares a quienes se les invita simbólicamente la comida que se lleva; y en Tlaxcala, los otomíes acostumbran a colocar los instrumentos de trabajo del difunto, así como una silla donde su alma se sienta para convivir.

En los pueblos mesoamericanos de la época prehispánica, las ofrendas no solo se dedicaban a la memoria de los difuntos, también se asociaban al ciclo agrícola y era una forma de agradecer a la tierra el haber brindado alimento.

Esta es una fiesta totalmente mexicana, donde sobre todo compartimos la idea de recordar a nuestros ancestros, pues fueron ellos quienes nos legaron la tradición histórica

Amparo Rincón Pérez / Jefa de la Coordinación de Arte Popular

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