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La historia de Tlaxcala durante el siglo XX no se puede entender sin el ferrocarril. Este medio de transporte significó progreso e identidad para quienes viajaron en él y, sobre todo, para quienes le dedicaron su vida.
A propósito del Día del Ferrocarrilero, que se celebra cada 7 de noviembre, El Sol de Tlaxcala dialogó con Miguel Alberto González Báez, quien a lo largo de 40 años trabajó en diferentes puestos de la antigua compañía Ferrocarriles Nacionales de México (FNM). Guarda crucero, llamador, garrotero, conductor y ayudante superintendente fueron algunos de sus cargos dentro y fuera de nuestra entidad, de acuerdo con su relato.
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Desde su ingreso a FNM en 1969, la vida sobre los rieles significó aprendizaje continuo y una lista interminable de experiencias durante el auge de este medio, cuando el tren aún transportaba pasajeros.
El tramo más largo era de México a Veracruz. El tren salía a las 21:30 horas de Buenavista y eran 10 horas de viaje por menos de 50 pesos.
En cada una de las estaciones del ramal, entre ellas las de Tlaxcala, el personal trenista era el encargado de revisar minuciosamente el herraje de las unidades. Durante esos breves espacios de máximo 25 minutos, el maquinista también aprovechaba para recibir y firmar sus órdenes de trabajo con ayuda del telégrafo. Mientras tanto, los viajeros disfrutaban del descanso y otros más abordaban con rapidez.
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Subían muchas personas a cantar y a vender alimentos como frutas, tamales y hasta pulque, recordó el exferrocarrilero.
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DULCES Y AMARGAS EXPERIENCIAS DE UN TRENISTA
En la década de 1950, FNM modernizó el arrastre de trenes y dio la bienvenida a las locomotoras eléctricas; no obstante, algunas unidades de vapor se conservaron de manera especial.
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Miguel Alberto González Báez recuerda con gratitud de su faceta como conductor aquellos viajes a bordo de trenes especiales, “unidades muy elegantes donde solo viajaban personajes importantes y a los que se les daba preferencia sobre los demás”.
Entre los personajes a los que tuvo la encomienda de transportar fue al príncipe Carlos III, hoy rey de Inglaterra, quien visitó nuestro país en marzo de 2002.
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“Ese día nos premiaron dándonos un centenario conmemorativo y cuando terminó el viaje nos esperamos para ver al príncipe pasar, pero no esperábamos que nos saludara de mano, fue una experiencia muy bonita, una de tantas”, relató Miguel Alberto González.
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Si bien el trenista recuerda con gracia las historias tanto en la era de vapor como en la moderna, también tiene presentes los momentos de tensión en cada uno de sus viajes.
Nos preocupaba mucho que a la máquina le fuera a fallar el freno y la responsabilidad de llevar tantas personas. Viajar no era una pachanga, reconoció.
Como cualquier otro conductor, don Miguel tuvo la mala experiencia de atropellar autos que intentaban ganar el paso en la vía. “Hay que levantar actas, llamar autoridades, pero lo más triste es cuando hay muertos”.
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Su consuelo, entonces, era llegar a casa. De acuerdo con su relato, los trabajadores del tren hacían equipo en su hogar y dentro de su familia: “Mi esposa me ayudaba a tener todo listo, a cuidar a nuestros hijos e ir a las juntas de la escuela porque yo no podía ir. Mucho de lo que viví se lo debo a ella”.
En 1995, el entonces presidente Ernesto Zedillo privatizó Ferrocarriles Nacionales de México y el servicio de trenes de pasajeros dejó de funcionar paulatinamente años después, pero hasta la fecha son miles de mexicanos en el sector ferroviario quienes aún contribuyen a la mejora del transporte en nuestro país y a quienes hoy se festeja su día.
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El Día del Ferrocarrilero se festeja en homenaje a Jesús García Corona “El Héroe de Nacozari”, un valiente maquinista sonorense que sacrificó su vida el 7 de noviembre de 1907 al sacar un tren cargado de dinamita del pueblo de Nacozari.
En todo el país se le recuerda al nombrar así a escuelas, calles y monumentos, como el que se encuentra en el bulevar Emilio Sánchez Piedras de Apizaco que a la letra dice: “A la memoria de Jesús García Corona Héroe de Nacozari y de todos los ferrocarrileros caídos en el cumplimiento de su deber”.
- Entre los personajes a los que tuvo la encomienda de transportar fue al príncipe Carlos III, hoy rey de Inglaterra, quien visitó nuestro país en marzo de 2002.
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