Los pronósticos meteorológicos no fallaron, el día del eclipse estuvo nublado y el astro rey no pudo mostrar su sonrisa.
Empero, al turismo astronómico que llegó a San Simón Tlatlahuquitepec, municipio de Xaltocan, no le importó.
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Ahí, el mejor mirador que tiene Tlaxcala presumió sus Escalinatas, las más grandes del estado.
Además, aunque no se logró ver el momento que la Luna oculta parcialmente al Sol, la explicación que ofreció el director de la Academia Aeroespacial de México, Marcos Núñez George, abrió la imaginación del turismo astronómico.
Y es que la comunidad de San Simón fue sede de unos de los observatorios para ver el fenómeno astronómico.
Desde las nueve de la mañana comenzó a llegar la gente, el fácil acceso al mirador del llamado cerro ardiente atrajo al menos a dos centenas de visitantes.
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De Amaxac de Guerrero, Tlaxcala capital, Apizaco, Contla de Juan Cuamatzi, Yauhquemehcan, entre otros municipios, llegaron familias completas.
Antes del eclipse anular, la gente aprovechó para subir los 365 peldaños de las Escalinatas para conocer la capilla de Nuestra Señora de la Asunción.
También aprovecharon para pedir su deseo en la “piedra encantada” que se localiza en la parte trasera de la capilla, que según la leyenda, de ahí sale un toro, luego un gallo que canta. Hay infinidad de leyendas que encierra el cerro, que este sábado de eclipse lució en todo su esplendor, gracias a la faena que realizaron un día antes algunos pobladores de San Simón, en compañía de su presidenta de comunidad, María Victoria Marcelina Hernández Lozano.
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De esta manera, el día nublado fue lo de menos, personas de todas las edades estuvieron inmersas en ciencia y naturaleza, incluso, los infantes fueron los más partícipes en las actividades que realizó la Academia Aeroespacial de México.
El punto anular del eclipse se dio a las 11:11 horas, el 25 % del sol quedó al descubierto, la temperatura ambiental bajó, comenzó un aire frío que puso a temblar a unos cuantos.
En el cielo, las aves, confundidas por el efecto del eclipse, volaron en busca de un resguardo, como lo hacen durante las tardes-noches.
Aunque las cajas oscuras de proyección para ver indirectamente el eclipse, no sirvieron de mucho, sólo en algunos instantes las nubes permitieron ver al astro rey.
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Asimismo, los vidrios de fosfato, mejor conocidos como soldadores, fueron proporcionados por la Academia Aeroespacial a los visitantes, quienes aprovecharon los intervalos del cielo despejado para ver una parte del ciclo del eclipse.
Efímero fue el eclipse, pero no la experiencia y conocimientos que se llevaron los visitantes, además del contacto con la naturaleza y la mitología del cerro de San Simón Tlatlahuquitepec.
Antes, durante y después del eclipse que presenciaron decenas de personas en el cerro, ningún elemento de seguridad pública de Xaltocan acudió a brindar protección a los visitantes.