A más de un año de la pandemia por causa del nuevo coronavirus, nada es igual en las ceremonias funerarias en la nueva normalidad.
En las misas de despedida de las personas a sus muertos, el saludo es con la mano derecha en el corazón. Para comulgar, la asistente del párroco aplica gel y alcohol a los cristianos, lo único que no se puede evitar es la sana distancia. La gente insiste en estar cerca.
Con templos y panteones abiertos, la gente despide a sus muertos, después de un año de la enfermedad viral, participan niños, mujeres y hombres.
El martes pasado, Tiberio Ortiz salió muy temprano salió a trabajar a la empresa Audi en Puebla, como todo progenitor, preocupado por mantener a su familia, tras un empleo inestable, pero ya no regresó.
La víspera, su esposa, una docente, recibió una llamada telefónica donde le informaron del fallecimiento de su esposo en su centro de trabajo. La noticia pronto se dio a conocer en Nativitas y Santa Apolonia Teacalco.
El “Chino” como lo conocían, era un hombre responsable y trabajador, conducía un tractocamión, le gustaba el campo y los gallos. Sus amigos hasta le compusieron una canción.
Este viernes, el pueblo lo despidió y efectivamente, después de la pandemia, ya nada es igual.
Y la banda le cantó “Mi gusto es”, antes de que fuera sepultado. Eso sí, en la nueva normalidad todos usaron cubrebocas.
17,537 personas de la entidad dieron positivo al virus hasta el día 23 de abril.
2,350 defunciones de tlaxcatelcas se registraron hasta el pasado viernes.
Con templos y panteones abiertos, la gente despide a sus muertos, después de un año de la enfermedad viral, participan niños, mujeres y hombres.
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