/ viernes 22 de marzo de 2024

Anatomía de lo social / Mis tres amigos y las vacaciones de Semana Santa

Aunque no sea más que por el mísero

afán de descansar, debéis trabajar.

E. W. Stevens


Con la conjugación de varios eventos y actividades, este día, último laborable, prácticamente se inician las “vacaciones” de la Semana Santa y las que, de acuerdo con el calendario oficial se la SEP, se le otorga a la mayoría del gremio magisterial, burócratas y, en algunos casos, a los trabajadores resguardados en el apartado A del artículo 123 de la Ley Federal del Trabajo, por lo tanto, se supone que todos aquellos cuyas posibilidades de disfrutar de este periodo de descanso, dicho de otra manera, para dedicarse a resolver algunos pendientes particulares, o bien para romper con la monotonía de lo cotidiano.

En las calles, aunque se nota poca afluencia de personas, hay quienes caminan de prisa, bajo la creencia de que en todas partes, dígase oficinas e instituciones públicas, será un puente demasiado largo, en consecuencia, quizá algunas dependencias de gobierno permanezcan cerradas, otros ingresando a los bancos para cobrar las quincenas adelantadas, cuyo dinero, dicen algunos, servirá para irse de paseo; más allá de las condiciones y posibilidades de cada quien, lo cierto es que no hay manera de sustraerse para participar en los eventos religiosos, en otros casos, los festejos y los paseos serán las formas de aprovechar estas vacaciones.

Con estos pensamientos y observaciones, por fin llegué al lugar de nuestras reuniones, con el reclamo de los que ya se encontraban debidamente instalados, diciendo uno de ellos: Solo te esperábamos para pedir la bebida de nuestras preferencias y poder iniciar nuestra charla de este día. Ofrezco una disculpa por el pequeño retraso -les dije-, me distraje observando el panorama citadino, por ello, también que sea a mi cuenta las tazas de café de esta tarde. Con la aceptación y complacencia de los amigos, hicimos lo propio…

Mientras nos traían el servicio habló el amigo de las contradicciones, señalando al amigo de la bonanza: ¿Qué te pasa? -le preguntó- Estás muy callado, siempre eres el primero en hablar y hoy parece que te comieron la lengua los ratones; hasta pensé -prosiguió el de la voz- que nos ibas a presumir de tus vacaciones en algún puerto del país, como lo haces cada año…

La verdad no podré viajar, estaré ocupado en otras actividades que requieren de mi presencia, no les puedo adelantar de qué se trata porque todavía no son los tiempos para eso, pero pues, en efecto, este año guardaré mi dinero para cuando se presente la ocasión…

Respetable tu situación -tomó la palabra el amigo de la mesura-, aunque me parece que adivinamos de qué se trata, pero bueno, estoy seguro que cuando se acabe este periodo vacacional ya tendrás tiempo para comentarlos, mientras -siguió con la palabra- yo, como cada año, iré con mi familia al atrio del exconvento franciscano a escuchar las siete palabras, antes esperando la llegada de quienes participan en la procesión acompañando la imagen representativa de Jesús; y solo para ilustrarlos, porque sé que también, como yo, somos parte de la Iglesia católica, les explico brevemente cómo se interpreta cada uno de los días de la Semana Santa: desde el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén; el Lunes Santo se recuerda la expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén; el Martes Santo, cuando Jesús, reunido con sus apóstoles, les dice que uno de ellos lo va a traicionar. Miércoles Santo, el fin de la cuaresma y la traición de Judas. Jueves Santo, la celebración de la última cena. Viernes Santo, la pasión y crucifixión de Jesús en el Calvario; Sábado Santo o de Gloria, la antesala de la resurrección, que ocurre el Domingo de Pascua, día que se celebra la resurrección de Jesús…

La verdad reconocemos tu conocimiento -comentó el amigo de la beligerancia- de todas las celebraciones de los católicos, que desde niño has ido alimentando, pero además me acuerdo de que también eras un niño acólito y hasta te subías al campanario a repicar las campanas cuando se celebraba algún evento a festividad. Tienes razón -afirmó el aludido…

Por otra parte -interrumpió el amigo de la buena posición económica-, no olviden que estas vacaciones también sirven para pasear y descansar, aunque esta vez no pueda hacerlo -lo dijo con un gesto de pesar-, pero efectivamente, creo que también es merecido el descanso después de tantas actividades, en particular de las instituciones educativas, pues maestros y estudiantes deben estar agotados de ese trabajo tan desgastante y a veces ingrato por falta de reconocimiento…

Te equivocas -le refutaron-, aunque no son las vacaciones que en otros tiempos eran las de verano, que duraban casi dos meses, los maestros y sus pupilos recargarán ahora la responsabilidad en los padres, aunque muchos de ellos no quisieran, o tal vez no están muy de acuerdo con tantos días de descanso, porque, además, tienen que sumir la responsabilidad de cuidar a los hijos, por eso esto de las vacaciones, para ellos, son muy subjetivas…

Desde cualquier punto de vista -habló otra vez el amigo de la mesura- este periodo tiene tras de sí el acuerdo general, ya sea por ser resultado de un trabajo realizado o por la creencias que se profesan, lo cierto es que podemos considerarnos afortunados, pues en otros lugares, dígase países, no tienen las mismas oportunidades, por lo tanto, que las conmemoraciones y/o las celebraciones que cada quien las disfrute a su manera, cuidándose de no caer en los excesos propios de esta temporada; para terminar, ¿les parece que pidamos otra taza de café?, al fin que le toca pagar al que escribe. Con la aceptación del grupo, se hizo lo apropiado…


Aunque no sea más que por el mísero

afán de descansar, debéis trabajar.

E. W. Stevens


Con la conjugación de varios eventos y actividades, este día, último laborable, prácticamente se inician las “vacaciones” de la Semana Santa y las que, de acuerdo con el calendario oficial se la SEP, se le otorga a la mayoría del gremio magisterial, burócratas y, en algunos casos, a los trabajadores resguardados en el apartado A del artículo 123 de la Ley Federal del Trabajo, por lo tanto, se supone que todos aquellos cuyas posibilidades de disfrutar de este periodo de descanso, dicho de otra manera, para dedicarse a resolver algunos pendientes particulares, o bien para romper con la monotonía de lo cotidiano.

En las calles, aunque se nota poca afluencia de personas, hay quienes caminan de prisa, bajo la creencia de que en todas partes, dígase oficinas e instituciones públicas, será un puente demasiado largo, en consecuencia, quizá algunas dependencias de gobierno permanezcan cerradas, otros ingresando a los bancos para cobrar las quincenas adelantadas, cuyo dinero, dicen algunos, servirá para irse de paseo; más allá de las condiciones y posibilidades de cada quien, lo cierto es que no hay manera de sustraerse para participar en los eventos religiosos, en otros casos, los festejos y los paseos serán las formas de aprovechar estas vacaciones.

Con estos pensamientos y observaciones, por fin llegué al lugar de nuestras reuniones, con el reclamo de los que ya se encontraban debidamente instalados, diciendo uno de ellos: Solo te esperábamos para pedir la bebida de nuestras preferencias y poder iniciar nuestra charla de este día. Ofrezco una disculpa por el pequeño retraso -les dije-, me distraje observando el panorama citadino, por ello, también que sea a mi cuenta las tazas de café de esta tarde. Con la aceptación y complacencia de los amigos, hicimos lo propio…

Mientras nos traían el servicio habló el amigo de las contradicciones, señalando al amigo de la bonanza: ¿Qué te pasa? -le preguntó- Estás muy callado, siempre eres el primero en hablar y hoy parece que te comieron la lengua los ratones; hasta pensé -prosiguió el de la voz- que nos ibas a presumir de tus vacaciones en algún puerto del país, como lo haces cada año…

La verdad no podré viajar, estaré ocupado en otras actividades que requieren de mi presencia, no les puedo adelantar de qué se trata porque todavía no son los tiempos para eso, pero pues, en efecto, este año guardaré mi dinero para cuando se presente la ocasión…

Respetable tu situación -tomó la palabra el amigo de la mesura-, aunque me parece que adivinamos de qué se trata, pero bueno, estoy seguro que cuando se acabe este periodo vacacional ya tendrás tiempo para comentarlos, mientras -siguió con la palabra- yo, como cada año, iré con mi familia al atrio del exconvento franciscano a escuchar las siete palabras, antes esperando la llegada de quienes participan en la procesión acompañando la imagen representativa de Jesús; y solo para ilustrarlos, porque sé que también, como yo, somos parte de la Iglesia católica, les explico brevemente cómo se interpreta cada uno de los días de la Semana Santa: desde el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén; el Lunes Santo se recuerda la expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén; el Martes Santo, cuando Jesús, reunido con sus apóstoles, les dice que uno de ellos lo va a traicionar. Miércoles Santo, el fin de la cuaresma y la traición de Judas. Jueves Santo, la celebración de la última cena. Viernes Santo, la pasión y crucifixión de Jesús en el Calvario; Sábado Santo o de Gloria, la antesala de la resurrección, que ocurre el Domingo de Pascua, día que se celebra la resurrección de Jesús…

La verdad reconocemos tu conocimiento -comentó el amigo de la beligerancia- de todas las celebraciones de los católicos, que desde niño has ido alimentando, pero además me acuerdo de que también eras un niño acólito y hasta te subías al campanario a repicar las campanas cuando se celebraba algún evento a festividad. Tienes razón -afirmó el aludido…

Por otra parte -interrumpió el amigo de la buena posición económica-, no olviden que estas vacaciones también sirven para pasear y descansar, aunque esta vez no pueda hacerlo -lo dijo con un gesto de pesar-, pero efectivamente, creo que también es merecido el descanso después de tantas actividades, en particular de las instituciones educativas, pues maestros y estudiantes deben estar agotados de ese trabajo tan desgastante y a veces ingrato por falta de reconocimiento…

Te equivocas -le refutaron-, aunque no son las vacaciones que en otros tiempos eran las de verano, que duraban casi dos meses, los maestros y sus pupilos recargarán ahora la responsabilidad en los padres, aunque muchos de ellos no quisieran, o tal vez no están muy de acuerdo con tantos días de descanso, porque, además, tienen que sumir la responsabilidad de cuidar a los hijos, por eso esto de las vacaciones, para ellos, son muy subjetivas…

Desde cualquier punto de vista -habló otra vez el amigo de la mesura- este periodo tiene tras de sí el acuerdo general, ya sea por ser resultado de un trabajo realizado o por la creencias que se profesan, lo cierto es que podemos considerarnos afortunados, pues en otros lugares, dígase países, no tienen las mismas oportunidades, por lo tanto, que las conmemoraciones y/o las celebraciones que cada quien las disfrute a su manera, cuidándose de no caer en los excesos propios de esta temporada; para terminar, ¿les parece que pidamos otra taza de café?, al fin que le toca pagar al que escribe. Con la aceptación del grupo, se hizo lo apropiado…