/ viernes 12 de noviembre de 2021

El Espectador | Las rifas del alcalde Rubalcava

La destitución hace dos semanas de 40 funcionarios públicos de la administración local de Cuajimalpa está por desatar una severa crisis para el alcalde de la demarcación, Adrián Rubalcava, pues los despedidos, empleados de confianza en su totalidad, empezaron ya a revelar diversas prácticas de este personaje que podrían derivar por lo menos en serias faltas administrativas.

Aseguran los exempleados de esa alcaldía que entre las ocurrencias de Rubalcava se encuentra la organización de rifas y la entrega de estímulos para los trabajadores de base, las cuales se financian con aportaciones de la plantilla de trabajadores de confianza, a quienes se les solicitan periódicamente aportaciones individuales de entre 2 mil y 15 mil pesos. Los señalamientos precisan que el alcalde nunca informa a los premiados cuál es el origen real de los recursos, los presenta como un beneficio de la alcaldía y, específicamente, de su titular, quien se encarga de entregarlos personalmente en los conocidos sobres de color manila, siempre en un evento en el que busca destacar su imagen.

También denuncian los exfuncionarios, algunos por cierto exdirectores de área, que fueron obligados a realizar actividades completamente ajenas a las de sus respectivos cargos; por ejemplo, a barrer calles, pintar banquetas y limpiar tumbas. Si bien éstas son labores más que loables en tiempos de la 4T, se incurre en abusos cuando los directivos las tienen que hacer de manera obligatoria y a la par de sus funciones.

Más aún, los empleados de confianza son obligados a disfrazarse de muñecos, renos, superhéroes o hasta de Santa Claus en cuatro eventos prioritarios para el alcalde de Cuajimalpa: Día del Niño, Halloween, Navidad y Día Reyes. Por supuesto hay que recordar que esos funcionarios deben portar también en sus labores diarias un atuendo parecido al de la policía; el cual sin duda es también un disfraz.

La información sobre estas peculiaridades de Adrián Rubalcava ha corrido tan rápido desde el comentado despido masivo, que en la alcaldía ya empiezan a recular; por lo que en la última semana se han estado citando a algunos exempleados para negociar su regreso a esa administración, situación que no es precisamente común en Cuajimalpa. Se calcula que, en este ánimo de acallar las críticas y señalamientos de los destituidos funcionarios, se piensa en retornar a alrededor de diez directivos, aquellos que pudieran representar mayor riesgo hacia afuera y, al mismo tiempo, ofrezcan gran funcionalidad al interior.

Lo que menos requiere en este momento Adrián Rubalcava es un nuevo escándalo que lo ponga en los reflectores, pues hay voces que señalan su oficina como el origen de las filtraciones sobre la boda de Santiago Nieto, el avión privado y los 35 mil dólares, un escándalo que quitó un alfil a cada uno de los aspirantes a la sucesión presidencial.

La destitución hace dos semanas de 40 funcionarios públicos de la administración local de Cuajimalpa está por desatar una severa crisis para el alcalde de la demarcación, Adrián Rubalcava, pues los despedidos, empleados de confianza en su totalidad, empezaron ya a revelar diversas prácticas de este personaje que podrían derivar por lo menos en serias faltas administrativas.

Aseguran los exempleados de esa alcaldía que entre las ocurrencias de Rubalcava se encuentra la organización de rifas y la entrega de estímulos para los trabajadores de base, las cuales se financian con aportaciones de la plantilla de trabajadores de confianza, a quienes se les solicitan periódicamente aportaciones individuales de entre 2 mil y 15 mil pesos. Los señalamientos precisan que el alcalde nunca informa a los premiados cuál es el origen real de los recursos, los presenta como un beneficio de la alcaldía y, específicamente, de su titular, quien se encarga de entregarlos personalmente en los conocidos sobres de color manila, siempre en un evento en el que busca destacar su imagen.

También denuncian los exfuncionarios, algunos por cierto exdirectores de área, que fueron obligados a realizar actividades completamente ajenas a las de sus respectivos cargos; por ejemplo, a barrer calles, pintar banquetas y limpiar tumbas. Si bien éstas son labores más que loables en tiempos de la 4T, se incurre en abusos cuando los directivos las tienen que hacer de manera obligatoria y a la par de sus funciones.

Más aún, los empleados de confianza son obligados a disfrazarse de muñecos, renos, superhéroes o hasta de Santa Claus en cuatro eventos prioritarios para el alcalde de Cuajimalpa: Día del Niño, Halloween, Navidad y Día Reyes. Por supuesto hay que recordar que esos funcionarios deben portar también en sus labores diarias un atuendo parecido al de la policía; el cual sin duda es también un disfraz.

La información sobre estas peculiaridades de Adrián Rubalcava ha corrido tan rápido desde el comentado despido masivo, que en la alcaldía ya empiezan a recular; por lo que en la última semana se han estado citando a algunos exempleados para negociar su regreso a esa administración, situación que no es precisamente común en Cuajimalpa. Se calcula que, en este ánimo de acallar las críticas y señalamientos de los destituidos funcionarios, se piensa en retornar a alrededor de diez directivos, aquellos que pudieran representar mayor riesgo hacia afuera y, al mismo tiempo, ofrezcan gran funcionalidad al interior.

Lo que menos requiere en este momento Adrián Rubalcava es un nuevo escándalo que lo ponga en los reflectores, pues hay voces que señalan su oficina como el origen de las filtraciones sobre la boda de Santiago Nieto, el avión privado y los 35 mil dólares, un escándalo que quitó un alfil a cada uno de los aspirantes a la sucesión presidencial.