/ martes 6 de febrero de 2024

Inicia el segundo periodo del tercer año legislativo

Ser representante de las y los tlaxcaltecas en el Senado de la República ha sido uno de los mayores honores que he tenido en mi vida, por eso he trabajado, incansablemente, por construir leyes más justas para México, siempre en pro del combate a la corrupción, la impunidad y velando por los intereses de Tlaxcala y de México.

Sin dejar lugar a dudas, las dos legislaturas y cada uno de sus periodos han tenido particularidades que quedarán marcadas en la historia, muchas de ellas, como episodios lastimosos que retratan perfectamente la razón de ser del autoritarismo mexicano, que pretende disfrazarse de humanismo.

Acciones tan lamentables como violentar procesos legislativos a fin de poner en cargos clave a sus más incondicionales, así ocurrió en la designación de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, o con los integrantes de diversos organismos autónomos o de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que pese a la falta de cartas credenciales, perfiles profesionales e incluso impedimentos legales que los hacían inelegibles, fueron designados por la mayoría de Morena, en detrimento de las instituciones.

La oposición estuvo ahí para decir contundentemente no a la militarización del país, que ha sido parte de una estrategia fallida en contra del crimen organizado, cuyas víctimas ya suman más de 170 mil en lo que va del sexenio, el más violento del que se tenga registro en la historia de México.

Estuve ahí para defender al INE, para evitar que la sed de poder de este gobierno se apoderara de una institución que ha permitido alternancias y transiciones democráticas, mismas que en el pasado fortalecieron el sistema político de nuestro país.

Voté a favor de elevar a rango de derechos constitucionales los programas sociales, que no fueron un “invento” de este gobierno, sino el resultado de décadas de esfuerzo y trabajo de diversos gobiernos para crear políticas públicas sociales, muchas de ellas hoy desaparecidas, y que se consolidaron con la creación de la Ley General de Desarrollo Social en 2004, que tuve la oportunidad de votar a favor, cuando fui legisladora federal.

Estuve ahí para defender la autonomía de la Suprema Corte y los embates cobardes que fueron propiciados desde el poder, porque no se someten los ministros a la voluntad de quien se cree mesías o héroe nacional, y en los hechos no es más que un cacique de quien es evidente la falta de honestidad que tanto pregona.

Estuve ahí para México y para Tlaxcala y seguiré estando porque es mi convicción, mi pasión y razón, defender a nuestro país y enaltecer a nuestro estado, desde las diferentes trincheras en que los tlaxcaltecas decidan que esté.

Agradezco el favor de su lectura.


Ser representante de las y los tlaxcaltecas en el Senado de la República ha sido uno de los mayores honores que he tenido en mi vida, por eso he trabajado, incansablemente, por construir leyes más justas para México, siempre en pro del combate a la corrupción, la impunidad y velando por los intereses de Tlaxcala y de México.

Sin dejar lugar a dudas, las dos legislaturas y cada uno de sus periodos han tenido particularidades que quedarán marcadas en la historia, muchas de ellas, como episodios lastimosos que retratan perfectamente la razón de ser del autoritarismo mexicano, que pretende disfrazarse de humanismo.

Acciones tan lamentables como violentar procesos legislativos a fin de poner en cargos clave a sus más incondicionales, así ocurrió en la designación de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, o con los integrantes de diversos organismos autónomos o de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que pese a la falta de cartas credenciales, perfiles profesionales e incluso impedimentos legales que los hacían inelegibles, fueron designados por la mayoría de Morena, en detrimento de las instituciones.

La oposición estuvo ahí para decir contundentemente no a la militarización del país, que ha sido parte de una estrategia fallida en contra del crimen organizado, cuyas víctimas ya suman más de 170 mil en lo que va del sexenio, el más violento del que se tenga registro en la historia de México.

Estuve ahí para defender al INE, para evitar que la sed de poder de este gobierno se apoderara de una institución que ha permitido alternancias y transiciones democráticas, mismas que en el pasado fortalecieron el sistema político de nuestro país.

Voté a favor de elevar a rango de derechos constitucionales los programas sociales, que no fueron un “invento” de este gobierno, sino el resultado de décadas de esfuerzo y trabajo de diversos gobiernos para crear políticas públicas sociales, muchas de ellas hoy desaparecidas, y que se consolidaron con la creación de la Ley General de Desarrollo Social en 2004, que tuve la oportunidad de votar a favor, cuando fui legisladora federal.

Estuve ahí para defender la autonomía de la Suprema Corte y los embates cobardes que fueron propiciados desde el poder, porque no se someten los ministros a la voluntad de quien se cree mesías o héroe nacional, y en los hechos no es más que un cacique de quien es evidente la falta de honestidad que tanto pregona.

Estuve ahí para México y para Tlaxcala y seguiré estando porque es mi convicción, mi pasión y razón, defender a nuestro país y enaltecer a nuestro estado, desde las diferentes trincheras en que los tlaxcaltecas decidan que esté.

Agradezco el favor de su lectura.