Su nombre oficial es somnolencia postprandial o marea alcalina, pero todos lo conocemos como “mal del puerco”.
Esta condición se debe a una baja energética ocasionada porque la glucosa de la sangre se va hacia el sistema nervioso e inhibe la actividad de células del hipotálamo lateral, donde se regula la frecuencia cardiaca. La consecuencia es una inevitable somnolencia que puede durar horas.
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El sueño postprandial no es un problema. Se trata de un estado fisiológico que se normaliza en el momento que se empiezan a estabilizar los niveles de glucosa y las neuronas del hipotálamo retoman sus potenciales de acción normal, de acuerdo con el Departamento de Fisiología de la UNAM.
Sin embargo, la enciclopedia gastronómica de Larousse propone algunos tips para evitar que el mal del puerco sea muy recurrente e imposibilite tus actividades diarias.
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Menos carbohidratos y grasas
Las grasas y los carbohidratos son la principal causa de que esos ojos te pesen después de comer. La solución está en moderar su consumo o combinar con alimentos proteicos o verduras ricas en fibra. Ambos alimentos te ayudarán a ralentizar la absorción de grasas y carbohidratos simples.
Un cafecito de sobremesa
Los alcaloides como la cafeína y la teína, en el café y té respectivamente, son otra solución que podría evitar que el sueño nos invada. Te los puedes preparar calientes o en frío, ligeros o cargados. Todo es al gusto.
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Si no eres fan de esas bebidas podrías considerar algún digestivo como licor de hierbas o amaretto.
¿Un paseo?
Caminar es una gran solución para ayudar al cuerpo a digerir toda la comida. De igual manera, moverse un poco (por 10 a 15 minutos) te ayudará a despejarte y a estimular tu sistema nervioso.
Pero muy importante, no corras ni hagas ejercicios que impliquen un esfuerzo mayor, ya que podrías provocarte calambres y problemas mayores de digestión.