/ martes 18 de octubre de 2022

Un honor, ocupar cargos religiosos en Quiahuixtlán

El ejercicio de estos cargos religiosos inició en 1765 con Carlos Florentín

Tlaxcala se caracteriza por conservar tradiciones y costumbres, muchas de ellas con raíces españolas que se unieron a las prehispánicas para ser fácilmente aceptadas por los tlaxcaltecas.

Entre estas se encuentra la carrera eclesiástica, que en Quiahuixtlán, comunidad del municipio de Totolac, tiene gran arraigo en los pobladores; además, las personas que la organizan ganan autoridad y respeto entre la comunidad.

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Al respecto, Jerónimo García, historiador comunitario del que fue uno de los cuatro señoríos de la antigua república de Tlaxcallan, explicó en qué consiste esta tradición que le otorga autoridad y respeto a quien la lleva a cabo ya que, al culminarla, es considerado como tiaxca del pueblo.


Aquí en Quiahuixtlán -dice el narrador- los cargos eclesiásticos son muy respetados y están profundamente arraigados entre los pobladores. En otros lugares también los realizan, pero no como aquí.

“Para empezar, la carrera eclesiástica, desde el primer cargo, que es el de sacristán menor, hasta el último, que es el de sacristán mayor, tiene una duración de entre 17 y 18 años, siempre y cuando quien la ejerza la lleve al pie de la letra”, explicó.

El ejercicio de estos cargos religiosos inició en 1765 con Carlos Florentín, en aquel tiempo merino del lugar y gran devoto de la Iglesia.

Los cargos

Todos duran un año. En algunos de ellos se dejan pasar 12 meses de descanso entre uno y otro, por eso la carrera eclesiástica dura tanto tiempo.

Los cargos del cuerpo eclesiástico nombrados el dos de noviembre a través de una votación realizada ese mismo día, justo después de la misa de los fieles difuntos, son: sacristán menor, topile, mayor, segundo merino y merino. Todos ellos inician sus actividades el primero de enero de cada año.

Te recomendamos:➡️Diezmo debe ser acto de generosidad: Iglesia

El primer puesto dentro de la organización de la iglesia es el de sacristán menor y lo ejerce un niño de entre 8 y 12 años de edad, que se encarga de manejar el incensario durante las misas, limpiar los candeleros de la iglesia y auxiliar al sacristán mayor en todo lo que le indique.

Le siguen los tres topiles (alguaciles del fiscal), que hasta el año 2000 eran solo dos. Entre las cosas que deben hacer son: estar a la orden del fiscal y del mayor en tareas de la iglesia y ayudar en el encendido del alumbrado eléctrico y de velas al interior del templo durante los oficios religiosos.

Cuando hay defunciones le corresponde al primer topile llevar de la iglesia a la casa del difunto la cruz alta junto con los demás ornamentos para la celebración del velorio, mientras que el topile número dos es responsable de llevar el medallón de los Reyes Magos colocado en un estandarte de luto, igualmente con los demás ornamentos y en procesión para la celebración del velorio.

César Rodríguez | El Sol de Tlaxcala

Al día siguiente son responsables de conducir los mencionados ornamentos junto al ataúd del difunto hacia la iglesia, escuchar misa y permanecer en el sepelio hasta que se deposita el féretro en el sepulcro; los domingos acompañan al fiscal y al mayor a cobrar las cooperaciones de ambos en toda la población y les ayudan en otros quehaceres durante el año. El topile número tres apoya a los otros dos.

El tercer cargo es el de portero, y quien lo desempeña tiene que vivir con su familia durante todo un año en un departamento ubicado en las instalaciones del recinto religioso
destinado exclusivamente para este fin; su labor consiste en el cuidado y el aseo del templo.

El tequihuac o ayudante del merino es el cuarto peldaño; después de este la persona puede descansar cuatro o cinco años para desempeñar los cargos que siguen o bien hasta que le vuelvan a tocar.

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Pasado el tiempo correspondiente toca ocupar cualquiera de los dos cargos siguientes, que son mayor o segundo merino.

En el caso del primero, la actividad principal consiste en trabajar cerca del fiscal, ayudarlo y hacerse cargo del alumbrado interior del templo y, recientemente, del alumbrado exterior y del atrio del santuario. El dinero necesario para solventar estos gastos se obtiene a través de la recaudación que lleva a cabo en todo el pueblo. La cantidad que aportará cada cabeza de familia de la comunidad es acordada durante una reunión que se efectúa el tercer domingo de enero.

El otro cargo a elegir es el de segundo merino, que es el ayudante directo del merino en las obras de construcción que se realizan en el templo; si el merino se llegara a enfermar o si tiene que salir, él queda en su lugar.

Una de las actividades más importantes que desempeñan los topiles, el tequihuac y el segundo merino es la colocación de los adornos dentro del templo durante todas las celebraciones.

El merino es el responsable de la estructura física del templo, del orden durante las ceremonias religiosas y de todas las necesidades que surjan; en Quiahuixtlán se dice que este cargo es “el papá de la familia”.


Al concluir su periodo, la persona que lo ejerce descansa un año; transcurrido este tiempo adquiere el nombramiento de mayordomo de Todos Santos y de la fiesta patronal. Entre las actividades que realiza destacan darle de comer a todo el pueblo en estas dos fiestas y adornar la iglesia.

Continúa leyendo:➡️Debe la Iglesia ser de cercanía y esperanza: Obispo de Tlaxcala

Entre este y el siguiente cargo, que es el de fiscal, hay otro año de descanso. El fiscal es el jefe mayor a cargo de las celebraciones eucarísticas y tiene que estar pendiente de todas las misas que se ofician en el templo, de los rosarios que rezan las hermandades y de todas las fiestas religiosas del pueblo. Es considerado como “la mamá” dentro de la organización eclesiástica.

Una vez más se deja pasar un año de descanso para poder recibir el cargo de mayordomo de Semana Santa -la mayordomía más pesada-; quien ocupa el puesto tiene que trabajar durante la semana mayor y darle de comer a la gente que llega a contribuir en la iglesia a lo largo de esos días.

Al finalizar esta mayordomía sigue el nombramiento de sacristán mayor, el último cargo dentro de la organización eclesiástica. Aquí ya no hay año de descanso.

El sacristán mayor debe estar pendiente de todas las imágenes y sus vestimentas que se encuentran dentro del templo, al igual que de todos los utensilios y ornamentos que usa el sacerdote para oficiar misa. Todo es entregado con inventario.

Los cargos eclesiásticos y las varas de mando

La vara de mando, tanto para los antiguos tlaxcaltecas como para otras culturas de antaño, era señal de distinción y poder. Por ello dentro de los cargos eclesiásticos también es utilizada.

El merino y el fiscal son quienes la reciben debidamente adornada. Tiene un tamaño aproximado de 80 centímetros de largo y está elaborada con tlaxistle, que es una madera muy correosa. La diferencia entre una y otra es que la del fiscal es de mayor grosor que la del merino.

Lee también:➡️¿Cómo sobreviven las iglesias mexicanas a crisis del coronavirus?

La vara es entregada en una grandiosa ceremonia en el patio de la portería a la que asiste toda la población cada 1 de enero para verificar que tanto el merino como el fiscal la coloquen en una repisa y que sea puesta totalmente a plomo. Ahí permanecerá un año; pasado este tiempo es retirada del lugar para ser entregada al nuevo fiscal o al merino, según sea el caso.

Es importante resaltar que las varas de mando son utilizadas como símbolos de poder espiritual en todo lo relacionado con la iglesia, mientras que el bastón de mando es utilizado para representar poderes terrenales.

La creencia

Los pobladores de Quiahuixtlán tienen la creencia de que la vara de mando debe ser colocada totalmente derecha en el lugar asignado por el merino o el fiscal; de no ser así, en el pueblo pueden ocurrir catástrofes.

Es normal que los tiaxcas del pueblo lleguen de manera inesperada a la casa del merino o del fiscal para verificar que la vara se encuentre correctamente colocada en el lugar que le fue asignado; es más, hasta llevan un nivel para comprobar que esté bien derecha.

En el temblor del 17 de septiembre del 2017 los tiaxcas del pueblo vinieron a mi casa para ver cómo tenía mi vara de mando, ya que en aquel entonces yo era merino -dijo Jerónimo García-; así es siempre que ocurre algún acontecimiento natural.

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  • ¿Quién puede estar dentro del cuerpo eclesiástico?

Cualquier persona que lo desee puede ostentar los cargos eclesiásticos, ya que no es necesario tener alguna preparación para ello; lo único que debe hacer la persona interesada es acudir a la reunión que se lleva a cabo el 2 de noviembre en el patio de la iglesia y exponer ante los presentes su intención de asumir los cargos.

Un requisito que deben cumplir los topiles es estar casados o bien tener una pareja, ya que se cree que una persona casada es más responsable que una soltera.

Entérate:➡️Iglesia pide proteger el derecho a la vida

  • 18 años puede durar la carrera eclesiástica en Quiahuxtlán.
  • 80 centímetros de largo mide la vara de mando, y está elaborada con tlaxistle.
  • Los cargos del cuerpo eclesiástico en Quiahuixtlán son: sacristán menor, topile, mayor, segundo merino y merino. Todos ellos inician sus actividades el primero de enero de cada año.

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Tlaxcala se caracteriza por conservar tradiciones y costumbres, muchas de ellas con raíces españolas que se unieron a las prehispánicas para ser fácilmente aceptadas por los tlaxcaltecas.

Entre estas se encuentra la carrera eclesiástica, que en Quiahuixtlán, comunidad del municipio de Totolac, tiene gran arraigo en los pobladores; además, las personas que la organizan ganan autoridad y respeto entre la comunidad.

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Al respecto, Jerónimo García, historiador comunitario del que fue uno de los cuatro señoríos de la antigua república de Tlaxcallan, explicó en qué consiste esta tradición que le otorga autoridad y respeto a quien la lleva a cabo ya que, al culminarla, es considerado como tiaxca del pueblo.


Aquí en Quiahuixtlán -dice el narrador- los cargos eclesiásticos son muy respetados y están profundamente arraigados entre los pobladores. En otros lugares también los realizan, pero no como aquí.

“Para empezar, la carrera eclesiástica, desde el primer cargo, que es el de sacristán menor, hasta el último, que es el de sacristán mayor, tiene una duración de entre 17 y 18 años, siempre y cuando quien la ejerza la lleve al pie de la letra”, explicó.

El ejercicio de estos cargos religiosos inició en 1765 con Carlos Florentín, en aquel tiempo merino del lugar y gran devoto de la Iglesia.

Los cargos

Todos duran un año. En algunos de ellos se dejan pasar 12 meses de descanso entre uno y otro, por eso la carrera eclesiástica dura tanto tiempo.

Los cargos del cuerpo eclesiástico nombrados el dos de noviembre a través de una votación realizada ese mismo día, justo después de la misa de los fieles difuntos, son: sacristán menor, topile, mayor, segundo merino y merino. Todos ellos inician sus actividades el primero de enero de cada año.

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El primer puesto dentro de la organización de la iglesia es el de sacristán menor y lo ejerce un niño de entre 8 y 12 años de edad, que se encarga de manejar el incensario durante las misas, limpiar los candeleros de la iglesia y auxiliar al sacristán mayor en todo lo que le indique.

Le siguen los tres topiles (alguaciles del fiscal), que hasta el año 2000 eran solo dos. Entre las cosas que deben hacer son: estar a la orden del fiscal y del mayor en tareas de la iglesia y ayudar en el encendido del alumbrado eléctrico y de velas al interior del templo durante los oficios religiosos.

Cuando hay defunciones le corresponde al primer topile llevar de la iglesia a la casa del difunto la cruz alta junto con los demás ornamentos para la celebración del velorio, mientras que el topile número dos es responsable de llevar el medallón de los Reyes Magos colocado en un estandarte de luto, igualmente con los demás ornamentos y en procesión para la celebración del velorio.

César Rodríguez | El Sol de Tlaxcala

Al día siguiente son responsables de conducir los mencionados ornamentos junto al ataúd del difunto hacia la iglesia, escuchar misa y permanecer en el sepelio hasta que se deposita el féretro en el sepulcro; los domingos acompañan al fiscal y al mayor a cobrar las cooperaciones de ambos en toda la población y les ayudan en otros quehaceres durante el año. El topile número tres apoya a los otros dos.

El tercer cargo es el de portero, y quien lo desempeña tiene que vivir con su familia durante todo un año en un departamento ubicado en las instalaciones del recinto religioso
destinado exclusivamente para este fin; su labor consiste en el cuidado y el aseo del templo.

El tequihuac o ayudante del merino es el cuarto peldaño; después de este la persona puede descansar cuatro o cinco años para desempeñar los cargos que siguen o bien hasta que le vuelvan a tocar.

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Pasado el tiempo correspondiente toca ocupar cualquiera de los dos cargos siguientes, que son mayor o segundo merino.

En el caso del primero, la actividad principal consiste en trabajar cerca del fiscal, ayudarlo y hacerse cargo del alumbrado interior del templo y, recientemente, del alumbrado exterior y del atrio del santuario. El dinero necesario para solventar estos gastos se obtiene a través de la recaudación que lleva a cabo en todo el pueblo. La cantidad que aportará cada cabeza de familia de la comunidad es acordada durante una reunión que se efectúa el tercer domingo de enero.

El otro cargo a elegir es el de segundo merino, que es el ayudante directo del merino en las obras de construcción que se realizan en el templo; si el merino se llegara a enfermar o si tiene que salir, él queda en su lugar.

Una de las actividades más importantes que desempeñan los topiles, el tequihuac y el segundo merino es la colocación de los adornos dentro del templo durante todas las celebraciones.

El merino es el responsable de la estructura física del templo, del orden durante las ceremonias religiosas y de todas las necesidades que surjan; en Quiahuixtlán se dice que este cargo es “el papá de la familia”.


Al concluir su periodo, la persona que lo ejerce descansa un año; transcurrido este tiempo adquiere el nombramiento de mayordomo de Todos Santos y de la fiesta patronal. Entre las actividades que realiza destacan darle de comer a todo el pueblo en estas dos fiestas y adornar la iglesia.

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Entre este y el siguiente cargo, que es el de fiscal, hay otro año de descanso. El fiscal es el jefe mayor a cargo de las celebraciones eucarísticas y tiene que estar pendiente de todas las misas que se ofician en el templo, de los rosarios que rezan las hermandades y de todas las fiestas religiosas del pueblo. Es considerado como “la mamá” dentro de la organización eclesiástica.

Una vez más se deja pasar un año de descanso para poder recibir el cargo de mayordomo de Semana Santa -la mayordomía más pesada-; quien ocupa el puesto tiene que trabajar durante la semana mayor y darle de comer a la gente que llega a contribuir en la iglesia a lo largo de esos días.

Al finalizar esta mayordomía sigue el nombramiento de sacristán mayor, el último cargo dentro de la organización eclesiástica. Aquí ya no hay año de descanso.

El sacristán mayor debe estar pendiente de todas las imágenes y sus vestimentas que se encuentran dentro del templo, al igual que de todos los utensilios y ornamentos que usa el sacerdote para oficiar misa. Todo es entregado con inventario.

Los cargos eclesiásticos y las varas de mando

La vara de mando, tanto para los antiguos tlaxcaltecas como para otras culturas de antaño, era señal de distinción y poder. Por ello dentro de los cargos eclesiásticos también es utilizada.

El merino y el fiscal son quienes la reciben debidamente adornada. Tiene un tamaño aproximado de 80 centímetros de largo y está elaborada con tlaxistle, que es una madera muy correosa. La diferencia entre una y otra es que la del fiscal es de mayor grosor que la del merino.

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La vara es entregada en una grandiosa ceremonia en el patio de la portería a la que asiste toda la población cada 1 de enero para verificar que tanto el merino como el fiscal la coloquen en una repisa y que sea puesta totalmente a plomo. Ahí permanecerá un año; pasado este tiempo es retirada del lugar para ser entregada al nuevo fiscal o al merino, según sea el caso.

Es importante resaltar que las varas de mando son utilizadas como símbolos de poder espiritual en todo lo relacionado con la iglesia, mientras que el bastón de mando es utilizado para representar poderes terrenales.

La creencia

Los pobladores de Quiahuixtlán tienen la creencia de que la vara de mando debe ser colocada totalmente derecha en el lugar asignado por el merino o el fiscal; de no ser así, en el pueblo pueden ocurrir catástrofes.

Es normal que los tiaxcas del pueblo lleguen de manera inesperada a la casa del merino o del fiscal para verificar que la vara se encuentre correctamente colocada en el lugar que le fue asignado; es más, hasta llevan un nivel para comprobar que esté bien derecha.

En el temblor del 17 de septiembre del 2017 los tiaxcas del pueblo vinieron a mi casa para ver cómo tenía mi vara de mando, ya que en aquel entonces yo era merino -dijo Jerónimo García-; así es siempre que ocurre algún acontecimiento natural.

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  • ¿Quién puede estar dentro del cuerpo eclesiástico?

Cualquier persona que lo desee puede ostentar los cargos eclesiásticos, ya que no es necesario tener alguna preparación para ello; lo único que debe hacer la persona interesada es acudir a la reunión que se lleva a cabo el 2 de noviembre en el patio de la iglesia y exponer ante los presentes su intención de asumir los cargos.

Un requisito que deben cumplir los topiles es estar casados o bien tener una pareja, ya que se cree que una persona casada es más responsable que una soltera.

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  • 18 años puede durar la carrera eclesiástica en Quiahuxtlán.
  • 80 centímetros de largo mide la vara de mando, y está elaborada con tlaxistle.
  • Los cargos del cuerpo eclesiástico en Quiahuixtlán son: sacristán menor, topile, mayor, segundo merino y merino. Todos ellos inician sus actividades el primero de enero de cada año.

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