/ viernes 23 de junio de 2023

Anatomía de lo social | Calores

La naturaleza nos es hostil porque no la

conocemos; sus crueldades representan la

venganza contra nuestra indiferencia.

Santiago Ramón y Cajal


Normalizar las cosas, pareciera, es común entre la gente, a pesar de que hay algunas situaciones que requieren necesariamente de su atención, en virtud de sus consecuencias, tal es el caso de la problemática que se manifiesta por la intensidad del aumento en la temperatura, dicho coloquialmente, de los calores; aunque parece trivial, este fenómeno que se está viviendo en muchas partes del mundo, obvio en el estado, se matiza según la sintomatología que se presenta: desde la simpleza de un dolor de cabeza hasta la posibilidad de perder la vida por un golpe de calor.

A partir de la gravedad de este fenómeno, por ya existir algunas pérdidas humanas, se inician las alertas, cuando debieron considerarse oportunamente, diseñando las campañas y programas de protección de la ciudadanía, en este sentido, le corresponde a las autoridades del sector salud actuar con prontitud antes de que se aumenten las estadísticas por fallecimientos; estos procedimientos deben ser totalmente incluyentes, al no poderse distinguir con claridad quiénes son las personas más susceptibles de padecer un problema provocado por el calor.

Ante los hechos, es imperioso que las personas no esperen la ayuda “humanitaria”, se debe actuar conforme a criterios particulares, en tanto no exista la participación de las instituciones que ayuden a enfrentar el aumento de las temperaturas, por ejemplo, evitar las exposiciones al calor, procurar el uso de sombrillas y sombreros, como simples paliativos, para evitar daños posteriores.

Más allá de los daños a las personas, en esta etapa de crisis es importante hacer una nueva reflexión sobre el daño que le causa el hombre a la naturaleza, somos parásitos heterótrofos que estamos dañando seriamente a la naturaleza; esto puede considerarse como el inicio de la destrucción, dicho de otra manera, esto no debe verse como una película de ciencia ficción, el daño al planeta tiene, si no se actúa en consecuencia, incontables evidencias de cómo paulatinamente se va desgastando.

En este sentido, el cambio climático con su efecto invernadero, paulatinamente pero aprisa, nos va dando muestras de cómo la tierra está siendo destruida por el hombre; por lo tanto, los calores no son gratis, es el resultado de la desmedida ambición para construir fortunas sin considerar el futuro, agotando los recursos naturales, como el agua, principalmente, que se traduce en vida y salud; también, como una consecuencia, la tierra que produce no cuenta con ese elemento vital que le ayuda a florecer y que a la postre se convierten en alimentos.

Todo este cambio, por la alteración climática, se nota en cuanto los ciclos agrícolas se han modificado, la primavera y el verano han dejado de ser los factores para la producción, donde la tierra es el primer considerado y forma parte del ciclo de la vida en el medioambiente. Se acabaron los paisajes donde los campos teñían de verde cualquier camino y lugar, hoy solo se ve tristeza y desolación.

Por donde quiera que se le quera ver, el asunto de los calores tiene una gran diversidad de causalidades, y cada una, se supone, tendrá sus criterios de atención, lo ideal sería establecer sinergias de participación, donde las instituciones, autoridades y población, tendrán los papeles más importantes para el cuidado de todos; mientras tanto, se reitera, el principal protagonista del cuidado personal es el mismo individuo, considerando como lo más importante y necesario la no exposición a los rayos del sol.

Sin ser una receta, se debe entender en una primera instancia, que los efectos del calor intenso se manifiestan de manera multifactorial, desde molestias ligeras o afecciones leves, hasta comprometer la vida, por eso, si se experimenta agotamiento por calor, calambres, dermatitis y golpes de calor, no se debe minimizar, mucho menos ignorar, lo mejor es acudir al médico para recibir un tratamiento adecuado.

De igual manera, aun cuando se presenten síntomas leves, puede ser el principio de un golpe de calor si se mantiene la exposición a los rayos solares; por eso, deben entenderse algunas señales sobre este problema, es decir, si se tiene sed intensa, dolor de cabeza, mareos, náuseas y vómitos, piel enrojecida, seca y caliente, aumento en el pulso, cambio brusco de la temperatura, sangrado por nariz, etc…

Para quienes tienen la necesidad de viajar o manejar, también se debe estar a la expectativa, el calor dentro de un auto provoca sueño, reduce la capacidad de reacción ante una situación inesperada, por eso, dicen los que saben, el exceso de temperatura en la superficie corporal se transmite a un área del cerebro llamada hipotálamo, que es una glándula regulatoria de la temperatura y que, además, controla los estados de ánimo, provoca sueño, fatiga e irritabilidad.

Lamentablemente, se presenta un fenómeno de entropía, es como si fuera una autoflagelación placentera, se han modificado, entre otras tantas cosas, el clima que ha rebasado los límites, los paraísos cercanos a los océanos han resentido los excesos en la temperatura. Por lo pronto, si no enfrentamos el problema del sobrecalentamiento global, la raza humana tiende a desaparecer, así es que se tiene, por obligación, cuidar la vida y también, por mientras, cuidarse de los calores.

Por lo pronto, si no enfrentamos el problema del sobrecalentamiento global, la raza humana tiende a desaparecer, así es que se tiene, por obligación, cuidar la vida y también, por mientras, cuidarse de los calores.

La naturaleza nos es hostil porque no la

conocemos; sus crueldades representan la

venganza contra nuestra indiferencia.

Santiago Ramón y Cajal


Normalizar las cosas, pareciera, es común entre la gente, a pesar de que hay algunas situaciones que requieren necesariamente de su atención, en virtud de sus consecuencias, tal es el caso de la problemática que se manifiesta por la intensidad del aumento en la temperatura, dicho coloquialmente, de los calores; aunque parece trivial, este fenómeno que se está viviendo en muchas partes del mundo, obvio en el estado, se matiza según la sintomatología que se presenta: desde la simpleza de un dolor de cabeza hasta la posibilidad de perder la vida por un golpe de calor.

A partir de la gravedad de este fenómeno, por ya existir algunas pérdidas humanas, se inician las alertas, cuando debieron considerarse oportunamente, diseñando las campañas y programas de protección de la ciudadanía, en este sentido, le corresponde a las autoridades del sector salud actuar con prontitud antes de que se aumenten las estadísticas por fallecimientos; estos procedimientos deben ser totalmente incluyentes, al no poderse distinguir con claridad quiénes son las personas más susceptibles de padecer un problema provocado por el calor.

Ante los hechos, es imperioso que las personas no esperen la ayuda “humanitaria”, se debe actuar conforme a criterios particulares, en tanto no exista la participación de las instituciones que ayuden a enfrentar el aumento de las temperaturas, por ejemplo, evitar las exposiciones al calor, procurar el uso de sombrillas y sombreros, como simples paliativos, para evitar daños posteriores.

Más allá de los daños a las personas, en esta etapa de crisis es importante hacer una nueva reflexión sobre el daño que le causa el hombre a la naturaleza, somos parásitos heterótrofos que estamos dañando seriamente a la naturaleza; esto puede considerarse como el inicio de la destrucción, dicho de otra manera, esto no debe verse como una película de ciencia ficción, el daño al planeta tiene, si no se actúa en consecuencia, incontables evidencias de cómo paulatinamente se va desgastando.

En este sentido, el cambio climático con su efecto invernadero, paulatinamente pero aprisa, nos va dando muestras de cómo la tierra está siendo destruida por el hombre; por lo tanto, los calores no son gratis, es el resultado de la desmedida ambición para construir fortunas sin considerar el futuro, agotando los recursos naturales, como el agua, principalmente, que se traduce en vida y salud; también, como una consecuencia, la tierra que produce no cuenta con ese elemento vital que le ayuda a florecer y que a la postre se convierten en alimentos.

Todo este cambio, por la alteración climática, se nota en cuanto los ciclos agrícolas se han modificado, la primavera y el verano han dejado de ser los factores para la producción, donde la tierra es el primer considerado y forma parte del ciclo de la vida en el medioambiente. Se acabaron los paisajes donde los campos teñían de verde cualquier camino y lugar, hoy solo se ve tristeza y desolación.

Por donde quiera que se le quera ver, el asunto de los calores tiene una gran diversidad de causalidades, y cada una, se supone, tendrá sus criterios de atención, lo ideal sería establecer sinergias de participación, donde las instituciones, autoridades y población, tendrán los papeles más importantes para el cuidado de todos; mientras tanto, se reitera, el principal protagonista del cuidado personal es el mismo individuo, considerando como lo más importante y necesario la no exposición a los rayos del sol.

Sin ser una receta, se debe entender en una primera instancia, que los efectos del calor intenso se manifiestan de manera multifactorial, desde molestias ligeras o afecciones leves, hasta comprometer la vida, por eso, si se experimenta agotamiento por calor, calambres, dermatitis y golpes de calor, no se debe minimizar, mucho menos ignorar, lo mejor es acudir al médico para recibir un tratamiento adecuado.

De igual manera, aun cuando se presenten síntomas leves, puede ser el principio de un golpe de calor si se mantiene la exposición a los rayos solares; por eso, deben entenderse algunas señales sobre este problema, es decir, si se tiene sed intensa, dolor de cabeza, mareos, náuseas y vómitos, piel enrojecida, seca y caliente, aumento en el pulso, cambio brusco de la temperatura, sangrado por nariz, etc…

Para quienes tienen la necesidad de viajar o manejar, también se debe estar a la expectativa, el calor dentro de un auto provoca sueño, reduce la capacidad de reacción ante una situación inesperada, por eso, dicen los que saben, el exceso de temperatura en la superficie corporal se transmite a un área del cerebro llamada hipotálamo, que es una glándula regulatoria de la temperatura y que, además, controla los estados de ánimo, provoca sueño, fatiga e irritabilidad.

Lamentablemente, se presenta un fenómeno de entropía, es como si fuera una autoflagelación placentera, se han modificado, entre otras tantas cosas, el clima que ha rebasado los límites, los paraísos cercanos a los océanos han resentido los excesos en la temperatura. Por lo pronto, si no enfrentamos el problema del sobrecalentamiento global, la raza humana tiende a desaparecer, así es que se tiene, por obligación, cuidar la vida y también, por mientras, cuidarse de los calores.

Por lo pronto, si no enfrentamos el problema del sobrecalentamiento global, la raza humana tiende a desaparecer, así es que se tiene, por obligación, cuidar la vida y también, por mientras, cuidarse de los calores.