/ martes 20 de septiembre de 2022

Cultura de paz y mediación comunitaria

“Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”

Albert Camus

La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 21 de septiembre como el “Día Internacional de la Paz”, dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz. Ofrece una oportunidad para cesar la violencia y los conflictos en todo el mundo, tanto entre las naciones y los pueblos como entre las personas y, así, reafirmar su compromiso de convivir en armonía.

También, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible Universal de las Naciones Unidas hace hincapié en la paz, específicamente en el Objetivo 16: “Paz, justicia e instituciones sólidas”, el cual realiza un llamamiento a las sociedades pacíficas e inclusivas para que fomenten un desarrollo sostenible y faciliten a la vez el acceso de todas las personas a la justicia, creando instituciones efectivas, responsables e inclusiva a los tres niveles de gobierno.

Es una realidad que un mundo de paz no está exento de conflicto. El conflicto está presente en la vida humana y allí es donde las personas en interacción pueden producir diferencias que dan lugar al conflicto, implicando un coste el no estar de acuerdo y otro coste el llegar a un acuerdo. La paz no sólo es la ausencia de conflictos. Convivir en paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir de forma pacífica y unida. Es un proceso positivo, dinámico y participativo en que se debe promover el diálogo y solucionar los conflictos con un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos.

Para cumplir tal aspiración es necesario eliminar la discriminación e intolerancia en todas sus formas, incluyendo las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición. Conceptualmente, una cultura de paz debe entenderse como una comunidad en la cual las personas tienen relaciones colaborativas, y en donde los conflictos se manejan de forma constructiva, pues si no se atienden pueden generar violencia y con ella la inseguridad social, surgiendo así la necesidad de crear medidas preventivas a los conflictos sociales antes de que den lugar a la violencia.

Es aquí donde consideramos importante el fortalecimiento de los Centros de Mediación Comunitaria (ya previstos en la ley), como un mecanismo pacífico para la gestión, prevención y resolución de controversias o procedimientos de justicia alternativa, que fomenten la participación civil. Esto conlleva una ventaja sobre los procedimientos judiciales formales, al ofrecer la posibilidad de solucionar extrajudicialmente conflictos de intereses.

Estos Centros de Mediación Comunitaria deben adaptarse a la complejidad de los conflictos actuales y responder a ellos con variados enfoques y metodologías: comunicación asertiva, negociación, resolución de conflictos, mediación, conciliación, justicia restaurativa, etc.

La mediación comunitaria busca fomentar la cultura de paz en la convivencia de las personas y, de esta forma, incidir en todos los sistemas en los que participa, disminuyendo así la violencia.

Cuando existe un conflicto social es toda la comunidad quien vive y siente esa situación, y la intervención debe ser integral, es decir, sobre todas las personas que viven en esa comunidad en la que se produce el desencuentro. Esto significa una cultura de democracia que alienta y promueve la participación de las personas, en cuestiones de su entorno más cercano para después aplicarlo en su entorno más lejano, que reemplaza una autoridad jerárquica dominada por hombres, por una igualdad entre mujeres y hombres en todos los niveles y define al poder como cooperación. Construye la paz desde lo interior, en la mente de las personas, permitiendo la convivencia en un contexto de Cultura de la Paz.

*Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos


“Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”

Albert Camus

La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 21 de septiembre como el “Día Internacional de la Paz”, dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz. Ofrece una oportunidad para cesar la violencia y los conflictos en todo el mundo, tanto entre las naciones y los pueblos como entre las personas y, así, reafirmar su compromiso de convivir en armonía.

También, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible Universal de las Naciones Unidas hace hincapié en la paz, específicamente en el Objetivo 16: “Paz, justicia e instituciones sólidas”, el cual realiza un llamamiento a las sociedades pacíficas e inclusivas para que fomenten un desarrollo sostenible y faciliten a la vez el acceso de todas las personas a la justicia, creando instituciones efectivas, responsables e inclusiva a los tres niveles de gobierno.

Es una realidad que un mundo de paz no está exento de conflicto. El conflicto está presente en la vida humana y allí es donde las personas en interacción pueden producir diferencias que dan lugar al conflicto, implicando un coste el no estar de acuerdo y otro coste el llegar a un acuerdo. La paz no sólo es la ausencia de conflictos. Convivir en paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir de forma pacífica y unida. Es un proceso positivo, dinámico y participativo en que se debe promover el diálogo y solucionar los conflictos con un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos.

Para cumplir tal aspiración es necesario eliminar la discriminación e intolerancia en todas sus formas, incluyendo las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición. Conceptualmente, una cultura de paz debe entenderse como una comunidad en la cual las personas tienen relaciones colaborativas, y en donde los conflictos se manejan de forma constructiva, pues si no se atienden pueden generar violencia y con ella la inseguridad social, surgiendo así la necesidad de crear medidas preventivas a los conflictos sociales antes de que den lugar a la violencia.

Es aquí donde consideramos importante el fortalecimiento de los Centros de Mediación Comunitaria (ya previstos en la ley), como un mecanismo pacífico para la gestión, prevención y resolución de controversias o procedimientos de justicia alternativa, que fomenten la participación civil. Esto conlleva una ventaja sobre los procedimientos judiciales formales, al ofrecer la posibilidad de solucionar extrajudicialmente conflictos de intereses.

Estos Centros de Mediación Comunitaria deben adaptarse a la complejidad de los conflictos actuales y responder a ellos con variados enfoques y metodologías: comunicación asertiva, negociación, resolución de conflictos, mediación, conciliación, justicia restaurativa, etc.

La mediación comunitaria busca fomentar la cultura de paz en la convivencia de las personas y, de esta forma, incidir en todos los sistemas en los que participa, disminuyendo así la violencia.

Cuando existe un conflicto social es toda la comunidad quien vive y siente esa situación, y la intervención debe ser integral, es decir, sobre todas las personas que viven en esa comunidad en la que se produce el desencuentro. Esto significa una cultura de democracia que alienta y promueve la participación de las personas, en cuestiones de su entorno más cercano para después aplicarlo en su entorno más lejano, que reemplaza una autoridad jerárquica dominada por hombres, por una igualdad entre mujeres y hombres en todos los niveles y define al poder como cooperación. Construye la paz desde lo interior, en la mente de las personas, permitiendo la convivencia en un contexto de Cultura de la Paz.

*Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos