/ lunes 22 de julio de 2019

TIEMPOS DE DEMOCRACIA

Microbiografías comparadas de Presidentes de México

2da. Parte

  • Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica y, a iniciativa suya, se crearon los diputados de partido. De su época datan obras como la autopista México-Puebla y el ferrocarril Chihuahua-Pacífico.

López Obrador argumenta con insistencia que el suyo es un nuevo régimen, distinto a todo lo antes conocido. Para comprobarlo, es de interés repasar las ejecutorias de quienes le han precedido en el mando de la Nación. Toca en este ejercicio abordar la vida y obra de Adolfo Ruiz Cortines y de Adolfo López Mateos

En la pasada entrega expuse el porqué estimo que es éste momento oportuno para revisar las biografías de los mandatarios de México que precedieron al actual. Lo expliqué, creo, con suficiente amplitud, por lo que, sin más preámbulo, me aboco a ofrecer mi visión resumida de la ejecutoria de Adolfo Ruiz Cortines y de Adolfo López Mateos, a fin de sumarlas a la de Miguel Alemán Valdés de la que me ocupé en anterior artículo. Sólo quiero volver a precisar la guía que seguiré: 1) describo la impresión que -como niño, joven o adulto- me causó la presencia, cercana y siempre circunstancial, del personaje en comento; 2) recuerdo sucintamente su biografía con énfasis en su trayectoria política y, 3) doy mi valoración, considerando: a) su orientación ideológica; b) su integridad personal; c) su incidencia en la proyección internacional de México; d) su impulso a la generación de riqueza y, 5) la eficacia de su política económica redistributiva. Al grano pues, sin olvidar que el propósito de este ejercicio es contrastar la labor de los presidentes, sin perder ni la proporción ni los distintos tiempos en que les toco actuar.

II- Adolfo Ruiz Cortines

Largo y espacioso es -al menos así lo recuerdo- el pasillo de acceso a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Era mi primer año como universitario, y el último de Ruiz Cortines como presidente. Una de las cinco materias que cursaba se impartía a las tres y media de la tarde, hora inusual en la que no había nadie en la Ciudad Universitaria. En sentido opuesto a mi camino hacia el aula venían, aquel abril de 1958, dos personas; uno de ellos usaba sombrero de fieltro con cinta negra, de esos que, para la época, parecían ya pasados de moda. Conforme la distancia se reducía con sorpresa advertí que uno era el presidente de México, vestido con un traje cruzado gris obscuro y su característica corbata de moño; el otro, era el rector don Nabor Carrillo Flores. Al cruzarse conmigo detuvieron su marcha y me saludaron cortésmente. Don Adolfo preguntó por mi edad, y por la carrera y el año en que estaba matriculado. Me instó a empeñarme en el estudio… y me deseo suerte.

Sus cargos, frutos del esfuerzo y la honradez

La muerte temprana del padre de Ruiz Cortines -un modesto agente aduanal-, la necesidad económica familiar y la Revolución, impidieron al joven Adolfo agregar otros timbres académicos a sus estudios de contador. Abandonó su natal Veracruz para ser soldado, llegando a capitán segundo con Heriberto Jara. Conoció la dureza de la guerra apostado desde diferentes trincheras. A partir de 1921, y durante 14 años, fue funcionario en el Departamento de Estadística hasta que accedió a la Oficialía Mayor del Departamento del Distrito Federal. Irrumpió en la política como diputado local y, de ahí, pasó a ser secretario de Gobierno con Miguel Alemán. Tras participar en la campaña de Manuel Ávila Camacho fue su Oficial Mayor y, con Alemán ya como presidente, secretario de Gobernación, periodo luego del cual el PRI lo nominó como su candidato a la Presidencia de la República a la que llegó tras disputar una tensa elección con el levantisco Miguel Henríquez Guzmán.

Ejemplo de rectitud y honorabilidad

Su forma sencilla y honesta de ejercer la Primera Magistratura de la Nación contrastó con el boato de que gustaba su predecesor. Así, a la gestión alemanista, desordenada y aburguesada, la sustituyó un gobierno ruizcortinista en el que la austeridad y el orden fue la norma. Ruiz Cortines conservó hasta su último día la sobriedad de sus costumbres. Murió en una discreta y ejemplar medianía, sin bienes que se le conocieran. Su integridad y firmeza eran proverbiales; se le respetaba y se le temía por su perfecto conocimiento de la condición humana. Las anécdotas que enriquecen su biografía hablan de su perspicacia y del modo sutil con que controlaba la ambición de sus colaboradores. Don Adolfo reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas; eliminó las tensiones entre el ejido y la pequeña propiedad, y creó el seguro agrícola y los precios de garantía. Fue, sobre todo, un administrador eficiente que puso coto a la corrupción, ejerciendo un estricto control del gasto público y deslindando los campos de acción de la empresa privada de los del Estado. La presa Falcón y la refinería de Atzcapotzalco se construyeron en su sexenio. El dólar pasó de $ 8.65 a $12.50, paridad que se mantuvo por largos y fructíferos 22 años.

III- Adolfo López Mateos

Seis años después de cruzarme con Ruiz Cortines en la Facultad de Ingeniería, este escribidor ya tenía el grado de pasante. Como tal, se me confió la supervisión de la construcción del Internado Nacional Infantil, una obra de asistencia social en la que el presidente López Mateos y su esposa Eva Sámano tenían especial interés. Era un conjunto de muy grandes proporciones, enclavado en una zona boscosa del sur de la capital, al inicio de la Avenida San Jerónimo, y a un costado del que hoy es -en ese tiempo no era todavía- el Anillo Periférico. Mi tarea era revisar y autorizar las estimaciones de media docena de constructoras. La carga de trabajo me excedía, razón por la cual me quedaba a hacer números hasta tarde, cuando todos los obreros habían concluido su jornada.

En esas estaba cuando el velador avisó que “un señor” quería hablar con el residente. El señor era ¡el presidente López Mateos!, que sólo y su alma, recorrió en mi compañía el conjunto hasta muy adelantado el atardecer. Así, de primera mano, tuve ocasión de comprobar que, en efecto, era dueño de un don de gentes excepcional.

El presidente bien querido

Mexicano -mexiquense concretamente-, como consta en la historia oficial (o guatelmateco, como se afirma que era en realidad), el hecho es que a López Mateos se le recuerda como el único mandatario priísta al que de verdad apreció la gente. Su carácter abierto, su jovialidad y su inalterable sonrisa ganaba la simpatía de todos cuantos lo trataban. Abogado por la UNAM, realizó en Toluca sus estudios intermedios. Ejerció como profesor de historia y de literatura, y se inició en la lid política como particular de Filiberto Gómez, un gobernador del estado de México. Fue vasconcelista y, al triunfo de Ortiz Rubio, se refugió en Guatemala por temor a la represión callista. Reingresó a la política nacional como suplente de Isidro Fabela en el Senado, y ocupó su escaño cuando su mentor marchó a La Haya como representante de México. Dirigió la campaña de Ruiz Cortines, que lo hizo secretario del Trabajo, y llegado el tiempo, lo impulsó a la candidatura presidencial.

Claroscuros de su vida política

López Mateos nacionalizó la industria eléctrica y, a iniciativa suya, se crearon los diputados de partido. De su época datan obras como la autopista México-Puebla, el ferrocarril Chihuahua-Pacífico y el Museo de Antropología e Historia.

Mantuvo en equilibrio la macro-economía y promovió al país en sus viajes al extranjero, abriendo nuevas posibilidades al comercio mexicano. En su periodo se reprimió el sindicalismo independiente, v. gr. el ferrocarrilero, y encarceló a su líder Demetrio Vallejo.

Sin embargo, el mayor baldón que pesa sobre su gestión es el proditorio asesinato de Rubén Jaramillo y su familia, un líder campesino morelense que había servido a las órdenes de Zapata. Y en su haber político queda su rechazo a las prácticas intervencionistas de Estados Unidos, su solidaridad con los pueblos de América Latina y su defensa de la causa cubana de la que, por cierto, un tlaxcalteca ilustre, Emilio Sánchez Piedras, fue su brillante y enjundioso portavoz parlamentario.

Microbiografías comparadas de Presidentes de México

2da. Parte

  • Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica y, a iniciativa suya, se crearon los diputados de partido. De su época datan obras como la autopista México-Puebla y el ferrocarril Chihuahua-Pacífico.

López Obrador argumenta con insistencia que el suyo es un nuevo régimen, distinto a todo lo antes conocido. Para comprobarlo, es de interés repasar las ejecutorias de quienes le han precedido en el mando de la Nación. Toca en este ejercicio abordar la vida y obra de Adolfo Ruiz Cortines y de Adolfo López Mateos

En la pasada entrega expuse el porqué estimo que es éste momento oportuno para revisar las biografías de los mandatarios de México que precedieron al actual. Lo expliqué, creo, con suficiente amplitud, por lo que, sin más preámbulo, me aboco a ofrecer mi visión resumida de la ejecutoria de Adolfo Ruiz Cortines y de Adolfo López Mateos, a fin de sumarlas a la de Miguel Alemán Valdés de la que me ocupé en anterior artículo. Sólo quiero volver a precisar la guía que seguiré: 1) describo la impresión que -como niño, joven o adulto- me causó la presencia, cercana y siempre circunstancial, del personaje en comento; 2) recuerdo sucintamente su biografía con énfasis en su trayectoria política y, 3) doy mi valoración, considerando: a) su orientación ideológica; b) su integridad personal; c) su incidencia en la proyección internacional de México; d) su impulso a la generación de riqueza y, 5) la eficacia de su política económica redistributiva. Al grano pues, sin olvidar que el propósito de este ejercicio es contrastar la labor de los presidentes, sin perder ni la proporción ni los distintos tiempos en que les toco actuar.

II- Adolfo Ruiz Cortines

Largo y espacioso es -al menos así lo recuerdo- el pasillo de acceso a la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Era mi primer año como universitario, y el último de Ruiz Cortines como presidente. Una de las cinco materias que cursaba se impartía a las tres y media de la tarde, hora inusual en la que no había nadie en la Ciudad Universitaria. En sentido opuesto a mi camino hacia el aula venían, aquel abril de 1958, dos personas; uno de ellos usaba sombrero de fieltro con cinta negra, de esos que, para la época, parecían ya pasados de moda. Conforme la distancia se reducía con sorpresa advertí que uno era el presidente de México, vestido con un traje cruzado gris obscuro y su característica corbata de moño; el otro, era el rector don Nabor Carrillo Flores. Al cruzarse conmigo detuvieron su marcha y me saludaron cortésmente. Don Adolfo preguntó por mi edad, y por la carrera y el año en que estaba matriculado. Me instó a empeñarme en el estudio… y me deseo suerte.

Sus cargos, frutos del esfuerzo y la honradez

La muerte temprana del padre de Ruiz Cortines -un modesto agente aduanal-, la necesidad económica familiar y la Revolución, impidieron al joven Adolfo agregar otros timbres académicos a sus estudios de contador. Abandonó su natal Veracruz para ser soldado, llegando a capitán segundo con Heriberto Jara. Conoció la dureza de la guerra apostado desde diferentes trincheras. A partir de 1921, y durante 14 años, fue funcionario en el Departamento de Estadística hasta que accedió a la Oficialía Mayor del Departamento del Distrito Federal. Irrumpió en la política como diputado local y, de ahí, pasó a ser secretario de Gobierno con Miguel Alemán. Tras participar en la campaña de Manuel Ávila Camacho fue su Oficial Mayor y, con Alemán ya como presidente, secretario de Gobernación, periodo luego del cual el PRI lo nominó como su candidato a la Presidencia de la República a la que llegó tras disputar una tensa elección con el levantisco Miguel Henríquez Guzmán.

Ejemplo de rectitud y honorabilidad

Su forma sencilla y honesta de ejercer la Primera Magistratura de la Nación contrastó con el boato de que gustaba su predecesor. Así, a la gestión alemanista, desordenada y aburguesada, la sustituyó un gobierno ruizcortinista en el que la austeridad y el orden fue la norma. Ruiz Cortines conservó hasta su último día la sobriedad de sus costumbres. Murió en una discreta y ejemplar medianía, sin bienes que se le conocieran. Su integridad y firmeza eran proverbiales; se le respetaba y se le temía por su perfecto conocimiento de la condición humana. Las anécdotas que enriquecen su biografía hablan de su perspicacia y del modo sutil con que controlaba la ambición de sus colaboradores. Don Adolfo reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser votadas; eliminó las tensiones entre el ejido y la pequeña propiedad, y creó el seguro agrícola y los precios de garantía. Fue, sobre todo, un administrador eficiente que puso coto a la corrupción, ejerciendo un estricto control del gasto público y deslindando los campos de acción de la empresa privada de los del Estado. La presa Falcón y la refinería de Atzcapotzalco se construyeron en su sexenio. El dólar pasó de $ 8.65 a $12.50, paridad que se mantuvo por largos y fructíferos 22 años.

III- Adolfo López Mateos

Seis años después de cruzarme con Ruiz Cortines en la Facultad de Ingeniería, este escribidor ya tenía el grado de pasante. Como tal, se me confió la supervisión de la construcción del Internado Nacional Infantil, una obra de asistencia social en la que el presidente López Mateos y su esposa Eva Sámano tenían especial interés. Era un conjunto de muy grandes proporciones, enclavado en una zona boscosa del sur de la capital, al inicio de la Avenida San Jerónimo, y a un costado del que hoy es -en ese tiempo no era todavía- el Anillo Periférico. Mi tarea era revisar y autorizar las estimaciones de media docena de constructoras. La carga de trabajo me excedía, razón por la cual me quedaba a hacer números hasta tarde, cuando todos los obreros habían concluido su jornada.

En esas estaba cuando el velador avisó que “un señor” quería hablar con el residente. El señor era ¡el presidente López Mateos!, que sólo y su alma, recorrió en mi compañía el conjunto hasta muy adelantado el atardecer. Así, de primera mano, tuve ocasión de comprobar que, en efecto, era dueño de un don de gentes excepcional.

El presidente bien querido

Mexicano -mexiquense concretamente-, como consta en la historia oficial (o guatelmateco, como se afirma que era en realidad), el hecho es que a López Mateos se le recuerda como el único mandatario priísta al que de verdad apreció la gente. Su carácter abierto, su jovialidad y su inalterable sonrisa ganaba la simpatía de todos cuantos lo trataban. Abogado por la UNAM, realizó en Toluca sus estudios intermedios. Ejerció como profesor de historia y de literatura, y se inició en la lid política como particular de Filiberto Gómez, un gobernador del estado de México. Fue vasconcelista y, al triunfo de Ortiz Rubio, se refugió en Guatemala por temor a la represión callista. Reingresó a la política nacional como suplente de Isidro Fabela en el Senado, y ocupó su escaño cuando su mentor marchó a La Haya como representante de México. Dirigió la campaña de Ruiz Cortines, que lo hizo secretario del Trabajo, y llegado el tiempo, lo impulsó a la candidatura presidencial.

Claroscuros de su vida política

López Mateos nacionalizó la industria eléctrica y, a iniciativa suya, se crearon los diputados de partido. De su época datan obras como la autopista México-Puebla, el ferrocarril Chihuahua-Pacífico y el Museo de Antropología e Historia.

Mantuvo en equilibrio la macro-economía y promovió al país en sus viajes al extranjero, abriendo nuevas posibilidades al comercio mexicano. En su periodo se reprimió el sindicalismo independiente, v. gr. el ferrocarrilero, y encarceló a su líder Demetrio Vallejo.

Sin embargo, el mayor baldón que pesa sobre su gestión es el proditorio asesinato de Rubén Jaramillo y su familia, un líder campesino morelense que había servido a las órdenes de Zapata. Y en su haber político queda su rechazo a las prácticas intervencionistas de Estados Unidos, su solidaridad con los pueblos de América Latina y su defensa de la causa cubana de la que, por cierto, un tlaxcalteca ilustre, Emilio Sánchez Piedras, fue su brillante y enjundioso portavoz parlamentario.