/ lunes 10 de julio de 2023

Tiempos de Democracia | De encuestas… y encuestadores

En este segundo semestre del 2023 y durante el primero del 24 sabremos de cientos de estudios demoscópicos, muchos de los cuales no atenderán a los requerimientos técnicos que deberían serles exigidos. Obedecerán en su inmensa mayoría a intereses de políticos y partidos y no a los de una sociedad precisada de información fidedigna.

Los sondeos de opinión fueron concebidos, amigo lector, para conocer el sentir y el pensar de gente como usted y como yo. Empero, para auscultar ese sentir y ese pensar de cada uno de nosotros -ciudadanos comunes y corrientes- hace falta que nos lo pregunten y ya se sabe que, de la intencionalidad del cuestionario que nos planteen, del medio que utilicen para entrevistarnos -telefónico, telemático o en persona- y de la confianza que se le tenga al encuestador depende la respuesta que demos. George Gallup, matemático y periodista estadounidense, considerado el iniciador de la demoscopía científica, probó que, para tener resultados, si no exactos sí próximos a la realidad, basta con una muestra reducida pero representativa de la población cuyos puntos de vista se quiere conocer. Y demostró también que, si las bases de esos sondeos atienden a la demografía de la circunscripción en estudio, la relación entre la cifra de sujetos consultados y la precisión de los datos resultantes llega a un punto a partir del cual, por mucho que se incremente el número de encuestados, los márgenes de error se mantienen práticamente constantes. Con ese método Gallup predijo, en 1936, el improbable triunfo de Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos así como la inesperada derrota en Reino Unido, en 1945, de Winston Churchill, valiéndose para el efecto de muestras mucho más pequeñas que las usadas por otros demóscopos… pero procesadas con criterios y modelos estadísticos más depurados.


ENTRE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN

De la utilidad y eficacia de las encuestas nadie duda. Con sus cifras se elaboran planes de gobierno, se potencia la rentabilidad de campañas comerciales, se enmiendan las decisiones erradas y se refuerzan programas aprobadas por la gente. En lo electoral son herramientas de alto valor para partidos políticos y candidatos... si se las emplea de buena fe y se les da un enfoque constructivo. Lamentablemente, esos sondeos que se suponen especializados suelen usarse en nuestro medio de manera irresponsable y libertina, manipulando la opinión pública con datos tergiversados o de plano mentirosos. Los promotores de tales falacias engañan a la ciudadanía, construyendo popularidades ficticias y haciéndonos creer en inexistentes índices de aceptación. Abundan los gobernantes que requieren de esas patrañas y destinan parte de los presupuestos oficiales a hacerse de un imaginario halo de políticos exitosos que tienen ganado el respeto, el cariño y la admiración de sus gobernados. Y no se diga de los aspirantes a cargos de elección popular que empeñan hasta la camisa para verse favorecidos en esas ilusorias encuestas… a tanto el punto porcentual de ventaja. En torno a esa tragicomedia del surrealismo mexicano existe toda una industria de falsos especialistas en demoscopía que florece en época de elecciones y se esfuma al final de las mismas en espera de reaparecer el siguiente ciclo para embaucar a una nueva hornada de cándidos aspirantes a político. Son estafadores que medran a favor de la estupidez de quienes compran sus productos… y de la inocencia del público que los acepta. Lo dicho vale para todos los niveles, desde el más alto hasta el más modesto, desde los iluminados y bien montados espacios donde se disputa la presidencia hasta las obscuras y humildes arenas donde se compite por un cargo en el cabildo.


VEROSIMILITUD CUESTIONADA

Los encuestadores que juegan en grandes ligas justifican sus pronósticos equivocados con argumentos que no se sostienen. Cito uno de los más trillados: los ciudadanos mienten al encuestador, sea por miedo a ser represaliados por el poder o por la proclividad de nuestra gente a ocultar su pensamiento. Dicen además que su trabajo no adivina el futuro… mas cuando aciertan a predecirlo se pavonean por meses. Son conscientes de la fuerza inductora que en el votante tienen sus presagios, característica esta que es la que más incide en el monto de sus emolumentos. Son expertos en mover las cifras para arriba o para abajo, pero sin incurrir en excesos que acentúen un descrédito al que ninguno de ellos escapa. Mas pese a la desconfianza que generan están ciertos que su quehacer es indispensable y saben que aseguran su negocio si mantienen sus números dentro de rangos que no sean grotescos o de imposible justificación. Y ya empezaron a frotarse las manos desde el momento que los bloques políticos en pugna decidieron utilizar encuestas como forma de elegir candidatos. Aunque las empresas de su mismo giro van a crecer como hongos, de aquí a junio 2 del 2024, los medios -radio, TV y prensa- acudirán indefectiblemente a los mismos encuestadores de siempre para dar contenido y fundamento a sus noticias. A la gente sólo le queda interpretar el maremagnum de datos que se les viene encima, tratando de adivinar tendencias que se sostengan sobre pilares firmes. No hay de otra.


ANTENA NACIONAL PORFIRIO MUÑOZ LEDO

Lo fue todo… menos presidente de la República. Visionario, audaz y dueño de una inteligencia fuera de lo común, Porfirio fue el cerebro de la transición democrática mexicana. Se ha ido un personaje político en verdad excepcional. Su notable ejecutoria está a la espera de un biógrafo veraz que reseñe sus luces y sus sombras. Descanse en paz.

En este segundo semestre del 2023 y durante el primero del 24 sabremos de cientos de estudios demoscópicos, muchos de los cuales no atenderán a los requerimientos técnicos que deberían serles exigidos. Obedecerán en su inmensa mayoría a intereses de políticos y partidos y no a los de una sociedad precisada de información fidedigna.

Los sondeos de opinión fueron concebidos, amigo lector, para conocer el sentir y el pensar de gente como usted y como yo. Empero, para auscultar ese sentir y ese pensar de cada uno de nosotros -ciudadanos comunes y corrientes- hace falta que nos lo pregunten y ya se sabe que, de la intencionalidad del cuestionario que nos planteen, del medio que utilicen para entrevistarnos -telefónico, telemático o en persona- y de la confianza que se le tenga al encuestador depende la respuesta que demos. George Gallup, matemático y periodista estadounidense, considerado el iniciador de la demoscopía científica, probó que, para tener resultados, si no exactos sí próximos a la realidad, basta con una muestra reducida pero representativa de la población cuyos puntos de vista se quiere conocer. Y demostró también que, si las bases de esos sondeos atienden a la demografía de la circunscripción en estudio, la relación entre la cifra de sujetos consultados y la precisión de los datos resultantes llega a un punto a partir del cual, por mucho que se incremente el número de encuestados, los márgenes de error se mantienen práticamente constantes. Con ese método Gallup predijo, en 1936, el improbable triunfo de Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos así como la inesperada derrota en Reino Unido, en 1945, de Winston Churchill, valiéndose para el efecto de muestras mucho más pequeñas que las usadas por otros demóscopos… pero procesadas con criterios y modelos estadísticos más depurados.


ENTRE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN

De la utilidad y eficacia de las encuestas nadie duda. Con sus cifras se elaboran planes de gobierno, se potencia la rentabilidad de campañas comerciales, se enmiendan las decisiones erradas y se refuerzan programas aprobadas por la gente. En lo electoral son herramientas de alto valor para partidos políticos y candidatos... si se las emplea de buena fe y se les da un enfoque constructivo. Lamentablemente, esos sondeos que se suponen especializados suelen usarse en nuestro medio de manera irresponsable y libertina, manipulando la opinión pública con datos tergiversados o de plano mentirosos. Los promotores de tales falacias engañan a la ciudadanía, construyendo popularidades ficticias y haciéndonos creer en inexistentes índices de aceptación. Abundan los gobernantes que requieren de esas patrañas y destinan parte de los presupuestos oficiales a hacerse de un imaginario halo de políticos exitosos que tienen ganado el respeto, el cariño y la admiración de sus gobernados. Y no se diga de los aspirantes a cargos de elección popular que empeñan hasta la camisa para verse favorecidos en esas ilusorias encuestas… a tanto el punto porcentual de ventaja. En torno a esa tragicomedia del surrealismo mexicano existe toda una industria de falsos especialistas en demoscopía que florece en época de elecciones y se esfuma al final de las mismas en espera de reaparecer el siguiente ciclo para embaucar a una nueva hornada de cándidos aspirantes a político. Son estafadores que medran a favor de la estupidez de quienes compran sus productos… y de la inocencia del público que los acepta. Lo dicho vale para todos los niveles, desde el más alto hasta el más modesto, desde los iluminados y bien montados espacios donde se disputa la presidencia hasta las obscuras y humildes arenas donde se compite por un cargo en el cabildo.


VEROSIMILITUD CUESTIONADA

Los encuestadores que juegan en grandes ligas justifican sus pronósticos equivocados con argumentos que no se sostienen. Cito uno de los más trillados: los ciudadanos mienten al encuestador, sea por miedo a ser represaliados por el poder o por la proclividad de nuestra gente a ocultar su pensamiento. Dicen además que su trabajo no adivina el futuro… mas cuando aciertan a predecirlo se pavonean por meses. Son conscientes de la fuerza inductora que en el votante tienen sus presagios, característica esta que es la que más incide en el monto de sus emolumentos. Son expertos en mover las cifras para arriba o para abajo, pero sin incurrir en excesos que acentúen un descrédito al que ninguno de ellos escapa. Mas pese a la desconfianza que generan están ciertos que su quehacer es indispensable y saben que aseguran su negocio si mantienen sus números dentro de rangos que no sean grotescos o de imposible justificación. Y ya empezaron a frotarse las manos desde el momento que los bloques políticos en pugna decidieron utilizar encuestas como forma de elegir candidatos. Aunque las empresas de su mismo giro van a crecer como hongos, de aquí a junio 2 del 2024, los medios -radio, TV y prensa- acudirán indefectiblemente a los mismos encuestadores de siempre para dar contenido y fundamento a sus noticias. A la gente sólo le queda interpretar el maremagnum de datos que se les viene encima, tratando de adivinar tendencias que se sostengan sobre pilares firmes. No hay de otra.


ANTENA NACIONAL PORFIRIO MUÑOZ LEDO

Lo fue todo… menos presidente de la República. Visionario, audaz y dueño de una inteligencia fuera de lo común, Porfirio fue el cerebro de la transición democrática mexicana. Se ha ido un personaje político en verdad excepcional. Su notable ejecutoria está a la espera de un biógrafo veraz que reseñe sus luces y sus sombras. Descanse en paz.