Miles de productores en Tlaxcala aplazaron los trabajos del ciclo primavera-verano que, tradicionalmente, iniciaban con las siembras marceñas, es decir, el cultivo de maíz.
Y es que un 95 % de las 200 mil hectáreas programas por año, en todo el territorio estatal, dependen del temporal de lluvias.
Así que la ausencia de precipitación es la causa de que los hombres del campo sigan a la espera para sembrar el grano.
“Estamos esperando que llueva, tenernos hasta la última semana del mes para las siembras, de lo contrario optaremos por trigo”, explicaron ejidatarios de Nanacamilpa y Calpulalpan.
Dijeron que al abrir las Iglesias católicas, los campesinos llevan a bendecir sus semillas y “le pedimos a Dios que nos suelte el agua... el cambio climático está cambiando todo”. Recordaron que en el ciclo pasado les afectó la helada del dos de octubre, con daños a maíz, trigo y cebada.
“Este gobierno ha prometido un campo próspero y de bienestar, pero los campesinos estamos más fregados que antes”, expresó Juan Lara Dáviila, productor de trigo y cebada en la zona de Nanacamilpa.
Ya que a miles de campesinos les retiraron el Programa Producción para el Bienestar y no tienen apoyo de fertilizante, la siembra de maíz se redujo en unas 40 mil hectáreas.
Hasta 2018, el promedio de establecimiento de este cultivo era de 120 mil hectáreas de grano en su mayoría nativo, para el ciclo pasado apenas llegó a las 80 mil.
Esto significa que, lo que se siembra en la entidad, no alcanza para el consumo de las familias tlaxcaltecas que ya superan 1.3 millones de habitantes. De 2020 a 2021, el precio de fertilizante (urea y triple fosfato) aumentó en un 100 % al pasar de siete mil pesos la tonelada a 14 mil.
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