/ viernes 15 de junio de 2018

Aficionados

El futbol es la única

religión que no tiene ateos.

Eduardo Galeano


Como para olvidar un poco las circunstancias de lo cotidiano, al fin llegó el momento esperado por millones de personas, la celebración de la Copa del Mundo de Futbol, evento de amplia trascendencia y cobertura, así como de distintos cuestionamientos, de acuerdo al punto de vista donde se le mire; de cualquier forma, la afición de casi todo el planeta estará atenta a sus encuentros, especialmente cuando juegue su seleccionado, como en nuestro caso, cuando juegue el equipo mexicano. Sin embargo, en otro sentido y más allá de lo deportivo, se ha generado la confianza de pocos y la desconfianza de muchos.

Por supuesto, se debe a las formas tan absurdas de actuar de todos los involucrados en su estructura, desde directivos hasta cuerpo técnico, ellos tendrán la responsabilidad de entregar a la afición los buenos resultados, sin hacer de lado a los jugadores “vedettes” que portarán la casaca nacional.

Como para abrir boca, en la participación de la justa mundialista previamente nos enteramos “con sorpresa” del nombramiento hecho, mediante un legal y transparente proceso, sobre la “privilegiada” designación de México como organizador de la Copa del Mundo 2026, junto con los Estados Unidos y Canadá; ante tan especial nombramiento han surgido una gran cantidad de opinadores y críticos de tan singular acontecimiento que rebasa lo eminentemente deportivo; por ejemplo, hay quienes señalan que este nombramiento esta matizado por cuestiones de carácter político, bajo la sombra de las aspiraciones del presidente de los Estados Unidos para poder reelegirse y ser electo Premio Nobel, agregándose el hecho de la pasada reunión con su homólogo coreano, considerando el deporte solo como una pura estrategia para tales fines.

Hay quienes lo aprecian como un logro nacional pues, por estadística, “seríamos” el primer país en organizar por tres ocasiones un evento de tal naturaleza; sin considerar nada ajeno a lo deportivo, pareciera, en este caso, la evidencia de una postura nacionalista, aunque los beneficios económicos nunca se pueda saber en qué fueron aplicados; luego entonces, todo queda en especulaciones; por lo tanto, tendremos que esperar ocho largos años para ver qué nos corresponderá hacer.

Como falta mucho para que eso ocurra, mejor hemos de prepararnos para ver a nuestra selección y su enorme potencial para enfrentar estos compromisos, aunque su potencial quede en entredicho, en virtud de las malas artes en su preparación y estructura. Con esta base han surgido una gran diversidad de opinadores y críticos respecto de su participación, y como siempre, para ilustrar los puntos de vista, aunque al arbitrio de criterios particulares, queda sometida la participación del equipo tricolor.

Existen los idealistas, cuya esperanza ha sido influenciada por los medios de comunicación y las fingidas declaraciones de los jugadores, donde se habla de estar dispuestos a entregarse hasta al final con tal de conseguir el sueño de todos; esto es, justamente, lo que se critica, al ser solo un sueño, las posibilidades se diluyen, el despertar traerá consigo la verdad del estado de las cosas y de la pésima dirección de un técnico que cobró cantidades millonarias y poco le ha importado el objetivo principal: llegar al quinto partido.

Bajo esta consideración, los realistas u objetivistas no le dan ninguna posibilidad a la selección cuando menos de pasar a la siguiente ronda; el primer partido, obligado a ganarse, ni remotamente se puede pensar, los actuales campeones del mundo están preparados física y mentalmente para ganar; la derrota primaria prácticamente nos dejaría fuera de la competencia.

Por otro lado, los conformistas, aquellos que dicen que no importa ganar sino competir, finalmente nos encontramos en el grupo de las mejores selecciones del mundo, por eso se está ahí en la competencia; sin importar los resultados, lo que vale es su ubicación en el ranking mundial, el lugar 15 es muy honroso, pero de nada sirve si en el momento de la verdad esa plaza de nada servirá.

Los afectos a las estadísticas conciben esperanzas, aun cuando México perdiera el primer partido; si su segundo y tercero los gana pues se estarían clasificando a la segunda ronda, bajo el supuesto, solo se atienden posibilidades, como en un juego de azar, no hay nada mejor como ser ganador desde el principio, eso asegura no solo la participación en la siguiente ronda sino devolvería la confianza entre los seguidores.

Los pesimistas, aunque tal vez no sea la clasificación correcta, ninguna posibilidad le otorgan al equipo mexicano, basándose en las aberrantes formas de dirigir, las estrategias han sido tan absurdas como absurdos son los resultados; maquillándolos, por los directivos, con un nivel muy alto de efectividad, sin entender que eso encuentros “moleros” no le sirvieron para nada; las últimas derrotas, los pusieron en su lugar, es decir, la selección solo estará cumpliendo con los requisitos de participación, su regreso se presume inminente una vez que concluya la primera fase del torneo.

También se forman los mercenarios, que han hecho del deporte un negocio, patrocinar a un equipo o aun jugador, les reditúa ganancias multimillonarias, sin importar si ganan o no, lo importante es vender, lo demás es secundario, finalmente los ganadores han sido eso que han hecho del deporte, uno de los comercios más rentables, ofreciendo productos que promueven las figuras y la mercadotecnia, desafortunadamente, los consumidores hacen lo suyo.

Bueno, aunque parezcan comentarios llenos de pesimismo, ojalá, puedan, los seleccionados, restregarle en la cara de los aficionados, me incluyo, el verdadero valor de un resultado obtenido en una competencia de tamaña envergadura; de igual manera, sirva para borrar ese estigma de la derrota; la voluntad y la actitud son siempre, los mejores instrumentos para la contienda; si no las llevan, la derrota es inminente.

A pesar de la diversidad de posturas, ahora solo nos resta esperar al domingo para observar el desempeño y resultado del primer encuentro del seleccionado; a partir de ahí, tal vez los pronósticos se modifiquen; y todo tenga un cause positivo, porque de ocurrir lo contario, ya sabremos a quien echarle la culpa; desde luego no a los responsables, sino a quienes no creyeron en su selección: los aficionados.


El futbol es la única

religión que no tiene ateos.

Eduardo Galeano


Como para olvidar un poco las circunstancias de lo cotidiano, al fin llegó el momento esperado por millones de personas, la celebración de la Copa del Mundo de Futbol, evento de amplia trascendencia y cobertura, así como de distintos cuestionamientos, de acuerdo al punto de vista donde se le mire; de cualquier forma, la afición de casi todo el planeta estará atenta a sus encuentros, especialmente cuando juegue su seleccionado, como en nuestro caso, cuando juegue el equipo mexicano. Sin embargo, en otro sentido y más allá de lo deportivo, se ha generado la confianza de pocos y la desconfianza de muchos.

Por supuesto, se debe a las formas tan absurdas de actuar de todos los involucrados en su estructura, desde directivos hasta cuerpo técnico, ellos tendrán la responsabilidad de entregar a la afición los buenos resultados, sin hacer de lado a los jugadores “vedettes” que portarán la casaca nacional.

Como para abrir boca, en la participación de la justa mundialista previamente nos enteramos “con sorpresa” del nombramiento hecho, mediante un legal y transparente proceso, sobre la “privilegiada” designación de México como organizador de la Copa del Mundo 2026, junto con los Estados Unidos y Canadá; ante tan especial nombramiento han surgido una gran cantidad de opinadores y críticos de tan singular acontecimiento que rebasa lo eminentemente deportivo; por ejemplo, hay quienes señalan que este nombramiento esta matizado por cuestiones de carácter político, bajo la sombra de las aspiraciones del presidente de los Estados Unidos para poder reelegirse y ser electo Premio Nobel, agregándose el hecho de la pasada reunión con su homólogo coreano, considerando el deporte solo como una pura estrategia para tales fines.

Hay quienes lo aprecian como un logro nacional pues, por estadística, “seríamos” el primer país en organizar por tres ocasiones un evento de tal naturaleza; sin considerar nada ajeno a lo deportivo, pareciera, en este caso, la evidencia de una postura nacionalista, aunque los beneficios económicos nunca se pueda saber en qué fueron aplicados; luego entonces, todo queda en especulaciones; por lo tanto, tendremos que esperar ocho largos años para ver qué nos corresponderá hacer.

Como falta mucho para que eso ocurra, mejor hemos de prepararnos para ver a nuestra selección y su enorme potencial para enfrentar estos compromisos, aunque su potencial quede en entredicho, en virtud de las malas artes en su preparación y estructura. Con esta base han surgido una gran diversidad de opinadores y críticos respecto de su participación, y como siempre, para ilustrar los puntos de vista, aunque al arbitrio de criterios particulares, queda sometida la participación del equipo tricolor.

Existen los idealistas, cuya esperanza ha sido influenciada por los medios de comunicación y las fingidas declaraciones de los jugadores, donde se habla de estar dispuestos a entregarse hasta al final con tal de conseguir el sueño de todos; esto es, justamente, lo que se critica, al ser solo un sueño, las posibilidades se diluyen, el despertar traerá consigo la verdad del estado de las cosas y de la pésima dirección de un técnico que cobró cantidades millonarias y poco le ha importado el objetivo principal: llegar al quinto partido.

Bajo esta consideración, los realistas u objetivistas no le dan ninguna posibilidad a la selección cuando menos de pasar a la siguiente ronda; el primer partido, obligado a ganarse, ni remotamente se puede pensar, los actuales campeones del mundo están preparados física y mentalmente para ganar; la derrota primaria prácticamente nos dejaría fuera de la competencia.

Por otro lado, los conformistas, aquellos que dicen que no importa ganar sino competir, finalmente nos encontramos en el grupo de las mejores selecciones del mundo, por eso se está ahí en la competencia; sin importar los resultados, lo que vale es su ubicación en el ranking mundial, el lugar 15 es muy honroso, pero de nada sirve si en el momento de la verdad esa plaza de nada servirá.

Los afectos a las estadísticas conciben esperanzas, aun cuando México perdiera el primer partido; si su segundo y tercero los gana pues se estarían clasificando a la segunda ronda, bajo el supuesto, solo se atienden posibilidades, como en un juego de azar, no hay nada mejor como ser ganador desde el principio, eso asegura no solo la participación en la siguiente ronda sino devolvería la confianza entre los seguidores.

Los pesimistas, aunque tal vez no sea la clasificación correcta, ninguna posibilidad le otorgan al equipo mexicano, basándose en las aberrantes formas de dirigir, las estrategias han sido tan absurdas como absurdos son los resultados; maquillándolos, por los directivos, con un nivel muy alto de efectividad, sin entender que eso encuentros “moleros” no le sirvieron para nada; las últimas derrotas, los pusieron en su lugar, es decir, la selección solo estará cumpliendo con los requisitos de participación, su regreso se presume inminente una vez que concluya la primera fase del torneo.

También se forman los mercenarios, que han hecho del deporte un negocio, patrocinar a un equipo o aun jugador, les reditúa ganancias multimillonarias, sin importar si ganan o no, lo importante es vender, lo demás es secundario, finalmente los ganadores han sido eso que han hecho del deporte, uno de los comercios más rentables, ofreciendo productos que promueven las figuras y la mercadotecnia, desafortunadamente, los consumidores hacen lo suyo.

Bueno, aunque parezcan comentarios llenos de pesimismo, ojalá, puedan, los seleccionados, restregarle en la cara de los aficionados, me incluyo, el verdadero valor de un resultado obtenido en una competencia de tamaña envergadura; de igual manera, sirva para borrar ese estigma de la derrota; la voluntad y la actitud son siempre, los mejores instrumentos para la contienda; si no las llevan, la derrota es inminente.

A pesar de la diversidad de posturas, ahora solo nos resta esperar al domingo para observar el desempeño y resultado del primer encuentro del seleccionado; a partir de ahí, tal vez los pronósticos se modifiquen; y todo tenga un cause positivo, porque de ocurrir lo contario, ya sabremos a quien echarle la culpa; desde luego no a los responsables, sino a quienes no creyeron en su selección: los aficionados.