/ viernes 31 de mayo de 2019

ANATOMÍA DE LO SOCIAL

Mis tres amigos y la declaración patrimonial

Arturo Duen Torres

Disfrutando la belleza del zócalo capitalino en su ambiente natural, sin los incomodos puestos donde se expenden artesanías, la vista se hace más agradable; sobretodo, para quienes nos visitan, dejándoles una grata impresión; así es, el turismo queda muy complacido al poder observar la arquitectura de los edificios públicos y la verbena que ocurre en los portales, entre comida, música y café; pero bueno, en lo particular, entre la realidad y la nostalgia, por haber sido un espacio donde muchos de los paisanos disfrutamos del juego y del descanso; por eso, así se piensa, ese lugar es emblemático para quienes hoy rebasan las cinco décadas; esa es la parte valiosa, el simbolismo que representa el parque de la ciudad, donde cada vivencia tiene un toque individual.

Terminado el descanso y el recuerdo, encaminé mis pasos al lugar de la reunión con mis amigos; al llegar, me encontré con el compañero de los buenos modales, quien de inmediato se levantó de su lugar para saludarme; bienvenido -dijo con afecto- ya solo esperamos a los faltantes, para pedir nuestra taza de café acostumbrada; cuando terminó la frase, iba llegando el amigo de la bonanza y, por supuesto, lo saludamos calurosamente; pensé que era el único que faltaba -dijo al tiempo que esbozaba una leve sonrisa- pero ya vi que no; ahora podemos empezar; nada de eso -le espeté- esperemos unos minutos para estar todos completos; lo dije de broma -reviró- saben bien que necesito a mi contraparte para poder disfrutar de sus continuos enojos.

Como si hubiera sido invocado apareció en el umbral el susodicho; cuando se acercó a nosotros, pudimos notar que venía sucio de la ropa y de las manos, sin obviar el saludo, tomó su lugar y con un tono de molestia –dijo- disculpen la tardanza y la mugre que me cargo, pero resulta que para llegar aquí, decidí venirme por “La loma”, mala decisión, en una de sus calles, me metí en un bache, y se me ponchó una llanta, por eso el enojo; la verdad, además, que casi toda la colonia esta en las misma condiciones; no sé qué haga la delegación al respecto pero seguramente no hace nada, se notan los hoyancos de mucho tiempo; por eso, les recomiendo no usar esas calles para evitarse contratiempos.

Terminado el comentario, el amigo de la bonanza, solicitó se nos sirviera la taza de café acostumbrada, hecho lo anterior, alzó las manos, en una expresión de satisfacción, para decirnos: tranquilo estoy porque entregué a la Contraloría, en tiempo y forma, mi declaración patrimonial y de intereses; algo diferente en los formatos, pero pues, al final, se cumplió con el requisito. Eso es lo malo -le interrumpieron- pues hacerlo por “requisito” presupone que no lo hiciste como debía haber sido; ni declaraste todos tus bienes e ingresos; haber, por ejemplo, declaraste tu automóvil caro y la casa que acabas de comprar en una de esas unidades de elite, que solo pueden comprar los que tienen el suficiente dinero para hacerlo; o, se me hace, que esos bienes los compraste con el nombre de otra persona, como lo hacías en otros tiempos, así es que, supongo no actuaste con verdad.

Como si hubiera acertado con el comentario el amigo cuestionado se puso “colorado” al mismo tiempo que pretendía refutar el señalamiento. Sin embargo, no se lo permitió quien lo había señalado; por lo tanto, el mismo siguió con la palabra -diciendo- más allá de la certeza que pudiera tenerse en este tipo de declaraciones, le encuentro muchas deficiencias; primero, desde la forma, después de los seleccionados para presentarlas; por ejemplo, en mi caso -prosiguió con la voz- tengo que presentar este informe como si tuviera un alto cargo en la burocracia gubernamental, si solo soy un modesto trabajador que percibe un modesto salario; y que apenas, tengo una casa que adquirí a crédito en el Infonavit; y mi cochecito, es de un modelo muy atrasado que hasta su valor nominal lo ha perdido. Eso es lo malo, además de los formatos, donde te piden requisitos como si pudieras, de acuerdo a mis circunstancias, hacer algún lavado de dinero, en contubernio con otro tipo de autoridades o personas. Ah, y lo más grave aún, ni tengo computadora, no se manejar el internet, pero eso sí, tengo que declarar para no tener problemas más adelante.

Mis tres amigos y la declaración patrimonial

Arturo Duen Torres

Disfrutando la belleza del zócalo capitalino en su ambiente natural, sin los incomodos puestos donde se expenden artesanías, la vista se hace más agradable; sobretodo, para quienes nos visitan, dejándoles una grata impresión; así es, el turismo queda muy complacido al poder observar la arquitectura de los edificios públicos y la verbena que ocurre en los portales, entre comida, música y café; pero bueno, en lo particular, entre la realidad y la nostalgia, por haber sido un espacio donde muchos de los paisanos disfrutamos del juego y del descanso; por eso, así se piensa, ese lugar es emblemático para quienes hoy rebasan las cinco décadas; esa es la parte valiosa, el simbolismo que representa el parque de la ciudad, donde cada vivencia tiene un toque individual.

Terminado el descanso y el recuerdo, encaminé mis pasos al lugar de la reunión con mis amigos; al llegar, me encontré con el compañero de los buenos modales, quien de inmediato se levantó de su lugar para saludarme; bienvenido -dijo con afecto- ya solo esperamos a los faltantes, para pedir nuestra taza de café acostumbrada; cuando terminó la frase, iba llegando el amigo de la bonanza y, por supuesto, lo saludamos calurosamente; pensé que era el único que faltaba -dijo al tiempo que esbozaba una leve sonrisa- pero ya vi que no; ahora podemos empezar; nada de eso -le espeté- esperemos unos minutos para estar todos completos; lo dije de broma -reviró- saben bien que necesito a mi contraparte para poder disfrutar de sus continuos enojos.

Como si hubiera sido invocado apareció en el umbral el susodicho; cuando se acercó a nosotros, pudimos notar que venía sucio de la ropa y de las manos, sin obviar el saludo, tomó su lugar y con un tono de molestia –dijo- disculpen la tardanza y la mugre que me cargo, pero resulta que para llegar aquí, decidí venirme por “La loma”, mala decisión, en una de sus calles, me metí en un bache, y se me ponchó una llanta, por eso el enojo; la verdad, además, que casi toda la colonia esta en las misma condiciones; no sé qué haga la delegación al respecto pero seguramente no hace nada, se notan los hoyancos de mucho tiempo; por eso, les recomiendo no usar esas calles para evitarse contratiempos.

Terminado el comentario, el amigo de la bonanza, solicitó se nos sirviera la taza de café acostumbrada, hecho lo anterior, alzó las manos, en una expresión de satisfacción, para decirnos: tranquilo estoy porque entregué a la Contraloría, en tiempo y forma, mi declaración patrimonial y de intereses; algo diferente en los formatos, pero pues, al final, se cumplió con el requisito. Eso es lo malo -le interrumpieron- pues hacerlo por “requisito” presupone que no lo hiciste como debía haber sido; ni declaraste todos tus bienes e ingresos; haber, por ejemplo, declaraste tu automóvil caro y la casa que acabas de comprar en una de esas unidades de elite, que solo pueden comprar los que tienen el suficiente dinero para hacerlo; o, se me hace, que esos bienes los compraste con el nombre de otra persona, como lo hacías en otros tiempos, así es que, supongo no actuaste con verdad.

Como si hubiera acertado con el comentario el amigo cuestionado se puso “colorado” al mismo tiempo que pretendía refutar el señalamiento. Sin embargo, no se lo permitió quien lo había señalado; por lo tanto, el mismo siguió con la palabra -diciendo- más allá de la certeza que pudiera tenerse en este tipo de declaraciones, le encuentro muchas deficiencias; primero, desde la forma, después de los seleccionados para presentarlas; por ejemplo, en mi caso -prosiguió con la voz- tengo que presentar este informe como si tuviera un alto cargo en la burocracia gubernamental, si solo soy un modesto trabajador que percibe un modesto salario; y que apenas, tengo una casa que adquirí a crédito en el Infonavit; y mi cochecito, es de un modelo muy atrasado que hasta su valor nominal lo ha perdido. Eso es lo malo, además de los formatos, donde te piden requisitos como si pudieras, de acuerdo a mis circunstancias, hacer algún lavado de dinero, en contubernio con otro tipo de autoridades o personas. Ah, y lo más grave aún, ni tengo computadora, no se manejar el internet, pero eso sí, tengo que declarar para no tener problemas más adelante.