/ viernes 6 de agosto de 2021

Anatomía de lo Social | ¿Culpables?

Yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara.

Jorge Luís Borges

Culturalmente hemos adoptado una fórmula para justificarnos cuando las cosas, en función de un resultado, no son las esperadas, por ello, cada vez que hay eventos de alta significancia, la derrota, pareciera, se convierte en una bandera para señalar a los supuestos culpables, minimizando, en muchos casos, la responsabilidad individual por no haber alcanzado la victoria; bajo esta premisa, se pueden mencionar muchos casos, sin embargo, solo para ejemplificar, se hace referencia al evento más importante del deporte universal, los Juegos Olímpicos, donde los participantes hacen evidente la formación y el trabajo de mucho tiempo de anticipación; desafortunadamente, para la delegación mexicana, la pésima actuación de muchos deportistas nos deja solo, además de amargura, la posibilidad de echarle culpas a quienes se lo merecen.

Se pueden señalar, en un primer momento, a las autoridades responsables de conducir la formación de atletas de alto rendimiento, pues usando malos argumentos y convocatorias amañadas, eligen, sin merecimientos, a quienes nos han representado en esa justa, evidentemente, las menos de media docena de medallas son el testimonio del fracaso; desde luego, quizá más allá de la culpa, se puede presumir la intervención de otros factores para la designación de los deportistas.

  • No se puede soslayar el asunto de las recomendaciones, donde la clase política tiene posibilidades para hacerlo, cobrando facturas cuando se han hecho favores para designar a los directivos, responsables de dirigir las diferentes federaciones relacionadas a los deportes en particular.

Dicho de otra manera, el deporte no progresa porque, en muchas ocasiones, los dirigentes no tiene la menor idea de lo que es el deporte, o bien, cuando ocasionalmente el perfil es el adecuado, se ignoran las necesidades reales que tiene los talentos deportivos, sin consideración a sus capacidades y cualidades, sin darles las oportunidades que merecen.

Ni qué decir de los presupuestos, el dinero para el deporte no es suficiente, las becas, bajo el supuesto de la dedicación de tiempo completo de los atletas de alto rendimiento, apenas si les alcanza para vivir en medianía, teniendo que ocupar la mayor parte de su tiempo a la realización de otras actividades complementarias, bien sea para atender necesidades elementales de la familia o la compra de equipo que les permita desarrollar sus habilidades, obvio, resulta muy costoso tener competidores de primer nivel, dicho de otra manera, de aquellos que ocupan el podio de los ganadores.

Por supuesto, la infraestructura deportiva, comparada con la de otros países, es por consecuencia lo que establece la diferencia, aunque hay universidades que cuentan con esas posibilidades, en contrasentido, los talentos deportivos parecen no existir, si los hay, prefieren estudiar a dedicarse a practicar un deporte, o bien otra disciplina, en el que demuestren sus naturales capacidades.

Minimizado el deporte nacional, por todo aquello que lo permea, han hecho olvidar, o bien dejado en las estadísticas, aquellos personajes cuya participación dejó posesionado a México en la elite del deporte mundial, un Joaquín Capilla, o el “Tibio” Muñoz, entre otros tantos, no han podido ser igualados en sus logros, los deportistas ganadores de la actualidad son los mismos, de casi siempre, los representantes del tiro con arco son la evidencia fehaciente; esto quiere decir que el deporte nacional se encuentra totalmente estancado, la muestra, las tres, hasta hoy, medallas de bronce conquistadas.

No se podía omitir el sarcasmo, vestido de realidad, cuando la formación de los deportistas es acompañado, desde la niñez, por el hecho de recibir el comentario justificador de la derrota, “lo importante es competir” aunque no se gane; también aquel que refiere aquello de conocer otros lugares del país o del mundo, sin importar el lugar en el que se ubique en la competencia, sin importar la derrota, lo que vale es el conocimiento de lugares, por ser un representante competidor.

De cualquier manera, sea la falta de interés por parte de las autoridades del deporte; la falta de presupuesto, o la precaria infraestructura, o bien esa añeja y anquilosada manera de pensar sobre la competencia, solo nos hereda un camino bien determinado, en todo esto, cuando siempre hay malos resultados también siempre se tendrá oportunidad de buscar a quien habría que echarle la culpa por los pésimos resultados.

Por último, la mentalidad del conformismo, usada por algunos periodistas al decir que deberíamos estar orgullosos por los lugares fuera del pódium, pues estar en una justa mundialista ya se puede decir que los deportistas están entre los “mejores” del planeta, olvidándose de referir que: ganar no es lo bueno, es lo único.

No se puede soslayar el asunto de las recomendaciones, donde la clase política tiene posibilidades para hacerlo, cobrando facturas cuando se han hecho favores para designar a los directivos, responsables de dirigir las diferentes federaciones relacionadas a los deportes en particular...

Yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara.

Jorge Luís Borges

Culturalmente hemos adoptado una fórmula para justificarnos cuando las cosas, en función de un resultado, no son las esperadas, por ello, cada vez que hay eventos de alta significancia, la derrota, pareciera, se convierte en una bandera para señalar a los supuestos culpables, minimizando, en muchos casos, la responsabilidad individual por no haber alcanzado la victoria; bajo esta premisa, se pueden mencionar muchos casos, sin embargo, solo para ejemplificar, se hace referencia al evento más importante del deporte universal, los Juegos Olímpicos, donde los participantes hacen evidente la formación y el trabajo de mucho tiempo de anticipación; desafortunadamente, para la delegación mexicana, la pésima actuación de muchos deportistas nos deja solo, además de amargura, la posibilidad de echarle culpas a quienes se lo merecen.

Se pueden señalar, en un primer momento, a las autoridades responsables de conducir la formación de atletas de alto rendimiento, pues usando malos argumentos y convocatorias amañadas, eligen, sin merecimientos, a quienes nos han representado en esa justa, evidentemente, las menos de media docena de medallas son el testimonio del fracaso; desde luego, quizá más allá de la culpa, se puede presumir la intervención de otros factores para la designación de los deportistas.

  • No se puede soslayar el asunto de las recomendaciones, donde la clase política tiene posibilidades para hacerlo, cobrando facturas cuando se han hecho favores para designar a los directivos, responsables de dirigir las diferentes federaciones relacionadas a los deportes en particular.

Dicho de otra manera, el deporte no progresa porque, en muchas ocasiones, los dirigentes no tiene la menor idea de lo que es el deporte, o bien, cuando ocasionalmente el perfil es el adecuado, se ignoran las necesidades reales que tiene los talentos deportivos, sin consideración a sus capacidades y cualidades, sin darles las oportunidades que merecen.

Ni qué decir de los presupuestos, el dinero para el deporte no es suficiente, las becas, bajo el supuesto de la dedicación de tiempo completo de los atletas de alto rendimiento, apenas si les alcanza para vivir en medianía, teniendo que ocupar la mayor parte de su tiempo a la realización de otras actividades complementarias, bien sea para atender necesidades elementales de la familia o la compra de equipo que les permita desarrollar sus habilidades, obvio, resulta muy costoso tener competidores de primer nivel, dicho de otra manera, de aquellos que ocupan el podio de los ganadores.

Por supuesto, la infraestructura deportiva, comparada con la de otros países, es por consecuencia lo que establece la diferencia, aunque hay universidades que cuentan con esas posibilidades, en contrasentido, los talentos deportivos parecen no existir, si los hay, prefieren estudiar a dedicarse a practicar un deporte, o bien otra disciplina, en el que demuestren sus naturales capacidades.

Minimizado el deporte nacional, por todo aquello que lo permea, han hecho olvidar, o bien dejado en las estadísticas, aquellos personajes cuya participación dejó posesionado a México en la elite del deporte mundial, un Joaquín Capilla, o el “Tibio” Muñoz, entre otros tantos, no han podido ser igualados en sus logros, los deportistas ganadores de la actualidad son los mismos, de casi siempre, los representantes del tiro con arco son la evidencia fehaciente; esto quiere decir que el deporte nacional se encuentra totalmente estancado, la muestra, las tres, hasta hoy, medallas de bronce conquistadas.

No se podía omitir el sarcasmo, vestido de realidad, cuando la formación de los deportistas es acompañado, desde la niñez, por el hecho de recibir el comentario justificador de la derrota, “lo importante es competir” aunque no se gane; también aquel que refiere aquello de conocer otros lugares del país o del mundo, sin importar el lugar en el que se ubique en la competencia, sin importar la derrota, lo que vale es el conocimiento de lugares, por ser un representante competidor.

De cualquier manera, sea la falta de interés por parte de las autoridades del deporte; la falta de presupuesto, o la precaria infraestructura, o bien esa añeja y anquilosada manera de pensar sobre la competencia, solo nos hereda un camino bien determinado, en todo esto, cuando siempre hay malos resultados también siempre se tendrá oportunidad de buscar a quien habría que echarle la culpa por los pésimos resultados.

Por último, la mentalidad del conformismo, usada por algunos periodistas al decir que deberíamos estar orgullosos por los lugares fuera del pódium, pues estar en una justa mundialista ya se puede decir que los deportistas están entre los “mejores” del planeta, olvidándose de referir que: ganar no es lo bueno, es lo único.

No se puede soslayar el asunto de las recomendaciones, donde la clase política tiene posibilidades para hacerlo, cobrando facturas cuando se han hecho favores para designar a los directivos, responsables de dirigir las diferentes federaciones relacionadas a los deportes en particular...