/ viernes 11 de junio de 2021

Anatomía de lo Social | Ganadores

La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. en cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva.

José Saramago

Después de haber transitado en todo el proceso de las finiquitadas elecciones, en relación a los resultados electorales, todavía quedan algunos conflictos por resolver, en donde las impugnaciones, desacuerdos, enfrentamientos, así como las inconformidades, todavía se encuentran bajo la observancia de las instancias correspondientes; mientras eso ocurre, en otros niveles se siguen presumiendo los resultados de la contienda, basados en una serie de estadísticas, cuya interpretación se la asignan los principales contendientes, es decir, los partidos políticos y sus dirigentes.

Por un lado, los triunfos logrados en las gubernaturas, once de las quince en disputa, son los argumentos perfectos para referirse a un Gobierno posesionado en más de la mitad del territorio nacional, de igual manera la obtención del respaldo electoral para alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados, desde luego, con el apoyo de los aliados, también ganadores, suponiéndose, con ello, la posibilidad de continuar con las modificaciones a la Constitución.

Por otro lado, también se hace evidente una limitada arrogancia de la oposición, al manifestar los triunfos obtenidos en las alcaldías de la Ciudad de México (CDMX), con un porcentaje del 57 por ciento, lo que quiere decir que, en términos de votantes, fueron los que se expresaron en contra del partido en el poder; de igual manera en las diputaciones, pues la oposición logró 33 diputados de mayoría relativa, en tanto los de la transformación solo 19; con estos números se hace evidente el rechazo a la actual jefa de gobierno.

Más allá de las estadísticas, se ha pretendido, justificar la derrota, ante las andanadas de la guerra sucia, particularmente, por el asunto de la línea 12 del metro, señalándose que la tragedia se utilizó electoralmente al generarse en las personas una especie de odio y temor por las deficiencias, no solo de este medio de trasporte, sino de otras deficiencias, permeadas por la violencia y la amenaza. Sin restarle culpa al partido que todavía, en la actualidad, detenta el poder.

Como quiera que sea y como para darle un toque de sarcasmo, a los triunfos respectivos; se le pidió a un antiguo candidato presidenciable un permiso para tomarse una cerveza pacífico, en alusión al territorio “conquistado”; en respuesta se comentó que se disfrutaba de una cerveza victoria, pero en la Ciudad de México; obviamente, los aplaudidores de lo chusco compartieron la gracia de los comentarios, aunque, en contrasentido, solo sirvió para demostrar la falta de seriedad para tratar, políticamente, los temas de las elecciones

En un momento como pretendiendo darle seriedad al asunto, se explicó la posibilidad de negociar para conseguir la mayoría calificada, no la relativa, para poder realizar las poquitas reformas que le faltan a la constitución, sin descartarse, por la forma de invitar a los posibles y futuros acuerdos, la posibilidad de conseguirlo, quedando, como siempre, la incertidumbre, si el precio será el suficiente para conseguir es propósito.

Evidentemente, en la contienda por ensalzar sus respectivos triunfos, todos los que se dicen victoriosos, se han preocupado por evaluar sus propias deficiencias, mejor aún, sus particulares aciertos; sin embargo, para el pueblo, justamente se han olvidado de ellos, pues poco se ha comentado sobre los principios rectores que habrán de promoverse en sus espacios de autoridad, en el Gobierno, o en el Ejecutivo; ahí es donde, posiblemente estuviera radicada la victoria; no solo por los espacios ganados, sino por los futuros trabajos en favor de la colectividad.

Desde otra perspectiva, también basada en números, se puede pronosticar, la posible fractura del todavía poderoso, por ser Gobierno, movimiento de trasformación, las gubernaturas y los escaños conseguidos podrían ser minimizados, si no se preocupan por las condiciones actuales del país.

La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. en cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva.

José Saramago

Después de haber transitado en todo el proceso de las finiquitadas elecciones, en relación a los resultados electorales, todavía quedan algunos conflictos por resolver, en donde las impugnaciones, desacuerdos, enfrentamientos, así como las inconformidades, todavía se encuentran bajo la observancia de las instancias correspondientes; mientras eso ocurre, en otros niveles se siguen presumiendo los resultados de la contienda, basados en una serie de estadísticas, cuya interpretación se la asignan los principales contendientes, es decir, los partidos políticos y sus dirigentes.

Por un lado, los triunfos logrados en las gubernaturas, once de las quince en disputa, son los argumentos perfectos para referirse a un Gobierno posesionado en más de la mitad del territorio nacional, de igual manera la obtención del respaldo electoral para alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados, desde luego, con el apoyo de los aliados, también ganadores, suponiéndose, con ello, la posibilidad de continuar con las modificaciones a la Constitución.

Por otro lado, también se hace evidente una limitada arrogancia de la oposición, al manifestar los triunfos obtenidos en las alcaldías de la Ciudad de México (CDMX), con un porcentaje del 57 por ciento, lo que quiere decir que, en términos de votantes, fueron los que se expresaron en contra del partido en el poder; de igual manera en las diputaciones, pues la oposición logró 33 diputados de mayoría relativa, en tanto los de la transformación solo 19; con estos números se hace evidente el rechazo a la actual jefa de gobierno.

Más allá de las estadísticas, se ha pretendido, justificar la derrota, ante las andanadas de la guerra sucia, particularmente, por el asunto de la línea 12 del metro, señalándose que la tragedia se utilizó electoralmente al generarse en las personas una especie de odio y temor por las deficiencias, no solo de este medio de trasporte, sino de otras deficiencias, permeadas por la violencia y la amenaza. Sin restarle culpa al partido que todavía, en la actualidad, detenta el poder.

Como quiera que sea y como para darle un toque de sarcasmo, a los triunfos respectivos; se le pidió a un antiguo candidato presidenciable un permiso para tomarse una cerveza pacífico, en alusión al territorio “conquistado”; en respuesta se comentó que se disfrutaba de una cerveza victoria, pero en la Ciudad de México; obviamente, los aplaudidores de lo chusco compartieron la gracia de los comentarios, aunque, en contrasentido, solo sirvió para demostrar la falta de seriedad para tratar, políticamente, los temas de las elecciones

En un momento como pretendiendo darle seriedad al asunto, se explicó la posibilidad de negociar para conseguir la mayoría calificada, no la relativa, para poder realizar las poquitas reformas que le faltan a la constitución, sin descartarse, por la forma de invitar a los posibles y futuros acuerdos, la posibilidad de conseguirlo, quedando, como siempre, la incertidumbre, si el precio será el suficiente para conseguir es propósito.

Evidentemente, en la contienda por ensalzar sus respectivos triunfos, todos los que se dicen victoriosos, se han preocupado por evaluar sus propias deficiencias, mejor aún, sus particulares aciertos; sin embargo, para el pueblo, justamente se han olvidado de ellos, pues poco se ha comentado sobre los principios rectores que habrán de promoverse en sus espacios de autoridad, en el Gobierno, o en el Ejecutivo; ahí es donde, posiblemente estuviera radicada la victoria; no solo por los espacios ganados, sino por los futuros trabajos en favor de la colectividad.

Desde otra perspectiva, también basada en números, se puede pronosticar, la posible fractura del todavía poderoso, por ser Gobierno, movimiento de trasformación, las gubernaturas y los escaños conseguidos podrían ser minimizados, si no se preocupan por las condiciones actuales del país.