/ viernes 8 de julio de 2022

Anatomía de lo Social | Horarios

Cuestionable, desde su implementación, el horario de verano no cumplió con las expectativas pomposamente anunciadas, principalmente sobre los beneficios de ahorro, en dinero, para las familias mexicanas, además de facilitar todas las actividades, de producción y de servicios, entre otras, con el aprovechamiento de la luz natural, así como un consumo racional de la energía eléctrica; desafortunadamente, las promesas no lograron los objetivos esperados, por el contrario, todo se convirtió en un caos por las mismas circunstancias provocadas por los cambios en los horarios.

Se debe recordar que la instauración del horario de verano en México fue decretado en el año de 1996, con excepción de algunos estados como Quintana Roo y Sonora, con el argumento de reducir el consumo de combustibles que generaban energía eléctrica, así como la disminución de contaminantes; desde luego, se debe señalar que el modelo del huso horario fue copiado de otros países, suponiéndose el éxito de la medida, especialmente en el aspecto económico.

De alguna manera, así como se siguieron los ejemplos de otros países para iniciar y terminar ahora con el obsoleto horario de verano. La iniciativa presidencial para terminar con el horario estacional ha provocado nuevas controversias, principalmente por aquellos cuyo cambio no les resultaría benéfico; sin embargo, así se entiende, la adición que se hace a la propuesta asegura que no tendrá impactos en los presupuestos, ni se modificarán los programas sociales ya establecidos, es decir, se mantendrá la vigencia en las actividades cotidianas del país.

A pesar de ser una iniciativa, todavía en espera de su aprobación, se tiene previsto que una vez que se modifique en octubre el horario, ya no se padecerán cambios en el futuro; sin embargo, se reiniciará un nuevo proceso de readaptación para quienes el horario de verano les parecía perfecto, en el sentido de contar con mayor “tiempo” de luz del día para cumplir totalmente con sus obligaciones del día a día; también de sentir que eso representaba mayor seguridad personal para no lidiar con los peligros traídos por la oscuridad.

Desde otra perspectiva, más allá de los cambios en el horario, es seguro el cambio de algunos comportamientos ocasionados por el mismo, en la gran moría de los casos, de acuerdo al estado de ánimo de cada quien; por ejemplo, para aquellos cuya costumbre de levantarse temprano para llegar puntualmente al trabajo, ahora tendrán que corregir, además del reloj, sus tiempos en el traslado a su centro laboral, llegando con mucho tiempo de anticipación, pues esa hora desajustada será lo que se propicie; en contrasentido, habrá quienes aprovechando la hora adicional se mostrarán confiados y, es probable, tendrán problemas con su tiempo.

Por otro lado, además, se tendrán ajustes emocionales, pues las prisas o la lentitud, según sea el caso, puede ser generadora de violencia, los viajantes en vehículos de trasporte colectivo se encontrarán con el reajuste de las corridas, los de automóviles particulares aumentarán la velocidad para recuperar el tiempo perdido, obvio. En ese conflicto, provocado por el cambio, también habrá insultos de unos para los otros.

Aunque esto es lo menos, hay otros criterios basados en terminologías médicas, se dice que las afectaciones mayores son para las personas adultas mayores, así como para los menores de edad, pues refieren que el desajuste en el reloj biológico provoca malestares emocionales y psicológicos, como lo refiere el doctor Jorge Alcocer, secretario de Salud, evidenciados en problemas de sueño, falta de memoria, fatiga, depresión, entre otras cosas, enfatizando que: “La elección del horario de verano es política y, por lo tanto, se puede cambiar, los estudios muestran que las diferencias de tiempo entre el reloj social y el reloj biológico desafían la salud, la llegan a alterar, por lo que si queremos mejorar nuestra salud no debemos luchar contra nuestro reloj biológico…”.

Con estas aseveraciones, se pueden catalogar, o clasificar, los aspectos fundamentales para asegurar próximamente el cambio del horario estacional de verano, para dejar únicamente el de invierno; considerando, en primera instancia, aquello basados en la salud de la población, evitándose con ello todos los problemas originados por la falta de un buen descanso, en consecuencia, el rendimiento laboral y escolar de la gente deben ser con mayor eficiencia y eficacia.

Por otro lado, sea un acuerdo general por seguir la tendencia en otros países, el cambio debe significar el restablecimiento de un comportamiento global, sin diferencias en los tiempos, para hacer un intercambio puntual en los compromisos económicos, en la importación y exportación de productos, dicho de otra forma, el horario igual facilitará el cumplimiento de los compromisos de cualquier índole.

Y bueno, aunque no se dijo tácitamente, se espera que, en la realidad, el beneficio no se quede, por sí mismo, en la simpleza de la hora, sino que repercuta en el beneficio de la colectividad, así como se mencionó, que sea en la salud, en la economía y en la sociedad, en específico de las familias; por lo tanto, la iniciativa solo logrará su cometido si, efectivamente, se cumple con lo ofrecido. Mientras tanto, se tendrá que esperar para saber cuáles son los beneficios del cambio de los horarios.


Cuestionable, desde su implementación, el horario de verano no cumplió con las expectativas pomposamente anunciadas, principalmente sobre los beneficios de ahorro, en dinero, para las familias mexicanas, además de facilitar todas las actividades, de producción y de servicios, entre otras, con el aprovechamiento de la luz natural, así como un consumo racional de la energía eléctrica; desafortunadamente, las promesas no lograron los objetivos esperados, por el contrario, todo se convirtió en un caos por las mismas circunstancias provocadas por los cambios en los horarios.

Se debe recordar que la instauración del horario de verano en México fue decretado en el año de 1996, con excepción de algunos estados como Quintana Roo y Sonora, con el argumento de reducir el consumo de combustibles que generaban energía eléctrica, así como la disminución de contaminantes; desde luego, se debe señalar que el modelo del huso horario fue copiado de otros países, suponiéndose el éxito de la medida, especialmente en el aspecto económico.

De alguna manera, así como se siguieron los ejemplos de otros países para iniciar y terminar ahora con el obsoleto horario de verano. La iniciativa presidencial para terminar con el horario estacional ha provocado nuevas controversias, principalmente por aquellos cuyo cambio no les resultaría benéfico; sin embargo, así se entiende, la adición que se hace a la propuesta asegura que no tendrá impactos en los presupuestos, ni se modificarán los programas sociales ya establecidos, es decir, se mantendrá la vigencia en las actividades cotidianas del país.

A pesar de ser una iniciativa, todavía en espera de su aprobación, se tiene previsto que una vez que se modifique en octubre el horario, ya no se padecerán cambios en el futuro; sin embargo, se reiniciará un nuevo proceso de readaptación para quienes el horario de verano les parecía perfecto, en el sentido de contar con mayor “tiempo” de luz del día para cumplir totalmente con sus obligaciones del día a día; también de sentir que eso representaba mayor seguridad personal para no lidiar con los peligros traídos por la oscuridad.

Desde otra perspectiva, más allá de los cambios en el horario, es seguro el cambio de algunos comportamientos ocasionados por el mismo, en la gran moría de los casos, de acuerdo al estado de ánimo de cada quien; por ejemplo, para aquellos cuya costumbre de levantarse temprano para llegar puntualmente al trabajo, ahora tendrán que corregir, además del reloj, sus tiempos en el traslado a su centro laboral, llegando con mucho tiempo de anticipación, pues esa hora desajustada será lo que se propicie; en contrasentido, habrá quienes aprovechando la hora adicional se mostrarán confiados y, es probable, tendrán problemas con su tiempo.

Por otro lado, además, se tendrán ajustes emocionales, pues las prisas o la lentitud, según sea el caso, puede ser generadora de violencia, los viajantes en vehículos de trasporte colectivo se encontrarán con el reajuste de las corridas, los de automóviles particulares aumentarán la velocidad para recuperar el tiempo perdido, obvio. En ese conflicto, provocado por el cambio, también habrá insultos de unos para los otros.

Aunque esto es lo menos, hay otros criterios basados en terminologías médicas, se dice que las afectaciones mayores son para las personas adultas mayores, así como para los menores de edad, pues refieren que el desajuste en el reloj biológico provoca malestares emocionales y psicológicos, como lo refiere el doctor Jorge Alcocer, secretario de Salud, evidenciados en problemas de sueño, falta de memoria, fatiga, depresión, entre otras cosas, enfatizando que: “La elección del horario de verano es política y, por lo tanto, se puede cambiar, los estudios muestran que las diferencias de tiempo entre el reloj social y el reloj biológico desafían la salud, la llegan a alterar, por lo que si queremos mejorar nuestra salud no debemos luchar contra nuestro reloj biológico…”.

Con estas aseveraciones, se pueden catalogar, o clasificar, los aspectos fundamentales para asegurar próximamente el cambio del horario estacional de verano, para dejar únicamente el de invierno; considerando, en primera instancia, aquello basados en la salud de la población, evitándose con ello todos los problemas originados por la falta de un buen descanso, en consecuencia, el rendimiento laboral y escolar de la gente deben ser con mayor eficiencia y eficacia.

Por otro lado, sea un acuerdo general por seguir la tendencia en otros países, el cambio debe significar el restablecimiento de un comportamiento global, sin diferencias en los tiempos, para hacer un intercambio puntual en los compromisos económicos, en la importación y exportación de productos, dicho de otra forma, el horario igual facilitará el cumplimiento de los compromisos de cualquier índole.

Y bueno, aunque no se dijo tácitamente, se espera que, en la realidad, el beneficio no se quede, por sí mismo, en la simpleza de la hora, sino que repercuta en el beneficio de la colectividad, así como se mencionó, que sea en la salud, en la economía y en la sociedad, en específico de las familias; por lo tanto, la iniciativa solo logrará su cometido si, efectivamente, se cumple con lo ofrecido. Mientras tanto, se tendrá que esperar para saber cuáles son los beneficios del cambio de los horarios.