/ jueves 18 de junio de 2020

Espacio INE | Nuevos retos electorales

  • Eileen Teresita Zacaula Cárdenas

Desde la creación del Instituto Nacional Electoral (INE), y todavía más, desde su ciudadanización, los procesos electorales han sido la herramienta que ha podido otorgar estabilidad política al país. Luego de la Reforma Electoral de 2014, que estableció las mismas reglas para todas las entidades federativas, salvaguardando sus particularidades, el sistema electoral en México se fortaleció; pero ello no implica que las vicisitudes quedaron fuera, al contrario. Entender 32 realidades distintas e incorporarlas a un mismo esquema sin afectar la identidad de cada estado ha sido un reto que se ha ido venciendo y que ha permitido que cada elección, se organice con mayor calidad.

Hoy, una nueva circunstancia se suma al reto y lo complica. La pandemia provocada por el Covid-19 y las desfavorables condiciones económicas que ya está trayendo al país, significarán implementar nuevas estrategias que garanticen la celebración del Proceso Electoral 2020-2021 bajo las mismas condiciones de equidad, operatividad y legalidad que hasta hoy han garantizado las instituciones electorales.

Lo anterior, aunado a la política de austeridad, sin duda dará un tono diferente a la elección intermedia que se avecina, nuevamente la más grande de la historia, pues por primera vez, en 15 de las 32 entidades federativas, entre ellas la nuestra, se renovarán gubernaturas, alcaldías y congresos; mientras que en otras 13 se renovarán ayuntamientos y diputaciones. Además, habrá cambio de estafeta en la Cámara de Diputados.

No obstante, tal política de austeridad, no debe poner en peligro lo que hasta ahora este país ha conseguido por la vía electoral. En propias palabras del Consejero Presidente INE, Lorenzo Córdova Vianello, “correríamos un gran riesgo si por cuestiones presupuestales saboteamos o le negamos viabilidad a los procesos electorales; porque, al final del día, la paz pública, la gobernabilidad y la estabilidad económica dependen de procesos electorales legítimos”.

Sí, se requiere abaratar las elecciones, pero no a costa de mermar procesos consolidados, ni la participación ciudadana ni las acciones oportunas para frenar casos de violencia política contra las mujeres o un posible uso inadecuado de recursos públicos; es decir, sin debilitar a las instituciones electorales. Y se requiere, al mismo tiempo, reconocer que, si las elecciones son caras en nuestro país, mucho se debe a la desconfianza de los actores políticos, traducida en una normatividad sobrecargada que las instituciones electorales están obligadas a cumplir. Esa misma desconfianza permea en la sociedad y dificulta las tareas de organización de los procesos electorales.

Pero aún con todo ello, el INE ya inició las tareas previas al arranque del Proceso Electoral: ya se trabaja en los acuerdos de colaboración con los Organismos Públicos Locales, ya se elaboran anteproyectos de presupuesto, ya se hacen estimados del número de casillas a instalar, entre otras actividades; mientras que continúa con tareas habituales que también abonan a generar las mejores condiciones para una contienda pulcra: el fortalecimiento de la cultura cívica, la depuración al Padrón Electoral, la preparación de la cartografía, etc.

Nada impedirá que el INE haga, como siempre, el mayor esfuerzo para desarrollar un proceso electoral que refleje la voluntad de la ciudadanía para elegir a sus representantes, pero se requiere que actores políticos y la propia ciudadanía, se sumen a este esfuerzo y se demuestre madurez política.

La pandemia nos ha dejado una lección; hemos desarrollado nuevos comportamientos para protegernos unos a otros y evitar un descontrol y una sobrecarga para las instituciones de salud. Tal vez sea momento de extrapolar esa lección al ámbito electoral, desarrollar nuevos comportamientos y acompañar mucho más a las instituciones electorales, criticar lo criticable con propuestas y defender lo defendible como la innegable garantía de transición en un marco de tranquilidad que la vía electoral a través del INE, ha heredado a la historia de este país. Así, nos protegemos unos a otros y ponemos nuestro granito de arena para evitar el descontrol y la sobrecarga electoral.

  • *Vocal del Registro Federal de Electores / Junta Local Ejecutiva del INE en Tlaxcala
  • Eileen Teresita Zacaula Cárdenas

Desde la creación del Instituto Nacional Electoral (INE), y todavía más, desde su ciudadanización, los procesos electorales han sido la herramienta que ha podido otorgar estabilidad política al país. Luego de la Reforma Electoral de 2014, que estableció las mismas reglas para todas las entidades federativas, salvaguardando sus particularidades, el sistema electoral en México se fortaleció; pero ello no implica que las vicisitudes quedaron fuera, al contrario. Entender 32 realidades distintas e incorporarlas a un mismo esquema sin afectar la identidad de cada estado ha sido un reto que se ha ido venciendo y que ha permitido que cada elección, se organice con mayor calidad.

Hoy, una nueva circunstancia se suma al reto y lo complica. La pandemia provocada por el Covid-19 y las desfavorables condiciones económicas que ya está trayendo al país, significarán implementar nuevas estrategias que garanticen la celebración del Proceso Electoral 2020-2021 bajo las mismas condiciones de equidad, operatividad y legalidad que hasta hoy han garantizado las instituciones electorales.

Lo anterior, aunado a la política de austeridad, sin duda dará un tono diferente a la elección intermedia que se avecina, nuevamente la más grande de la historia, pues por primera vez, en 15 de las 32 entidades federativas, entre ellas la nuestra, se renovarán gubernaturas, alcaldías y congresos; mientras que en otras 13 se renovarán ayuntamientos y diputaciones. Además, habrá cambio de estafeta en la Cámara de Diputados.

No obstante, tal política de austeridad, no debe poner en peligro lo que hasta ahora este país ha conseguido por la vía electoral. En propias palabras del Consejero Presidente INE, Lorenzo Córdova Vianello, “correríamos un gran riesgo si por cuestiones presupuestales saboteamos o le negamos viabilidad a los procesos electorales; porque, al final del día, la paz pública, la gobernabilidad y la estabilidad económica dependen de procesos electorales legítimos”.

Sí, se requiere abaratar las elecciones, pero no a costa de mermar procesos consolidados, ni la participación ciudadana ni las acciones oportunas para frenar casos de violencia política contra las mujeres o un posible uso inadecuado de recursos públicos; es decir, sin debilitar a las instituciones electorales. Y se requiere, al mismo tiempo, reconocer que, si las elecciones son caras en nuestro país, mucho se debe a la desconfianza de los actores políticos, traducida en una normatividad sobrecargada que las instituciones electorales están obligadas a cumplir. Esa misma desconfianza permea en la sociedad y dificulta las tareas de organización de los procesos electorales.

Pero aún con todo ello, el INE ya inició las tareas previas al arranque del Proceso Electoral: ya se trabaja en los acuerdos de colaboración con los Organismos Públicos Locales, ya se elaboran anteproyectos de presupuesto, ya se hacen estimados del número de casillas a instalar, entre otras actividades; mientras que continúa con tareas habituales que también abonan a generar las mejores condiciones para una contienda pulcra: el fortalecimiento de la cultura cívica, la depuración al Padrón Electoral, la preparación de la cartografía, etc.

Nada impedirá que el INE haga, como siempre, el mayor esfuerzo para desarrollar un proceso electoral que refleje la voluntad de la ciudadanía para elegir a sus representantes, pero se requiere que actores políticos y la propia ciudadanía, se sumen a este esfuerzo y se demuestre madurez política.

La pandemia nos ha dejado una lección; hemos desarrollado nuevos comportamientos para protegernos unos a otros y evitar un descontrol y una sobrecarga para las instituciones de salud. Tal vez sea momento de extrapolar esa lección al ámbito electoral, desarrollar nuevos comportamientos y acompañar mucho más a las instituciones electorales, criticar lo criticable con propuestas y defender lo defendible como la innegable garantía de transición en un marco de tranquilidad que la vía electoral a través del INE, ha heredado a la historia de este país. Así, nos protegemos unos a otros y ponemos nuestro granito de arena para evitar el descontrol y la sobrecarga electoral.

  • *Vocal del Registro Federal de Electores / Junta Local Ejecutiva del INE en Tlaxcala